Egoism

Al llegar al comedor vió a todos integrantes de la familia Farkas pero notó que al lado de Seline había un rostro que no conocía.

--Buenas noches --dijo Gomer con educación.

--Buenas noches joven Darzi --dijo Irving.

Veikko corrió la silla donde se sentaría y Gomer tomó sus lugar en la mesa. Se sentó justo frente al desconocido.

Agostinho quedó bastante cautivado por Gomer.

"Ciertamente es el Omega más hermoso que he visto. Albino, es la primera vez que veo uno tan hermoso", pensó Agostinho.

Veikko se sentó en la cabeza en medio de Gomer y Agostinho, notó rápidamente la mirada de Agostinho.

—Este hermoso Omega es mi pareja, Gomer —dijo Veikko tomando la mano de Gomer, captando la mirada de Agostinho.

Gomer que había calmado su sonrojo, está vez se puso completamente rojo hasta las orejas.

—¡Tú... tú! —dijo Gomer liberando su mano y le dió un pequeño golpe a Veikko en la frente.

Alex rió ante las acciones de su hijo. Kerry también sonrió ligeramente. Al ver a su familia tan alegre Irving se sintió aliviado. En poco tiempo Agostinho se uniría perfectamente a ellos.

—Cariño, no seas agresivo conmigo —dijo Veikko adorando lo sonrojado que estaba Gomer— ¿Qué va a pensar mi hermano?

Gomer lo iba a volver a golpear cuando escuchó lo último.

—¿Hermano? —dijo extrañado.

—Agostinho nació en mi matrimonio anterior —dijo Irving sentado a la cabeza contraría a Veikko, justo en medio de Alex y Kerry.

Gomer no preguntó nada más porque después interrogaría a Veikko.

—Un gusto conocerte, Agostinho --dijo el Omega ofreciendo su mano al Alfa frente a él.

—Igualmente —dijo Agostinho. El Alfa quedó prendado al Omega cuando tomó su mano.

La mirada de Irving miró con profundidad a Agostinho.

"Tus caprichos para mí tienen un límite, Agostinho", pensó Irving.

—¿Cómo le fue a la feliz pareja en París? —dijo de pronto Irving captando la mirada de Agostinho que soltó rápido a Gomer.

—Muy bien —dijo Veikko—. Probamos muchas cosas nuevas y conocimos muchos lugares.

—Hay lugares que no eran necesario conocer y aún así los conocimos.

—¿Por qué lo dices, Gomer? —dijo Alex mirando a su hijo mayor con suspicacia.

Veikko miró con nervios a su familia.

—El Joven Veikko me levantó a eso de las ocho porque quería conocer un lugar muy recomendado de París. Nunca mencionó dónde pero el viaje era tan largo que dijo que podía dormir y el me avisaría cuando lleguemos.

—¿Qué hiciste torpe? —dijo Kerry con burla.

—El Joven tan impecable en este momento se quedó dormido y terminamos no sé dónde. Preguntamos a varios lugareños y ninguno sabía a dónde queríamos volver. Hasta que no dijimos que queríamos ir a la torre Eiffel nadie sabía nada. Bien, cuando encontramos el transporte nos dijeron que no salía nada hasta el día siguiente. Buscamos otros medios pero fue imposible, así que buscando un lugar para pasar la noche vimos una “Ferme-Aubèrge”, es decir una granja en la que alquilaban habitaciones, y decidimos ir a preguntar para pasar la noche. Nos recibió un señor muy agradable, todo fue bien y fuimos andando hacia la parte trasera de la granja. Ahí se encontraba la entrada de la casa y vimos a unas niñas de diez años desplumando un pavo colgando de las patas. Me quedé sorprendido pero la reacción de Veikko fue peor, se puso a vomitar ahí mismo. Las niñas nos miraron con asco y como el joven aquí presente se sentía indispuesto tuve que limpiar yo.

Alex, Kerry y Seline explotaron en carcajadas. Irving rió ligeramente al igual que Agostinho. Veikko se encontraba rojo como un tomate.

La anécdota liberó la ligera tensión que había en el ambiente.

Lo que Gomer no contó es que se pasó la noche en vela preocupado de Veikko. Ya que este obtuvo fiebre de la impresión.

La mesa se sirvió y todo cenaron entre charlas amenas.

—Fue agradable la cena —dijo Gomer terminando el te verde que sirvieron para acompañar el postre.

—¿Te vas? —dijo Veikko mientras tomaba la mano del contrario.

Gomer apretó ligeramente la mano de Veikko. —Si, estoy bastante cansado.

—¿Terminaste de ordenar? —dijo Veikko preocupado.

—Me falta poco —dijo el Omega sonriendo con ternura.

—¿Y si te quedas a dormir? —soltó Veikko.

Esto no era nada nuevo. Habitualmente Gomer se quedaba a dormir en la habitación de Veikko, lo hacían desde niños.

—No creo que sea adecuado, cariño —murmuró burlándose Gomer.

Veikko sonrió de oreja a oreja.

—Podrías usar la habitación de invitados —dijo Irving.

Gomer se sorprendió por la propuesta. Al igual que los demás, exceptuando a Agostinho y Alex.

"Pensé que me odiaba", pensó Gomer

—Se lo agradezco señor Farkas pero...

—Jonás prepara la habitación frente a la de Veikko —ordenó Irving sin oír lo demás.

Gomer no dijo nada más. El señor Farkas había hablado y nadie pasaba sobre sus palabras.

«Gracias, padre» dijo Veikko sin voz cuando esté le miró.

Jonás rápidamente ordenó la habitación de huéspedes.

Kerry se llevó a Gomer a su habitación a charlar cosas de Omegas.

—¿Cómo va todo con Thiago? —dijo Gomer mientras pasaba el peine por los largos cabellos de Kerry.

—Todo bien pero siento que Thiago va muy lento, aún no me dió mi primer beso.

—O tú vas demasiado rápido, recuerda pequeño que aún tienes ocho años —dijo Gomer sabiendo como es el pequeño travieso—. Ustedes se conocen de toda la vida deja que el prepare el mejor escenario para su primer beso —dijo mientras giraba la silla del pequeño para que queden frente a frente—. Las primeras veces de algo no las olvidas fácilmente, así sean horribles.

—Tienes razón —dijo Kerry sonriendo—. Tenemos toda la vida para ello pero tú ya vas a tener dieciséis y aún no besas a Veikko.

—Veikko tiene un compromiso con Lorreta desde hace mucho tiempo —dijo el Omega mayor a vez que giraba a Kerry de nuevo hacia el espejo frente a ellos.

—Mi padre rompió el compromiso, hoy —dijo Kerry emocionado.

Gomer miró sorprendido al pequeño a través del espejo. Sabía que el pequeño no quería a Lorreta y por ello la emoción.

—¿Cómo lo tomo Veikko? —dijo Gomer preocupado.

—Mejor que nunca —dijo Kerry emocionado y le guiño a Gomer—, ve preparándote que en cualquier momento se te propone.

Gomer sonrojó y tiro sin querer de los cabellos de Kerry. Este soltó un gemido.

—Lo siento, pequeño —dijo Gomer mientras daba sus últimas pasadas.

—No me dolió —dijo Kerry con tranquilidad.

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