10.

Los reporteros me pedían que posará para ellos, pero mí mente seguía en shock, no sabía que hacer por qué ni siquiera sabía que estaba ocurriendo.

De pronto una mano me rodeó la cintura y una fuerza me apegó a un cuerpo rígido, pero cálido, como el de un potro.

Al mirar, ahí estaba él, con una sonrisa perfecta en un rostro de Ángel. Ojos claros, verde agua, con unas cejas enormes de color azabache. No lo había observado bien la primera vez.

Me sentí bajo su control por un momento hasta que susurró :

— Tranquila, sólo tienes que posar como para el álbum de la escuela

Yo miré hacía un costado, enfadada, tenía que fingir que lo conocía y que no me molestaba su acercamiento. Su mano en mí cintura me ponía nerviosa en lo que él sonreía para las luces de las cámaras, yo enegrecia mí rostro cada vez más.

Nunca un hombre me había tocado.

" Este maldito se está aprovechando".

Pensé molesta en lo que intentaba fingir una sonrisa.

Luego de un par de fotos, él me guió hasta la entrada, soltando mí cintura al fin.

Cuándo pase entre la multitud, lo perdí de vista, desapareció de la nada. No lo podía creer ¿ A donde había ido?. Decidí ignorarlo y seguir la hilera de gente que transcurría por la alfombra.

No tenía ni la menor idea de a dónde ir, hasta qué afortunadamente Jerry apareció alterado y me llevó entre reclamos a los vestidores juntó a las otras modelos.

— ¡ Tu no debes estar aquí, debes estar cambiandote!.

Me decía entre lo que me empujaba a cambiarme.

Después lo oí perder la razón allí afuera.

" ¿ La nueva acompañante de el señor Maquiavélo está aquí? "

Preguntó un voz conocida, parecía la recepciónista que me atendió al principio.

" Sí, sí, por suerte la encontré, ¡Ella no sabe ni donde está parada!, ay casi pierdo la cabeza para encontrarla".

Dijo él en crisis, después escuché sus pasos de tacón venir hacia mí, abrió las cortinas del vestidor y me dijo " Después de que te vistas ve a ver a la Mádame, ella quiere hablar contigo ". Me ordenó entre dientes, todos parecían detestar mí presencia en el lugar.

Después de unos minutos más, la recepciónista llegó hasta la Mádame, quién estaba detrás de la pasarela bebiendo un whisky, cruzada de piernas con un flamante vestido negro. Su cara no decía que lo estuviese pasando bien .

— ¿ Llegó la chica que compró Maquiavélo?

— Sí, ésta detrás en los vestuarios. Debería verla, está totalmente desubicada, yo no creo que pueda cumplir su rol a la perfección, si no sabe cómo comportarse. No ha tenido la instrucción necesaria para fingir ser una modelo. ¿ Cómo fue que la eligió si no ha pasado todas las pruebas?— Le preguntó cómo un reproché y Mádame Rousette la miró fijamente detrás del vidrio del vaso deteniendo el líquido que iba a beber, la recepciónista se congeló del miedo y bajo la mirada.

— Yo no la escogí, — Le respondió alejando el vaso de así labios rojos fuego y la recepciónista apenas si podía levantar la mirada— Creí que sería divertido ver cuáles de nuestros clientes viejos y gordos ofrecía dinero por ella, pero llamó la atención de quién menos esperé — Frunció la mirada hacia el telón del escenario— Y ahora tengo que lidiar con ella.

Mádame Rousette descruzo sus largas piernas y procedió a pararse, sus asistentes se llevaron la silla y la mesa donde estaba bebiendo, ella hizo una señal para el encargado del telón y éste se subió frente suyo. Dibujo una gran sonrisa que parecía dolerle en su rígida y plástica cara.

— Buenas noches..

Dijo al público y ellos aplaudieron fervorosamente. En frente había una gran pasarela que venía como de unos 15 metros y a sus costados estaban los invitados, esperando ver el desfile.

Mádame Rousette busco con su mirada a Maquiavélo y lo vió en una de las primeras filas de los invitados, detrás de las personas más visibles ante las cámaras, al localizarlo su más importante cliente,( tanto en lo personal como en los negocios) le sonrió asintiendo con la cabeza en un saludo.

Ella mostró una leve sonrisa, estaba contenta de que asista, aunque sus razones fueran otras.

Al terminar la ovación en público que le hicieron, se dispuso a dar comienzo el desfile.

— Se que muchos están ansiosos por nuestra "Nueva colección de invierno". Comencemos

Dijo y procedió a retirarse con un saludo para todos, la volvieron aplaudir y el silencio se apoderó de la pasarela.

Primero salieron dos chicas de derecha y izquierda, vestidas con tapados exuberantes de piel, y botas de la misma calidad. Una a una fue pasando con distintos tapados de piel, no sabría decir si eran sintéticas o de animal pero en ese momento lo que menos me preocupaba era eso.

Había algo en lo que no presté mucha atención, pero cada vez que salía una chica se mencionaba un nombre masculino.

Tenía los nervios que me ponían los cabellos de punta, además de varías capas de maquillaje, unas botas altas en punta, un vestido de invierno con encajes y un pequeño tapado que me cubría la espada.

Cuando ví que las últimas chicas, volvían y ya era mí turno, mí mente dijo " No", ¿ Que era esto yo no venía a desfilar?.

Un empujón de parte de Jerry me dió un sobresalto.

— ¡ Vamos ya casi es tu turno!.

Yo me negué a avanzar apesar de sus empujones y me plante al borde de salir.

— ¡ No!, yo no vine para ésto, ¿ Que se supone que es ésto?, a mí me dijeron otra cosa.

Jerry me miró y se puso serio, poniendo los brazos en su cintura.

— Mira corazón, éste desfile es para mostrar el producto que aquellos hombres acaban de comprar una vez terminado ésto, ustedes se irán con su respectivo comprador y no volverán a salir hasta que cambien de cliente, ahora si no quieres salir, haste a un lado.

Me aclaro y me empujó hacia un costado, para que las otras pasarán. En ese breve lapsus en que me quedé tras las sombras del costado del escenario, entendí todo.

Esto no era realmente un desfile, y yo no era una modelo, ninguna de las que estaba ahí lo era. No habían tantos periodistas sacando fotos adentro, solo un sin fin de oscuridad entre el público que casi no se podía ver la cara de nadie.

Solo éramos un pedazo de carne ya reservadas, y estás prendas que teníamos, no eran lo que se excibian, si no, nosotras como última muestra de lo que acababan de adquirir. Por eso nos vestían de una manera que pareciera un desfile para mantener la fachada ante los medios.

Tragué saliva, mientras me daba cuenta de ésto, debía salir, aunque no quisiera.

En eso, el señor Maquiavelo ya se estaba inquietando al no ver lo que compró en la pasarela, pensaba que su adquisición tenía problemas. Estos desfiles también servían para establecer límites entre estos hombres poderosos, por eso se decía el nombre de el comprador en alto, para que no halla confusión entre las mujeres que escogian y no se formará un problema.

André miraba a Mádame Rousette de reojo, como reclamándole no verme arriba.

Ella también estaba molesta, por esa razón. Pasaban los minutos y las mujeres se terminaban en la fila, y cuando nombró a la última chica del desfile, sin aviso aparecí frente a todos.

Iluminada entre varios reflectores, caminé por aquella pasarela, sin ver casi nada, eso me ayudaba a fingir que no había nadie en el lugar, caminar como una modelo no se me daba, pero hice lo mejor que pude entre un interminable temblor en mí cuerpo, al llegar al final miré aterrorizada las cientos de miradas de hombres repulsivos y giré rápidamente para salir corriendo hasta llegar de nuevo de donde había venido.

Un agente del FBI, fingiendo ser un periodista se dió cuenta de mí actuar.

" Ella no es una modelo".

Hace tiempo venía sospechando de una organización que operaba en las agencias de modelaje del país.

Éste era el detective Olsen, un hombre sumamente inteligente, ágil y despiadado con quiénes no merecen justicia, enviado específicamente por el departamento de inteligencia a debaratar las organizaciones en Chicago, el era atractivo de unos ojos marrones cultivadores, con un cuerpo escultural perfecto para reducir cualquier amenaza.

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