Capitulo 18

Habían pasado todo un día juntos. Con tal de que Chester no cayera en una depresión, Nara se había convertido en su acompañante intima por un día, o ella lo había elegido así.

Pasaron entre besos y abrazos hasta que Nara decidió que era la hora de irse. Chester no la obligó aunque quiso retenerla con sus brazos para que decidiera quedarse.

Ambos chocaron la mirada después de que Nara viera que eran las ocho de la tarde en su teléfono.

— Debo irme.

—¿No quisieras quedarte y pasar la noche conmigo?— propuso Chester —.

— Lo lamento, debo llegar a casa.

— Te llevaré — se paró —.

Nara se iba a negar, pero sabía que no le haría caso. Chester agarró su mano y la llevó así hasta afuera donde estaba estacionado el auto. Abrió la puerta del conductor para que ella entrará. Esta le sonrió en modo de gratitud.

— No te había visto tan feliz...—dijo Chester observándola cuando entró — diablos.. — puso la llave mirando hacia adelante— ¿porque eres increíblemente sexy?

Nara río. Talvez la causa fue haberse acostado al fin con su jefe, trataba de no sentirse especial pero no tenía éxito. Recordar como la tocaba en cada parte del cuerpo la hacia experimentar sentirse deseosa en ese momento. No podía dejar de mirar a Chester seriamente y pensar: ¿Será que el también piensa lo mismo?

— Es un sí —suspiró Chester—.

—¿Eh?

—Nara, tengo ganas de sacarte la ropa y volver a hacerte mía aquí y ahora, por lo que más quieras, si sigues observándome de esa forma y mordiéndote el labio no dudaré y tiraré toda el respeto de un buen caballero por la borda.

Nara se enrojeció, ¿Acaso estaba mordiéndose el labio inconcientemente?

Ella desvió enseguida la mirada. Se estaba convirtiendo en alguien diferente a la Nara pasada.

Suspiró. ¿Que pensaría su padre si lo supiera?

«jovencita no te enamores, no te enamores de nadie, los hombres te harán perderte y al último momento, te dejarán con un corazón roto partido en dos.»

Nara observó a Chester. El estaba serio. Su seriedad era muy seductora.

—Chester...

—Dime.

— No sé si debo contarte esto.

— ¿Que sucede?— La observó —.

— ¿Te acuerdas que te mencioné algo de tenerte miedo?

— No me digas que es por lo que te dije antes... — soltó una carcajada—.

— No, yo sólo... Quería contarte que... —suspiró— verás, tuve una infancia difícil... Mi madre me abandono a mi y a mi padre desde los cuatro años. Me cuido mi padre como podía. No estoy para reclamarle nada, pero, el se emborrachaba seguido.

—¿Te pegaba?— la miró angustiado—.

—No,no. Sólo que se culpaba de que mi madre nos abandonara, y me repetía todos los días de que los hombres eran malos.

— Así que creciste con un padre sobreprotector...

Nara asintió.

— Las veces en qué quería hablar de las atracciones que sentía con algún niño, mi padre decía que estaba mal.

— ¿Y crees que yo pueda ser capaz de lastimarte?— Chester aparcó el auto y le dedicó toda la atención; ya habían llegado al apartamento de Nara —.

Nara tragó saliva. ¿Que le podía decir?

—Sé que no serías capaz. Eres una persona muy dulce pero...

—Aún no confías del todo.

— Lass palabras de mi padre retumban en mi cabeza cada vez que te miro y me pierdo en tus ojos... —suspiró— Si solo quieres divertirte... Sé que no seguirás tratándome dulcemente. Si solo querías acostarte conmigo...

Chester se lanzó hacia ella impaciente. La besó de manera apasionante mientras sostenía su rostro entre sus manos.

—Este es el caso... — mordió el labio de Nara antes de alejarse lentamente— No te quiero para un rato. En lo posible te quiero para todo el tiempo.

— Entonces, ¿Significa que te gustaría que... Formaramos una relación?

Chester bajó su mirada. ¿Relación?

En ese momento no se sentía del todo cómodo, Julieta lo dejó caer al primer precipicio que encontró, el más profundo y vacío, y salir de allí le dificultaría.

—¿No quieres?

Chester torció su boca, Nara lo miraba de forma inocente.

— No puedo ahora...

Ambos se sostuvieron las miradas. Nara intentó decir algo pero tan solo calló. Ella necesitaba de seguridad y Chester no podía dársela. Al menos no ahora.

Se sentía como dos extraños en el mismo camino buscando cosas diferentes.

Chester carraspeó y habló.

—De verdad no quiero herirte Nara. Tengo sentimientos por ti. Sabes que es verdad. Pero... No puedo tener una relación ahora.

—¿Creías que yo no buscaba una relación?

—Nara, no,mira ...

— Entonces Chester, ¿Porque me enamoraste?

—Yo...

—Tus besos, tus caricias... ¿Porque te tomaste el tiempo si no querías tener una relación?

Chester tragó saliva.

— Sólo quería estar contigo — dijo a lo bajo—.

Nara observó la calle y abrió la puerta bajando despacio.

—¡Espera Nara! No te enojes, ¿Acaso dije algo malo?

—No, ya lo dijiste todo.

Nara cerró la puerta del auto dirigiéndose al apartamento.

Chester la atrajo. Incluso cuando estaba envuelta en dudas. Ahora más que nunca se sentía como una idiota. No era "para un rato", pero era el "cuando sea"; era el antídoto para un veneno, pero no aquel que era efectivo.

Nara no estaba dispuesta a caer en eso que lo que menos daba era efectividad. No. Quería algo serio y lo que él intentó era que ella cayera en él. Lo había conseguido. ¿Pero a qué costo?

El no lo pensó bien. Si quería jugar con fuego, tendría que haberlo jugado con Vanessa. Ella estaría dispuesta a satisfacerlo de todas las formas posibles, pero no ella.

Subió a su departamento. La soledad volvió a abrazarla y el silencio no hizo más que darle la bienvenida.

Sé recordó aquel momento en cómo los besos de su amante la llenaban de cariño y recordó lo que había dicho antes de huir.

«No puedo tener una relación ahora.»

—Oh Chester, espero que no me estés pidiendo ahora qué espere por ti. —suspiró mientras se sentaba apoyada de la puerta principal —.

Llevó su mano a su boca: mordía sus uñas cada vez que se le presentaba una situación que no sabía que hacer más ponerse nerviosa.

Chester era esa situación tan dulce que, no podía ser real.

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