Edan despertó, se necesitaba hacerle estudios. Debían asegurar que estaba bien, así se hizo y muy de inmediato llegaron los resultados. Por suerte para el pequeño sus signos vitales estaban bien. Sin embargo presentaba una ligera hipoxia cerebral.
- La tomografía muestra indicios de hipoxia, el hemisferio izquierdo se puede ver ligeramente afectado por esto. Por ahora recomiendo que descanse. Se que no necesita que le explique con detalle lo que podria pasar si el problema se vuelve mayor. - Dijo diriendose a Gabe.
- Entiendo. Muchas gracias por venir hasta aqui solo por mis hijos. - Salio de la habitación con el hombre. - Pese a todo estoy seguro de que Edan podrá soportarlo. Después de todo es mi hijo.
El doctor le dio una palmada en la espalda a Gabe y junto a los demás doctores se retiró.
Gabe volvio a la habitacion con su Edan quien reposaba en cama.
- Papá, ¿Voy a morir? - Pregunto asustado.
- Claro que no, recuerda que eres el mas fuerte de los tres. - Sujeto sus manos. - Vas a estar bien, eres un Embani.
- Abel aún no despierta papá. - Exclamó entre sollozos mirando al nito que estaba postrado en
la cama junto a él.. - ¿Acaso está en estado vegetal?
- Edan, Abel también es un Embani. Ha sobrevivido a muchas cosas y podrá sobrevivir a esta. Confia en él y en ti. - Beso su frente. - Me debo ir, pero en la noche te visitaré, te lo prometo. Mamá vendrá para estar con ustedes. Markel también. Gabe salio de la habitación. De inmediato Verá entró y se acomodó en el centro de ambas camas.
Pocos días después Abiel había despertado. Con el cuidado correcto, y mucho descanso Edan pudo volver a su rutina sin presentar tantos riesgos.
Tiempo después la familia estaba perfectamente bien. Tres niños corriendo por todas partes de la mansión, las risas y la alegría se sentía en el lugar. Cenas dominadas por las carcajadas de toda la familia. La familia Embani era más feliz que nunca.
Gabe gradualmente fue logrando su objetivo al hacerse cargo de Abiel. Se encargó de educarlo de forma especial, logrando que su capacidad y madures alcanzara niveles extraordinarios.
El estatus de la familia Embani no paraba de subir. El objetivo de Gabe estaba cada vez más cerca. Con la ayuda de Abiel a su lado se creía más capaz de hacer lo que fuera. La cúspide de la pirámide de poder estaba muy cerca.
Cada niño de la familia Embani tenía su talento especial. Los tres presumían un intelecto sobrenatural. Todos estaban creciendo, aunque bajo el mismo techo todos desarrollaron carácter diferentes.
- Ya basta, dámelo. - Reclamó.
- Si de verdad lo quieres ve a mi habitación.
- ¿Eres retrasado?
- Entonces dime la verdad. Pude ver que estabas embonado observando a Nicanor.
- Abiel, - Se acerca y le cubre la boca. - Ya cállate.
Abiel retira las manos de Eban.
- No debes de ocultármelo. No le voy a decir a padre, te lo prometo.
- Pero no estuve mirando… a Nicanor. - Dijo tan bajo como le fue posible.
- Si lo hacías. - Afirma. - No seas estupido. Nicanor es un hombre, y si bien es el trabajador más joven de la casa sigue siendo muy mayor para ti.
- Solo tiene veinticuatro.
- Y tú tienes once. - Le golpea suave la frente.
- Como sea, n-no me interesa Nicanor en absoluto. Tu lo dijiste, soy muy joven. ¿Crees Que tengo tiempo para pensar en amores? Ni tú ni Markel lo hacen.
- Tu eres más sentimental que nosotros dos.
- ¿Me discriminas por ser el menor?
- Ves, te gusta ser dramático. - Lo mira de arriba a abajo.
- Ya me voy, no tengo tiempo que perder contigo.
- Cuídate y deja de mirarlo así. O no seas tan obvio. Nuestros padres pueden darse cuenta.
- Que te calles. - Comenzó a alejarse.
Abiel espero unos minutos y entró de regreso a la mansión.
- Que hermoso día, ¿No crees Nicanor? - Comentó en el momento que lo vio.
- ¿Donde estabas? Vas hacer que tú madre me ahorque Abiel.
- Solo tenía una charla con uno de mis hermanos en el jardín.
- ¿En el jardín? - Proclamó pasmado.
- ¡Si!
- Abiel deberías ir por lo menos con tus guardaespaldas.
- Si iba con ellos sabrían que te traje esto. - Le muestra un collar de gargantilla que llevaba en las manos.
- No entiendo a que te refieres.
- No disimules. Te traje el collar favorito de Edan.
- Abiel baja la voz, ¿Que es lo que insinúas? Tu hermano es un niño y yo soy un hombre.
- Sino la quieres entonces se la devolveré. - Emprendió su camino.
Nicanor se limitó a voltear sus ojos en signo de desesperación.
- No vuelvas a insinuar algo como eso en voz alta.
- Los amantes son muy raros. Ocultan su amor.
- Que no tengo ningún amante, mucho menos tu hermano más pequeño.
- No les creo nada de nada.
- Ay por Dios.
Abiel y Nicanor entraron a la habitación…
- Buenos días Señor.
- Buenos días.
- Buenos días.
- Estoy muy cansado. Nicanor pídele a alguien que me haga un desayuno rico en proteínas por favor. - Se lanzó a su cama. - Las clases de esgrima son fáciles, pero luego tener que hacer natación me deja exhausto.
- Señoritas ya escucharon, vayan a hacer algo que le guste y contenga holoproteínas. Rápido. - Apresuró a las damas. - Tú, ven a ayudarlo a desvestirse.
- No lo necesito. - Detuvo a Nicanor. - Me daré un baño más darte. Quiero ir a la Stellar Room
- Entiendo. Esperáramos con el desayuno.
Abiel suspiró, se la vengó de su cama y comenzó a subir más extensas escaleras. Al llegar a la habitación dejo que su cuerpo fuera manejado por la gravedad y se desplomó en la suave superficie.
- Star, ¿Donde estarás? - Se preguntó a si mismo mientras respiraba repetidas veces despacio. - No me dejaste solo, lo sé, pero nadie es capaz de reemplazar tu compañía.
Súbitamente Abiel recordó algo que llevaba tiempo intentando recordar. Aquel día cuándo se desmayó por la presencia de ínfimos sentimientos entrelazados y recuerdos dolorosos, luego de haberse despertado una primera vez le habían dicho que entró a su habitación desesperado a hacer algo, pero nadie sabía que fue ese algo. Siquiera él mismo.
En ese momento llegó a su cabeza un lugar específico de su habitación, no recordaba nada más, pero tal vez la respuestas estaban todas ahí.
Bajo rápidamente a su habitación y pidió a todos que salgan en ese instante. Desesperado movió se acercó a la estructura que rodeaba su cama y con minuciosos toques arrancó una pila de papeles de la pared.
- ¿Que mierda es esto? - Fue lo único que pudo decir.
El grupo de imágenes era tan confuso para él. Los dibujos eran todos a medias y muy borrosos, pero no podía imaginar de donde había venido eso. Su respiración se agitó un poco. Trato de calmarse y subió a la Stellar Room. La única persona con acceso era él. Así que sus dibujos debían de estar protegidos ahí. Al menos eso pensó él. Un poco temeroso dejo los papeles en el fondo de la gigantesca habitación y volvió a su dormitorio. Entró despacio a la bañera, con intenciones de no ser detectado y llamó a Nicanor para que dejara pasar a las mujeres que se encargarían de bañarlo.
Al caer la noche el pequeño trato de dormir, pero algo lo llamaba a revisar los dibujos. Eran extraños y era la única cosa que no podía descifrar en la tierra. Espero a que todos salieran de su habitación y de forma veloz fue a la Stellar Room una vez más. Se sentó frente a los dibujos y trato de armar el rompecabezas.
La noche pasaba, y Abiel aún estaba intentando descifrar lo que significaban las imágenes. Mientras más tiempo pasaba se veía mas como si quiera crear un rompecabezas mas que armarlo, ya que al parecer no había nada que armar. Sin darse cuenta ya había llegado la mañana. De no ser por Nicanor que al entrar a la habitación se dio cuenta de que el pequeño no estaba, probablemente el hubiera pasado aún más tiempo ahí.
La noche siguiente Abiel volvió a pasarla buscando las respuestas a su pregunta. Y luego cada noche después de esa. Sin darse cuenta la búsqueda incesante de lo que el universo le intentaba decir lo invadió por completo. Se había convertido en una obsesión. Cada noche hacía lo mismo, se pasaba todas sus clases pensando en lo mismo. ¿Que podía significar esto o aquello?
Con el tiempo esto perturbó su estilo de vida. Pasaba más tiempo del que debería despierto y dormía apenas dos horas. Su padre intentó hacerlo entrar en razón, todos intentaron hacerlo entrar en razón. Nadie entendía el por qué de la actitud de Abiel. Él solía ser implacable y ahora sus estadísticas eran nefastas.
Al final tomó su propia decisión de convertir esa investigación en la investigación secreta de su vida. Hasta que no descubriera lo que ese mensaje era no iba a descansar. Al mismo tiempo decidió volver a sus horarios de la vida que solía tener. Si quería que lo dejaran en paz necesitaba volver a ser implacable.
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