capítulo 16

— Debería cortarte la lengua, o mejor aún desfigurarte el rostro con ácido, solo te diré una cosa si estás aquí frente a mí es para pagarme lo que el patético gusano de tu padre me debe, y enseñarte lo que pasa cuando intentas verme la cara. — Añadió el Taisho apretando los puños con cólera.

La cabeza de Rin era un caos total, era como si estuviera viviendo una horrible pesadilla.

Primero toda su vida su madre le decía qué hacer, qué decir y cómo sentirse.

Obligada a casarse con un Bristol por problemas económicos.

La única persona que una vez creyó que la entendía y la apoyaba estaba frente a ella, con una expresión de querer asesinarla.

¿Por qué todo siempre era su culpa?

Él se fue hace 7 años, prometió volver.

Él podía quedarse, ella le rogó que se quedará. Él no se fue por la enfermedad de la señora Izayoi.

Él se fue porque siempre se sintió indigno de ella.

¿Por qué?

Por el dinero.

Ella jamás le exigió nada, ni le recriminó su condición social.

Ella lo amo, tal como era.

Todos a su alrededor decían que era una tonta, que él era un criminal y no le convenía.

Eso a ella no le interesó.

Lo ayudó, y se entregó sin condición alguna a él.

Para ella ese chico que todos marginaban era el amor de su vida.

Y él sin más no la bajaba de zorra y mentirosa.

"La vida no es perfecta, tiene altas y bajas", había escuchado decir a las personas.

Pero no su vida, su vida era una completa mierda.

Ella solo lloraba no por las palabras del Taisho, lloraba por qué simplemente se quebró.

Ya no aguantaba más, salió de una prisión para estar en otra.

Sesshomaru solo la observaba, su expresión era fría, pero por dentro su corazón dolía.

Nunca había visto a Rin de esa manera, tan destruida.

—Entonces mátame. —la escuchó decir entre sollozos.

Él se quedó callado. Y toda su furia se convirtió en dolor.

¡Todo estaba jodido!

Ellos no eran los mismos de hace 7 años, él era un ex asesino que trataba de encontrar redención.

Ella era una mujer de familia "influyente", que seguía el mismo camino que alguna vez siguió su madre.

Él deseaba que todo fuese como hace 7 años, deseaba poder regresar el tiempo y nunca haberse ido.

Deseaba ser el mismo Sesshomaru de 18 años.

Recordó las humillaciones de la madre de Rin por no ser "digno" de su hija, y ahora hace unas horas había visto a la misma señora sonreírle complacida y feliz de que estuviera desposándola.

—Cálmate. — fue lo único que atino decirle a la castaña.

—No, no quiero calmarme, quiere que te vayas y no vuelvas. Deseo nunca haberte conocido, desearía simplemente no ser yo. —dijo ella llorando.

—Eso desearía también yo. —dijo el más tranquilo.

Ella solo agachó la mirada.

—Te fuiste 7 años, cuando te rogué que te quedaras, llore, me deprimí y me culpe cada día por no haberme ido contigo. —Soltó la castaña con amargura.

Él solo agachó la mirada.

Dándose cuenta de lo egoísta que era de solo pensar en sus sentimientos y no en los de ella.

—Todos se burlaron de mí, me decían que era una tonta por creer que volverías.

Él observó detenidamente su rostro.

—Y mi "gusano" padre como le llamas, me prometió que si volvías, nos dejaría casarnos. —el llanto de la castaña parecía haber aumentado de solo recordar ese momento.

Sesshomaru escuchaba con atención lo que explicaba Rin.

—Pero no lo hiciste... Hoy me case, pero no con el hombre que yo amaba, con el hombre que me hacía sentir amada y segura, me case contigo y tú no eres ese hombre. —dijo ella con amargura.

Y Sesshomaru por más que le dolieran sus palabras reconoció que era verdad.

—Tú tampoco eres la Rin que ame. —le dijo él de forma dolida, esas palabras hacían pedazos el corazón del peliplata.

—Entonces tortúrame, mátame o lo que sea que vayas a hacer conmigo, ya no me interesa. —dijo ella con sinceridad.

—Eso lo decido yo, no tú. —dijo él con fingida molestia. Pero la verdad estaba dolido.

Él la buscó y se casó con ella superficialmente por "venganza", pero dentro de él, siempre guardó la esperanza de solucionar las cosas.

De qué después de un tiempo todo fuera igual.

Pero las palabras de Rin eran verdad, ellos no eran los chiquillos de hace 7 años.

Él sintió que todo estaba perdido.

Que la relación que tuvieron hace 7 años estaba totalmente destruida.

Ella lo veía como un hombre cruel que por egoísmo y coraje quería hacerla pagar, de algo que ni siquiera era su culpa.

Se dejó cegar por el enojo, y no vio más allá.

Ahora ya no había nada más.

—Mátame. —le pidió ella, no se necesitaba ser un genio para darse cuenta de que la pinta de chico malo había sido reemplazada por pinta de jefe de la mafia.

—No. —dijo con tranquilidad.

—¿Qué harás conmigo?. —preguntó ella, tratando de tranquilizar su llanto.

—Veremos. —dijo él con su típica voz fría. Pero por dentro estaba lastimado.

Suspiró y encendió el carro.

Llegando rápidamente a su destino.

Una casa incluso más grande que dónde los habían recibido.

Al llegar ella quedó horrorizada, pues el hombre que estaba en la entrada era el mismo que le vendo los ojos y la llevó en la camioneta el día de su caótica fiesta de compromiso.

Reconoció en automático su mirada, y la complexión de su cuerpo.

Estaba segura de que era él.

Todos a su alrededor parecían tipos bastante peligrosos.

Pero al escuchar el respeto con el que se dirigían a su "marido" lo entendió todo.

Él había organizado la muerte de varias personas en su fallida fiesta de compromiso y su "secuestro".

Eso la hizo sentir aún más aterrada.

El hombre a su lado era un completo demente.

Entraron a la casa, y ella solo quería subir al piso más alto y aventarse.

Él la dirigió a una habitación.

Al entrar él comenzó a desvestirse.

Rin por su parte se preparaba mentalmente para lo que seguía.

—¿Por qué asesinaste a tantas personas en esa fiesta?. —cuestiono sin emoción alguna la castaña.

—Porque quise. —respondió él con simpleza.

—Yo no quiero estar contigo. — le dijo ella notando que el peliplata solo estaba en ropa interior.

—Eres mi esposa. —dijo él con voz firme.

—No, no soy tu esposa, soy un objeto que pudiste comprar. —murmuró ella agachando la cabeza.

—Entonces ya nos estamos entendiendo. Ya no soy un mocoso cursi, pobre y ridículo. Desvístete. —ella obedeció. Quedando solo en ropa interior.

Él miró deseoso ese hermoso cuerpo frente a él.

«Rin estaba acostada en su cama, y el joven Taisho besaba con ternura su vientre.

— Algún día, aquí estará nuestro bebé. — decía él, ilusionado. La castaña solo asintió con una gran sonrisa.»

Los recuerdos golpeaban al Taisho del presente, quería tomarla, pero no de esa forma. Podía haber sido un asesino, pero jamás un violador.

—Estás tan simple e insípida como hace 7 años. —dijo él, para acto seguido vestirse y salir del lugar.

Rin solo lloraba.

«Eres perfecta para mí, preciosa, la mujer de mi vida. » Resonaban en la mente de la castaña las palabras de su cachorrito.

Sesshomaru solo se sentó en medio de su gran sala y con las manos en la nuca sentía que simplemente su cerebro iba a estallar.

—¿Estás bien, Sesshomaru?. —Izayoi se acercaba a él lentamente, para sentarse a su lado.

—Todo esto es una maldita mierda. —dijo él, notando que al lado de Izayoi se encontraba su padre.

—Hijo...

—No debí organizar está boda de mierda, ni una maldita venganza, solo debí seguir mi vida y olvidarme de esa mocosa. —escupió con tristeza.

—Todo esto, es mi culpa. —dijo el Taisho mirando detenidamente a su hijo y sintiendo todo el dolor que él tenía que soportar en ese momento.

—Nada importa ya, el "hubiera" no existe. —dijo Sesshomaru con los ojos llenos de lágrimas.

Y solo en ese momento Toga Taisho, entendió que el "amor" que su hijo decía tener por Rin, era más real que el aire que respiraba.

Sesshomaru deseaba ser ese hombre que Rin alguna vez amó y no ese ser despiadado, cruel e impulsivo, que había planeado tenerla a como diera lugar.

—Creí que trabajar con Haku me había quitado hasta la capacidad de llorar. —dijo Sesshomaru limpiándose las lágrimas.

Izayoi solo sintió tristeza, para ella Sesshomaru era un hijo más.

Al llegar Inuyasha y Kagome no pudieron evitar ver la escena.

La chica automáticamente pensó en hacerle compañía a la castaña.

Pidió permiso a su cuñado para ir a verla, y Sesshomaru solo asintió, dándole indicaciones de dónde estaba la chica.

Kagome subió y rápidamente encontró el cuarto del nuevo matrimonio, tocó la puerta y al no recibir respuesta entró de forma lenta a la habitación, notando una Rin bañada en llanto.

Lo único que se le ocurrió hacer en esos momentos era abrazarla.

Kagome sintió tanto dolor por la castaña.

—Él mató personas en mi fiesta de compromiso, él es malo... Él no es mi cachorrito. —dijo Rin abrazando con más fuerza a Kagome.

La Higurashi entendía a la castaña, pues su esposo Inuyasha había pasado por un proceso muy fuerte siendo uno de los hombres de Haku.

Se había vuelto más brusco y violento en todos los aspectos.

Kagome recordó que incluso pensó muchas veces en dejarlo.

Ser la mujer de un asesino, no es para nada sencillo, ni agradable.

Todo parecía bastante triste y confuso, Kagome quería decirle palabras de consuelo, pero para ser muy sincera no se le ocurría ninguna.

Lo único que podía pensar es que esa era la noche de bodas más triste.

Parecía que el destino, se empeñaba en jugarles una broma cruel a ese par de ex enamorados.

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