Ajustes

Después de que Abiel recordará a Mr. Star todo para él había cambiado. Aún quería estar en el laboratorio, pero quería un poco de libertad al menos en las noches para ver a su amada estrella. Tenía muchas ganas de hablar con él, pero tenía miedo de hacerle esa petición al señor Embani. No quería ser más una molestia. Cosa que nadie nunca insinuó sin embargo el niño lo había asumido por la disminución de visitas por parte de su querido Señor Embani. El cuál comenzó a comparar de vez en cuándo con Mr. Star.

Abiel dedicaba al menos dos horas del día para recordar a Mr. Star. Hacía dibujos de cualquier momento con Mr. Star que pudiera recordar. Le fascinaba la idea de que algún día terminarán los experimentos y pudiera volver a hablar con su honorable salvador.

Todo en el laboratorio continuaba como de costumbre. Los experimentos y desarrollo de habilidades físicas de Abiel aún estaban en pie. Durante el tiempo en el que revisaban sus habilidades físicas también lo ayudaban a desarrollarlas. Entrenaban al niño todos los días. Según la rutina que llevaba pronto podría ser capaz de luchar en un campo de batalla como cualquier otro hombre. Todos, con todo especialmente Julián estaba muy empeñado en hacer patente el hecho de que Abiel es un arma biológica.

Ahora Abiel era el triple de feliz de lo que era hace unas semanas atrás. La permanente imagen de el con Mr. Star provocaba en el tal deleite que no podía evitar sonreír.

No era consiente de nada de lo que pasaba a su alrededor, tal vez lo mejor hubiera sido que nunca se hubiera enterado. Solo sabía que tenía todo lo que necesitaba: A su familia, todas las personas en el hospital a excepción de Mr. Star. Claro.

- Buenas noches pequeño. - Le susurra mientras lo cargaba.

- Gabe, me asustaste. - Expresó con la respiración corta.

- ¿No me extrañaste? - Colocó al crío sobre su cama.

- Claro que si, te extrañe mucho. Pensé que no ibas a volver. - Abrazo al hombre.

- Jamas te dejaría solo. Estaba arreglando algunos asuntos. Y ya estoy de vuelta.

- Buenas noches Señor. - Dice sorprendida al ver al hombre en la habitación. - El señor Huss lo espera afuera.

- ¿Que quiere este idiota? - Dice entre dientes. - Nos vemos luego pequeño.

- Prométeme que vas a volver. - Exclamo Abiel.

- Mañana volveré. Lo prometo. - Beso la frente de Abiel y salió de la habitación.

- Que eficaz eres. - Comenta al verlo.

- ¿Que es lo que quieres Julián? Se rápido y preciso. - Se ponen en marcha.

- Como te dije hace un tiempo, el gobernador quiere respuestas. Y rápido. Se que no tienes idea de las cosas porque soy yo quien se encarga de todo, pero esto es muy serio Gabe. Mañana enviarán a sus propios investigadores.

- ¿De que hablas Julián?

- ¿Eres sordo? Mañana harás que tu personal se haga de lado, porque vendrá personal del gobierno.

- No pueden venir a mi laboratorio y hacer lo que les plazca. ¿Quien diablos se cree el gobernador?

- Gabe, solo no hagas nada estupido.

- ¿Y como es que me entero de estás cosas a última hora? Se supone que te encargas de las cosas cómo está.

- Recibí la carta hace unas dos horas, estaba intentado hacer que retrocedan. Les envié todos y cada uno de los informes, pero eso no fue suficiente. Mañana a primera hora debes estar listo porque no podrás hacer nada para detener su investigación. - Subió las escaleras.

Una vez más Gabe esta irritado. Para el era inaceptable el hecho de que el gobierno intentara entrar en sus instalaciones. Era una ofensa a él y a su compañía. Él sabía lo que estaba haciendo mal, prefería perder todo y tener la confianza de ese niño. Y cuándo Gabe va tras un objetivo es imposible para él dejarlo atrás.

Fue una noche larga para Gabe y Julián quienes dedicaron la noche a organizar la agenda del día siguiente. En cambio para Abiel solo era otra noche dibujando a Mr. Star y hablando con sus dibujos.

Al día siguiente muy temprano Ana despertó a Abiel. Debía estar listo antes de que llegarán los invitados.

- ¿A donde iremos hoy Ana?

- A ningún lugar especial, solo vamos a conocer nuevas personas. Te gusta mucho conocer personas nuevas, ¿Verda?

- ¡Si! - Exclamo al instante.

- Bien, entonces vamos. - Enlazó sus dedos entre las manos del niño.

Gabe los esperaba afuera de la habitación para poder ir con ellos. No quería que el niño tuviera miedo al momento de estar con esas personas que aún no conocía. Quería tomar la menor cantidad de riesgos posibles.

- ¿Estás listo?

- ¡Si! Siempre que estoy contigo estoy listo y nada me da miedo. - Gabe se limitó a sonreír y acariciarle el pelo.

Ya todos estaban en la sala de reuniones. Era incómodo, especialmente por la radiante sonrisa que tenía Abiel en su rostro. Gane sabía muy bien que esa sonrisa no duraría mucho.

- Bien, lo llevaremos a un sala privada y vamos a hacer nuestros propios análisis. Esto tomará un tiempo. Pido que por favor no nos molesten.

- De acuerdo. Ahora, Abiel. Vas a ir con ellos, ¿Esta bien?

- De acuerdo. - El Niño suelta las manos de Ana y va con las personas de al frente.

El día transcurrió muy bien en general. No le hicieron nada fuera de lo normal. Pidieron que relatara las cosas que recordaba de la noche que lo encontraron en el bosque, extrajeron sangre, hicieron algunos exámenes físicos y por último le hicieron varias preguntas sobre su vida. Cayó la noche y Abiel estaba exhausto. Solo quería dormir después de hablar con Mr. Star. Justo así lo hizo, le contó a Mr. Star un poco sobre su día y luego se quedó dormido.

Paso al rededor de una semana. Las cosas iban genial. Las personas nuevas hacían el mismo trabajo que los que ya estaban. Una rutina diaria de las mismas cosas.

Un día como cualquier otro decidieron hacer algo nuevo. Necesitaban descubrir si Abiel tenía poderes o no. Tenían que hacerlo lo más rápido posible, ya había pasado casi todo un año desde que se comenzó la investigación y el gobernador pedía la información en ese momento.

La idea de los científicos fue crear un escenario similar de lo que había pasado el día que cencontraron a Abiel. Sin mas lo llevaron a una sala repleta de árboles. Un auténtico bosque dentro de las instalaciones. Le cubrieron los ojos al crío y lo amarraron a un árbol.

En este punto Abiel comenzó a gritar y patalear. No tenía idea de que estaba pasando, pero estaba asustado. Muy asustado.

El experimento continuó… dejaron caer sobre el cuerpo del niño una sustancia pegajosa. La respiración del chico se corto de inmediato. Estaba aterrorizado. ¿Que le estaban haciendo? Las lágrimas caían, con muy poca respiración gritaba y gritaba auxilio. Por último el ruido de disparos y lobos aullando o acercándose.

Todo su cuerpo temblaba, estaba reviviendo de nuevo aquella cosa que tanto le costó pasar por alto. ¿Como una persona puede ser tan malvada para hacerle esto a otra persona?

Duró algunos 30 minutos hundido en sus recuerdos, llorando y gritando al aire. Esta vez, nadie lo salvó. Ninguno de sus protectores fueron a su auxilio.

El niño fue retirado de la habitación, entregado de inmediato a Ana para que se haga cargo de limpiarlo. Abiel no quería hacer nada, estaba horrorizado. Al llevar a su habitación dejó caer su cuerpo, mientras temblaba paralizado. Estaba sufriendo sin duda, lo había efectuado mucho lo que esos maniacos habían llamado un experimento. Intentaba calmar su agitada respiración.

Ana limpio la cara del niño con pañuelos. Trato de levantarlo para llevarlo al baño, pero Abiel se rodeó sus piernas con sus brazos encerrando cada extremidad de su cuerpo. Se quedó dormido en el piso, e incluso dormido era muy difícil de mover.

En la noche el señor Embani fue a la habitación a ver al niño y en encontró a Abiel sucio, tirado en el suelo como si fuera un cualquiera. Una vez más no tenia idea de que había pasado en el laboratorio ese día. Salió de la habitación de inmediato a averiguar la razón por la que el niño estaba así e incluso para él, un hombre que no le importa nada más que su trabajo, lo que habían hecho era demasiado.

Regreso a la habitación y ayudó a Ana a bañar al niño. Con mucho cuidado, no querían despertarloz Luego lo llevaron a su cama y lo dejaron dormir. Mañana sería otro día difícil.

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