Capítulo 7

Chester llegó a su casa entre cinco y diez minutos manejando.

— ¿Te gustaría entrar? —dijo sin mirarla—.

Nara se sentía una intrusa. ¿Chester intentaba ser un caballero? ¿O lo único que quería era no caer en algún error?

— Mejor me quedaré aquí.

— Está bien.

Chester no apagó el auto para así dejar la calefacción prendida a Nara. “Tan caballeroso hasta al final ” dijo Nara para sus adentros.

Observó por detrás de la ventanilla el lugar en el que habían parado. Era una casa grandísima, de ventanales y puertas dobles. Sin duda, él era un Thompson.

Se acordó de los gatitos; y tubo ganas de entrar. Pero quedó sentada viendo que tanto podía cerrar su escote para no parecer una doble de Vanessa.

Chester salió en unos minutos. Se había cambiado y ahora portaba un traje negro con un pañuelo rojo en el bolsillo. Nara lo observaba mientras se acercaba gracias a las luces prendidas de la calle.

Chester abrió la puerta, y la brisa de afuera hizo desprender con más rapidez su perfume.

A Nara le gustó. Ambos cruzaron miradas y dejaron pasar un silencio hasta que Chester carraspeó.

—¿Lista señorita Lenins?

— Nara. —dijo— acordamos en que dejaríamos la formalidad de lado cuando estuviéramos afuera de la empresa.

— Es verdad. —sonrió— Nara, ¿estás lista?

— En teoría... Debería estarlo. — sonrió—¿ Le has puesto seguro a las puertas?

Chester rió y prendió enseguida el motor.

—Ah no, no te dejaré ir.

Ambos pasaron en silencio en el trayecto. Nara de vez en cuando giraba a observar a Chester. Parecía que él no se daba cuenta al menos Nara pensaba que así era.

Al llegar, ambos salieron del coche. Mientras Nara se arreglaba el vestido Chester se ponía a su lado.

—Lamento de antemano si actuó mal. Es mi primera vez.

—¿Es su primera vez aquí? —preguntó él —.

—¿Ir a una fiesta de trabajo? Si. El señor Thompson prefería a Vanessa para estás cosas.

Chester alzó la ceja.

—¿Y jamás la elegía a usted?

— Me invitaba, pero le rechazaba la invitación.

Ambos caminaban hacia adentro viendo cómo algunas personas giraban para verlos.

— Debe de ser de que mi aspecto no encaja aquí que nos miran tanto... —suspiró—.

—Estás equivocada. Yo creo porque su estándar de belleza opaca a las demás.— la miró y acercó su brazo — ¿Me permite?

Ella asintió y puso su mano en su brazo.

— No te separes de mi— dijo Chester a lo bajo —.

A Nara parecía que se le iba a salir el corazón de lo dulce que era Chester.

Las demás personas los encontraban ideales para ser un punto de enfoque.

Algunos susurraban y otros solo los observaban. Una pareja se acercó a ellos. Eran los Robinson's.

—Vaya, pero que agradable sorpresa. — dijo el señor Robinson — señor Thompson, señorita Lenins. — saludó con la cabeza —.

El señor Robinson era un señor de unos setenta años, con bigote blanco, sin cabello, sólo en los lados. La señora Robinson seguía teniendo una cabellera negra aunque con algunas canas que eran visibles. Ambos eran una de las parejas más respetadas y los negocios con Erik Thompson seguían por ser también amigos de la familia desde años.

Chester sonrió.

— Al fin alguien ha sacado a la hermosa señorita Lenins de detrás del escritorio — dijo la señora Robinson — que increíble.

Ambos rieron. Aunque Nara nunca había tenido relación con las personas ricas, ellos eran muy amables con ella desde años. Se había ganado su respeto por su bondad y dulzura que Nara Lenins era capaz de enseñar.

— No ha sido en vano — dijo el señor Robinson — señorita Lenins sea más que bienvenida a nuestra casa.

— Le agradezco señor Robinson.

— ¿Como le está yendo como jefe de la empresa Thompson, señor Chester? —dijo Robinson —.

—Me está yendo de maravilla. —sonrió— pero ambos sabemos que mi presencia aquí no es estar divirtiéndome.

—Conociéndolo bien... Usted no es de venir solo a fiestas... — lo miró detalladamente — Es por negocios, ¿verdad?

—Está en lo correcto.

— Muy bien, entonces... ¿ Que le parece si lo discutimos en la oficina?

Chester observó a Nara. Está enseguida quitó su mano de su brazo. Antes de que dijiera algo, la señora Robinson le contestó:

— No te preocupes, yo estaré cuidando a la señorita Lenins, puedes ir tranquilo.

Chester asintió y antes de irse con el señor Robinson, le dedicó una última mirada a Nara.

Nara suspiró después de que se alejaran.

— Me parece que se ha atado a ti.

Nara observó a la señora Robinson como le sonreía dulcemente.

— Conozco a Chester desde que era un niño y me es evidente que tú... Le agradas demasiado, diría yo.

Nara se sonrojó.

— Señora Robinson.. No es lo que cree... — tragó saliva — yo y él... No podría ser ... Es una locura...

—¿Una locura dices? Pero si ambos se ven bien juntos y sois jóvenes.

— No soy de su mundo...—bajó la mirada —.

—¿Qué significa eso?

— Ya sabe... —dijo avergonzada—.

— El estatus social no tiene porqué ser un impedimento, solo son excusas.

— El puede gustar de mujeres más bellas —sonrió—.

— Tú eres hermosa. —dijo una voz detrás de ella—.

Él estaba parado detrás, observando a Nara. Ella palideció. Ambos ya habían vuelto de su charla. El señor Robinson se acercó a su esposa.

—¿ Ya terminaron de hablar sobre negocios? — dijo la señora Robinson a su marido —.

Este sonrió asintiendo.

— Ya está todo claro y correcto. Vamos querida. —Y mirando a Chester dijo— por favor, quédense a disfrutar de la fiesta tanto como quieran. —sonrió— mi casa es su casa.

Ambos se alejaron. Chester los observó hasta que vió a Nara girada hacia él, con la cabeza baja mirando al suelo.

La música sonaba lenta. Parecía ser la ocasión perfecta.

Chester agarró la muñeca de Nara y la llevó hacia el centro del baile. Nara se sobresaltó.

— Espera Chester, no se bailar.

— Tranquila, yo te enseño...

Puso la mano de Nara en su hombro mientras entrelazaban la otra mano con la suya. Sostuvo la cintura de ella con suavidad, y dejó que ambos cuerpos colisionaran.

—¿Porque dices que no eres hermosa?

Empezaron a moverse al ritmo de la música. Nara seguía los pasos de Chester. Tragó saliva.

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