Eran pasadas las 13:30 horas, cuando caminaba hacia la cafetería, de pronto apareció Claudia corriendo.
- Te estaba buscando…, Tienes que venir a ver esto! – dijo agarrándole un brazo y arrastrándole hacia el sector de terapia.
Cuando llegaron había varias personas mirando a través de la ventana de observación para los profesionales, estaba María Ester, el terapista y dos enfermeras más, con un brillo especial en los ojos.
Se colocaron junto a ellos y cuando Guadalupe miró hacia la cama de Ezequiel, solo pudo ver a un hombre de gran tamaño que estaba recostado sobre la almohada y que le hablaba y reía como si le estuviera contando un chiste.
No podía despegar la mirada del hombre, no lo conocía, no era de la zona, la ropa moderna y algo estrafalaria que tenía, demostraba que no le importaba mucho su apariencia. Pero indiscutiblemente, por su tamaño, aunque estuviera vestido de monje llamaría la atención.
Instintivamente, pensó en el hombre del boliche, pero no podía ser el mismo, era todo parte de su imaginación.
Su cabello, con medios rulos, de un color castaño, daba la apariencia de estar cuidadosamente despeinados. El perfil era casi perfecto, unas cejas pobladas y unas largas pestañas, no podía verle los ojos directamente pero intuyó que serían claros…, verdes… si, seguramente serian verdes, una nariz recta, una barba tupida de uno o dos días, le cubría el rostro, pero aun así no podían ocultar el hoyuelo en la mejilla por la amplia sonrisa que, aún mientras hablaba le brindaba a Ezequiel.
No podía escuchar lo que decía, pero daba la sensación que estaba disfrutando del momento.
- Es Gerardo Morfan… – dijo Claudia y agregó con una enorme sonrisa - ¿Qué te parece? Te dije que lo tenías que ver tu misma.
- Claudia… - dijo Guadalupe sonrojada – está bien que el hombre es llamativo e interesante, pero no era para que me trajeras arrastrando.
Todos se dieron vuelta a mirarla. Luego se miraron y comenzaron a reír. Cuando Claudia dejo de reír y aún respirando entrecortada le dijo.
- ¡Tonta!, ahora ya sabemos que la distante doctora Bubans es humana después de todo y tiene debilidades… Y que te gustó el tipo - le hizo un gesto con la cabeza señalando la cama de Ezequiel y agregó – ¡Mira su mano!
Guadalupe quiso morirse de la vergüenza, totalmente sonrojada, y con una transpiración que comenzó a cubrirle todo el cuerpo y con el murmullo de las risas de los demás, se fijó en la mano del hombre, su dedo índice estaba atrapado en una trampa de deditos que no tenían intenciones de soltarlo.
- Hace más de 10 minutos que lo tiene atrapado, cuando intenta retirar la mano, lo aprieta más fuerte – le dijo María Ester – casi nos morimos todos y los mande a buscar para que lo vieran, parece que dará resultado lo que están intentando.
- Pero hoy le leí por más de media hora y no logré absolutamente ningún movimiento – dijo Guadalupe, mirando anonadada la escena.
- Bueno, parece que Ezequiel tiene algo en común contigo – dijo Claudia conteniendo la risa – ¡A los dos les gusto el tipo!
- ¿Quieres callarte amiga? – Dijo Guadalupe – ya me siento sumamente mortificada, no es necesario que te burles. Ahora no sé cómo voy a mirar al tipo sin morirme de la vergüenza – agregó agarrándose con ambas manos los costados de la sien.
- No hay problema, solo nosotros escuchamos – dijo María Ester - y no nos estamos burlando, solo es que nunca te habíamos pillado con un comentario semejante – y agregó muy seria – pero no te preocupes, no saldrá de aquí.
Guadalupe no pudo responder, mirando la mano de Ezequiel, había prestado atención a la mano que lo sostenía, unas cuantas pulseras artesanales le llamó la atención.
Pulseras artesanales… como las del hombre del boliche… o era otra simple casualidad o ese hombre era el mismo que ella estaba segura que le había acariciado el brazo...
Comenzó a sentir como el piso se desvanecía bajo sus pies, la presión le estaba jugando un truco sucio y la estaba desestabilizando.
Comenzó a hiperventilarse y sentía que el corazón le latía más fuerte y as rápido, tenía que salir de ese lugar cuanto antes. No podía correr el riesgo de que se dieran cuenta. Si era el mismo hombre del boliche, no podría ni hablarle sin sonrojarse.
Como María Ester le seguía hablando,,, pero ella no entendía sus palabras solo le sonrió y no se atrevió a mirarle a Claudia, conociéndola, sabía que tendría que aguantar sus burlas por un buen tiempo, y tendría que aguantarse por “tonta” como había dicho su amiga.
No se percató que Claudia volvía lentamente su mirada hacia Gerardo y luego nuevamente a ella, como si sacara conclusiones, tras lo cual tanto ella como María Ester se miraban con un gesto extrañado y le seguían con la mirada mientras que literalmente Guadalupe se escapaba por el pasillo.
Necesitaba aire, necesitaba espacio, necesitaba cualquier cosa que la pudiera sacar de ese lugar urgentemente.
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Comments
Angi Jose
entonces es el tipo del sueño, porque la inquieto muchoo.
2022-10-08
1
Marcela Marquez
🤔 tendra algo que ver con el hombre que ve en sus sueños... serán la misma persona?
2022-07-28
1