¿Es tiempo de ser feliz?

Solo habían pasado dos días desde que los investigadores del gobierno se habían ido. Abiel aún estaba en muy mal estado. Tal vez peor, comenzó a escuchar todo el tiempo, incluso cuándo dormía el ruido que tanto le molestaba. Gabe trataba de hablar con él para hacerlo sentir mejor, pero Abiel en su búsqueda de ser más fuerte y de no necesitar a nadie trataba de evitar cualquier contacto con él.

- Hola, hola. - Entra Gabe a la habitación.

- Hola. - Dice serio y en un tono muy bajo.

- ¿Como te sientes?

- Igual que ayer. E antes de ayer.

- Hoy ya puedes hablar. Es un avance, ¿No?

- Supongo. Incluso si hablo como un muerto viviente. Sigue siendo algo.

- Quiero que me acompañes a un lugar especial hoy. Se que es difícil para ti moverte, pero puedo llevarte en la camilla y así no tendrás que moverte.

Abiel soltó un suspiro. No quería decir que no, pero tampoco quería ir a ningún lado además de afuera por la noche. Quería ver a su estrella brillar al menos una vez, si es que ese era su lecho de muerte.

- Y-yo…

- Entenderé sino quieres ir, pero estoy muy seguro de que te va a gustar. Además de qué hay algo que te quiero decir. - Sonrió.

- Esta bien. - No podía resistirse.

Aunque quisiera ser fuerte y frío, no era su naturaleza. Su carácter era amable y cariñoso. Siempre risueño y abierto con los demás. Le costaba mucho luchar con su yo interior.

- Me alegra que hayas aceptado. - Se levanta. - Ana, prepárale mantas para la noche. - Dijo y salió.

Las horas pasaban muy lentas, al menos para Abiel. Pensar en la posibilidad de que en ese momento podría haber estado jugando con Luc o recogiendo cosas de la basura hizo que se ponga nostálgica. Estar todo el día en una cama, recibiendo sangre y suero a través de un catéter, limitado a tomar más que jugos. ¿Como solo sonidos podían hacerle tanto daño a alguien? Se preguntaba con los ojos llenos de lágrimas.

Al caer la noche Gabe volvió a la habitación a buscar a Abiel. Se llevó algunas mantas que Ana había preparado y pidió que movieran a Abiel hacia la terraza. Los hombres lo subieron en la camilla y lo posaron al lado de Gabe.

Abiel no podía creer lo que sentía. Extrañaba tanto esas sensaciones. El aire fresco rozando su piel, el frío apoderándose de su cuerpo. Tenía mucho más de un año sin sentir el aire fresco. Aunque con dificultad poder respirar ese aire tan contaminado lo hacía más que feliz. Y sobre todo el hecho de poder apreciar las estrellas.

El lugar era muy relajante, estaba condicionado para pasar toda la noche ahí si así lo quisieras. Estaba ocupada por dos grandes sillones blancos, con un mess central de madera. Sobre la mesa había un conjunto de cuatro lámparas lunares de diferentes tamaños, más un plato con todo tipo de frutas. Al parecer Gabe pasaba muchas noches en la terraza. Tal vez ese era su manera de aliviar el estrés.

Sin pensarlos dos veces miró al cielo buscando a Mr. Star para poder hablar con él. La única cosa ante la que su corazón y alma eran débil era esa estrella.

- ¿Te gusta? - Abiel se limitó a sonreír. Y se distrajo un poco al pensar en la ironía de la pregunta que Gabe acaba de hacer.

Era obvio que le gustaba. Gabe lo sabía, pasó muchas noches hablando con él sobre lo mucho que le gustan las estrellas y sobre lo maravillosas que son.

- Quisiera quedarme aquí. - Comentó Abiel. - Es casi como estar en el cielo.

El lugar se mantuvo en silencio.

- Abiel, estuve pensando que todas las investigaciones ya han terminado… Y es hora de que salgas. Estar solo es peligroso, no puedes seguir llevando la vida que vivías antes. ¿Que te parece la idea de vivir en un lugar mejor? Un hogar, con una familia en vez de la calle, o un laboratorio donde quieran explotar tus capacidades.

- ¿Me estás diciendo que me llevarás a un orfanato? ¿Sabías que puedo volver a escapar?

- Bueno, - Se rió a carcajadas. - No tengo dudas de que sea así. Aunque lo que en realidad quiero pedir es que… me permitas adoptarte.

Abiel quedó turulato ante lo que acaba de escuchar. Había pensando un millón de veces en la posibilidad de que Gabe fuera su padre, pero que Gabe le ofreciera ser su padre estaba fuera de sus límites mentales. Pensó que podría ser una broma por lo que no dijo nada. No querría quedar en ridículo.

- Se que debes de pensarlo, puedes tomarte el tiempo que necesites. Yo estaré aquí esperándote. - Le dio una gran sonrisa.

- N-no eso eso. Claro que quisiera, sería un placer.

- ¿De verdad? ¿Estas aceptando ser parte de mi familia?

- Por supuesto Gabe. Eso sería lo mejor que me puede pasar.

Ambos estaban muy felices. Abiel por fin tendría una familia. Y Gabe, por fin tenía todas las piezas de su sucesión completas.

Abiel volvió a mirar al cielo, buscando a su hermosa y gran estrella, aunque por mucho que miró no encontró nada. El cielo estaba muy estrellado ese día. Cualquier persona podría confundir una estrella con otra. Al menos que seas astrólogo o Abiel, quien conocía muy bien a Mr. Star y era capaz de diferenciarlo de cualquier estrella.

El niño debía recuperarse, después de su recuperación podría irse a su nuevo hogar con su nuevo padre. Aunque muy dentro de su corazón ya lo consideraba su padre desde hace mucho tiempo.

Los días pasaron, día a día mientras Abiel se recuperaba, Gabe compraba todas las cosas que el podía necesitar, para acondicionar su nueva habitación. También lo ayudaba a salir de vez en cuándo, haber durado tanto tiempo en cautiverio en ese hospital, sin ver el sol, sin los gérmenes del aire, todo eso. El Niño necesitaba comenzar de nuevo, un proceso de adaptación que era bastante lento, pero tenía a su padre junto a él.

Tres meses después Abiel se había recuperado al 100%, ya era hora de ir con Gabe a su nuevo hogar. La cantidad de emociones combinadas que sentía eran imposibles de describir. Por fin tendría un hogar, aunque pasó por muchas cosas, al final de todo podría ser feliz…

Al menos eso pensaba él.

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