La duquesa Silvein no tenía planeado ir al Festival de la Primavera en Verlur. Solo leyó la invitación de reojo, iba a dársela a su esposo para que fuera. Inesperadamente, había una nota extra solo para ella.
—“Alguien conspira contra usted, pero tiene una amable vecina que se lo dirá” —la duquesa Lershe cito las palabras de la nota—. Tiene mucho valor para escribir algo así, duquesa Verlur.
—Solo es lo que dice: tiene una amable vecina.
—Y según usted, ¿quién conspira contra mí?
“Me alegra que sea directa”, pensó Diannel. “Nada me da más rabia que repetir o explicar las cosas paso a paso. Por eso, esta mujer no es alguien a la que debería quitarse el tiempo. Aun me falta mucho para que las demás personas capten lo mismo de mi”.
—Su esposo, junto a sus tíos, su prima y el príncipe heredero —le dijo sin rodeos.
—¿Cómo? —Silvein abrió los ojos de sorpresa— ¿Mi esposo?
—Sí. Todos ellos planean derrocarla y quedarse con el ducado Lershe.
—¿Tiene pruebas de eso?
—No, duquesa. No tengo ni una prueba de eso.
—¿Y espera que le crea solo por decírmelo? ¿Al menos me dirá cómo se enteró?
—No me creería si se lo dijera.
—Parece que me ha hecho perder el tiempo —Silvein se levantó—. Me hace venir aquí por un asunto delicado del que no tiene pruebas.
—Aunque no tuviera pruebas, no le haría mal averiguar. Para que vea que no soy tan loca como piensa, le diré que su esposo le ha estado envenenando para dejarla estéril. El planea pedir el divorcio con eso pero no perderá el título de duque si tiene el apoyo del príncipe heredero. Además, se ha estado viendo con su prima y ¿se imagina qué pasaría si ella se embarazara? Serían los hijos de esa jovencita los que heredarán la fortuna de su familia.
—¿Y aun así no me dirá cómo sabe todo esto?
—Ya se lo dije: no me creería si se lo dijera. Pero lo dejo a su criterio. Como duquesa de Lershe no le será difícil averiguar si su supuesto esposo marioneta ha codiciado su apellido. Y cuando vea que es verdad todo lo que dije, me deberá un favor.
“La única prueba de todo lo que me ha dicho, es el hecho de que no he podido embarazarme”, pensó Silvein. “Aun así, si esto fuera cierto, si mi esposo me ha estado envenado, ¿Cómo no lo vi? ¿Será que he bajado la guardia por mi desesperación de tener un hijo?”
—Supongamos que es cierto —le dijo Silvein—, ¿Qué me pedirá a cambio?
—Como formalidad, me gustaría hacer negocios con usted, en nombre de mi esposo.
—No es nada difícil, sus minas aumentarían sus ingresos y dependiendo de los productos, también los míos —Silvein se inclinó hacia adelante un poco, mostró una sonrisa sutil—. Eso es una formalidad común y corriente, pero solo es en nombre de su esposo.
—Así es.
—¿Y qué es lo que quiere realmente? No me importa lo que digan los rumores, ya confirmé que no es como dice el resto. Y alguien como usted, que me dice algo tan escandaloso sin prueba alguna, debe querer algo más que un simple negocio.
—Se lo diré a su tiempo, duquesa Lershe. Por ahora comprenderé si decide faltar al evento de mañana y confirmar mis “escándalos”.
—No, algo me dice que debería quedarme hasta mañana. Por ahora, pensaré en lo que me ha dicho y ya confirmaré la verdad de todo —Silvein se levantó y avanzó hasta la puerta—. Pero si me ha mentido, considéreme su enemiga, duquesa Verlur.
—No me arriesgaría a eso, por eso no temo nada. Le dije la verdad apenas me enteré, ¿no soy una gran vecina? Hasta podríamos ser amigas.
—¿Amigas? —Pregunto cómo burla—. Temo que debería conocer los límites.
—Estoy harta de los límites —Diannel le respondió con una sonrisa.
—Otra cosa que tenemos en común. Hasta pronto, fuquesa Verlur —Silvein abrió la puerta y se fue dejando sola a Diannel en su oficina.
“¿Notó también odio perder el tiempo? No esperaba menos de la Cierva Indomable”.
Esa noche, Diannel no pudo dormir por toda la gente que se hospedaba en el castillo. Trato de pensar en las cosas buenas, como lo mal que la paso Carmina, pero en el fondo seguía angustiada. Cuando amaneció, estaba en su escritorio revisando los últimos papeles para comenzar el juicio contra a esos nobles. Deseaba acabar todo en el primer día para no alargar el proceso hasta meses. No estaba dispuesta a perder el tiempo con terceros insignificantes en su vida.
—Buenas días, mi señora —Susan y Maydi entraron radiantes para el último vestido.
A diferencia del excéntrico vestido de anoche, el de la ceremonia era más sencillo y cómodo que el anterior. Aunque era blanco, tenía flores grisáceas, no había un escote atrevido; la parte superior no mostraba tanta piel y tenía mangas hasta los codos. La parte atrevida estaba al frente del vestido: era corto y mostraba sus rodillas, mientras que la cola del vestido era larga, pero no tocaba el suelo. La joyería solo constaba de una joya celeste con una cadena de oro delgada.
—¡Otra vez se ve hermosa, mi señora! —exclamó Maydi entre brincos.
El pueblo de Garsha era el más grande y cercano al castillo, las personas armaban un escenario donde un sacerdote bendecirá a la familia Verlur, daría un discurso para las personas y rezaría para dar inicio al festival. Para la suerte de la gente común, era más que suficiente usar una prenda blanca, flores o llevar máscaras.
—Se ve hermosa con el cabello suelto —le dijo Susan—, pero con el calor que hace, espero que no le moleste esta cola alta.
—Buen trabajo Susan —le dijo Diannel mientras se miraba al espejo—. Maydi, llama a los comandantes, debemos revisar que todo esté bien. Los esperaré en sala de reuniones.
Maydi se fue mientras Susan terminaba los últimos retoques. Y una vez lista, Diannel se dirigió a la sala de reuniones acompañada de su escolta, quien alabó su belleza en el camino. Luego, en la sala de reuniones, el mayordomo le dijo que todo estaba tranquilo. Los invitados disfrutaban de su desayuno, pero mostraron su disgusto al no estar los anfitriones presentes.
—Duquesa —le dijo el mayordomo antes de irse—, su hermano me envió un mensaje. Dijo que quería hablar con usted luego de la ceremonia. Tiene algo importante que decirle.
—Dile a mi hermano que enviaré a mi doncella para que lo lleve a un lugar menos concurrido. Y si realmente tiene algo importante que decirme, que me espere ahí hasta que yo llegue —el mayordomo asintió y siguió su camino.
“¿Cómo tomó el diario de su madre? El contenido fue impactante, hasta para mí. Pero si tengo razón, si Vladimir idolatra tanto a su madre, entonces él debería…”
—Mi señora —Susan interrumpió sus pensamientos—. Los comandantes y Luis llegaron.
En cuanto ellos entraron, no pudieron evitar mirar la apariencia de la duquesa bastarda. Desviando la mirada, tres de los comandantes se sentaron, mientras que los más jóvenes, Thomas y Hans, permanecieron de pie junto a Luis y Héctor.
Maydi camino hasta su hermana mayor, junto a su señora, quien, desde una gran ventana, miraba el pueblo de Garsha decorado con el blanco y florales en un silencio interrumpido por Luis.
—Cielos, duquesa —se acercó a ella vistiendo un elegante y simple atuendo, como el duque—, se ve muy hermosa. Su esposo la ocultó bastante bien ¿no?
—Hiciste un buen trabajo anoche, hasta superaste mis expectativas —le respondió la duquesa—. Y ahora esperas un aumento ¿no?, eres tan obvio, Luis.
—No me juzgue, mi señora —Luis se hizo el ofendido con una pésima actuación—. El dinero y el placer es lo que motiva a un hombre como yo.
—¿Sientes placer de fingir ser el duque? —sir Cristian se molesto.
—Siento placer de hacer un gran papel —le respondió—. Debo interpretar a un hombre demasiado interesante. ¡Y es todo un reto! Los datos que me dieron ustedes, comandantes, no fueron suficientes. Las cosas que unos decían no encajaban con lo que otros decían.
—Tal vez algunos no llegamos a conocerlo tan bien como otros —habló sir Alexander—, pero es nuestro señor y sabemos lo suficiente de él para seguirlo hasta la muerte.
—Que honorable —dijo Luis y luego miro a la duquesa—. Aunque me hubiera gustado detalles más personales. Nuestra señora, aquí presente, ni siquiera me dejó formular preguntas simples. Tenía tanto miedo anoche, no sabía como la halagaba su esposo.
—Luis… —ella lo interrumpió—. Eres lo suficientemente listo como para saber cómo es mi relación con mi esposo. Así que deja esa mala actuación, se que haces mejor tu trabajo.
—Perdóneme mi señora, yo solo quería matar este silencio. ¿Qué mejor tema que el hombre que hace que todos trabajen juntos? Incluso hace que los hombres aquí presentes sean más respetuosos con usted.
—¿Más respetuosos? —Diannel se rió y miró a cada uno de los comandantes—. Los únicos hombres que me han tenido respeto son tan pocos que de verdad da pena.
—¿Y su esposo está incluido en ese grupo? —Luis no tuvo reparo al preguntar eso.
—Cuida lo que dices… —Sir Andreas se molesto.
—Su excelencia nunca golpearía a una mujer —hablo Thomas—, menos a su esposa.
—Entonces… —Luis miro a todos los presentes— ¿Debo ser menos cariñoso cuando sea él?
—Serás conmigo como lo son la mayoría de los hombres con sus esposas: frente a todos dirás que te importo como para recordar mi nombre. Y no debes preocuparte, a todos en esta sala les consta que para él no fui más que una intrusa con la que se casó en contra de su voluntad.
—No se menosprecie, mi señora —Luis se acercó a ella y se colocó la máscara para disimular ser su esposo— Me está diciendo que si él estuviera aquí, ahora mismo ¿no la miraría con los ojos más apasionados? —La actuación fue tan buena, que esa mirada celeste y falsa le parecieron reales a Diannel por la frialdad tan familiar en ella.
—Brillante actuación —ella volteó la mirada—, pero él ama muchas cosas y yo nunca estaré entre ellas. En ese corazón tan bondadoso no hay lugar para una mujer que odia—. Luis le sonrió y se sacó la máscara para dejar de actuar y hablar con sinceridad:
—Todos los hombres caen ante la belleza y nunca será igual lo que ve uno a lo que ve el resto. Pero cambian sin importar lo que sean. Si es ignorante ¿no cuestionaría sus ojos ciegos? Si es culpable ¿no redimiría el mal que hizo? Si es codicioso ¿no enloquecería por tenerlo? Si es mentiroso ¿no lucharía contra sus mentiras? Y si es inocente ¿no viviría un sentimiento tan cálido?
—Tal vez, la belleza de mi esposo es el ducado que tanto ama —le dijo Diannel.
—Si fuera cierto, ¿Por qué no cambiado? —Luis tomó distancia—. Porque todos cambian, hasta la belleza se transforma para un final feliz o trágico. Y no me gustaría que usted cambiara, mi señora. No la veo en un final feliz de cuento de hadas, pero tampoco le deseo nada trágico.
“¿Cambiar ante la belleza? Es cierto, yo cambie ante la maravillosa y resplandeciente belleza del odio. Sin embargo, no es lo mismo si se trata de mí. Siempre ha sido lo mismo para todos los que conocí en el pasado: odiarme sin conocerme, hablarme o preguntarme. No volveré a pedir afecto solo por las palabras de un actor. No tengo porque esperar el afecto de alguien más”.
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Updated 125 Episodes
Comments
Bertha Ramirez
siiii. Diannel, destruyelos a todos
2024-07-02
1
Letty Crl
Una sonrisa sincera. ya muy pocos la otorgan.
2023-03-06
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Anny Gaona Parra
que pesar pero me alegro que por un momento sea feliz ☺️☺️☺️☺️
2023-01-30
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