El enojo de Ángel

Mientras volvía en sí y el alcohol le picaba la nariz, abrió lentamente los ojos, primero la visión era borrosa, pero lentamente comenzó a despabilarse, comenzó a sentir como los dedos que sostenían su cuello la acariciaban muy suavemente y cuando pudo fijar la vista en su rostro, pudo reconocer una expresión de real preocupación y se sintió desarmada en su resistencia, quería obligarse a no mirarlo, pero no podía alejar la mirada de su rostro. Casi en un susurro Gerardo le dijo: “Estoy aquí”, nadie más que ella lo pudo escuchar y el escalofrío que sintió rápidamente se desparramó por todo su cuerpo. Todavía no podía separar sus ojos de ese rostro, cuando Ángel se acercó a la espalda de Gerardo y dijo fuerte y claro

- Si hubiera sabido que cuando te ofreciera matrimonio, te ibas a desmayar, te lo hubiera propuesto en un lugar más cómodo – dijo sin evitar sonreír y cuando vio que ella dirigía la vista hacia él, agregó - ¿Estás bien amor?

Guadalupe asintió, no se atrevía a dirigir la vista hacia Gerardo, que aún estaba agachado a su lado con la botella de vodka en la mano.

Pudo ver el rostro de Gerardo cuando Ángel mencionó lo del matrimonio, pero nadie más se percató de la expresión de asombro inicial, seguido de algo como un rictus de bronca y luego una sonrisa de lado mientras cerraba los ojos y exhalaba el aire que había estado reteniendo.

- Tal vez, pedirle matrimonio a la mujer que amas, merecería un lugar más romántico que un solárium – dijo Gerardo sin poder aguantarse el tono sarcástico, mientras se levantaba, aún mirando a Guadalupe -

Tanto ella como Ángel lo miraron inmediatamente. Ángel no pudo ver la mirada de súplica que Guadalupe le dirigía a Gerardo, lo único que le faltaba era tener que enfrentarse a una pelea en ese momento.

Gerardo miraba fijamente a Guadalupe. Ignoraba premeditadamente al hombre que se paró y que a pesar de ser de menor tamaño y altura, asumió una postura de defensa. Gerardo lo siguió ignorando.

Tenía aún esa media sonrisa y el entrecejo levemente levantado, en una mueca entre gracioso y sorprendido. Ángel no pudo interpretar la mueca porque desde el perfil no la veía plenamente

- Le agradecemos su ayuda señor – le dijo Ángel secamente y con un muy agresivo sarcasmo agregó – Pero sería conveniente que no se exponga por más tiempo a lo que no debería tener.

Ahora eran Gerardo y Guadalupe los que miraron confundidos a Ángel.

Ángel le sostuvo la mirada, mentón levantado, labios apretados en un rictus de fiereza, los ojos entrecerrados como sopesando la reacción del rockero y luego de segundos que parecieron una eternidad, le señaló la botella de vodka.

Guadalupe trató de decir algo, pero solo le salieron unos balbuceos incoherentes. Gerardo miró la botella y lentamente desvió la mirada, primero a Ángel y luego a Guadalupe. La mano que sostenía la botella, se tensó, hasta que las uñas empalidecieron notablemente, los músculos del antebrazo eran fácilmente visibles bajo la piel, era como si todo el grupo muscular danzara bajo la piel para evitar que esa temible fuerza se exteriorizara.

Pero su mirada no traslucía el mismo mensaje, unos ojos que por primera vez desde que lo había visto no tenían esa mirada risueña y despreocupada, había un dejo de impotencia, tal vez confusión o quizás algo más que aún no lo podía definir.

Guadalupe no supo interpretarla, Ángel lo estaba humillando, recordándole su adicción, sin embargo no parecía afectarlo, o tal vez, lo afectaba tanto, que esa era su reacción. No era como si le doliera, era más bien como si no tuviera otra opción…

Gerardo miró a Ángel, no podía odiarlo, de hecho lo entendía perfectamente, él la estaba protegiendo como había hecho antes y la estaba protegiendo porque sabía que potencialmente él podía hacerla sufrir.

Era bueno saber que seguía siendo leal a la misma mujer, aunque fuera la que él consideraba SU mujer.

El simple hecho que ahora no era su intención lastimarla, no disminuía el terrible antecedente que tenía en su haber, cuando sin importarle los sentimientos de Elizabeth, la Guadalupe de su pasado, la había hecho sufrir y descender hasta el séptimo infierno por su arrogancia e insensibilidad.

Pudo sentir como hurgaba en su interior a través de su mirada, por unos breves instantes, recorrió sus ojos, luego el ángulo de la mejilla y mientras hablaba fijo su mirada en su boca.

- Tiene razón - dijo Gerardo mirando la botella – Será mejor que la devuelva antes que sucumba – y mirándole a Guadalupe agregó – no quiero adueñarme de lo que no es mío, creo que hasta el día de hoy, no sería capaz de hacerlo. Doctora…, espero que se sienta mejor.

Guadalupe no sabía definir lo que pasaba por su mente en esos instantes, pero supo con toda claridad que le había dolido a ella, quizás tanto como a él mismo. Podía sentir la aprehensión de su voz, el rastro de tristeza de su mirada y la tensión de su postura.

Sin decir ninguna otra palabra, Gerardo se dio media vuelta y se retiró. Cuando se hubo alejado, Guadalupe se enfrentó a Ángel

- ¿Qué te pasa? ¿Qué necesidad tenías de humillarlo? tu nunca has sido de esa clase de persona. – había enojo en su voz -

- ¿Qué dije de malo? – Se defendió Ángel – él también fue sarcástico con su comentario y sin embargo no saltaste para defenderme, como saltas ahora para defenderlo a él.

- Ángel – comenzó Guadalupe tratando de parecer objetiva en la defensa - no es un mal tipo, está ayudando en el sanatorio, nos ayudó acá mismo y si es alcohólico…, no le ayuda que lo traten como lo hiciste.

- ¿Si es alcohólico? – Saltó ofendido – es el único de toda esa manga de rockeros que asiste al sanatorio. Tiene a 6 personas encerradas en el hotel haciéndole el aguante para que él se recupere

Comenzó a pasearse visiblemente irritado, Guadalupe respiró profundamente, no podía dejar la situación de esa manera, tenía que hacerlo razonar

- ¿Y eso no te hace pensar, que si tiene a 6 amigos incondicionales es porque es un buen tipo? – dijo malhumorada.

No pudieron seguir la conversación, porque llegaron los de emergencia.

Guadalupe buscó a Gerardo con la mirada, pero no lo volvió a ver mientras la atendían.

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