Egoísmo

Los tres se quedaron en silencio mientras comían sus almuerzos. Pero los pensamientos de Shelley y Lorreta se insultaban mutuamente.

Gomer comía tranquilamente sin enterarse de la guerra fría que ocurría entre su mejor amigo y Lorreta.

—Gomer para vos Agostinho —dijo de pronto Lorreta—. ¿Es un buen chico?

—¿Por qué no lo sería? —acotó Gomer extrañado— A Veikko parece agradarle, no he tratado mucho con él.

—No parece un mal chico pero es bastante distante —dijo Shelley recordando al Alfa.

—He tenido algo de trato con él y me ha coqueteado —murmuró Lorreta mostrándose algo sonrojada.

Shelley y Gomer se miraron entre sí.

—Deberías aprovechar la oportunidad, también es un Farkas —dijo Shelley directamente.

Gomer solo sacudió la cabeza trato de ocultar su sonrisa.

"Realmente Shelley es único", pensó Gomer Ramé.

¡Ring ... ring! Sonó el celular de Shelley. Él se apartó para hablar al ver qué era su Alfa.

—¿Te gusta Agostinho? —preguntó Gomer para asegurarse de la revelación.

—Siento curiosidad por su personalidad y cierta atracción que nunca sentí —dijo Lorreta.

"Si Gomer cree mi mentira bajara la guardia a mi alrededor", pensó Lorreta.

—El es mi futuro cuñado —acotó eufórico Gomer—. Podría ayudarte a que salgas con él —afirmó mientras la abrazaba.

Lorreta suprimió su molestia por las palabras anteriores.

—¿En serio? Ayúdame —dijo Lorreta con voz fingida—. Soy muy mala para coquetear, quiero saber qué es está rara conexión entre nosotros.

"¿Serán destinados? Ni Lorreta ni Agostinho tienen su marca lunar", pensó Gomer Ramé.

—Está bien —dijo emocionado Gomer—. Sabes que si Veikko se entera podría perdonarte más rápido.

—Creo que aún es pronto para comentárselo —dijo Lorreta sabiendo que el teatro se le caería muy rápido.

—Está bien, será nuestro pequeño secreto.

—¿Qué secreto? —preguntó Veikko asustando a los jóvenes.

El Alfa pasaba justo por ahí porque uno de los Betas de su club se había lastimado la rodilla y el entrenador lo había mandado a la enfermería a buscar el botiquín ya que era una pequeña raspadura.

—Veikko —murmuró Lorreta pero él la ignoró.

—¿Qué secreto? —Volvió a preguntar Veikko impaciente.

—Es un secreto pero no me involucra —murmuró el Omega risueño mirando como Veikko se acercaba a ellos.

—Está bien —dijo Veikko mirando dulcemente al Omega—, ¿Quieres dormir esta noche en mi casa?

—No voy a decir que no —dijo Gomer mientras acariciaba la mejilla de Veikko ante la mirada intensa de éste.

—Shelley —saludó Veikko.

—¿Todo bien? —dijo Shelley mirando una ligera tensión en el aire.

El Alfa miro a Lorreta.

—¿Estás sorda? Dije claramente que no estuvieras alrededor de mi Omega.

Lorreta se emocionó cuando Veikko le dirigió la palabra pero se controló para pensar una respuesta adecuada.

—Mis disculpas fueron dadas y aceptadas —afirmó Lorreta—. ¿Quieres que me arrodillé? —murmuró audible.

Shelley se sintió decepcionado porque pensó que Lorreta aprovecharía la situación para rogarle a Veikko mostrando sus verdaderos colores a Gomer.

—Gomer te perdonó, yo aún no —acotó Veikko—. No acabes con mi poca paciencia y alejate de él.

—Tu no eres su dueño —dijo Lorreta.

—Soy su dueño como el es el mío —atacó el Alfa—. Más importante que eso el es mi familia, siempre voy a cuidarlo y protegerlo.

—Tienes razón —murmuró la mujer—. Me excedí pero debes dejarlo vivir carencias para que aprenda a defenderse, si algún día no estás, va a quedar solo contra el mundo y sin poder defenderse.

Veikko sentía que querían alejar a Gomer de su lado por lo que toma la mano del Omega suavemente y lo puso detrás de él.

Gomer se liberó del Alfa y esto provocó su enojo.

—El no necesita vivir esas experiencias —dijo Veikko—. Siempre estaré a su lado.

—¡Basta! —gritó Gomer cuando notó que Veikko estaba perdiendo el control y sus ojos estaban cambiando de color. Se acercó a Veikko a abrazarlo para tranquilizarlo.

—Todo está bien Veikko... —El Alfa se aferró al pequeño cuerpo del Omega mientras metía su cabeza el cuello del menor—. Ella tiene razón — murmuró Gomer a la vez que frotaba la espalda de Veikko con caricias—. Necesito aprender a defenderme y a arreglar mis problemas solo.

—Yo siempre voy a cuidarte —afirmó Veikko mientras se aferraba con más ímpetu a Gomer—. Eres mi todo.

—Tu también eres mi todo.

"Maldito Omega huérfano", pensó Lorreta que se estaba muriendo de celos y rabia al presenciar la escena.

Todo lo contrario a Shelley que estaba muriendo de ternura y emoción.

"Por qué no la hacen más fácil y le ponen un nombre a su relación. Así esa loca deja de tener esperanzas", pensó Shelley.

Gomer nota que Veikko estaba más calmado lo tomó de las mejillas y se miraron frente a frente.

—Cuando tenga pequeños Omegas quiero enseñarles a ser independientes pero no puedo enseñar algo que no sé —afirmó Gomer—. Vamos a estar juntos siempre y quiero que nos cuidemos mutuamente porque eso significa una pareja.

—Tienes razón —cedió Veikko.

Al pasar los segundo y no ver ningún indicio que de que Veikko lo libere de su abrazo el Omega decidió resolver todo.

—Ya ha pasado un tiempo, los voy a dejar para que hablen tranquilos y cierren este ciclo —dijo el Omega—. Voy a esperarte en tu casa, no te saltes tu entrenamiento.

Gomer tomó el brazo de Shelley y salieron corriendo.

—Yo realmente lo siento, Veikko —dijo Lorreta llamando la atención de Veikko que miraba la silueta de Gomer alejarse.

—Lorreta, no me importa si lo sientes o no —dijo el Alfa fríamente—. Ya lo hiciste y con eso me basta para odiarte.

—No vas a perdónarme nunca —dijo Lorreta con voz dolida.

—Te perdonó —dijo Veikko ante la sorpresa de Lorreta— para que dejes de molestar pero no voy a olvidar lo que hiciste —fueron las últimas palabras de Veikko cuando dejó a Lorreta.

...Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω...

—¿Por qué los dejastes solos? —dijo Shelley con inquisición.

—Quiero que Lorreta terminé de decir todo lo que tiene guardado y no quede con rencores —dijo Gomer caminando hacia su dormitorio—. Ella quiere empezar otro capítulo en su vida.

Shelley suspiró. —Confiaré en tu instinto.

—¿Te llamo tu amado Glen? —dijo Gomer mientras se recostaba sobre Shelley.

Shelley se sonrojó. —Sí —dijo el más alto—, quiere que nos encontremos.

—¿Por qué sigues aquí? —dijo Gomer sonriendo.

Shelley sonrió a su amigo, besó su mejilla y salió corriendo.

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