11.

Nota del autor :

Hola mis besties, se que me pidieron fotos de mis protas pero tardarán en subirse así que lo haré después de haberse subido este capítulo.

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La peor situación de mí vida ya había pasado, pero no me lo perdonaría Madam Rousette por haberla hecho quedar en ridículo.

Una vez qué terminó el desfile volvió a los vestidores donde yo estaba y a pesar de que Jerry y su asistente personal se le pusieron en frente rogándole que se tranquilizara ella los corrió cegada por la irá.

Me sacó a mitad de cambiarme, con la ropa interior aún puesta y me abofeteó con todas sus fuerzas enfrente de todo el mundo. Su golpe fue tan fuerte que inevitablemente caí hacia atrás, esa mujer tenía la mano pesada.

Todos se escandalizaron y Madam Rousette sacudió la mano con la que me abofeteó, relajándose respirando profundo, al haberse desquitado.

— Ésta maldita dió que hablar en todo el evento, por más que quise distraer la atención, los periodistas todavía seguían murmurando por lo sucedido.

Yo trataba de gesticular mí mandíbula, mientras me quejaba, por el dolor. Mí mejilla ardía, por la bofetada. Todos quedaron en silencio aterrorizados por aquella mujer.

Después se inclinó y me sostuvo la quijada con fuerza, mirándome con desprecio .

— Agradece que no puedo dañar la mercancía, o te enviaría en pedazos a los cerdos.

Me juró, y cuándo la miré de cerca, pude darme cuenta que sus ojos verdes no eran tan hermosos como los verdes agua de Maquiavélo, eran exactamente como las de una serpiente verdosos como el zafiro. Cuándo terminó de humillarme ordenó a Jerry y a las que se encargaban de maquillarnos, de prepararme bien para el Don qué me esperaba en la fiesta.

Mordí mis labios por la bofetada que me propinó, tratando de no pensar mucho en el dolor y obedecí como una sumisa sin dignidad. Deseando que éste día termine en lo que pasaban la brocha en mí mejilla lastimada.

Con todos los deseos de morirme, y de mandar a todos al demonio, salí a encontrarme con aquel hombre que me compró en un salón más arriba del edificio. La música estaba fuerte, los periodistas ya se habían retirado, ahora se dará una celebración privada en la que nadie que no estuviese invitado tenía permitido asistir, se escuchaba y se percibía más paz, el chelo sonaba de fondo y uno que otro pianista acompañaba la sinfonía, todo daba una sensación de entrar en un ambiente peculiar, de las altas élites del país. No tuve que buscar mucho pues era la única con un vestido blanco en ese lugar, un sapo de otro pozo. Me hizo llamar por uno de sus perros guardianes y me encontré con el en medio de la pista.

Él me miró con una sonrisa perfecta como la primera vez qué me cruzo en la entrada, sus ojos verdes destellaban interés, exuberaba confianza en sí mismo en la mercancía que ya compró. Tanto así qué no pidió permiso y me tomó de la cintura dándome un sobresalto, " Tranquila" me dijo, otra vez como al principio, posando sus ojos en los míos, transmitiendo su dominio, teniéndome bajo su control. Tomó una de mis manos y la ergio hacia el costado, en una pose de baile.

"¿ No estará pensand?"

No pude ni siquiera terminar de pensar, demonios ni siquiera pude hablar, que el empezó a guiarme en la fuerza de sus brazos, sosteniendo mí cintura con fuerza. llevándome al ritmo de el chelo. Con cada giro, vueltas y pasos entrecruzados el no dejaba de verme a los ojos, me sentía como una pequeña presa entre sus manos.

El tiempo pasaba, el envolvía en su atracción, no cruzamos ni una palabra en todo el baile, pero cuándo acabó la música el me soltó y me dijo.

— Ahora vendrás conmigo a mí penhouse..

Cuando dijo éso, cada parte de mí cuerpo se estremeció, sin duda mí corazón di un salto y mí mejillas se ruborizaron.

Mis manos comenzaron a temblar, no estaba lista para tener relaciones, me sentía atrapada pero no podía hacer nada, fui guiada por sus hombres a su gran limosina, " ¿ No podía ser más sutil?".

En cuánto me senté en los asientos de atrás y el delante mío, noté el arma que tenía a un costado de su cadera. El señor Maquiavelo me hacía preguntas que apenas respondía con ganas.

—¿ Como te llamas ?—

— C-Camille.

Respondía sin mirarlo a los ojos.

—¿ Es tu primera vez siendo acompañante?. — Preguntó, su voz grave me transmitía confianza, pero pensar que se quería acostar conmigo, me volvía insegura de sus intenciones.

— S-Si se señor lo és.

Respondí apretando el asiento con mis dedos, desviando la mirada todo el tiempo.

— ¿Cuántos años tienes?—

— diecisiete....

Cada vez que el me hablaba yo me ponía nerviosa, él se dio cuenta de no poder mantener la conversación que quería formar por encontrarme totalmente tensa, hizo un mueca hacia mí como si le causara ternura y continúo el viaje, mirando la ventana con una sonrisa en completo silencio.

Al llegar al estacionamiento, sus hombres que venían en una camionetas detrás, me ayudaron a bajar junto con el chófer, después subimos al ascensor, quedándome yo al fondo de éste con sus gorilas, y el al frente.

Teniendo un vista perfecta de la funda de su arma, la cual estaba abierta. Un grave descuidó para un mafioso de su rango.

Todo el tiempo pensé en una manera de arrancarsela, no dejaría que alguien me tocará, estaba llena de pavor a lo que podría hacerme, aunque parecía tranquilo, no me convencía.

Al llegar al piso donde él vivía, yo me había animado a quitarsela pero justo se abrieron las puertas y mí oportunidad despareció.

Guarde mis manos detrás de mí, en cuánto el volteó a verme, me tocó la mejilla y volvió a decir " Tranquila, relájate, estás muy tensa ".

.

No me atrevi a hacer contacto visual, mantuve la cabeza a gachas hasta llegar a su Penhouse, en cuánto abrío sus gorilas entraron con nosotros, algo que se me hizo extraño, ¿ Pensaba hacerlo frente a ellos?.

Al adentrarme me di cuenta que todo olía demasiado a nuevo, como si fuera un departamento recién comprado,lo sé por las veces que nos mudabamos con mí padre y algunas casas solían ser nuevas.

Me ofreció sentarme en el sillón principal, uno gris con almuadillas del mismo color. Le ordenó a uno de sus gorilas que trajeran el vino y las copas de la cocina, al tenerlos en sus manos me dijo que sentará a su lado mientras destilaba el líquido en la copa de su mano, " Diecisiete años, eres muy joven para " dijo mientras se servía pero alcance a interrumpirlo tomando el arma de su costado, alejándome rápidamente de su lado.

El se sorprendió, no vió venir lo que me atrevi a hacer, sus gorilas sacaron sus armas a la par amenzandome.

" Señor ... "

Dijo uno de ellos como preguntando que hacer.

El se levantó y les hizo una seña de que bajarán las armas. Fijo su mirada en mí, con tranquilidad,no parecía tener miedo de que jalara el gatillo. Muy diferente a mí que me temblaban las manos al apuntarlo, mí corazón saltaba en mí pecho.

— ¡Nadie va a tocarme esta noche !. ¡¿ ok? !

El me miró extrañado, como si no supiera de lo que estaba hablando.

— Cariño, tranquila, solo estamos aquí para conversar.—Dijo acercándose a mí con las semi arriba— Me agradaste desde que te conocí, solo quería conocerte.

Puso la mano en su arma, confianza en que no jalaria el gatillo, diciendo " Tranquila" , en cada instante, logrando hacer que me apaciguara, la confianza que ponía en mí de ponerse en frente me resultaba tranquilizador. No detectaba peligro,...

Decidí creer en sus palabras, y le devolví el arma, de todas maneras no saldría viva si le disparaba, no te iba otra opción que confiar.

Una vez que se la devolví el volvió a la mesa y dónde servía el vino junto a su sillón, guardo su pertenecía, y me ofreció una copa de vino. .

— Ten.. ¿ Quieres beber?..

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