CAPÍTULO 8

Diannel se tomaba un baño bien preparado por sus doncellas. Generalmente, debería ser bañada por sirvientas, pero ahora no soportaba que otras personas la tocaran. El tacto de Susan y Maydi no le era molesto, porque las jóvenes hermanas temían herirla y apenas le rozaban. La mano de Giovanni tampoco le resultaba repugnante, pero Diannel sabía que lo empujaría si llegara a abrazarla.

“Desde que llegue, el contacto con otros me resulta aberrante”.

Por eso, Diannel usaba guantes y se bañaba sola, su desnudez era algo que no quería compartir con otros ojos. Además, estaba muy feliz como para soportar más tiempos sus ganas de reírse. Había humillado al Supremo Sacerdote, lo dejó sin seguridad y ya no le tenía más miedo.

“Aunque intente vengarse, no tiene el tiempo para eso. Por ahora jugaré un poco con él”.

Diannel salió del baño envuelta en una elegante bata, sus doncellas la esperaban para secar su cabello, peinarla y ayudarla. De inmediato, ella notó que las dos querían decirle algo, sus caras tratando de evitar hablar pronto se volvieron molestas para ella.

—Hablen —les dijo— ¿Qué ocurre?

—Bueno… —Susan siguió secando su cabello—. Queríamos darle las gracias, pero pensábamos que unas palabras no eran suficientes…

—No es necesario. Habría sido la burla de todos si mis doncellas fueran bastardas.

—Pero nos dio una nueva vida —Maydi apareció con su ropa de dormir muy animada— ¡Por eso estamos agradecidas!

“Pensé que Maydi era tímida, ahora veo que es todo lo contrario ¿Será porque aún tiene 14 años? A su edad tenía que controlar mis expresiones frente a mi molesto padre”.

—Su lealtad es más que suficiente para mí. Si quieren pagarme, no me traicionen.

—¡Nunca lo haremos! —Grito Maydi— ¿Verdad, hermana?

—¡Por supuesto! —Respondió Susan, quién comenzó a cepillar el cabello de Diannel—. Ni miles de cuchillas en mi cuello harán que piense en traicionarla.

“¿Pero qué tal miles de cuchillas en el cuello de tu hermana? ¿Eso no haría que me traicionen? Bueno, por ahora estas miradas leales de ustedes y de Giovanni no son tan molestas”.

Ahora tenían otros nombres: Giselle Susan y Mikaela Maydi con el apellido Venei. Pero a las dos les gustaba que su señora las llamara por sus auténticos nombres. Así de encantadas estaban por la duquesa, por eso daban todo en sus clases. Querían tener modales perfectos, saber muchas cosas y conocer a su salvadora. Las sirvientas a su alrededor no paraban de comentar cualquier origen sucio que se les ocurriera para las dos. Sobre todo, señalaban la cicatriz de Maydi en su ojo izquierdo. Tal vez a la pequeña le habría molestado de no ser por las palabras de la duquesa:

—Las cicatrices cuentan una historia. La gente siempre tratará de adivinar esa historia. La cuestión es que tú nunca olvides la verdadera historia y el cómo te ha cambiado. Así te sentirás orgullosa de cada cicatriz en tu cuerpo.

Maydi no solo mostraba su cicatriz orgullosa, sino que dejaba en claro la posición de esas sirvientas y la de ella: doncella de la duquesa. Sobre todo, le gustaba decírselo a Aylin, la antigua doncella de la duquesa. La joven ganó ante esa sirvienta al decirle a su señora que se había quitado el pañuelo de la boca. Su castigo: fue trabajar en los establos y no el despido ya que Lola habló por Aylin delante de la duquesa quien accedió solo para ver sufrir a esa joven con el duro trabajo.

Un par de días había pasado y pronto llegaron soldados con cartas hacia Diannel y sir Cristian. Las minas habían sido tomadas, tres nobles arrestados y aún esperaban a los nuevos nobles que se encargarían en nombre del duque. Y mientras llegaban las noticias de que ahora las minas comenzaron a trabajar, una visita llegó al castillo semanas después.

—Mi señora —Susan entró a la oficina— Alguien exige hablar con usted.

—¿Esa persona está dentro del castillo? —fue la primera pregunta de Diannel.

—No, mi señora. Los guardias casi dejan que pasara, pero Maydi evitó que entrara.

—¿Y quién es esa molesta persona que no entiende que no pasará? —preguntó Giovanni.

—Pues dice ser hermana de la señora.

Diannel dejó de escribir, sonrió como una niña a la que le resultó graciosa su broma. Susan se relajo al ver la sonrisa de su señora. Temía que las regañaran por no dejar entrar a su hermana. Mientras que la duquesa pensaba, no esperaba ver el rostro de su media hermana  tan pronto. Pero decidio ir para reencontrarse con ella un corto tiempo. De camino hacia la entrada, recordó las manipulaciones que sufrió por parte de ella. Se dejó engañar para obtener algo de aprecio y le dio a su media hermana todo lo que quería sin oponerse o pedir algo más que un poco de afecto.

—¡Hare que te despidan, maldita mocosa! —gritó una voz femenina molesta.

—¡Ya se lo dije! —Respondió Maydi— ¡Mi señora ordenó que nadie saliera y entrara del castillo! Además, no recibimos notificación de que vendría su supuesta hermana.

—¡Yo no necesito invitación para venir aquí! ¡Soy la princesa Carmina Alí Arank!

—¿Y eso qué? Yo sólo obedezco órdenes de mi señora: la Duquesa Diannel Uma Verlur.

Diannel pronto llegó y vio a su hermosa y extravagante hermana mayor: cabello rojo fuerte y ojos verdes esmeralda, típicos en la familia Arank. En su pasado, hasta la vejez, la duquesa bastarda había olvidado casi todos los rostros de los que conoció, menos uno.

“Nunca olvide tu hermoso rostro, querida hermana. Y todo porque eres la persona que más ocupa mis pensamientos. Así de mucho me importabas y ahora, con la misma intensidad del pasado, sueño contigo y con todo lo que te haré. Porque te odio más que nadie en el mundo”.

—Hermana… —la saludo Diannel sin poder creer que la veia—. Que inesperada eres porque no recuerdo una carta que me anticipará de tu visita.

—¿Desde cuándo necesito avisar? —Respondió Carmina arrogantemente—. Como sea, despide a esta mocosa y a estos guardias por obedecerla. Ellos me conocían e iban a dejarme pasar, pero ¡esta mocosa horrenda se los impidió! ¡¿Dónde está Aylin?! ¿Por qué ella no está contigo?

—Mi-mi señora… —habló Maydi nerviosa— crei-crei que nadie debía entrar… lo-lo siento.

—Si es mi hermana —le respondió Diannel. Ante eso, Carmina sonrió triunfante esperando el despedido de la niña—. Gracias por obedecer mi orden, Maydi. Ahora sé que debo cambiar de guardias en la entrada.

—¡¿Qué?! —Carmina se molestó— ¡¿Qué dices?! ¡Diannel, viaje desde casa hasta aquí! ¡Sabes lo lejos que esta Arank de este frío y horrible ducado!

—Y aun asi no avisaste tu llegada, hermana —Diannel se acercó a las rejas de la gran puerta de los muros del castillo y la miró de más cerca. La tentación de tocar el rostro de Carmina casi le hacía ordenar abrir las enormes puertas—. Si me hubieras avisado, te habría respondido de inmediato que, por orden de mi esposo, el castillo esta cerrado. No puedo despedir a Maydi, ella hizo bien en no dejarte entrar porque solo me obedece a mí. Y sobre Aylin, la degrade a los establos por desear a un hombre casado.

—Acaso… ¿tu esposo está bien? —preguntó Carmina sorprendida.

—Por supuesto, ¿por qué mi esposo no debería estar bien? Mmm

“Sabes del envenenamiento por Mera. Pero ahora no sabes que mi esposo aún vive, aunque dormido. Yodiveia ya debió decirles a los demás sobre eso, pero obvio que a ti no te dirían nada”.

—No… yo digo… ¡¿Por qué no me dejas entrar?! ¡Apresúrate y abre las puertas! ¡Debo castigar a esa mocosa!

—Es mi doncella —le respondió Diannel— y merece ser recompensada.

—¡¿Pero qué estás diciendo?!

—Buen viaje, Carmina —le dijo su hermana.

“Aun es muy pronto, si te dejo pasar o te veo mas tiempo, sin duda voy a matarte, querida hermana. Y no debe ser así, tu caída debe ser lenta para pasar el resto de tu vida en la misma soledad que yo. Entonces, al final de todo, te volveré a ver”.

La duquesa se dio la vuelta, sus doncellas y escolta la siguieron y se fueron. Carmina grito desde las puertas, llamando a Diannel y exigiendo que volviera. La pelirroja no lo sabía, pero esa pequeña humillación no se compararía con la que haría caer su nombre y orgullo. La duquesa escuchaba los gritos de su media hermana. No volteo, estaba satisfecha con verla de nuevo y saber que tendría que hacer un largo viaje de regreso.

“Qué tonta fui. Creí que Carmina era lista, pero ahora veo que es tonta. Lo único que tenia de su lado era a mi ingenua yo y sus espías muertos. Pero ahora que lo sé todo, no podráusarme más. Lo que me hace preguntar si el príncipe heredero la hará un lado cuando vea lo inútil que es”.

—Maydi, Susan y Giovanni.

—¿Si, mi señora? —preguntaron los tres.

—Quiero que les quede claro que no tienen porque obedecer a nadie más que yo. Aun si se trata de mi hermana, hermano, padre o mi esposo. ¿Está claro?

—Por supuesto, mi señora —Giovanni respondió de inmediato—. Pero no creo que ninguno iba a obedecer a cualquiera de esas personas.

—Solo la servimos a usted, mi señora —le dijo Susan.

—Bien, Maydi pídeme lo que quieras. Mereces una recompensa por tu buen comportamiento.

—¡¿De verdad?!

—Por supuesto —“¿Por qué es tan animada?”

—Entonces… ¿podríamos cenar con usted?

—¿En serio eso es lo que quieres? —Diannel se lo preguntó de frente, pero la joven asintió sonrojada muchas veces— Bien…

“Saben que ceno sola, así que no entiendo por qué pedirme algo. Por ahora debo concentrarme en otras cosas. Debo preparar el Festival de Primavera, sobre todo, es momento de que comience los planes de mi propio beneficio”.

En la oficina de la duquesa, Diannel seguía con el papeleo. Susan y Maydi se fueron para preparar verificar su cena. Entonces, le habló a su escolta al estar completamente solos.

—Giovanni.

—Sí, mi señora.

—Necesito que encuentres un buen gremio de informaciones. Tiene que ser leal, bueno y claro que debo saber las contraseñas y lugares que usan. A partir de ahora, pediré información que nadie más que tú y yo debemos saber.

—De acuerdo, mi señora. Pero ¿acaso no confía en Susan y Maydi?

—Confió en ellas, pero esta tarea es únicamente para ti. Ya ellas tendrán deberes más difíciles que hacer por mí. ¿Entiendes?

—Sí, mi señora. Le traeré el nombre del mejor gremio de información.

Pronto sus doncellas llegaron con la cena. En la mesa redonda y mediana, Diannel comió en compañía de las únicas personas leales en el mundo hacia ella. Aunque aún le costaba admitir que podía confiar en ellos. Solo se quedó mirando como Susan y Giovanni reían ante los comentarios burlescos de Maydi hacia Carmina. La sensación que sentía la hizo relajarse y sonreír ante esos comentarios. Tal gesto no pasó desapercibido para sus súbditos y se alegraron al ver una sonrisa sincera en el bello rostro de su señora.

“Bueno, sentirme cómoda es algo que no hice en el pasado. Esto no es tan malo”.

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Comments

Bertha Ramirez

Bertha Ramirez

tu condición humana no te permite estar tan sola 😅😙

2024-07-02

0

gira🌞

gira🌞

esta super la historia

2023-02-28

0

Ana Fernandez

Ana Fernandez

me puede encantar que le cierre la boca a esos puristas que tiene por comandantes

2022-12-04

1

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