Capítulo dieciséis
Después de todo ese entrenamiento llegó el día, la secretaria anterior le había explicado todas las actividades de las que Camila quedaría a cargo. Incluso le había hecho una lista por si ella olvidaba alguna. Si bien serían solo tres meses, la anterior secretaria tenía ganas de tomarse más tiempo cuando su hija naciera, por lo que existía la posibilidad de que Camila pudiera estar más tiempo en ese puesto. Tras una semana de entrenamiento intensivo, Camila se sentía lista.
Se levantó témpano de la cama y fue al baño, ahí se maquilló y se hizo un rodete en el cabello. Se vistió con lo mejor que tenía; se puso un traje con corbata, tacos altos y se compró una cartera donde entraran las carpetas del trabajo. Todo se lo proporcionó la empresa a través de la secretaria anterior. Ya que Lisandro les daba una tarjeta de crédito para que hicieran gastos que fueran requeridos por la empresa. Y su vestimenta estaba dentro de esos gastos para suerte de Camila. Al parecer, aunque no lo dijera, para Lisandro era muy importante conservar la apariencia y los buenos tratos, por lo que la vestimenta siempre tenía que ir acorde a eso. Lo que a Camila le parecía algo controlador por su parte, pero ya lo estaba conociendo.
Camila sabía que de un momento a otro podían llegar a salir de corrida para los tribunales de la ciudad, y debía verse acorde a lo solicitado por Lisandro, ya que era común que le hicieran entrevistas o le sacaran fotos cuando manejaba casos relevantes.
Cuando entró a la oficina, sus compañeros se quedaron viéndola, algunos incluso murmuraban sobre lo bien que se veía. Ella estaba tan apurada por comenzar que trató de no prestar atención a las miradas curiosas, y a los comentarios que hacían por lo bajo. El teléfono empezó a sonar, apenas se sentó en su nuevo escritorio, tomó nota de lo importante mientras redactaba cada documento que le ponían sobre su escritorio. Cuando tuvo un momento libre se dirigió a la oficina de su jefe para informar las cosas que eran urgentes.
—Doctor. ¿Tiene un minuto? —preguntó Camila al entrar.
Él estaba en la computadora, así que ella esperó a que la viera, esperaba que le dijera algo por su apariencia. Lisandro lo hizo, pero solo le pidió dejar la documentación en el escritorio. Antes de que Camila saliera le indicó que buscara un número en su agenda y que concertara una cita con urgencia. Camila se sintió algo decepcionada. A todos en el trabajo les había gustado mucho cómo se veía. En cambio, él no había mostrado ni la más mínima expresión de aprobación. En esos momentos, odiaba que ese hombre fuera tan frío. Aun así, fue hasta su escritorio y realizó la llamada.
—Buen día, habla la secretaria del Doctor Cuartuco. Me pidió concertar una cita con usted para esta noche —dijo Camila y la voz de la chica del otro lado del teléfono se emocionó.
La chica de voz sensual le pidió a Camila que le dijera al Doctor Cuartuco que esta vez la sorpresa debía ser de color rojo. Cuando ella fue a la oficina a darle el mensaje, este le pidió que comprara un conjunto de ropa interior rojo y lo mandara a la dirección que figuraba en su agenda.
¿Este era trabajo de su secretaria?
¿Concretar reuniones sexuales?
¿Su anterior secretaria sabría que él le había mandado cosas a ella?
El pensar en eso la hizo enojar. Era un maldito, un desgraciado. Que se jactaba con ella de sus amoríos. Pero dos podían jugar el mismo juego. Cuando ella vio que su jefe se estaba preparando para irse, Camila se acercó a uno de sus compañeros y le pidió que se fuera a su escritorio. Sabía que después de una pequeña charla casual, este la iba a invitar a salir. En su interior rogaba que lo hiciera delante de Lisandro. Por suerte para Camila, este muchacho, sin conocimiento de lo ocurrido entre ella y su jefe, lo hizo. Si supiera que ellos habían salido, no habría hecho nada por temor a las represalias que Lisandro pudiera tener para con él.
—Deberemos salir a celebrar tu nuevo puesto —dijo el compañero de manera juguetona.
Cuando Camila estaba por responder, Lisandro la llamó. Le pidió que se fuera con él en su automóvil. Por lo que nadie dijo nada. Al parecer era normal que la secretaria hiciera ese tipo de cosas con él.
—Doctor —dijo Camila al verlo en la parte de atrás de una limusina. Ella siempre que se iba con él lo hacía en su automóvil, pero esta vez él no estaba manejando. Al bajar la ventanilla, Lisandro le pidió que subiera. Ya dentro del vehículo él le pasó una agenda.
—Debe memorizar cada nombre escrito ahí —dijo él con suma seriedad—. Y no salgas con nadie de la oficina.
Primero le hablaba de usted y luego la tuteaba.
¿Acaso este hombre estaba atravesando una enfermedad mental?
¿Por qué hacía eso?
Sin terminar de entender lo que ocurría, Camila se atrevió a preguntar.
—¿Por qué no podría salir con mis compañeros? —preguntó mirándolo con desconcierto. ¿A caso se creía dueño de su tiempo? ¿O pensaba ser su organizador de vida?
—Porque no —respondió de manera autoritaria y Camila se dio cuenta de que quería controlarla.
—Disculpe doctor. Espero no faltarle el respeto al decir esto, pero considero que es usted el menos indicado para pedirme eso. Y no lo digo solo por mí, sino también por el pedido que me hizo de comprar lencería para una mujer en horario de trabajo. Me tomé la molestia de revisar los archivos y hace esto con bastante frecuencia. Además, varias de las mujeres son o fueron sus empleadas. Por lo que, de vuelta, sin tratar de faltarle el respeto, métase en sus cosas y deje que yo me ocupe de mi vida —dijo Camila completamente satisfecha.
La limusina se detuvo en un semáforo. Camila aprovechó para abrir la puerta y salir. Se disculpó con él de manera formal, luego cerró y se fue. No iba a dejar que nadie la intimidara.
¿Él podía salir con muchas mujeres y ella tenía que ser su laica?
Estaba muy equivocado si pensaba que ella se iba a quedar con sus sobras, que iba a tener relaciones con él cuando se le ocurriera. Mientras que él se acostaba con otras el resto del tiempo ignorándola como esa mañana. A ella le hubiera bastado con que él lo mantuviera en secreto, o que por lo menos no se metiera cuando ella quería salir con otro hombre, o eso creía.
Volvió a la oficina caminando, abrió la puerta, ya que ahora tenía llave. Porque era la nueva secretaria. Nueva por muy poco tiempo. Este hombre la había humillado de muchas maneras. No importaba cuanto ella se esforzara en no mezclar las cosas. Él se lo hacía imposible. Era por eso que durante el camino al trabajo reflexionó tanto en lo que iba a hacer. Fue hasta su escritorio y recogió todas sus cosas. Cuando iba a salir, Lisandro apareció de la nada.
—Doctor —enfatizó Camila tratando de contener la ira.
—Voy a decirlo de otra manera para que lo entiendas. Si estás con alguien de la oficina voy a tener que despedirte —dijo él cargado de celos.
No podía ver la situación que se avecinaba. Él, que siempre había sido cauteloso, controlador, meticuloso. Estaba envejecido por lo que esta mujer le causaba.
—No se haga problema porque renuncio —le dijo Camila furiosa
¿Quién se creía que era para tratar de controlarla así?
Estaba al tanto de que se había precipitado, pero tarde o temprano iba a tener que dejar el bufete si seguían así con su jefe. Lo mejor era hacerlo, ahora tenía otra propuesta laboral para terminar su pasantía.
Él la siguió con la mirada sin poder entender lo que Camila estaba haciendo. Ya que ella llevaba todas las cosas que estaban sobre el escritorio. Pero, aun así, no pensó que hablara en serio, puesto que había visto cuanto se había esforzado en la capacitación.
—Señorita Fernández —dijo y ella se dio vuelta para mirarlo —Se está olvidando sus marcadores.
Camila estaba indignada. Ese hombre era la peor basura que existía en el mundo. Después de todo solo le habló para terminar de humillarla. Ella tenía muchas ganas de llorar, pero en vez de eso sonrió.
—Son de la empresa. Yo no hurto por el momento —dijo despectivamente, y odiándolo con todo su ser se fue.
Autora: Osaku
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 79 Episodes
Comments
Dalia Barco
Lisadrito, tienes alguna idea 💡 de que hacer con tus putos marcadores? yo siiii/Chuckle//Chuckle//Chuckle/
2024-09-16
1
esterlaveglia
qhdp..... me encanta.... Srta Fernández se olvidó sus marcadores 👍👌😅😂😂😂😂😂😂😂
2024-06-06
1
Elide Rubio
ay 😔
2024-02-16
2