Suplente De La Princesa
Morí camino a mi casa, dos autobuses se estrellaron y yo quedé en medio de ambos, no hubo posibilidad alguna de que viviera. Cuando dejé de sentir dolor en mi cuerpo, abrí los ojos y ya no podía hablar, no podía caminar, ni expresarme, mi cuerpo era pequeño y después me di cuenta... Volví a nacer, esta vez en una época muy diferente. Debe ser antigua, pues aquí no existen los iPhones, ni las computadoras y las mujeres no usan pantalones.
La mujer que me parió falleció. ¿Cómo no?, si nací en pésimas condiciones higiénicas. No me pusieron nombre, ni nada. Así que decidí ponerme Maranatha nuevamente.
Crecí siendo llamada "tú". Lo bueno es que mi evolución fue rápida, aprendí a hablar a temprana edad y por tener una capacidad mental más alta que otras niñas, me asignaron como criada personal de la princesa real.
Fue divertido, tuve una linda amiga. Marina... Ella no era como las demás mujeres del castillo, ella nos trataba a todos por igual. No le importaba clase social.
Bueno, quizás fue porque yo la influencié un poquito con mis ideales y principios de una chica del siglo veintiuno.
A los diez años, Marina fue obligada a comprometerse con un príncipe del país con quienes teníamos conflictos y guerra. Bueno, yo tuve que suplantarla, pues ella siempre fue muy enfermiza y la noche anterior a aquella ceremonia, enfermó y no podía levantarse de la cama, por lo tanto, yo fui por ella.
Y volvió a pasar... A los diecisiete, ella debería haberse casado con ese príncipe, pero falleció.
A mi única y mejor amiga... se la llevó una epidemia. La enfermedad solo afectaba a las personas más débiles, justo como ella.
Marina, en su lecho de muerte, imploró que yo la suplantara y que fuera la nueva princesa.
—Padre...no me queda mucho de vida. Siento como mi vitalidad es escasa. No cancelen el tratado de paz o los conflictos volverán. Sonará muy egoísta, pero quiero que Mara... sea yo para siempre y hasta que fallezca.—dijo con una voz muy débil.—Por favor. Mara... Ella tiene que tener un buen futuro cuando yo no este. Si no, no podré protegerla...—dice mientras una lágrima recorre su pálido rostro.—Mara, ven...
Me llamó y yo le di la mano.
—Serás una buena princesa... Te quiero. Os quiero mucho a todos...
Y mirándome a los ojos, dio su último suspiro y sus luceros no volvieron a abrirse.
…
Aquí estoy, con un vestido blanco y un corset que odio con mi vida.
En el tratado de hace siete años, los mayores decidieron que deberíamos casarnos con el traje de boda tradicional del otro país, y pues, ¿cómo le hacen las mujeres del otro país para resistir en este vestido por horas?. Me duele todo.
—¿Princesa, está bien?.—pregunta la mujer que me está arreglando.
—Si, solo estoy algo nerviosa. Gracias por preguntar.—finjo una sonrisa.
La mujer no dice nada más y continúa arreglándome para la boda.
Después de la ceremonia me trasladan a una habitación, pues tenemos que consumar el matrimonio.
Aún no he visto su rostro, pues el traje tradicional de mi país, debe ir con el rostro cubierto. Únicamente vi que tiene el cabello negro y largo hasta más abajo de la cintura.
Estoy muy cansada.
Llegamos a la habitación, la cual se ve muy lujosa.
—Señor, su esposa ya está aquí.—dice una chica formalmente, ella es quien me acompaña, pues tengo prohibido el contacto con otros hombres antes de consumar con mi marido.
—Está bien. Adelante.—dicen del otro lado.
La chica abre lentamente la puerta y hace una señal de que pase, a la que obviamente yo obedezco.
Una vez allí dentro, la sirvienta se retira.
En la habitación reinaba el silencio, un silencio muy incómodo. ¿Dónde está el principito?
—Eh...mm, mi nombre es Marina, un gusto en saludarle, su majestad.—digo acompañado de una reverencia. Siquiera sé donde está. Solo lo dije para romper el silencio incómodo.
—Eso ya lo sé.—escucho una voz proveniente de un sofá.—¿vas a quedarte parada allí toda la noche?, acércate.—dice cortante.
Me acerco despacio al sofá y lo que vi, me dejó sin habla.
Un chico muy guapo, con la bata entre abierta, recostado, está mirándome fijamente.
—¿Qué?, ¿te comieron la lengua los ratones?.—dice totalmente serio.
Se levanta y se dirige hacia mí.—No te hagas ilusiones, este matrimonio es completamente arreglado, no hay ningún sentimiento de por medio, ¿entiendes?.— me mira amenazante.—¡¿Entiendes?!.—grita y yo del susto me encojo con miedo a que me golpee.
—Sí, entiendo.—digo en apenas un susurro.
—Puedes retirarte.—dice haciendo un gesto con la mano, ya relajado.
Apenas dice eso, yo salgo lo más rápido posible de aquella habitación.
Esos hermosos ojos azules, tan fríos, tan amenazantes.
Realmente él da miedo.
No, en mi vida voy a dejarme someter ante un hombre. Ahora compartiré toda mi vida con ese loco, tengo que sobrellevarlo y colocarle un alto.
Con ese pensamiento me acerco a la puerta de la habitación.
—¡Oye!—comienzo a golpear la puerta enojada.—¿No te enseñaron a tratar a una dama con amabilidad?. ¿Quién te crees para gritarme de esa manera?—suspiro furiosa.—SERÁS MUY PRÍNCIPE Y TODO, PERO A MÍ, ME RESPETAS, ¿ENTIENDES?.—en eso abre la puerta y el chico me arrastra hacia dentro.
—¡¿Se puede saber que haces?!.—dice tirándome al suelo.
—Si hubiera sabido que me esperaría esto, mejor haber muerto, ¿no?.—susurro entre dientes.
—¿Qué murmuras tanto?.—dice un poco más calmado.
—¿De verdad tengo que pasar toda mi vida contigo?.—pregunto inconscientemente.—Apenas te vi hace un momento, y ya eres una molestia.—le digo frustrada.
Después me levanto y queda en frente de él.
Lo guapo, lo tiene de odioso.
—Digo lo mismo, ¿tú crees que me quiero casar con alguien del país enemigo?.—habla con aspecto desafiante.
—¿País enemigo?.—ruedo los ojos. La guerra acabó hace siete años, idiota.
—Si y tú, eres el sacrificio.—se acerca repentinamente a mi rostro.—El trato es que si nos casamos, no habrá más guerras entre nuestros países.—se aleja.— te dieron como tributo a mí.
—Escucha, Príncipe.—me quedo pensativa.—¿cuál era tu nombre?.—ante mi pregunta él queda sorprendido.
—Shin Rowther.—responde tratando de calmar su rabia.
—Shin, yo no soy ni tu regalo ni nada. Recuerda que nuestros padres nos comprometieron. Si sé que no hay sentimientos de por medio, yo tampoco siento nada por ti. No me grites ni trates de hacerme sentir mal por haberme casado contigo. Yo no tengo la culpa, yo solo obedecí a mis padres, ¿okey?...digo, ¿comprendes?. Por mi, estar en mi habitación durmiendo o leyendo.
—Bien... ¿Quieres consumar?, ¿quieres solo dormir?, ¿qué quieres que hagamos ahora que estamos casados y en esta habitación mientras que afuera esperan que está noche quedes preñada?.—dice suspirando y bebiendo vino de una copa.
—Se llama quedar embarazada, no preñada. Y bueno, si tú quieres puedo hacer el esfuerzo de tener coito o como se le diga. Aunque estaría más cómoda solo durmiendo...
—Bien, métete a la cama. Desnúdate o quédate solo en ropa interior. Ten.—me pasa la copa de vino.—mancha allí.—apunta y suspira.
—¿Quieres fingir que consumamos?.—pregunto curiosa.
—¿Qué?, ¿tú quieres hacerlo?. No, ¿verdad?. Pues yo tampoco, con tu cuerpo no me nace hacerte mujer. Además, tampoco eres deseable para mí.—dice sin una pizca de remordimiento.
—...—me quedo en silencio, pues ese comentario dañó mi autoestima.—Mejor para mí.
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Comments
Mara Gamez
ta potente
2024-03-15
1
Lucia Rosalba Garcia Mercado
jajajajaja esto se esta poniendo bueno jajajajaja 🤣 😂
2023-12-08
0
Hayden Mena
ayy nooo, ellos de causan mucha risa🤣🤣🤣
2023-10-22
0