Capitulo 17

Admitía para ella misma que el fuego la estaba consumiendo por dentro, acechando en la lujuria y el deseo, advirtiéndole que estaba lista.

Lista para embriagarse de Chester.

Los besos fueron como la bienvenida a la abertura de un hermoso volcán en erupción. El la tocaba de manera cálida, sin intentar hacerle daño.

Suave y ligero, las manos de Chester buscaban tocar algo más que un terreno de montañas y valles, de tesoros de perlas y diamantes, de misterio, valor y de enormes inseguridades.

Era Nara Lenins. Ella lo invitaba a ir a la luz, cuando se sumergía en su mundo oscuro y vacío.

Quería ser cauteloso para ella, pero no podía aguantar el deseo de que ella estuviera dispuesta a hacer el amor con el, pues en lenguaje de un Chester Sainer, se diría al final que había entrado en su corazón.

El sujetador salió volando también. Chester observó sus pechos, entregándole la atención necesaria que él sentía desde que se había enfocado en ellos. Sintió la necesidad de posar su boca corriendo entre ellos, haciendo que una Nara sonrojada, se llenara de gemidos de placer.

Subió a sus labios mientras sus manos se deshacían de la última prenda de ella y también dejaba en libertad a la parte inferior de su cuerpo.

— ¿Estás segura de que es lo que quieres hacer?— susurró jadeando en su oído mientras Nara cerraba los ojos intentando perderse en el latido de su corazón: Lo sentía y quería entregarse a él.

Sin hablar. Sólo asintió con la cabeza. Nara sabía de qué no necesitaba palabras, su cuerpo ya hablaba por ella.

Jefe y secretaria estaban de acuerdo; empezó a sentirse cómo un último aliento al comienzo de la penetración, dejando paso a unos minutos de seducción al roce de piel con piel, lengua con lengua.

Jadeos y gemidos daban la melodía. Ambos lograban llegar a sentir la unión del uno con el otro, se movían tan bien bailando un vals para dos que poco a poco la situación alargada se sentía satisfecha de acercarse al abrupto silencio y serenidad que se producía al final.

Y el final, se acercó con una intensa actividad de fuegos artificiales y ríos de un iceberg derretido. Nara lo sentía como un verano que comenzaba enseguida de un invierno que se había propuesto hacerse durar para siempre.

Pero el “siempre”, no hacia más que morir en manos de un nuevo vencedor.

Un joven y alocado “Quizás” ya se encontraba en el trono.

_________

Después de hacerlo por primera vez, Nara se sintió diferente. Algo había cambiado.

Exhausta y dolida, ya posaba en pantalones y corpiño en el pecho de él.

Ambos estaban sentados en el sofá, mientras Nara estaba rodeada de sus brazos y dejaba que Chester acariciara su cabello mientras ella casi adormecida en sus pectorales.

Podría ser ese, ¿su nuevo lugar favorito?

— Aunque aún me acuerdo de todo lo que ha pasado, me siento tranquilo contigo aquí.

Nara levantó su cabeza.

Lo besó suavemente en los labios, sabiendo que el no era capaz de mentirle en ese momento.

— Que bueno que vine.

— Que bueno que... Te quedaste.

Chester besó su mano.

Ambos no querían separarse, ese momento era mágico y no lo querían romper.

Algo también cambió en Chester; después de entregarse al cien por ciento a Nara, su cabeza yacía en paz, cada vez que observaba con detalle los ojos de ella, el viento parecía carecer de fuerza, sus sentimientos empezaban a tomar forma.

Era lo que necesitaba; sin darse cuenta lo había comprendido, no era cuestión de huir a otro lugar, puesto que esa era la escapada que tanto había buscado.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***