Las semanas fueron pasando, ni Kagome ni la señora Izayoi aceptaban la presencia de Sarah en esa casa.
No eran groseras con ella, pero tan poco eran amistosas.
Por su parte sus esposos estaban advertidos sobre mencionar algo a favor de Sarah, y menospreciar a Rin.
Sesshomaru añadía a "Sarah" en todos los insultos hacía su esposa.
Siempre le decía que Sarah si era una mujer.
Que Sarah si era inteligente y no una cabeza hueca como ella
Que Sarah sabía follar, No como ella que ni siquiera eso sabía hacer.
Alababa el cuerpo de Sarah.
Sesshomaru Taisho llevó el término venganza más allá.
Pero así como él empezó a decir que todo lo de Sarah, era mejor que Rin, la castaña ya harta lo confrontó.
-Podrás tener más dinero que Bristol y más poder, pero las folladas que él me daba, no tienen comparación. -respondía harta la castaña.
Sesshomaru apretó la mandíbula y quería darle una cachetada, tomarla del cabello y arrastrarla por toda la maldita casa.
-¡Eres una puta! - escupió lleno de cólera.
-Si, la puta de Bristol. - dijo ella con burla.
Sesshomaru no se podía contener quería golpearla.
Necesitaba tomar su cuello y hacer que dejara de respirar.
Pero como siempre solo verla a los ojos, le hacía recordar el amor que una vez se juraron.
Así que salió de la habitación a tratar de calmarse.
Por su parte Sarah percibía cada vez más que ese matrimonio no debía ser.
La chica Takashi ni siquiera mostraba interés en el peliplata. No entendí que los llevó a casarse.
Sarah no quería ser grosera, pero se le hacía bastante inaceptable que ella moría de amor por ese hombre y su supuesta "esposa" ni siquiera se preocupaba por él.
Por acompañarla a sus citas con el psiquiatra, a preguntarle si había tomado sus medicamentos.
Ella parecía ser solo una chica boba, y Sarah estaba segura de que ese matrimonio debería ser solo por interés.
Esa chica era solo una cazafortunas.
Y se lamentó tanto por Sesshomaru, él había pasado por muchas cosas y no se merecía eso.
En una tarde donde Kagura los acompañaba a la hora de la comida, Rin fue obligada a bajar.
Izayoi, Kagome y hasta la misma Kagura solo fruncían el ceño al escuchar los comentarios de Sesshomaru hacía Sarah.
-Eres hermosa y brillante, una excelente combinación y muy inusual. -decía Sesshomaru a Sarah, viendo con desdén a su esposa.
Rin por su parte fingía que nadie existía, dentro de ella todo eso dolía, pero no le iba a dar el gusto de verla mal.
«¡Vete a la mierda!» pensó con molestia Kagura. Ella había estado en una relación dónde un hombre se creía con el poder de menospreciarla, violentarla e insultar. Y ella no iba a permitir que alguien más viviera eso.
-Necesito que alguien me ayude con algunas cosas de la empresa. -soltó Kagura con desinterés.
-Bien, encontraremos a alguien. -El peliplata parecía desinteresado mirando de forma coqueta a Sarah.
-Ya sé, puede ayudarme la chica Takashi-dijo Kagura y Sesshomaru la regresó a ver frunciendo el ceño.
Rin al escuchar eso miró y le dedicó una sonrisa, de verdad le hacía ilusión poder trabajar con Kagura, para la castaña lo poco que podía notar de Kagura era que era una mujer independiente, fuerte y trabajadora. Era justo el tipo de mujer que Rin soñaba ser algún día.
Pero por órdenes de su madre, nunca pudo, pues para casarse con un hombre influyente debías ser lo más sumisa posible.
-No creo que sea conveniente. -dijo el peliplata, viendo a Kagura para después regresar a ver a su esposa.
Rin tenía una cara de verdadera ilusión, pero al escuchar que él se negaba solo agachó la cabeza.
«¡Cuando tu marido te diga que no, es no!» recordó las palabras de su madre.
Sesshomaru noto como sus ojos se ponían algo vidriosos.
En el pasado él odiaba verla llorar, y ahora en el presente parecía ser exactamente lo mismo.
-Pero, lo que ella elija, está bien. -dijo finalmente el peliplata y Rin le dedicó una mirada de agradecimiento y por primera vez después de mucho tiempo la castaña sonreía genuinamente.
El Taisho estaba completamente derretido ante la sonrisa de su esposa.
Amaba esa sonrisa, amaba verla feliz.
Cuando la comida terminó, la castaña y Kagura platicaban sobre asuntos laborales.
Sesshomaru contemplaba de reojo lo hermosa que se veía Rin cuando estaba feliz.
Y en ese momento se lamentó tanto de ser él, el causante de todo su dolor y tristeza.
Después de unos minutos Sarah seguía explicando varias cosas sobre el trabajo.
Sarah no quería ser la amante del peliplata, pero no era un secreto para nadie que le gustaba demasiado.
Y anhelaba poder complacer todos los deseos de ese hombre.
Ambos subieron a la terraza de la gran casa Taisho, y Sarah simplemente no se podía contener más, aprovechando la soledad del lugar le plantó un beso a Sesshomaru en los labios.
Él correspondió con la imagen de cierta castaña en su mente.
Kagome quien entraba a la terraza con su esposo, solo carraspeo.
¡Eso no lo iba a permitir!
Estaba más que furiosa.
Hablaría con la señora Izayoi, iban a convencer a como de lugar a Sesshomaru de darle su libertad a Rin y anular ese estúpido matrimonio.
El peliplata noto la molestia de su cuñada, pero decidió ignorarla.
Después de un rato se retiró para poder descansar.
Al día siguiente, la castaña amaneció de un excelente humor.
Era su primer día de trabajo con la señorita Kagura y eso la hacía sentir emocionada, Rin nunca había trabajado de absolutamente nada.
Pero de verdad estaba deseosa de aprender.
Su marido sería el encargado de llevarla.
Sesshomaru al verla arreglada y feliz sintió una calidez en su corazón.
Pero como siempre su maldito orgullo intervenía.
De camino a la oficina, él no podía evitar mirarla de reojo. Se veía preciosa, tenía la sonrisa más hermosa que sus ojos habían visto.
Le recordó tanto a su Rin de 16 años que todo el tiempo estaba sonriente y feliz.
Al llegar al lugar, Kagura le indico en que le podía ayudar.
Y Rin gustosa obedecía todas las órdenes que le daba la pelinegra.
Después de varias horas de trabajo.
Ambas se dispusieron a comer.
Terminando sus alimentos siguieron con su trabajo hasta que las 6:00 pm marcaba el reloj en la oficina de la pelinegra.
Entonces se quedó observando fijamente a la castaña.
-Vaya sí que eres una chica muy linda, mira nada más esos ojos pareces una muñequita de carne y hueso, ya entiendo por qué tienes tan trastornado a Taisho. -Kagura era sincera en sus palabras, ahora entendia por qué Sesshomaru nunca le hizo caso, es decir ella no dudaba de ser una mujer atractiva y sensual. Pero la chica frente a ella era hermosa y tenía un rostro bastante dulce e inocente.
-Gracias, eso creo. -dijo Rin tímidamente.
-Te diré una cosa, sé que pensarás que soy muy metiche, pero no me importa. No sé muy bien tu historia con Taisho, solo sé que él te tiene mucho resentimiento, pero aunque creas que es la mierda más grande del mundo, solo te diré que no lo es. -Kagura cambió su semblante bromista a uno totalmente serio.
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