CAPÍTULO 16

Cuando los anfitriones dieron su primer baile, los demás invitados se unieron totalmente maravillados por los pétalos que caían del techo. Una idea que Carmina pensó bien, pues tenía planeado que cayeras rosas blancas y rojas. Sin embargo, no tuvo tiempo de quejarse cuando noto como el príncipe heredero la miraba y con la cabeza le señaló un balcón. Sutilmente, la pelirroja entró ahí esperando al hombre de sus sueños varios minutos.

—Joharel… —saludo Carmina sonrojada.

—Carmina —Joharel susurro su nombre gentilmente— ¿Debería tirarte de este balcón? —y el tono amable fue reemplazado por uno lleno de ira y peligro.

—¿Cómo dices…?

—Creí que había mucha confianza entre nosotros. Pero me entero por otros que tu media hermana tomó las minas, una fuente de ingresos que debía ser mía. Además, cerró el castillo para evitar que se supiera el estado del duque.

—Yo-yo no…

—Fueron el marqués Helshen y su santidad los que me informaron de todo. Pero tú no, me respondiste que todo marchaba bien a pesar de que tu hermana te negó el acceso al castillo.

—¡No quería preocuparte…!

—Baja la voz —le advirtió Joharel—. ¿Acaso intentas ponernos al descubierto?

—No… claro que no —Carmina intentó abrazarlo pero él la detuvo—. Nunca haría nada que te perjudicara, yo te amo…

—Si me amas, ¿Por qué no haces las cosas correctamente? Estuviste de fiesta en fiesta en la capital persiguiendo a mi prima Rosenia en vez de hacer firmar a tu hermana los papeles. Si hubieras ido con ella antes, ahora mismo sería el dueño legal de esas minas. ¿Acaso fueron tus estúpidos celos los que te hicieron actuar así?

—No… yo solo… solo creí que sería mejor aprovechar luego de que mi cuñado muriera para hacerla firmar. Así no habría nadie a su alrededor que la detuviera…. Yo-yo… yo lo intente…

“No, nunca fui a ese horrendo castillo por el” pensó en su cuñado: el duque de Verlur. “Pero no puedo decirle a Joharel porque evito a ese hombre. Si lo hago, va a matarme”.

—Te dije que no actuaras por tu cuenta. Solo debías obedecer sin refutar.

—Lo-lo siento… pero no creí que haría todo esto… ella siempre me hizo caso…

—Pues está claro que cambió —Joharel suspiro y se quitó el antifaz—. Dime algo, ¿todo lo que tenías para ofrecerme era la ingenuidad de tu media hermana?

—No… —Carmina tembló y se aferró al brazo de Joharel—. Tengo mucho que ofrecerte solo… solo dame otra oportunidad. Dime qué quieres que haga y lo-lo haré. Pero no me dejes…

—Carmina —el príncipe limpio sus lágrimas con cuidado—. No voy a dejarte, solo temo que desperdicies tus talentos. Eres alguien muy capaz, por eso te elegí a ti.

—Lo sé… lo sé —Carmina se limpio las lagrimas—. Perdóname, haré mejor las cosas ¿sí?

“Has perdido tu única ventaja, Carmina”. Joharel abrazo a la pelirroja para calmarla. “Ahora solo queda sacar lo que pueda de ti hasta que no me sirvas para nada”.

—Baila con el supuesto duque de Verlur y trata de quitarle su máscara —le susurró.

Joharel sabía que tomaría bastante tiempo volver a empezar con Verlur de nuevo. Incluso pensaba que sus espías ya estaban presos o muertos. Todo lo que le quedaba era lo poco que saco de las minas y las ganancias de los negocios ilegales del marqués Helshen. Aun así, tenía hasta la mañana para sacar esa máscara antes de que la duquesa alejara al suplente de la vista de la multitud.

Si tal plan no funcionaba, aún podía revelar el engaño de la duquesa con calma, el príncipe no tenía prisa. La mayoría de los nobles en la capital lo apoyan y mediante Carmina tendrá al ducado Arank. Pronto Lershe estaría en su poder y si el plan de su madre funcionaba, Raintras sería suyo mediante el matrimonio con su prima.

“¿Qué es perder un ducado cuando tendré tres de mi lado?”

Con cuidado, Joharel y Carmina se fueron del balcón en distintos tiempos para evitar sospechas. Como vino sin acompañante, muchas damas se le acercaron para tratar de que él las invite. Pero tenía otros planes, sus ojos rojos buscaron a la mujer cuya belleza superaba a todas.

—Duquesa Diannel —Joharel extendió su mano— ¿Me permite esta pieza?

—Cuñado, ¿no vas a invitarme a bailar? —pregunto Carmina desde el otro lado muy confiada al saber que no hablaba con el verdadero duque Verlur.

Con rapidez, Diannel le susurro a Luis: “házla caer y vete”. Luego, sonrió ante el pedido del príncipe y tomó su mano sabiendo que no podía rechazarlo.

—Maravillosa fiesta —le dijo Joharel mientras comenzaban a bailar.

—Gracias alteza.

Por un momento, ambos se quedaron en silencio mientras bailaban entre tantas parejas. Y una en particular, era la del suplente y Carmina ytal como la duquesa se lo ordenó, Luis provoco que la arrogante princesa fallara en el baile.

Al principio, Carmina logró reponerse antes de caer frente a tantas personas. Aún no se rendía en quitarle la máscara al suplente, no quería decepcionar a Joharel. Pero Luis terminó engañándola en el baile, desequilibrarla y hacerla caer. Entonces, el salón se quedó en un enorme silencio, todos los ojos miraron a la princesa y ella no se sentía capaz de levantar la cabeza.

“Me pregunto si la duquesa me dará un aumento por esto” pensó Luis.

—Vaya cuñada —dijo Luis sonriente— ¿los bailes de Verlur eran demasiado para ti?

—Yo… —a Carmina le temblaban las manos— yo…

—Vamos —Luis le extendió la mano— arriba cuñada. Debes descansar.

Carmina, tragando saliva, tomó la mano del suplente, pero aun mantenía la mirada abajo. Pero esa mirada tuvo que levantarse cuando los comentarios burlones de los resentidos nobles de Verlur fueron fuertes. Busco a Joharel con la mirada, pero solo vio sus ojos indiferentes.

“No lo logre”, pensó Carmina “No logre hacer algo tan fácil… cada vez que intentaba tocar la cuerda de su máscara, él me hacía tropezar ¡Maldito!”

—No se sienta mal —le dijo Luis—. Le doy sesenta puntos por su danza. Si me disculpa, creo que me ha pasado su cansancio, me retiro.

La humillación de Carmina fue perfecta para que Luis se fuera con los comandantes. Nadie pensó en detenerlo por estar ocupados riéndose de la princesa de Arank. Incluso el marqués Helshen no alcanzó al suplente. Solo dos comandantes se quedaron atrás: sir Alexander y sir Andreas.

—Disculpen —Giovanni se dirigió hacia ambos— atrapamos a dos sirvientes.

—De acuerdo —le respondió sir Alexander—. Sobre la duquesa…

—Yo protegeré a mi señora —Giovanni lo interrumpió—. No tienen que pensar en ella, caballeros —dicho eso, Giovanni se retiró para estar más cerca de su señora, quien ya acabaría de bailar. Los dos comandantes fruncieron el ceño ante la falta de respeto del mercenario.

—Creí que el capitán Héctor sería el escolta de la duquesa —dijo sir Andreas.

—Ella lo ha estado evitando —le explicó sir Alexander—, pero él  no se ha rendido. Lamentablemente, se aprovechó de su determinación para hacer que vigile al actor.

—Ensucia el honor de los caballeros de Verlur al dejar que un Arkent use nuestro uniforme y la escolte. Todos los aprendices y caballeros se sintieron indignados al saber quien escolta a la esposa de su excelencia —sir Andreas volteo a ver a la duquesa—. Aunque haya cambiado, su actitud hacia los demás está peor.

—Bueno, ¿dónde estaríamos de no ser por ella?

Diannel se excuso con el príncipe fingiendo cansancio. Luego, habló con sus doncellas, a Susan le pidió que llevara a la duquesa Lershe a su oficina. Y a Maydi le ordeno seguirla para ayudarla a cambiarse.  Antes de subir por las escaleras, la duquesa  noto a tres hombres dispuestos a seguirla. El cansancio era demasiado como para echar a los comandantes Alexander y Andreas. Pero fue la mano de Giovanni la que tomó para irse. En la soledad de su cuarto, con tres hombres vigilando su puerta, Maydi comenzó a ayudar a su señora a cambiarse por un vestido más cómodo.

En el castillo solo se hospedan los invitados de otras tierras. Así que, la habitación del duque estaba estrictamente vigilada por soldados en la puerta y ventanas, y adentro estaban los tres comandantes con su esposo durmiente. Luis  era custodiado por sir Héctor en otra recamara. Y en los calabozos del castillo, estaban los empleados arrestados de sospecha y el sacerdote Elías.

—¿No deberían interrogar a los empleados que se arrestaron hoy? —preguntó la duquesa.

—Sir Hans es más que suficiente para eso —le respondió Andreas.

—Les dije que no eran necesarios aquí, mi señora —habló Giovanni— ¿Debo…?

—Estoy muy cansada para discutir. Maydi, puedes ir a dormir.

La duquesa llegó a su oficina, los tres hombres se quedaron afuera. Pronto Susan salió a esperar junto a los demás. Y estando completamente solas, la duquesa de Lershe la miró fríamente para esperar a que hablara del motivo de su reunión.

—Lamento la espera, duquesa Lershe —Diannel se sentó en un sofá frente a su invitada.

—Hace que mi curiosidad me domine, duquesa Verlur, y eso no me gusta.

Silvein Daphni Lershe, de 27 años, tenía las características de su familia: desde el cabello castaño brillante hasta los ojos ámbar. Como única hija del anterior duque Lershe, tuvo que casarse para ser duquesa. Su actual esposo era un noble inferior que solo le servía como marioneta para tener un hijo. Sin embargo, lo que Diannel sabía es que a Silvein la estaban engañando.

Cuando perdió a sus padres a una edad temprana, la hermana de su madre vino con su esposo y sus dos hijos para vivir en el castillo. La pequeña princesa se creyó todas las palabras de apoyo y afecto de sus tíos y primos. Pero pronto supo que eran mentiras.

Primero, comenzaron a despedir a los más leales sirvientes del castillo para dejar sola a Silvein. Su tío no podía ser el duque y eso le generaba ira que descargaba en ella frente a varios ojos. Su tía se encargaba de hacerla sumisa mediante castigos e insultos, afirmando que su futuro es casarse con su primo. Por tal motivo, la encerraban en el castillo para evitar todas las propuestas de matrimonio. Todo mientras miraba a su prima ser tratada como princesa. Y sus planes hubieran funcionado de no haber sido porque la princesa de Lershe heredó el orgullo de sus padres.

Silvein soportó por años y cuando se casó con su primo, sonrió de oreja a oreja frente a sus tíos. Ya que ninguno podría disfrutar de la riqueza de Lershe. Todo era para Silvein y ella no era tan tonta como para darle autoridad a su inútil esposo. Echo a sus tíos de su hogar ancestral y mantuvo a su primo hasta que un día murió accidentalmente. Volvió a casarse con otro hombre, uno al que podía controlar bien. Pues, para tener todo el poder de Lershe, Silvein tenía que dar luz a un hijo varón antes de sus treinta años. Por eso comenzaba a temer que tuviera algún problema.

Lo que no sabía Silvein, pero Diannel sí, es que la habían engañado. Sus tíos y su actual esposo hicieron un trato con el príncipe heredero para derribarla. En el pasado, fue acusada de ser estéril y un médico lo confirmó.  Su esposo se encargó de enfermarla junto a dos sirvientas. Con ese hecho publicado, el emperador le quitó el título a Silvein antes de sus 30 años.

Su esposo había embarazado a su prima, pero nadie la juzgo. Solo Silvein fue culpada por no quedar embarazada y no le quedó más opción que el exilio siendo perseguida por las risas de su prima alegando que sería la nueva duquesa de Lershe. Sin embargo, su historia no terminó ahí. El mismísimo 2º príncipe le extendió la mano a cambio de su brillante mente. Hubo un trato entre ambos, pero nadie más que ellos lo sabían: un matrimonio político sin hijos.

Cuando el 2º príncipe derrocó a la familia imperial, Silvein se coronó a su lado como Emperatriz. Y lo primero que ella hizo fue masacrar a sus tíos, su prima, su ex esposo y sobrinos. Quemó el castillo de su familia con todos ellos dentro. En aquel tiempo, ya nada le importaba, porque su sueño de ser madre había sido destrozado. Silvein solo miró a su esposo, un cruel tirano, destruir el Templo y al imperio. Pensó que así sería su vida, hasta que un milagro la hizo cambiar.

—¡Felicidades Emperatriz! —le dijo un médico sonriente— ¡Está embarazada!

La noticia la hizo feliz, pero recordó quien era su esposo y que le dijo que no planeaba dejar que el linaje imperial Cafder prevaleciera. Todo debía morir con él como venganza hacia la familia imperial. Y Silvein sabía que aquel cruel hombre sería capaz de obligarla a abortar o solo matarla con su bebé. Por eso comenzó una rebelión que con esfuerzo, tiempo y apoyo logró su victoria.

Silvein se volvió Emperatriz regente, aseguro su vida y la de su hijo para que nada ni nadie pudiera quitarle su destino de portar la corona. Los actos que hizo para mantener controlados a los nobles, plebeyos y restos del Templo no la hicieron tan distinta de su fallecido esposo. También fue una tirana, pero fue más lista para evitar que alguien se rebelara contra ella. Solo la mató la vejez, pero vio crecer a su hijo, lo vio casarse y criar a sus hijos en un imperio pacifico.

Su hijo y sus nietos nunca tendrían que mancharse las manos con sangre como ella. Por eso, todos sus esfuerzos, los cadáveres que enterró y las injusticias que provoco no fueron en vano. Con ese pensamiento, Silvein murió pacíficamente a sus 98 años.

Diannel no sabía de su muerte, pero sí de la tirana que fue y del engaño que vive. No planeaba cambiar la personalidad de la mujer que tenía enfrente. Únicamente, quería su ayuda para asegurar la vida de sus doncellas y escolta una vez que se fuera. Y, si se da el caso, que la esconda y le dé una nueva vida. Mirando fijamente a Silvein, Diannel sonrió de oreja a oreja y pensó:

“Si el futuro tirano la busco antes, también la buscará ahora sin importar que sea duquesa o no. Por eso, tendré el apoyo de la futura pareja que destruirá el imperio y matará a todos mis enemigos. Abriré el camino hacia ese destino para que ocurra lo más rápido posible”.

Lo primero era ganarse su confianza y demostrarle que estaban en el mismo bando. Luego, se encargaría de presentar a los dos futuros tiranos lo más pronto posible. Dejaría claro las ventajas que ambos tendrían uniéndose para derrocar a sus enemigos y también los suyos.

“Ya sea que se casen o no, será suficiente con que sean aliados para derribar al 1º príncipe juntos. Sin duda son tal para cual, dos perefectos tiranos”.

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Comments

enith yojana garcia martinez

enith yojana garcia martinez

Carmina no se ha dado cuenta que esta recibiendo las mismas migajas que ella da a su hermana

2023-04-27

1

Elizabeth Avarsua

Elizabeth Avarsua

jajaja 🙊 te amo

2023-02-22

0

Anny Gaona Parra

Anny Gaona Parra

autora sama me encanta su novela y también sus imágenes a final de cada capítulo... muchas gracias 💜💚💛🧡😊💚💙🖤🤍♥️❤️🤎👌👌👌👌👌

2023-01-30

0

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Capítulos
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2 PRÓLOGO
3 PRIMERA PARTE: CAMBIANDO EL FUTURO
4 CAPÍTULO 1
5 CAPÍTULO 2
6 CAPÍTULO 3
7 CAPÍTULO 4
8 CAPÍTULO 5
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60 CAPÍTULO 57
61 CAPÍTULO 58
62 CAPÍTULO 59
63 CAPÍTULO 60
64 SEGUNDA PARTE: DULCE VENGANZA DEL CORAZÓN
65 CAPÍTULO 61
66 CAPÍTULO 62
67 CAPÍTULO 63
68 CAPÍTULO 64
69 CAPÍTULO 65
70 CAPÍTULO 66
71 CAPÍTULO 67
72 CAPÍTULO 68
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105 CAPÍTULO 101
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MAPAS
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PRÓLOGO
3
PRIMERA PARTE: CAMBIANDO EL FUTURO
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CAPÍTULO 1
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CAPÍTULO 2
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CAPÍTULO 3
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SEGUNDA PARTE: DULCE VENGANZA DEL CORAZÓN
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CAPÍTULO 108
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CAPÍTULO 110
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CAPÍTULO 111
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