No, no tengo nada planeado.
—Marina, ven. Baja de esa escultura. ¿Eres una princesa o un mono?.
—Shin, es que de acá se ve el palacio. Se ve muy lindo.—me dice sonriendo.
Es una molestia.
—Vamos al mercado.—le ordeno.
Ella se baja y me sonríe. No sé como puede saltar y andar encaramandose en las esculturas con ese vestido.
—¿Al mercado?.—pregunta.
—Sí, vamos al mercado.—le digo mientras la tomo del brazo.
Nos paseamos por el mercado, es prácticamente inevitable que no nos miren.
Hace mucho tiempo que no vengo a visitar a los campesinos y plebeyos.
Estoy muy feliz, hace mucho tiempo que no veía a gente "normal".
También, hace mucho tiempo no salía libremente.
El aire se siente menos pesado que en mi época. Obviamente, si aquí no hay tanta contaminación.
Iba caminando del brazo con Shin, cuando un niño me tira un poquito el vestido.
Yo me detengo y le miro.
—Usted es muy hermosa, Señorita.—yo me agacho para quedar a su altura.
—¿Tú crees?.—le sonrío.
—Si, cuando crezca me quiero casar con usted.—dice y me coloca una rosa detrás de la oreja.
Déjà vu
"—Maranatha, deberías dejar de ser tan fiera. Debes ser una señorita.—me dice mi princesa Marina.
Estábamos paseando por el mercado cuando me tiran del vestido.
—Señorita, usted es muy hermosa.—me dice un niño pequeño. Yo me agacho para quedar a su altura.
—Cuando sea grande, quiero casarme con usted.—dice el pequeño y coloca una rosa detrás de mi oreja.—Eso dice el chico de allá.—apunta a una esquina."
—Marina, ¿pasa algo?.—pregunta Shin sacándome de mis pensamientos.
—No pasa nada.—sonrío y miro al pequeño.—Lamento decepcionarte, pero ya estoy casada.
—Ese hombre me dijo que diría eso.—apunta a una esquina y veo a un hombre con un sombrero apoyado en una pared.
Yo me saco un colgante que llevo puesto y se lo entrego al niño.
—Dale esto a ese hombre y...—saco unos dulces de mi bolsa.—esto es para ti, pequeño.
El niño se va y Shin, me mira intrigado.
—¿Quién es?.—pregunta frunciendo el ceño.
—Es solo un vagabundo tratando de obtener dinero. No te preocupes mucho.
—Ojalá sea así, recuerda que ahora eres mi mujer.—dice Shin serio.
—Lo sé, y tú recuerda que eres mi hombre.—sonó peor de lo que pensé.
Shin se trapica de la impresión y me comienzo a reír.
—Sonó terrible, lo sé.—le tomo del brazo.—vamos a seguir recorriendo el mercado.
—¿Te había dicho que eres muy infantil?.—pregunta Shin.
—No lo habías dicho, ¿lo soy?.—río y voy a ver una de las ferias artesanales de allí.
Parece campesina conociendo la capital.
No sé sabe comportar para nada.
...
Al final no fuimos a la tienda de ropa ni de joyas, estuvo pegada mirando un show ambulante.
Ahora tenemos que almorzar, y me da vergüenza llevarla a ese restaurante.
—Shin, tengo hambre. ¿Almorcemos allí?. Supongo que no te importa comer en un lugar no elegante.—apunta al restaurante que la quería llevar.—Comida es comida, uno con hambre come lo que hay y donde sea.
Esta mujer tiene un alma tan humilde, no parece princesa. Generalmente, las mujeres de su estatus son materialistas y muy arrogantes.
—Comamos allí. Vamos.—la tomo de la mano y la dirijo.
Entro y el ambiente es tan familiar.
—Señor, Señora. Bienvenidos.—saluda un anciano. Yo asiento y recorro el lugar hasta encontrar la mesa en la que solía sentarme siempre.
—Bien, Marina. Pide lo que quieras.—le digo y le paso el menú.
La chica revisa y sonríe apenada.
Veo que aún me cuesta acostumbrarme a leer en este idioma tan extraño.
Levanto la mano y una chica morena viene.
—¿Qué va a pedir?.—pregunta sonriendo.
—¿Qué me recomiendas comer?. ¿Cuál es el plato estrella de hoy?.—pregunto.
Debo practicar más el leer...
—Mmm...
La chica lo pensó un poco y después me dijo el nombre de un platillo.
Shin pidió lo mismo y ahora estamos esperando la comida.
Cuando llegó, sonreí por lo exquisito que se veía.
—Esto se ve delicioso.—dice Shin y por primera vez le logro ver una sonrisa genuina.
—Te ves guapísimo si sonríes, deberías implementarlo en tu vida.—le digo y este enseguida se coloca serio.
—Marina, hoy cenaremos con tus padres. No les cuentes que comimos aquí. Si no pueden enfadarse o algo.—me advierte.
—Está bien...—vendrá ese asqueroso hombre. Mi ánimo volvió a ser bajo.—Iré al baño, enseguida vuelvo.
Me dirijo al baño y de tan solo recordar las veces que ese viejo decrépito me tocó, me vienen náuseas y termino vomitando.
Ese asqueroso hombre... Y ni siquiera puedo defenderme porque me tiene entre la espada y la pared.
Mientras vomitaba, sentí que unas manos fuertes sujetaron mi cabello y me acariciaban la espalda.
—Mara, no creo que esto de ser princesa sea bueno para ti.—escucho una voz familiar, me volteo y veo mi colgante que le di al niño para que se lo entregara a ese hombre.
Es Darián, mi primer amor. Crecimos juntos y prometimos casarnos, lástima que yo ahora...
—Darián... ¿que haces aquí?.—pregunto sorprendida.—No deberías estar en este país.
—Veo que la tortura de verte casada con otro hombre es mi castigo por ser un cobarde. La vida me está castigando.—suspira y con su pañuelo limpia mi boca.
—No has respondido a mi pregunta.—le digo mientras miro sus ojos cafés.
—Eso se responderá solo. Maranatha, te extrañé.—me abraza fuertemente y besa mi cabello.—No sabes cuanto he pensado en ti este último tiempo.
—Darián, te pido que no me trates así, no te acerques de esta manera. Shin puede venir y vernos, me traerás problemas.—le empujo y vuelvo con mi esposo, bueno, con el esposo de Marina.
—¿Estás bien?.—pregunta Shin sirviéndome agua.—te ves pálida.
—Estoy bien.—finjo una sonrisa y comienzo a comer.
Realmente verlo hace que sienta un vacío en mi corazón.
Con Darían crecimos juntos y ambos nos gustábamos, pero él se fue a reclutar para ser de la guardia real y perdimos contacto.
Cuando Marina falleció nos volvimos a ver y cuando se enteró de que me tenía que hacer pasar por ella y casarme, solo se limitó a decir que estaba bien e incluso me felicitó por la boda.
Lloré toda esa noche, acababa de perder a mi mejor amiga y a mi primer amor ese mismo día.
—Oye, quédate tranquila. No te pasará nada. Prometo protegerte con toda mi fuerza y la de mi estatus. Tu padre no volverá a dañarte.—dice Shin y toma mi mano.
De alguna manera es reconfortante estar a su lado, aunque no sintamos nada entre nosotros.
—Gracias, Shin. Eres un buen esposo.—le sonrío y aprieto ligeramente su mano.
Cruzamos miradas y la desviamos de inmediato.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 20 Episodes
Comments
Hayden Mena
ayy noo espero y no la viole el maldito viejo ese
2023-10-23
1
Angela Cortes
debería decirle la verdad sino el vejete intentará violarla
2022-12-21
1
Soledad Rodas
mmm presiento nacimiento de una chispa nueva
2022-10-22
3