capítulo 15

Y después recordó a la Rin que él conoció, una bajita, muy flaquita y a pesar de que la última vez que la vio tenía 16 años, aparentaba mucha menos edad.

Ahora la Rin que acaba de ver, tenía solo ciertos destellos de aquella chiquilla que conoció. Era quizás un poco más baja que el promedio, pero sí que había crecido a comparación de antes, ahora era delgada, pero con curvas marcadas que delataban que no era una niña sino una mujer.

Se lamentó por ella, pues él sabía el gran caos que era la cabeza de su hermano, él en carne propia lo estaba viviendo, después de jalar tantas veces el gatillo algo dentro de ti se corrompe y nunca vuelves hacer el mismo.

No sabía exactamente qué haría su hermano con ella, pero lo que sí sabía es que no era nada bueno.

Después de horas de alistarse para la "boda", el momento había llegado.

Pero se anunció que el señor Handhaben aún no llegaba.

Después de dos horas el señor Handhaben hizo su aparición.

La ceremonia daba inicio.

Rin iba en camino al altar a lado de su padre, entonces pudo mirar de reojo a los invitados, y un rostro se le hizo conocido.

«¿Kagome Higurashi?» dentro del corazón de la castaña parecía haber un remolino.

Lo último que supo de Kagome es que huyó con Inuyasha Taisho y nunca más volvieron a saber de ella.

Camino con tanto nerviosismo al altar, y nuevamente frente a ella un rostro bastante familiar se hacía presente.

Era el Señor Toga Taisho, de eso podía estar segura, pues al parecer tenía mínimos cambios a como lo conoció.

Ella se sentía tan confundida, solo atinó a bajar la mirada.

Si estaba Kagome y el señor Taisho.

¿Estaría "él"?

Entonces su mirada se posó en el hombre a lado del señor Taisho.

Fue solo un segundo pero lo reconoció.

¡Era Sesshomaru Taisho!, se pellizcó el brazo discretamente pensando que estaba soñando.

¿Habría muerto en el secuestro?

¿O su cerebro quedó tan trastornado que ahora imaginaba cosas?

La ceremonia inició, ella evitaba a toda costa mirarlo.

Pero el momento de quedar frente a frente llegó.

Ambos se miraron, ella sentía que se iba a desmayar, entró en una especie de estado de shock, su cerebro no alcanzaba a procesar que hacer.

Era él, estaba segura de que era él.

Y todas las promesas que una vez se juraron cruzaron por su mente.

Ella pudo notar que su mirada era diferente, parecía estar llena de odio y coraje.

—Acepto. —dijo ella ante la pregunta del juez y bajo la mirada.

—Acepto. —escuchó ella al hombre pronunciar en alemán.

No hubo ninguna fiesta, ni celebración por el nuevo matrimonio.

La chica se cambió el vestido por algo más cómodo tiempo después el señor "Handhaben" se subió al auto acompañado de su esposa.

El camino fue silencioso.

Ella lo veía de reojo y se convencía de que era él, pero al mismo tiempo no era él.

Lo poco que su padre le dijo es que el señor "Handhaben" era alemán, gran empresario y poderoso.

No podía imaginar en qué momento Sesshomaru se volvió el hombre que ahora estaba al lado de ella.

—Te comió la lengua el ratón. —dijo el peliplata a su mujer, su voz era tan diferente era más gruesa y el tono en el que le hablaba parecía lleno de odio.

Ella solo miraba sus manos con nerviosismo.

—¡Decepcionada por qué no te casaste con el pelirrojo hijo de puta!. — escupió Sesshomaru.

Rin abrió los ojos con sorpresa.

—¡Respóndeme, puta madre!.

—Sesshomaru, yo... — dijo ella, sin saber qué decir y sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba feliz de verlo de saber que estaba con vida, que a pesar de todo ahora eran "esposos", solo no podía asimilar las cosas todo paso de forma tan rápida.

—Yo cumplí mi promesa, ¡pero tú eres una maldita zorra mentirosa!. —dijo él con coraje y Rin estaba atónita, "él" no era su cachorrito, ese hombre frente a ella la miraba con tanto odio que parecía que en cualquier momento se lanzaría sobre ella para golpearla.

— Debería cortarte la lengua, o mejor aún desfigurarte el rostro con ácido, solo te diré una cosa si estás aquí frente a mí es para pagarme lo que el patético gusano de tu padre me debe, y enseñarte lo que pasa cuando intentas verme la cara. — Añadió el Taisho apretando los puños con cólera.

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