Cuando salió de terapia, estaba confundida, absolutamente enojada con ese hombre y con ella misma.
Debía haberle exigido que se retirara él, pero si lo hubiera aceptado después que él se ofreció a salir, lo hubiera hecho quedar como un caballero y él no lo era en absoluto.
¿Verdaderamente no era un caballero…? ¿Así era como ella lo veía…? ¿Un patán…? realmente Guadalupe sabía que el hombre no había hecho nada malo, era ella misma la que se metía una y otra vez en situaciones ridículas.
¿Por qué estaba tan enfurecida con ese hombre? ¿Por qué la desestabilizaba de esa manera? no encontraba las respuestas y para su cerebro racional era simplemente una tortura.
No sabía quién era, pero no cualquiera se ofrecía a ayudar a un niño que no conocía. Además, ¿Por qué estaba en la institución a cualquier hora? ¿Era un personal nuevo? ¿Por qué se vestía así si lo era?
Claudia había dicho que tenía unos chismes de él para contarle. ¿Sería que era un nuevo personal?
Tendría que averiguarlo y tendría que comportarse mejor cuando lo volviera a ver.
Llegó a su consultorio y literalmente se desplomó en su sillón, estaba muy nerviosa para revisar las carpetas de sus pacientes, prefería primero relajarse un poco.
Decidió seguir indagando por Internet los bancos de medula, obviamente no era una información disponible al público, pero sí lo era para los profesionales que estaban registrados y tenían autorizado el acceso.
Tal vez habría algún dato importante. Eso haría que por lo menos la noche fuera mejor que su terrible día.
Era casi medianoche, cuando terminó de chequear el último banco de donantes. No había ninguna posibilidad de compatibilidad y eso la hizo sentir una impotencia enorme. Quería terminar el día con una buena noticia y no tenía absolutamente nada.
Se sentía responsable. Se sentía culpable. Se sentía totalmente impotente. Era una máquina de hacer tonterías desde el día que lo vió con Ezequiel y ella no era así. ¿Qué pensaría de ella ese hombre si no podía articular las oraciones cuando le hablaba? ¿Para eso se había esforzado tanto durante años para tener una imagen competente como medica? Seguro que ya era un conventillo el sanatorio riéndose a costa de su comportamiento.
No supo cuando comenzaron a resbalar las lágrimas, pero no las pudo contener.
Lloró hasta que ya no le quedaron fuerzas, pero no pudo definir el motivo de fondo. Se sentía desahuciada. Necesitaba a Ángel, él siempre estaba cuando ella lo necesitaba, pero esta vez no era así.
Claudia estaba equivocada, su relación con Ángel no era un contrato, era una relación de dos personas que confiaban plenamente el uno en otro
Unos golpes suaves en la puerta, la volvieron en sí.
***
Guadalupe, trató de recomponerse y se acercó a la puerta. Salvo por los ojos hinchados y enrojecidos, nada denotaba que había estado en uno de sus peores momentos.
Abrió la puerta esperando encontrarse con una enfermera, pero era ese hombre con dos vasos térmicos de café en la mano.
Miró los vasos y luego tomó coraje y lo miró a los ojos.
No había mueca de burla, había otra cosa, curiosidad tal vez, no podía definirlo, no lo conocía como para darle un significado a sus expresiones.
La miraba con ternura, como si quisiera conquistar a una niña pequeña que no confiaba en él. Se veía seguro, se notaba que era consciente de su atractivo y que estaba acostumbrado a tener ese efecto en las personas, pero ella no estaba acostumbrada a sentirse así, ella era controladora por naturaleza y se sentía caminando en arenas movedizas cada vez que este tipo se acercaba.
Debían ser estos sueños raros que estaba teniendo, porque este tipo parado en su puerta era de ese estilo de hombres, un estilo que siempre había rehuido y que no quería reconocer que le causaba este tipo de efecto.
- ¿Podemos comenzar de nuevo doctora? – Dijo Gerardo y agregó – le traje un café con crema – y como Guadalupe lo miró desconcertada, se apuró a aclararle – no la estuve espiando si es eso lo que está pensando, solo le dije al de la confitería ¿Ariel se llama?, que el café era para usted y él me dijo que lo tomaba así.
Como Guadalupe aún no le contestaba nada, Gerardo se recostó contra el marco de la puerta, le puso cara de inocente arqueando las perfectas cejas y le pasó su café. Guadalupe no hubiera podido contestar de haber sido su intención, lo cierto era que cuando le hablaba tartamudeaba y eso era algo inconcebible para ella.
- Ni siquiera espero que me deje pasar. – dijo tratando de hacerla sentir culpable
No la estaba tuteando, aunque no podía saber si era por su exigencia o como algún estilo de burla personal. Si se volvía a burlar de ella, no sabía cómo responderle, pero parecía que traía el café como una ofrenda de paz.
Sabía que sería un error que lamentaría más tarde, pero no le pudo decir que no.
En su más íntimo fuero, sabía que no quería decirle que no.
- Esta bien, pase, pero no puedo perder mucho tiempo – dijo haciéndose a un lado y dejando la puerta abierta antes de ir a su sillón – gracias por el café.
- De nada doctora – dijo mientras se sentaba frente a Guadalupe – tratare de no hacerle bromas, si eso es lo que le incomoda de mí.
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Comments
Aracelis León García
me esta. cansando esta novela bla bla en lomusmo
2024-05-27
1
Angi Jose
pero que manera tan rara de ser, la descompone bastante a ella.
2022-10-08
1