Capítulo 9

Al escuchar esas dos palabras, mi corazón se encoge y cuando respondí un "Te amaré por siempre, Maranatha".

Una explosión se oye dentro del salón de fiestas.

La chica horrorizada corre hacía allí. Yo la detengo y al tratar de calmarla, veo sus ojos desesperados.

Dicen que los ojos son la puerta del alma, y ella se a caracterizado por demostrar mucho con sus hermosos luceros.

—Tranquila. Vamos a salir de acá. No te pasará nada.—le digo intentando calmarla, pero ella trata de zafarse de mi agarre.

—Por favor, Shin y Sila están allí. Por favor. Quiero ver si están bien. Darían, suéltame.

—No lo voy a hacer, Marina.—le digo firme.—El señor Shin, me dijo que la protegiera y eso es lo que haré.

Mientras teníamos esta discusión, las puertas del salón se abren y comienzan a salir los invitados corriendo horrorizados.

Al ver esto, ambos nos sentimos un poco aliviados.

—Sila...—dice Mara y mira a la chica quien viene asustada hacia nosotros.

—Señora, será mejor que se vaya.—habla asustada.

—No me voy a ir sin mi esposo, Sila.—le digo y le miro a los ojos.—¿Dónde está Shin?.

—Princesa Marina, debería irse por su seguridad.—evita mi pregunta.

—No te pregunté eso, Sila. ¿Dónde está mi esposo?.—la tomo de los hombros y la obligo a mirarme.

Ella simplemente se niega a cruzar miradas.

—No... ¿Es broma?.—Siento una presión en mi pecho.—Shin... él está bien. Estoy segura.

Cuando Darían me va a tocar para hacer que nos vamos, yo le doy un golpe con mi tacón y corro hacia dentro del salón.

Al llegar allí, veo a dos hombres con espadas y a Shin en el suelo malherido.

El salón está prendido en llamas.

Yo me escondo por impulso y me saco los tacones para no hacer ruido.

—¿Para quién trabajan?.—pregunta Shin con rabia.—¿Con mi tío?, ¿planean hacer un golpe de estado?.

—Escucha, Príncipe. Realmente ese no es el objetivo. Hay muchas personas que desean no verte más. El pueblo se cansó de tener que aceptar a un nuevo gobernador solo porque es de sangre real.

—No te creo. Sé muy bien que el pueblo sabe de donde vengo y que no crecí entre lujos. Dile a mi tío, que si el pueblo tuviera voz para elegir a un gobernador, sería a mí. Ellos prefieren a alguien que haya vivido sus necesidades en carne propia y no a un maldito egoísta que se ha estado haciendo con los impuestos que pagan.

—No creo que te elijan a ti. Ellos suponen que mataste a la familia real imperial.—lo golpean en el estómago y Shin tose sangre.

—Malditos bastardos, si me van a matar háganlo. Saben que de alguna manera volveré, saben que si me lo propongo puedo ser hasta inmortal, imbéciles. Morí mil veces en la guerra, ustedes no se comparan con ella.

—Veamos si realmente eres inmortal.—dice uno y levanta la espada, cuando la van a cruzar en su cuerpo.

Yo tomo un candelabro que estaba con el piso, corro hasta el hombre y le golpeo la cabeza.

—Esa mujer...—dice el hombre golpeado. Me mira de pies a cabeza.

—Es la princesa.—responde su compañero y el hombre que golpeé comienza a reír.

—Tienes agallas, mujer.—dice acercándose a mí.

Yo tomo la espada que se le cayó y lo amenazo con ella.

—No te acerques.—balanceo la espada haciéndolo retroceder.

—No eres capaz de matar ni a un mosquito, mujer.—se burla de mí.

—¿Qué no soy capaz?. Vengo de un lugar en donde sí matas a alguien, no importa quien seas, las leyes son iguales para todos. Acá tengo una ventaja, si tengo un título bueno, puedo parecer inocente solo por ser princesa. Es decir, si los mato, no me culparán.—digo pensando en los libros que leí.—Avisarles que tengo irá acumulada porque la vida a sido injusta conmigo. Así que no me provoquen.

Los hombres piensan en lo que dije, pero después se ríen.

—¿Qué nos vas a hacer?, eres mujer. Tienes menos fuerza que nosotros.

—¿No han oído que cuando una mujer se enoja, hasta los demonios y los dioses le temen?.—digo y con la espada apunto a los geniales de uno de los hombres.

Ay, mamita. ¿En que me metí?.

"Mara, si alguien te molesta. Sea niño o niña, ya sabes.; Corto, con fuerza y a la nariz."

Mami, no puedo hacer eso con una espada.

"Hija, te felicito que hayas golpeado al chico, pero, ¿a la directora?.

—Mamá, ella no quiere expulsarlo solo porque tiene dinero. Él me acosa y me molesta.

Entiendo, a la próxima que ese chico te diga algo; Maranatha, 'una patada directa a tú ya sabes donde' y si me mandan a buscar. Yo no voy a dejar que te expulsen, porque yo te sacaré de esa escuela y te cambiaré a una mejor".

Cuando el hombre se da cuenta que bajé la guardia, se acerca con intención de dañarme, pero antes de que me haga algo...

Shin se levanta, le corta la garganta y después me abraza que para que no vea el cuerpo degollado.

Mientras estaba abrazada por Shin y en shock por lo que acabo de ver.

Logro escuchar a Darían que también mata al otro hombre, además escucho como llegan demás guardias.

Cuando ya salgo un poco del shock, puedo por fin comenzar a llorar del miedo y de la impresión.

—Tranquila, cariño. Lo hiciste bien. Gracias por ayudarme.—dice Shin en mi oído.—Ya pasó...—me acaricia la espalda.—Fuiste muy valiente.

Tapando con su cuerpo mi visión, salimos del salón y llegando afuera.

Me mira a los ojos.

—Dile a Sila que te lleve con el doctor real para que te revise.—dice y noto que su respiración es irregular y está sudando.—me alegra que no te haya pasado nada.

Dicho esto, pierde la conciencia y cae en mis brazos.

Obviamente por el peso, tuve que acomodarlo en el piso.

—¡Ayuda, el príncipe Shin está herido!.—grito y comienzo a llorar esperando que no le pase nada grave.

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