CAPÍTULO 1

Su áspera y arrugada piel había olvidado por completo la suavidad de las finas sábanas. Tal sensación la puso nostálgica al creer que por fin descansaría en paz en el cielo.

Un cielo donde podría recostarse en cómodos colchones y acompañados de sábanas, con las cuales se cubriría o jugaría. También habría otro cielo siempre azul y una noche siempre estrellada para nunca perder la luz. Sus pies caminarían sobre un fino pasto, arena o nieve solo para ir a donde sea y volver a una cómoda cama, Sin embargo, ella ya sabía que no estaba en tal cielo fantasioso, pues la vieja habitación donde estaba no podría serlo.

—Ya despierta —dijo una voz femenina de forma grosera e insípida.

Una última cosa sobre su cielo: no había nadie más que ella, porque en vida no hubo alguien a quien deseo de acompañante. Aunque ella amo mucho, nunca fue amada y siempre sintió que era culpa suya. Pero tal sentimiento desapareció en sus últimos momentos de vida. Su vejez, llena de una niñez, juventud y adultez de dolor e ingenuidad, fue solitaria y con ira. Todo debido a una verdad que no para de atormentarla una vez que se adueñó de todos sus pensamientos: el débil es quien cae, sufre y muere primero. Y con esa verdad, que dictó en su mente como sentencia antes de morir, se dejó en claro que solo se tenía a sí misma.  Ella era su verdad, su familia, su mejor amiga y hasta su amor. Al final, su confianza solo debía recaer en ella. Lamentablemente, no pudo vivir más con ese pensamiento, las dificultades de la vejez y el imperio se lo impidieron.

—¡Ya despierte de una vez! —Grito la misma voz— ¡¿Qué demonios le pasa?!

Lo primero que sintió al despertar fue sorpresa e incertidumbre. Su mente quería divagar en cómo y por qué había regresado en el tiempo. Sin embargo no pensó más en eso, no se sintió asustada, perturbada, angustiada o feliz por su inesperada regresión. Al ver a esa irrespetuosa doncella, que conocía muy bien, recordó todo lo que le hizo y, como si fuera una reacción en cadena, su mente dibujó los recuerdos dolorosos a manos de más personas.

Su rostro se deformó ante tales memorias que asustó a las dos doncellas presentes. Entonces, lo que sintió, luego de la sorpresa, fue odio puro, uno tan profundo que la hizo pararse de la cama y caminar hasta el espejo para verse, pero aun manteniendo esa expresión aterradora y sin parpadear. Las arrugas y canas no estaban y era difícil para ella imaginarse como era antes de morir, ya que incluso el espejo se había vuelto algo lejano de sus manos. En su lugar estaba su vieja piel juvenil, sus tristes ojos, una mezcla de neblina de la noche y el océano nocturno: morados oscuros, sus delicadas manos y su maltratado cabello negro opaco.

“He vuelto”

Ella había vuelto a ser Diannel Uma Verlur, la Duquesa Bastarda.

—¿Qué le pasa? —preguntó la misma doncella muy molesta.

—Tal vez enloqueció —respondió otra que se encontraba algo lejos de la cama.

—Lo que faltaba —se expresó la primera— ¿No podría morirse de una vez?

Diannel se pellizcó los brazos para, de nuevo, tener otra prueba de que aún conservaba su cordura. Al tenerla, su tenebrosa expresión se esfumó y en su lugar, una gran sonrisa se extendió y sus ojos morados oscuros brillaron por un breve instante.

—Volví —dijo como primera palabra en su nueva vida, pero solo ella se escuchó.

En esa habitación, testigo de injusticias, Diannel volvió, una vez más, a ser lo que fue en su primera vida: una bastarda, indecente, infiel y cruel. Aunque ahora, esas percepciones solo son para el resto del mundo, porque ella ya no se veía de tal forma. Entonces, sus ojos giraron hacia el primer rostro que vio: la doncella grosera que le ordenó que se despertara: Aylin Leiwen.

—Demonios —se expresó Aylin— estoy harta de ti.

Aylin, como si fuera señora de la casa, tomó sin consideración a Diannel del brazo, que ella y otras han torturado con agujas o agua hirviendo, y la arrojó al suelo como si se lo mereciera. Este trato, y peores, los ha vivido la Duquesa Bastarda. Sin embargo, como alguien renovada, Diannel dio sus primeros pasos hacia un nuevo destino que retorcería los sueños y codicias del resto. Y para su primer acto castigaría a la doncella Aylin.

—¡¿Qué crees que haces?! —Tomo del cabello a esa doncella—. ¡Suéltame, me lastimas!

La otra doncella avanzó con intenciones de parar a la frágil mujer que había enloquecido. Sin embargo, Diannel le recordó el castigo del que, tanto tiempo, todos habían huido por su vieja alma débil. Ahora era consciente de tuvo y nunca uso siendo duquesa: el apellido de su padre.

—¿Qué creen que le hará mi padre si me tocas? —La doncella se detuvo— ¿Le causarás más problemas a su Excelencia? ¡Recuerda que mi padre es el hombre que lo obligó a desposarme! —Eso era una verdad innegable— ¡Es obvio que se preocupa por mí como su hija! —pero eso último una triste mentira.

“Pero todos creen que mi padre me aprecia mucho”.

Era sabido que el actual duque fue un plebeyo que se convirtió en caballero del ducado Verlur a los ojos de su verdadero padre: Jonathan Quill Verlur, quien nunca tuvo hijos. En sus últimos momentos de vida, reconoció a su bastardo para convertirlo en su heredero. Así pudo evitar que sus posesiones y poder cayeran en manos ajenas.   Un simple plebeyo como Oliver no iba a durar mucho, según la sociedad, pero él aceptó el puesto y juró proteger el ducado Verlur y a su gente. Pues ese plebeyo tenía la amistad de cada sirviente, caballero y habitante cerca del ducado desde se convirtió en un famoso caballero. Amado y casi no odiado por muchas personas en el ducado. Oliver daría su vida por su gente y, de la misma forma, ellos darían su vida por él. Por ello, todos compartían su odio hacia Diannel, la bastarda cuyo padre obligó a Oliver a desposar para apaciguar los terribles rumores que la rodeaban. Solo él permaneció sin odio hacia ella pero indiferente por la desconfianza y su trabajo.

Diannel sabía que a esas sirvientas les rompería el corazón meter en problemas a su señor Pues ya no era un pobre plebeyo o un simple caballero, ahora era el duque Oliver Hanz Verlur, uno de los cuatro poderosos duques. Y ante la amenaza de Diannel, la doncella no se atrevió a moverse, se veía siendo golpeada por la duquesa.

“Aylin, la sirvienta que presumía del favoritismo de mi esposo como si fuera a desposarla”.

—Hora del castigo, Aylin.

“Hora de la venganza”.

Una de las manos de Diannel apretó el cabello de Aylin muy fuerte hasta obligarla a hincarse frente a su maestra. Las lágrimas no tardaron en salir, siguieron los insultos pero estos se volvieron súplicas. Entonces, con su mano libre, Diannel apretó los labios de Aylin hasta que sus uñas le causaron dolor. Ahora, aquel rostro soberbio parecía el de un pez inflamado.

—Aylin —su voz le dio escalofríos a todas a las dos doncellas—, tu boca solo escupe mentiras, insultos y falta de respeto hacia tu señora. Yo creo que ya no la necesitas ¿verdad?

Pero no hubo respuesta, Diannel apretó más sus labios en cuanto intentó hablar. Alrededor de esos labios, se hicieron notorias los rasguños ocasionados por las uñas. Entonces, sus manos dejaron esos dolores y procedió a empujarla al suelo. Cuando Aylin intentó pararse, Diannel le dio una fuerte cachetada que la tiró al suelo nuevamente. Y así seguía cada vez que intentaba ponerse de pie Volvió a llorar, a pedir misericordia con su boca ensangrentada.

“No es nada comparado con todo lo que me has hecho”

Con esos gritos, algunas sirvientas se asomaron, incluso la jefa de sirvientas llegó preguntando qué ocurría. Pero fue ignorada por Diannel quien ordenó, a la otra doncella, que le trajera un pañuelo de la habitación de su esposo. Cuando lo tuvo, nuevamente tomó bruscamente los labios de Aylin, abrió su boca a la fuerza y le puso el pañuelo en su boca.

—Esto, Aylin —la obligó a mirarla—, es lo único que tendrás de mi esposo —su primera orden se escuchó—. Aylin tiene prohibido quitarse el pañuelo del duque de su mentirosa y sucia boca hasta que se me antoje lo contrario.

—Pero… —habló la jefa de sirvientas: Lola— ¿Qué cree que hace? —pregunto molesta.

—Doy órdenes —le respondió Diannel— porque soy la Duquesa de Verlur… —avanzó hasta Lola y la miro enojada directamente a los ojos—. Pero si tú, Lola, crees que no tengo derecho a hacer esto y más, puedes quejarte con Oliver y yo hablaré directamente con mi padre. ¿Qué ocurrirá después? ¿Cuántos problemas le darás a tu Excelencia por desobedecerme?

Sus ojos furiosos, su pesado castigo y su presencia intimidante fueron suficientes para que todas entendieran esa orden, sobre todo Aylin y Lola. Diannel sonrió satisfecha al ver los resultados de su nueva yo. Luego, preguntó la fecha exacta, la respuesta aumentó su sonrisa que terminó por asustarlas todavía más de lo que ya estaban.

—Largo… —dijo sonriente como un gato y así todas se fueron.

“17 de marzo del año 932, tengo 25 años…”

Pero el placer de Diannel no se debía a eso, sino a que Aylin no podría escapar de su castigo al derribarla con la indiferencia de su esposo. Más bien, apartir de ahora, nadie podría ir a llorar al duque por la crueldad de su esposa.

“Mi esposo llega hoy, pero herido por una flecha envenenada, para después quedarse dormido un largo tiempo”.

En el pasado, desde tal suceso, su infierno aumentó más. Ahora se juró a sí misma, con solo su reflejo de testigo, que conseguiría su libertad, no sin antes hacer sufrir a todos los que la condenaron en el pasado. Aquellos que la usaron, otros que la ignoraron por odiarla, finalmente: los que la condenaron desde que nació.

“Uno a uno, primero empezaré con ella, la que me usó, la que se aprovechó de mi desesperación por afecto y quien se convirtió en alguien a quien ame tanto. La ame tanto, que no dudaba ante sus ordenes solo para que mirara dulcemente y no enloquecer por la soledad. A la primera persona destruiré con todo mi corazón, mi media hermana”.

—¡Jajajaja! —Su risa salió como toda una locura— ¡He vuelto a pesar de todo mi sufrimiento hasta la vejez!

“Ahora que he vuelto, no terminaré igual… solo espérame, mi querida hermana”.

Su felicidad por su nueva oportunidad provocó que tirara todo lo viejo de su estantería. Arrojó esos vestidos oscuros y pasados de moda, abrió las cortinas para que el sol entrara y que su rostro recibiera esos pequeños rayos solares.

—No olvidaré esta sensación nunca más —dijo mientras acariciaba aquellas finas sábanas.

A pesar de esa sonrisa, de la nueva oportunidad y saber el futuro, el odio en ella no se disipó. Nunca había odiado a nadie más que ella en el pasado, se dejaba engañar por las palabras de los de su alrededor: todo era su culpa. Con esa mentalidad, se arrastró como un gusano por algo de afecto, aunque sea algo pequeño que se les cayera por accidente de las manos. Y cuando ese pequeñísimo y falso afecto caía, ella se rendia ante esas limosnas y se decía que era más que suficiente para vivir arrastrándose otro día más.

Y se arrastro más que nadie, por su media hermana, creyó en ella, le dio todo lo que quería, le dijo todo y hasta mintió por ella. Se esforzó para ganar una sola mirada de su padre y medio hermano. Actuó callada y obediente, sin quejarse del dolor o la mala comida, frente a su esposo. Al final, acabó en la miseria cuando su media hermana le reveló que solo la uso para obtener apoyo, dinero y reputación. Su padre y hermano la miraron pero solo para decirle lo despreciable que era. Y su esposo, pues no la miro, ni antes o después de ser envenenado. Él solo quería la prosperidad de Verlur, sabía lo frágil que era ante los nobles por ser un bastardo y al final cayó muerto ante la espada del nuevo emperador. Diannel supo de su muerte por los rumores de la gente, tuvo que huir del ducado por ser calumniada por los sacerdotes de que todo era su culpa: desde el envenenamiento de su esposo hasta las muertes por una horrible peste. Y nadie se detuvo para preguntarle si era cierto, su media hermana la condeno desde joven con rumores de amantes, joyas, tierras y maltrato para que viviera en soledad. Pero hasta ella murió por el nuevo emperador.

—El nuevo emperador… —susurró Diannel— ¿serás mí aliado en mi venganza?

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Comments

Liliana Rivero

Liliana Rivero

la empecé a leer de nuevo toda la saga

2024-02-04

1

Alicia Quintana

Alicia Quintana

estoy leyendo x segunda vez toda la saga

2024-01-18

1

Monse Malvaez

Monse Malvaez

Releyendo por 4ta vez en lo que espero actualización...

2023-02-04

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3 PRIMERA PARTE: CAMBIANDO EL FUTURO
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