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— Lo que sea qué estoy viendo me gusta demasiado.

Comentó al compañero de su derecha, e intentó acercarse entre medio de la multitud, pero su guardaespaldas lo impidió, poniendo su brazo en medio.

— Mí señor André, puede ser la acompañante de alguien más, no se arriesgué. — Le dijo a lo bajo, pero el hizo una mueca soberbia.

— Correré el riesgo .

Le respondió y la mano de su guardaespaldas se bajó dejándole pasar.

Mientras tanto yo no tenía idea de a dónde mirar, me sentía un bicho extraño entre toda esa gente elegante.

Pronto sentí a alguien mirarme entre toda esa gente, al fijarme bien, ví una fiera caminando hacia mí, con el seño fruncido, sonrisa galante y unos hermosos ojos verdes que no me quitaban la mirada de encima, él vestía con un Armani color gris, y con una corbata del mismo color. Por sus cabellos semi canosos y su rostro, me dí cuenta que era mayor, quizás de la edad de mí padre .

Me amedrente al estar en su mira, no estaba acostumbrada a qué un hombre como ése me mirará.

De por sí, ya me miraban todos, y ésto lo hacía aún peor.

Pero no pude evitar quedarme estática ante sus ojos, como si atrapará en ellos.

— ¡Ahí estás!.

Dijo una voz a mí costado y al voltear mí mirada, el hombre afeminado del principio me tomó del brazo.

—¡ No puedes estar aquí!, ¡ ve hacia lado izquierdo!

Me susurró entre dientes. El apretón arrugar la cara en una expresión de dolor.

— ¿ Por qué maltratas a la chica?.

Dijo aquél hombre con una voz grave detrás mío, y cuando ambos vimos de quién provenía aquella pregunta, el que me agarraba palideció, y se quedó helado ante su presencia. Él reconocía quién era, más yo no.

Con la voz temblando me soltó y se acercó a ofrecer disculpas.

— Señor Maquiavelo, lo lamento. Es que la chica...

— ¿ La chica es una nueva adquisición de Rousette ?.

Preguntó, tomando de su bolsillo interno un abano.

— S-Si, señor lo és, todavía no se le dictan las reglas del juego.

Le decía aterrado, mientras esté hombre encendía su abano delante mio.

— Dile a Madam Rousette que la quiero, pagaré por ella lo que éste pidiendo, — le comunicó y así como si nada se largo pasando por mí lado como si fuera aire.

Yo que me quedé pálida ante aquellas palabras, él me " compraría", y yo no había hecho absolutamente nada para ganarme ese privilegio, esté hombre ni siquiera hablo conmigo y tampoco me volteó a ver cuándo terminaba de cerrar su transaccion frente a mí cara. no volteó a verme en ningún momento, ignorandome por completo como si no necesitará mí permiso.

"¿ Quién era realmente, para que todos le tuvieran miedo y obedecieran sus órdenes sin necesitar el permiso de alguien más?".

— Ahora estás ceñada por mí.

Me afirmó resoplando el humo de su boca que me dio en el rostro, yo me apresuré a disiparlo con una mano, odiaba el olor a cigarrillo,y todo lo que me recordará a las apuestas de mí padre.

Al terminar de dispar el humo, desapareció como si se lo hubiese llevado el viento.

Me quedé mirando a todas partes buscándolo con la mirada pero ya no podía distinguir a nadie entre tantos hombres de traje.

Sin haber terminado de asimilar lo que acabó de pasar, me arrastraron a los jalones a los vestidores para que devuelva la ropa, " Jerry"' como me dijo que se llamaba el hombre que me preparó, no podía creer lo que acababa. y sinceramente yo tampoco...

Nadie me podía decir lo que había pasado.

El no podía contarmelo, estaba ansioso por decirle a Madam Rousette que me habían señado, antes de que otro comprador éste interesado en mí.

Cuando termine de vestirme, quise queme diesen una explicación. Al salir de los vestidores me fui directo a la recepción y exigí hablar con Mádame Rousette.

_Justo en este momento ella te está buscando y te había mandado a llamar"

Me explico su asistente.

Me guiaron a su encuentro y ella ya me esperaba rodeada de las chicas que antes había visto tras los vestidores . Todas estaban bebiendo, con ella, sentada en un Sillón cruzada de piernas. Sus miradas se pegaron a mí con odio, y envidia como si les hubiese arrebatado algo.

— Lgraste conquistar al pez gordo de esta noche. El señor Maquiavelo está interesado en ti, sinceramente no te tenía muchas esperanzas,— dijo con una sonrisa Rousette bebiendo de una copa de cristal— creía que te compraría el más longevo y el más desesperado de nuestros clientes... y vaya que ganaste el premio mayor.

Comentó levantándose dejó su copa en una mesa donde de servían las bebidas y levantó otra dirigiéndose a mí con otra copa de vino qué tomó de la misma. Cuándo me tubo cerca me lo ofreció pero yo lo rechace con un " No gracias, no me gusta la bebida".

Ella una expresión de desinterés y mientras alejaba la bebida que me ofreció delisitandola en la mesa comentó.

— No se que hiciste para obtener su atención — me hecho una mirada y lanzó una pequeña risa como si se bufara de mí. — Jerry si que hace milagros.

Sus palabras ofensivas me causaban cólera ya no quería quedarme ahí para qué me siguiera humillando.

— Señora, no entiendo el juego al que me metió hoy, pero no estoy aquí para ser de su diversión, si no soy de su agrado lo entiendo puede descartarme y me largaré. Además, ¿Que es éso de que me van a comprar ?, ¡ Tenía entendido otras cosas!, no ser comprada por un hombre que no conozco solo por dinero.

Ella me miró con desdén desde sus largas pestañas compradas.

— ¿No fue para eso a lo que viniste, Camille?. ¿ Dinero?.

Me cuestionó mostrando una mueca graciosa hacia mí.

— Todas vinieron aquí por el mismo motivo que tú...

" El Dinero"

subrayó, y se paseó por delante de las modelos con una larga pausa, el silencio se apoderó del lugar lo único que podía oír eran sus tacones aguja resonando en el suelo.

— El dinero mueve los hilos de éste mundo y el dinero lo manejan los hombres . Es difícil escucharlo, pero es la realidad, ellos están en el poder y nosotras simples objetos destinadas a su placer.

Volteó hacia mí con una mirada llena de seriedad.

— Ellos manejan el dinero, y el dinero lo manejan las mafias . Y querida...el que te acaba de comprar es muy poderoso, no puedo decirte cuando por qué es la confidencialidad de mí cliente, pero sí te sirve de algo, podrías tener muchos problemas si dices que "no", así que no te conviene rechazarlo.

Me aclaro y sus palabras me congelaron hasta el más pequeño espacio de mí ser.

—...—

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