- Debe de ser, - Contuvo sus palabras unos segundos pensando en si era buena idea hablar con este hombre o no. - debe de ser más específico. Quiere respuestas, pero ¿Sobre que?
- Si que eres un pequeño inteligente. Ayer parecías estar asustado hasta morir, pero ahora me hablas como si fueras todo un hombre. - La cara del Niño cambio completamente al recordar la razón de sus gritos el día anterior.
- Yo solo quiero irme de aquí, me dijo que si coopero se ma dará libertad, pero nunca mencionó con que debo cooperar. Y aún más importante, si quiere que confíe en usted o lo ayude necesito conocerlo.
- Ya que insistes. Soy Gabe Embani. Estoy a cargo de una investigación sobre un suceso que provocó muchos disturbios en el país. Una gran explosión, sin causa conocida. Ninguna arma militar o no militar fue detectada. Todo un bosque reducido a cenizas en un santiamén. Solo encontramos a un niño, que a pesar de estar en medio de un bosque totalmente incinerado estaba en perfectas condiciones. No había ni un rastro de haber sido rozado por fuego. Entonces, ¿Satisfecho?
- Entonces no soy la persona. No recuerdo nada de lo que habla. Solo espacios vacíos y cosas fuera de lugar.
- Ayer cuándo gritabas parecías recordar muy bien.
- ¿Donde estoy? - Una lágrima se deslizó lentamente por su mejilla.
- Es mi laboratorio. Como ya dije te prometo que nadie te tocará mientras yo esté, pero eso solo va a pasar si tú ayudas.
- Le juró que no miento, no recuerdo casi nada de lo qué pasó ayer.
- ¿Ayer?
- Se que algo irradió mucha luz y luego me desmayé. Así que voy a suponer que de eso habla.
- Que interesante, pero ya han pasado tres meses desde aquel suceso. Quisiera que hablemos un poco más, ¿Podríamos ir a otra sala?
- ¿Por qué no aquí?
- Esta investigación es muy importante, necesito que ciertas personas estén conmigo. Supongo que no quieres que tú especio privado esté lleno de personas. Pedí que nadie más que yo entrará, pero en caso de que no te moleste podemos quedarnos aquí.
- Esta bien, lo seguiré. - Se levantó de la cama y se tambaleó un poco.
- ¡Pequeño! - Se tiró al suelo a sostener al niño antes de que él cayera. - Tranquilo, necesitas tiempo para calentar los músculos. No puedes tirarte de la cama así por así. Tienes casi cuatro meses sin mover tus piernas. - Lo carga y lo lleva de vuelta a la camilla.
- ¿Necesito ayuda para caminar? - Comenzó a llorar.
- Por el momento. No llores, todo va a estar bien. - Le limpia las lágrimas.
Algunos hombres entraron a la habitación con una silla de ruedas, el Señor Embani colocó despacio a Abiel en la silla. Todos fueron al laboratorio. Una gran cantidad de psicológicos y psicoanalista se encontraban en la sala esperando por el niño. Abiel no quería estar en ese lugar en lo absoluto, pero una vez más no podía hacer nada más que cooperar. Lo adentraron en una pequeña habitación apartada de los demás.
- Buenos días. - La dulce voz de una mujer hablaba desde la otra habitación.
Se comunicaban a través de unos micrófonos, ya que las habitaciones estaban divididas por un cristal templado. No querían correr el riesgo de irritar al niño.
- B-buenos días. - Respiró profundo y cerró los ojos para ocultar su miedo.
- ¿Cual es tu nombre? - Preguntó la mujer.
- A-Abiel. - Mas que asustado estaba nervioso. Sus manos temblaban.
- Bien, te voy a hacer una serie de preguntas y tratarás de responder con total sinceridad. ¿Me explicó?
- Si, señora.
- Bien. ¿Que es lo que recuerdas del Domingo 25 de diciembre?
- ¿Habla de la víspera de navidad?
- Efectivamente, Abiel.
- R-Recuerdo q-que - Intentaba hablar, pero las palabras no salían. Respiró muy profundo y volvió a hablar. - Recuero que salí a buscar algunas cosas al basurero, la noche anterior estuvo muy frío. Quería abrigarme. Luego fui a buscar comida restaurante del Señor Gu. Cuándo volvía a casa unos hombres me detuvieron… - Las lágrimas aparecieron de la nada. - M-me, me, ellos me. - Todos se quedaron en silencio al ver la dificultad del niño para hablar.
- Creo que es todo por hoy. - Informó a todos en la sala.
- ¡Si, Señor! - Dijo todo el personal al unísono.
- ¿Te sientes bien? - Dijo apenas entró a la sala donde se encontraba el niño.
- Q-Quiero irme. Ya no quiero estar aquí. - El hombre sujeto al niño en sus brazos.
- Tranquilo, ellos ya no te pueden hacer daño, ¿Si? Ahora estás aquí y te voy a proteger de lo que sea. - Abiel abrazo a Gabe con todas sus fuerzas.
Gabe situó a Abiel en una silla de ruedas y lo llevó de vuelta a su habitación. Otras personas se encargaron de devolverlo a la cama.
- Buenos días, Señor. - Entra una chica a la habitación mientras sale todo el personal.
- Pequeño, esta mujer se va a encargar de alimentarte. Necesito que me prometas que vas a comportarte bien.
Abiel no hizo más que voltear la cara.
- Entiendo. - Expresó.
- Muy bien, - Se acercó al Niño. - sino te sientes cómodo con esa chica puedo reemplazarla.
El pequeño asintió on obstante en ningún momento volvió a mirar a la chica.
- Buenos días pequeñín, ¿Que te gustaría para desayunar? Tengo múltiples elecciones.
- ¿P-Puedo comer Señor Embani?
- Por supuesto, todo es para ti. Y puedes decirme Gabe. - Susurra. - Tengo que retirarme, espero que pases un buen resto de la mañana.
- ¿Me dejará solo Señor?
- Te volveré a ver en la tarde, no te preocupes.
- Pero… Esta bien, esperaré.
Gabe salió de lugar de inmediato.
- ¿Cuál de estos te gusta más? - Dice la chica mostrándole los diferentes platos al niño.
El Señor Embani fue a una reunión con las personas que acaban de hablar con el niño. Era importante evaluar todos los aspectos posibles del niño, incluyendo su estado mental. O tal vez especialmente su estado mental, puede que tuviera mucho que ver con lo qué pasó.
- Informe. - Entró a la sala donde esperaba el personal de psicología.
- Fue una sección indudablemente corta, - Se aproximó unos pasos al hombre. - pero quedó claro que el infante tiene traumas. Desde luego aún no tenemos clara la situación, pero con el paso de los días notará el progreso. Fin del informe. - Volvió a su posición.
- No escriban un informe al presidente. Esto es lo más irrelevante que he escuchado desde que lo tenemos en el laboratorio.
- S-Señor, - Barbuseo. - es difícil conseguir respuestas si pide que le demos ese trato. No es más que un experimento, ¿Por qué pide tanta amabilidad?
- ¿Que quieres que haga? ¿Que presione al niño hasta que no pueda más y haga de mi laboratorio cenizas como aquel bosque? - Exclamo enojado.
- L-l-o siento mucho Señor, no debí faltarle el respeto. - Se pone de rodillas antes Gabe. - No me atrevería a estar en contra de sus métodos.
Gabe volteo los ojos y salió del lugar terminando la reunión. No sin antes ordenar a sus guardias que se llevan al hombre.
Gabe podía parecer una persona pacífica, con su gran sonrisa y carisma, el hermoso iris de sus ojos de color amarillo que se desvanecía al final entre un verde oscuro. Con labios finos y era mirada intensa que hacía que cualquiera babeara por él. A pesar de sus hermoso rasgos físicos era un hombre que amaba su trabajo y era muy exigente en este. Sino cumplías con sus expectativas eras despedido de su hospital de inmediato. No aceptaba ni el mínimo error.
- Bien pequeño, es hora de fisioterapia. - Aviso apenas entró a la habitación.
- Oh, mi Señor. Ya está de vuelta.
- ¿Que es físico terapia? - Preguntó el niño.
- Te va a ayudar a poder pararte correctamente, mientras examinamos algunos puntos claves de tu cuerpo. - Explicó el hombre.
- ¿Que te parece? ¿Quieres ver que tan fuerte eres? - Comentó la chica.
- Mi amigo Luc siempre dice que no soy suficiente fuerte. Así que no quiero hacer eso, todos se reirán de mi.
- Eh, n-no es lo que quise decir, aquí te van a ayudar a ser más fuerte y serás súper fuerte. - Aclaró la chica asustada.
- ¿Más fuerte que Luc? - Se emocionó.
- Por supuesto. Más fuerte que cualquiera. - Se acercó Gabe al niño.
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