Capítulo cinco - ¿Está bien preguntar?
Camila y Lisandro estaban coqueteando, pero los dos buscaban cosas distintas esa noche, por lo que ella trató de cambiar de tema para así hacer la noche más llevadera. Ya que sin su teléfono celular no podía contactar a Guadalupe para pedirle que la esperara en la puerta de su complejo de departamentos para que Camila pudiera entrar. Aunque al hacerlo no pensó mucho en las posibilidades y solo dijo lo primero que se le vino a la mente.
—Mi novio me dejó hoy —dijo y sonrió al darse cuenta de que de lo único que se le había ocurrido hablar era delo desgraciado de Cristian. ¿A caso era tonta? Sí, sí lo era.
No es que ella pretendiera superarlo en una noche. Pero, aunque sabía que había muchos temas muchísimos más interesantes que ese para hablar con Lisandro, muchos incluso estaban dentro de su profesión, aun así, solo se le había ocurrido decir esa tontería. Y aunque quisiera o intentara, ya no había vuelta atrás. Él pareció sorprendido al escuchar a Camila decir eso. Lo que hizo que ella se sintiera un poco más relajada, cosa que era difícil tras la bomba que le había lanzado a su jefe.
Aunque Camila no se dio cuenta de que para Lisandro esas palabras solo significaban que ella estaba disponible para el romance. Y que podía seguir tratando de conquistarla esa noche. Si bien no era un hombre que espera conquistar el corazón de una mujer comprometida, había hecho un par de excepciones en su vida. Sin embargo, por lo poco que la conocía no creía que ella pudiera ser capaz de engañar a su novio, por lo que lo dejaba más tranquilo saber sobre eso.
—¿Te encuentras bien? —preguntó él entendiendo que tal vez se estaba confundiendo. Y que quizás para ella sería algo tan duro que no querría acercarse a otra persona por un tiempo.
Si bien él buscaba que ambos pasaran una noche agradable. Por cómo la había encontrado, tenía una leve sospecha de la causa por la que ella no acudiera a su novio estando en esa situación. Pero que se lo dijera de esa forma, tan abiertamente lo descolocó por un instante.
Camila era una joven preciosa, con facciones delicadas, ojos grandes y pestañas largas. Su tez morena por la cama solar resaltaba su esbelto cuerpo o el cuál se veía majestuoso en ese pijama. Lisandro se sentía feliz por haberlo elegido para ella de entre las prendas que había es su departamento. Si bien él se había anticipado y sabía que ella no podría usar el corpiño que llevaba, ya que seguramente este estaría mojado y sus pequeñas protuberancias se marcaría en la tela. Ella la lucia con esplendor, de manera muy sensual.
—Creo que me dejó porque lo fastidie. Así que supongo que estoy bien —dijo ella envuelta por el alcohol. Nunca había sido tan sincera con alguien, en su vida.
—¿Por qué una encantadora mujer como tú podría fastidiar a alguien? —le preguntó Lisandro mientras que acariciaba las mejillas del rostro de la joven.
No se había dado cuenta de que lo estaba haciendo hasta que ella hizo un pequeño gesto de placer. Solía ser más entendido con las mujeres, por lo que su propia actitud lo sorprendía un poco. El verse así con ella, como dos jóvenes que coqueteaban sin más. Era poéticamente deplorable a su entender. Ya que él no se consideraba un hombre romántico, por el contrario. Normalmente, cuando llevaba a una mujer a su casa, lo primero que hacía era desvestirla y llevarla a su dormitorio. Pero con Camila no se lo había planteado hasta no verla llevar ese hermoso conjunto de seda fría. El cual había hecho resaltar su hermosa figura.
No era que no se pudiera excitar al ver a la joven caminar empapada bajo la lluvia con su transparente vestido. Sin embargo, al verla así no había podido convocar a la bestia animal de su interior. Ya que ella se mostraba vulnerable y esto había quitado un poco el erotismo del momento. Aunque por momentos, cuando ella estaba dentro del automóvil, dudo en ser capaz de poder contenerse con ella si esta lo miraba como lo había hecho en un momento de la noche.
Las palabras de Lisandro le parecieron muy dulces a Camila. Demasiado para lo que ella estaba acostumbrada en manos del bastardo de su ex. Su exnovio nunca había sido muy romántico con Camila. Ni siquiera mostraba interés cuando ella le hablaba. Vivía sumergido en el estudio y luego de recibirse, en el trabajo. Solo le prestaba atención cuando creía que ella iba a tener relaciones con él. Sin embargo, si estaba teniendo una relación con alguien más, seguramente si prestaba atención a alguien, pensó ella.
En parte, Camila empezaba a preguntarse por qué había estado tanto tiempo al lado de un hombre así. No era por culpa de su padre, ya que este siempre había sido muy cariñoso con ella durante su infancia, y no aprobaba su relación con Cristian. Tampoco recordaba que sus novios anteriores fueran como ese infeliz.
Tal vez no era el momento de plantearse estas cosas. Lo pudo notar al ver el rostro de Lisandro. Este estaba esperando una respuesta de su parte, mientras que ella no sabía por cuanto tiempo había estado sumergida en sus pensamientos nuevamente.
—Porque soy virgen —dijo ella sin darse cuenta.
¿Qué acababa de hacer?
Era algo muy vergonzoso. Decirle a su jefe algo tan personal y denigrante. No era algo de lo cual ella se sintiera orgullosa. Tal vez sí lo había sido durante su adolescencia, pero ahora lo sentía como un peso. Ya que todas las chicas que conocían lo habían hecho por lo menos con uno de sus novios. Y si no era por carácter religioso, algo que ella misma no sabía si valoraba y por sus padres ya no lo sería. Y justo en este momento se volvía una carga de la que prefería liberarse. Lo había analizado al estar bajo la lluvia. Y lo estaba pensando ahora mismo.
—Perdón. No debí decir eso —dijo ella tratando de pedirle disculpas a Lisandro. Ya que aún lo reconocía como una figura de autoridad en su vida.
Lisandro solo se quedó mirándola sin emitir sonido. Camila empezaba a sentirse cada vez más nerviosa. Tal vez su jefe creía que ella le estaba mintiendo o tal vez que era de esas chicas a las que les gustaba jugar con eso. Pero al contrario de lo que ella no dejaba de maquinar en su cabeza, Lisandro solo estaba sumergido en sus pensamientos. Admirando lo hermosa que lucía su delicada manera de sonrojarse y embellecedora actitud.
—No es que sea religiosa ni nada. Es solo que supuse que si tenía relaciones durante mi formación podía por error quedar embarazada y arruinaría mi carrera —dijo ella a toda prisa para tratar de hacer que él pudiera entender su punto de vista y dijera alguna palabra o emitiera algún sonido.
Sin embargo, entre más hablaba del tema más enterrado en las arenas movedizas se sentía. Lo mejor era cambiar de tema y hablar de otra cosa. Así que se puso a pensar, pero no se le ocurría ninguna cuestión que hiciera que él la viera de manera elocuente. Hasta ahora la imagen de ella que le había ofrecido a ese hombre había si no lamentable y deplorable, según ella.
Él solo la ayudó a que abandonara el sofá y a ponerse de pie y después de tenerla a su altura la abrazó. Fue una sorpresa para ambos que él hiciera eso. Si bien ella estaba bastante ebria, él no. Y esto comprobaba que esta chica no le permitía entrar en razón, no estaba actuando como lo haría con otra mujer a la que deseaba poseer. Una parte de él sabía que debía llevarla a su casa; aun así, solo la abrazó esperando que ella no se resistiera.
Sin darse cuenta, Camila estaba disfrutando demasiado de su cercanía. Después de todo era un hombre muy atractivo para ella. Y sabía cómo llamar la atención de cualquier mujer. No solo por su apariencia, sino por su manera de comportarse y por la seguridad que demostraba. Por la manera tan cautelosa con la que había procesado con ella y su manera tan tierna de ofrecerle consuelo.
Lisandro esperó a que ella se apartara de él, que le dijera que estaba equivocado si esperaba algo más con ella después de haberle dicho que había terminado con su novio. Por el contrario, a lo que él pudiera imaginar, Camila lo abrazó con sus frágiles brazos y suspiró. Algo que hizo que una leve sonrisa apareciera en el rostro del hombre. Hacía mucho que una mujer no lo había hecho sonreír de esa manera tan vivida. ¿Era momento de hacerle esa pregunta? ¿Ella aceptaría estar con él? ¿Estaba bien hacerlo con una pasante? Mejor dicho, con una joven como ella.
En su vida nunca se había hecho tantas preguntas a la vez. Sería porque era la primera vez que llevaba alguien a su departamento a la que no quería doblegar bajo sus sabanas. Las mujeres que estaban con él sabían qué tipo de relaciones le gustaba tener con ellas. Como era que disfrutaba y cuánto tiempo estaba dispuesto a pasar con ellas. Pero Camila era distinta. Ninguna de esas cosas se había hablado y no sabía si quería hacerlo así con ella.
Él la apartó por un instante, levemente. Para tratar de ver el rostro de la joven y así poder decidir si hacerle o no esa pregunta tan incómoda en caso de que la respuesta fuera negativa. Lamentaba no haber prendido todas las luces, ya que el rostro de la joven era consumido por su sombra. ¿Cuál sería su apariencia? ¿Ella se mostraría tímida? ¿Estaría reconfortada por su abrazo? ¿Tal vez estaba a gusto con él y quería un poco más de intimidad? Pero… La posibilidad de que ella lo deseara, que se sintiera a gusto con su abrazo y con la situación que ambos estaban viviendo, lo hacía entrar en pánico. Hacía más de veinte años que una mujer no lo ponía así.
Lisandro pensó por un instante en eso. Y se dio cuenta de que no había habido mujer que lo pusiera nervioso luego de su primera vez. Sin embargo, de eso había pasado mucho tiempo. Y en sí no había sido la mujer, sino la situación. En cambio, con Camila era distinto. Era ella la que hacía que su corazón latiera de manera irregular y se sintiera un poco aturdido.
De todas maneras, Camila sentía que no podía rendirse ante sus deseos primitivos. Debía comportarse como lo que era. ¿Qué tan difícil podía ser?
Lisandro había puesto música cuando ella estaba en la ducha. En un primer momento, poca atención le había prestado, pero ahora empezaba a llenar el ambiente, ya que los dos estaban en silencio. Por lo que en medio de un silencio llenado por la música de su estéreo se escuchó su voz profunda y sensual.
—¿Y ahora? ¿Deseas seguir siendo virgen? —le preguntó con más confianza de la que esperaba.
Camila se sorprendió al escuchar las palabras de Lisandro. No le había hecho una pregunta, sino dos, las cuales la incomodaba y la hacían replantearse toda la situación. ¿A caso se había metido en la boca del lobo sin darse cuenta? Aunque, por un lado, él le gustaba de una manera que jamás había experimentado. La realidad era que nunca había sentido tanta admiración por un hombre, lo que era un poco confuso.
Su padre era la única persona que se había merecido ese sentimiento por parte de ella. Pero no era solo eso, este hombre era muy atractivo y con cada una de sus palabras la habían llevado al nirvana. Sus facciones resaltaban su masculinidad, el olor de su piel mezclado con el perfume que él usaba, la hacía querer inhalar profundo y conservar esa sensación que la hacía estremecerse.
Autora: Osaku
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Updated 79 Episodes
Comments
Laura Puente
Algo pasará....ó no ...me tienes comiendo las uñas
2024-12-07
1
Luna_Jago
💜🌹
2024-11-18
1
Elvira Fretes
la gran pregunta Camila, espero ansiosa su respuesta
2024-09-04
1