Egoísmo

Gomer y Shelley que estaban charlando, saltaron asustados por los gritos que al parece la joven se dirigía a ellos.

Lorreta tomó los cabello platinados de Gomer y lo arrastró fuera de su pupitre.

Gomer apenas había comprendido la situación cuando Lorreta le dió una cachetada que retumbó en todo el salón.

Veikko que iba llegando para hablar con Gomer reaccionó al escuchar el impacto de la cachetada contra la mejilla de Gomer. Se interpuso entre Lorreta y el Omega con su cuerpo. Protegiendo al Omega.

—¡Te volviste loca ¿Cómo te atreves a golpearlo así?! —gritó por primera vez Veikko.

Al ver esto Lorreta se enojó más y trato de pasar sobre Veikko con golpes dirigidos a Gomer.

—¿Loca? ¡¿Yo? ¿Yo soy la loca? Tú me dejaste por él!

Veikko tenía sujeta a Lorreta de los brazos para evitar que siga dando golpes.

—Lo he amado toda la vida —dijo Veikko extremadamente serio—. Nunca lo entregaría a nadie.

—¡Solo puedes ser así conmigo! No voy a permitir que te robe de mí —gritaba enfurecida Lorreta a la vez que liberaba sus brazos de Veikko.

A ella no le importaba lastimar a Veikko.

—¡No es alguien al que puedas ponerle las manos encima sin recibir más que odio de mi parte! —gritó Veikko enfurecido—. ¡No crees que ya has hecho suficiente escándalo!

—¡Yo soy tu prometida y no te permito que lo quieras! —gritó nuevamente ella a Gomer mientras daba golpes a ciegas y siniestramente.

—No entiendo por qué no podría ser cariñoso con él si es más importante para mí que tú y lo sabes ㅡdijo el Alfa arrastrando a la chica lo más lejos de Gomer—. Siempre fui claro contigo.

Eso desconcentro a Lorreta porque era cierto. Veikko pudo arrastrarla fuera del salón. Gomer era socorrido por Shelley.

—¡No puedes! ¡No lo permito! ¡Solo yo puedo ser importante para tí! ¡Eres mío! —gritó Lorreta con furia renovada.

—No puedes decidir por mí y aunque fuiste mi prometida, no te permito que lo lastimes.

—¡Es un puto! ¡Huérfano! ¡Muerto de hambre! —gritó Lorreta de pronto.

—¡Cállate! ¡Ahora! —dijo Veikko con voz de Alfa—. ¡No te acerque a Gomer ni a mí lo que te queda de vida!

Lorreta noto rápidamente lo que había hecho en su enojo y trato de cambiar de estrategia pero ya era tarde.

Veikko sujeto con fuerza los brazos de Lorreta dejando unas marcas.

—Deja que me encargue de ella —dijo Agostinho apareciendo de pronto.

El Alfa había presenciado todo la escena y se alegraba porque Lorreta sería suya. Cuando la tuvo en sus brazos no sintió el olor que sintió en la infancia.

—Sácala de mi vista antes que decida matarla.

Veikko volvió al salón y vió al joven Omega, se acercó a él, le tomó una mano y se la besó con dulzura. —¿Estás bien? ¿Te duele?

El Alfa en cuclillas, le apartó con suavidad un mechón de la frente y lo miró con atención. Al ver la cara del Omega noto que tenía una gran marca roja en su mejilla izquierda. Además de un pequeño arañazo que le sangraba.

Gomer asintió con la cabeza.

El Alfa elevó en sus brazos al Omega y lo llevo a la enfermería frente a todos.

Era bien sabido que nadie podía meterse con el Omega por la impenetrable protección de Veikko por eso eran muy cuidadosos de ofender al Omega pero si sumamos el hecho de que ahora eran pareja. Esa Omega sería tratado como un reyno.

Los jóvenes jamás imaginaron que Lorreta reaccionaría de forma tan brusca ante esta situación. Que todos sabían que sucedería en algún momento.

Él Alfa puso a Gomer sobre una de las camillas de la enfermería. Tomó el botiquín, volvió a ponerse en cuclillas y preguntó nuevamente—: ¿Estás bien?

Gomer respondió con voz apenas audible y apagada—: Sí.

—Lo siento —murmuró Veikko con la mirada perdida.

El Alfa lo abrazó con fuerza al notar el estado de ausencia de Gomer.

Veikko sabía por qué Gomer estaba así.

"Cuando éramos niños no tenía la suficiente fuerza para protegerte y por eso tienes recuerdos demasiados dolorosos. Jamás dejaré que vuelvan a lastimarte", pensó Veikko.

Veikko utilizo «la voz» para susurrarle suavemente al notar que cada vez el Omega se ausentaba más—: No me dejes, mi pequeño Omega.

Veikko inconscientemente soltó feromonas para tranquilizar al pequeño Omega mientras lo abrazaba con más fuerza.

Gomer reaccionó al sentir esas feromonas que tanto ama desde que era un niño.

—Tu tampoco debes dejarme nunca —dijo Gomer mientras devolvía con la misma fuerza el abrazo—. Eres mi familia —dijo Gomer y se desató en lágrimas—. Mi única familia.

Veikko lo consoló por unos largos minutos. Después de que Gomer se calmara el Alfa prosiguió a curarlo. Aplicó pervinox con mucha delicadeza en la mejilla del Omega.

—Siento que haya pasado ésto, no utilicé las palabras apropiadas para tratar con ella —dijo Veikko volviendo después de haber guardado el botiquín.

—No es tu culpa —sentenció el Omega.

Veikko se metió entre las sábanas de la camilla.

El Alfa tiró suavemente del Omega hasta que quedó sobre su pecho. —Déjame mimarte hasta que quedes dormido.

—Tampoco la de ella —murmuró mientras dejaba que Veikko le acaricié el brazo que reposaba sobre el abdomen del Alfa—. Si hubiesen roto un compromiso que tengo desde niño por ella también reaccionaría de manera parecida.

Veikko detuvo sus caricias y se tenso.

—No —sentenció el Alfa—. No serías igual, yo sé que tú harías todo el daño que ella te ha provocado —dijo con frialdad.

—Ella estaba muy enojada —dijo Gomer suspirando—. Creo que simplemente no supo reaccionar de forma correcta.

—La que ha hecho es imperdonable desde mi punto de vista —dijo Veikko en desacuerdo—. Te ha golpeado y no voy a perdonarla nunca. —Veikko no dejaría que ella lo vuelva a dañar—. Amo que seas tan amable y comprensivo pero no quiero que la defiendas, me molesta que la mayor víctima proteja a la victimaria.

—No voy a dejar de defenderla —dijo Gomer con cierta culpa en su corazón—. Ella solo se dejó llevar por sus sentimientos. Además sigo pensando que reaccionaría parecido. Ponte un poco en su lugar, no te guíes solo por tu sentimiento de molestia porque me lastimó.

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