- No pensé que vendrías a cenar. - Comenta Alexander al ver entrar a Abiel.
- No estoy aquí para cenar. - Se acerca y lo abraza.
- ¿Entonces para que? - Lo aleja y lo mira a los ojos.
- Vine a visitar a un nuevo amigo. ¿No puedo? - Se sienta junto a Alexander.
- Traigan algo de beber. - Ordenó a algunas criadas.
- No, no es necesario. Estoy bien, debo irme al gimnasio en treinta minutos.
- Pensé que estabas aquí para visitarnos.
- Justo a eso vine, solo que no me voy a quedar mucho tiempo.
- Deberíamos ponernos al día.
- Si, tenemos mucho tiempo sin vernos.
- Quince años. - Dice Luc al entrar a la sala.
- ¡Luc! - Se levanta a recibirlo.
- Te extrañamos mucho. - Lo abraza.
- Yo también lo extrañe. Mis mejores amigos.
Ambos se sientan en los grandes sillones.
- ¿Y como te ha ido? - Preguntó Alexander.
- De todas las familias que me pudieron haber adoptado, los Embani son la mejor sin duda. Estoy muy agradecido de poder ser parte de una familia tan maravillosa.
- ¿Eres más feliz con ellos que con nosotros?
Los tres hicieron silencio, Abiel y Alexander se miraron entre si y al notar que Alexander iba a decir algo, Abiel decidió hablar.
- No entiendo de que hablas.
- Bueno; Cuándo éramos más pequeños siempre decías que no querías que mis padres te adoptaran porque eras cuidado por esa estrella. Así que ahora que estás con tu actual familia llegue a la conclusión de que para irte con ellos dejaste a atrás a esa tal estrella y nos dejaste atrás a nosotros, así que ellos te hacen más feliz, ¿Estoy en lo correcto?
- Luc, que mierda hablas. No entiendo porque traes el tema a colación, pero las cosas no siempre son como tú esperas que sean.
- Abiel es mejor calmarse. Tal ves deberíamos vernos algún otro día.
- La única razón por la que no quise ser adoptado por tus padres es porque ellos me despreciaban. - Se levantó del sillón y salió de inmediato de la casa.
- Que reunión tan… Agradable. - Comentó Nicanor que estaba detrás e el.
- No puedo creer como las personas son tan incapaces de madurar.
- Tal vez él es solo más emocional que tú.
- Ser emocional es una cosa, ser estupido es otra muy diferente.
Nicanor dejó escapar una risita que no intentó ocultar. Abiel lo miró y dejó escapar una adorable risita.
Abiel fue al gimnasio como tenía planeado y al terminar fue directo a su casa a prepararse para la reunión.
- ¿Acabas de llegar? - Grito apenas vio a Abiel llegar.
- Si, ¿No es obvio?
- Vamos a llegar tarde, Abiel.
- Las personas importantes se hacen esperar.
- No hagas una frase de tu irresponsabilidad y mal manejo del tiempo.
- Nicanor es quien maneja tiempo. - La cara de Edan se tornó rojiza al instante.
Abiel se apresuró a subir las escaleras para poder tomar su relajante baño. Al terminar se vistió y salió del dormitorio donde lo esperaba Nicanor.
- ¿Donde están tus guardaespaldas?
- ¿No deberías tú de saber eso?
- Entraron a la habitación contigo. ¿Escaparon? - Se cuestionó seriamente.
- Les dije que se fueran. - Aclaró como diciéndole a Nicanor lo poco analizador que era.
- ¿Por qué hiciste eso?
- No los voy a necesitar más.
- Abiel, no puedes ser tan arrogante.
- Ya nos vamos. - Le lanza unas llaves a Edan desde las escaleras.
- ¿Que es esto? - Atrapó las llaves.
- Hoy tú conduces.
- ¿Yo por qué haría eso? Y en caso de que lo haga, ¿Por que conduciría uno de tus autos? Tengo los míos.
- Porque eso te hace parecer más humilde y hace que parezcas respetuoso ante tus mayores. Recuerda - Se acerca a Edan y lo sostiene por la corbata. - debes ser excepcional antes de siquiera entrar. No puedes permitir ni por un segundo que piensen algo incorrecto sobre ti. - Le ajustó la corbata.
Edan solo se quedó en silencio y siguió a Abiel y Nicanor hasta el garage.
Entró al carro de su hermano, lo encendió, espero que Abiel entrará y comenzó su viaje.
- Hay ciertas cosas que deben recordar en cierto momento, número uno: las faltas de respeto no son toleradas, tanto de tu parte como si algún chistocito se atreve a faltarte el respeto. Segundo: Los becados son peligrosos. Muchos o la mayoría de ellos se acercan a ti solo para conseguir algún tipo de beneficio, no les des el placer. En mi primer año de universidad una chica fue secuestrada por un becado y pidió dinero a cambio de su libertad.
- Los describes como si fueran unos demonios.
- Es lo que son.
- No creo que la universidad beque a saca recompensas. Tal vez uno entre cien puede ser así, pero no todos.
- No cuenta confianza en personas que no conoces. Yo solía ser así.
- Creo que más tenerla, lo malo es no tenerla.
- Tal vez cuándo vivas tu propia experiencia abras los ojos.
Edan se estacionó cerca del muelle.
- Pensé que sería un lugar cerrado.
- Las personas que están aquí están cansados de estar encerrados Edan.
- ¿Por qué siento que no lo dices de forma literal?
- Porque así es. - Ambos bajaron del carro.
Los Embani llegaron al muelle, el lugar donde se organizó la reunión y de inmediato toda la atención se centró en ellos.
Nadie tenía las agallas siquiera de acercarse. Cuándo pasaban por algún lado todos les abrían el paso. Una persona muy influyente en particular decidió acercarse a los hermanos.
- Buenas noches. Es de verdad un honor conocerte. Nunca pensé que iba a conocer a Abiel en persona. - Le extiende la mano.
- El placer es mío Alfonso. - Junto a su hermano hacen una reverencia.
- Ay no, por favor no me avergüences. No es necesario hacer reverencias. Solo quiero llevarlos conmigo chicos.
- Mi hermano menor debe de estar de acuerdo.
- P-Por favor no me pongas esa posición. No quiero ser el que decida eso. - Flaqueó un segundo. - Aunque es obvio que me encantaría ir con el príncipe Alfonso. - Baja la cabeza mostrando inferioridad a lo que Abiel reacciona golpeando su cabeza para que vuelta a su postura.
- Entonces signándome. Les quiero presentar a algunas personas.
- ¿Al conde dinamarqués? - Dijo en forma de broma.
- De hecho si, es un gran fan no solo tuyo, sino también de tus hermanos. Es fanatico de toda la familia.
- L-lo siento mucho por el comentario. A veces no puedo-
- Edan es muy chistoso a veces, ¿No? Le pido disculpa de parte de los dos.
- Yo les pido disculpas si les hice sentir que eso fue una ofensa. De hecho me pareció muy gracioso.
Los tres ya habían llegado al lugar donde había estado Alfonso. Era demasiado obvio, todas las personas que parecían ser excesivamente importantes estaban reunidos un ese lugar. Para Abiel era ridiculo. Para cualquier persona que intentara hacerles daño podrían terminar con seis pájaros de un tiro, mínimo.
- Estos son mis amigos de Dinamarca, Catar, Bélgica y Luxemburgo.
- Es un placer conocerlos. - Dijo Edan.
- Un placer a todos los que no había visto antes. - Dijo Abiel.
- El placer es mío. - Alguien tomó la mano de Edan para saludarlo.
Edan solo sonrió un poco forzoso.
Los dos chicos se sentaron en la mesa donde se encontraba el príncipe Alfonso y sus amistades.
- Buenas noches. - Le dijo muy sonriente a Abiel.
Esa cara, él sabía que la había visto en algún lugar. ¿Como no recordarla? Tadeo. Ese príncipe de Bélgica que había conocido en una de las tantas vacaciones familiares.
Tadeo, ese chico de sonrisa tierna, tan carismático y lleno de vida. La única persona aparte de su familia que lo acepto desde el principio.
- Buenas noches. - Sonrió de vuelta.
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