Ofrenda

Me percaté que ya no tenía la capucha puesta y que había quedado expuesta ante todos.

Gire sobre mis talones y me encontré cara a cara con Max.

—¡No debí venir! ¡Ya me voy! —dije apresurada y en marcha, pero él se atravesó en mi camino.

—No es tan fácil salir de aquí Sam —comentó—No encontrarás la salida.

Sus ojos se veían raros, tenían una tonalidad diferente como si su pupila abarcará todo el iris.

—Sé por donde vine, así que apártate —protesté— Como este no se me movía, le pasé, por un lado.

Visualice la salida, sentí gran alivio; sin embargo, cuando corrí la cortina de lentejuelas en busca de un retorno. No hallé ninguna puerta tras esta, sino una pared lisa que iba de extremo a extremo.

—No puedes irte, te ofreciste como ofrenda. Por lo tanto, saldrás cuando todas y todos estén satisfechos —Comentó Max cerca de mí—Apuesto que ni siquiera sabias que era una ofrenda.

Negué, y él me acorralo contra la pared para susurrar:

—Las ofrendas, tienen sexo con todos aquí. Pasan de mesa en mesa para coger y si te cansas o te duele, no importa porque ellos tomarán tu cuerpo porque tú lo ofreciste voluntariamente —

Abrí mi boca perpleja. ¡Ahora que haría! ¡Que sería de mí!

—No pueden obligarme hacer algo que no quiero —comenté.

Este se echó a reír.

—No sabes con quién estás tratando Sam —informó— Te has metido en un buen lío por solo venir hasta aquí y querer meter las narices donde no te incumbe.

Me sentía intimidada e indefensa, no obstante no sé lo demostraba. ¡Saldría de alguna forma!

—Ha de haber una manera de salir —dije esperanzada.

Este me miró con cierto interés, se mordió los labios y sonrió.

—Puede que haya una forma, pero no me da la gana de ayudarte —

Quito sus brazos de mi costado dejándome en libertad. Se le notaba cierto aire de orgullo y egocentrismo.

—Bueno, mucha suerte con eso —

Estaba a punto de marcharse pero lo detuve. Era ajena y novata en todo esto, si debía usarlo como mi boleto de salida lo haría.

—¡Por favor ayúdame! —

—¿Y qué recibo a cambio? —dijo con cierto tono de conveniencia.

—¿Qué quieres? —

—Tú sabes lo que quiero Sam —comentó—Quiero tener sexo contigo. Te saco de aquí con esa condición.

Esta situación me tenía entre la espada y la pared. Aceptaría, y cuando esto acabará haría que jamás lo hice, que nunca hubo trato.

—Está bien, me tendrás en tu cama — afirmé.

—Perfecto —dijo ofreciéndome su mano, la cual tome.

¿Ahora que seguía? ¿Qué íbamos a hacer? Tan solamente pensarlo me ponía nerviosa.

Este me llevó donde comenzó todo, al centro de aquel lugar.

—Vas hacer todo lo que diga, sin quejas ni reclamos o todos se darán cuenta de que es una fachada —advirtió respirando entre mi cuello y mi hombro.

Alzó la voz y proclamó mientras todos observaban:

—Esta ofrenda es mía, la reclame solo para mí. El que no esté de acuerdo que lance su copa —

Los espectadores se inmutaron ante su decisión. Sentí un gran alivio al notar que ninguno protesto y que el plan iba bien.

—No te alegres mucho, aún no se acaba —dijo percatándose de la felicidad en mi cara.

— ¿Ahora que sigue? guiarme a la salida ¿No? — pregunté dudosa.

Él negó con la cabeza, las luces del sitio se fueron opacando hasta que cayeron débilmente.

—Debes complacerme —

¡Esto sí que fue una mala idea! ¡Por qué confíe en él!

—No voy a tener sexo contigo delante de toda esta gente —protesté en voz baja.

—Sam, eso no sucederá ahora —dijo este desapareciendo con el cambio de luces—Por los momentos bailemos.

—¡Yo no sé bailar! —confesé, tratando de ubicarlo guiándome por su voz.

—No será un baile como los que tu conoces —confesó.

De pronto sentí una mano en mi cadera y su pecho en mi espalda, su fuerte respiración golpeaba contra mi oreja. Las manos de Max bajaban hasta mis piernas y luego subían sensualmente. Le seguí la corriente y comencé a moverme un poco al ritmo de River - Bishop Briggs lo que provocó que un choque de sensaciones se vinieran sobre mí.

Su toque llegó hasta mis pechos y me estremecí con su contacto entre delicado y salvaje. Hizo una pausa y luego siguió su recorrido hacia abajo.

Cerré los ojos, comenzaba a sentir excitación. La calidez interna acababa de pronunciarse.

Me volteó rápidamente y me beso introduciendo su lengua para jugar con la mía. Debía confesar que sus besos eran incomparables.

Su camisa se hizo un nudo debajo de mis palmas y abría mis labios en busca de aire. Al separarnos nos miramos.

Él también tenía la boca semi abierta, y respiraba caliente y fuerte. De un momento a otro la oscuridad nos envolvió, las luces se apagaron por completo y cuando volvió, mis muñecas se encontraban atadas con una cinta roja, y no solamente eso. Varias personas se aproximaron formando un círculo donde el punto central éramos nosotros, igual a la escena con Astrid en el bosque.

—¿Qué es esto Max? ¿Qué está pasando? —dije mirando alrededor llena de miedo.

—Te están poniendo a prueba —informó.

—¿A prueba de qué? —

—De qué si eres digna para complacerme —

—¿Qué hago para pasar? —

—Solo sigue la corriente —susurro.

Este me agarro de la cinta roja, y luego del cuello como si fuese su esclava sexual.

—¡Vamos! ¡Quiero cogerte ya! —gritó

Camine casi que a empujones saliendo del círculo, las personas atravesadas se fueron apartando y una puerta al final de la tarima principal nos esperaba.

Nos perdieron de vista y así pude salir de esa asquerosidad de lugar.

La puerta nos guio a un callejón y en su final se podía notar la avenida. El aire fresco acariciaba mi cara, ya no olía ni a sexo, ni a cigarrillos, ni a alcohol.

—Esto te sirve de lección, para que no te metas en nuestros asuntos —dijo con superioridad— Ah, y recuerda tienes una deuda conmigo.

—Pues esa deuda se acaba aquí y ahora—le informe—Te haré el favor de no informarle a la policía lo que sé. Agradéceme.

—¿Y qué es lo que sabes querida Sam? —preguntó con curiosidad— ¿Cuál es tu respaldo?

Aún no tenía las pruebas suficientes para acusarlo; pero podía amenazarlo de todas maneras, así ya no se acercaría más y tanto él como sus amigos se alejarían de nuestro vecindario.

— Sé que son una secta satánica, y que tienen pacto con el diablo. Sé que tratan de hacerme parecer que las cosas no pasan cuando sí han ocurrido, juegan con mi mente para aturdirme. Todas las muertes tienen conexión con ustedes —dije tratando de intimidarlo— Y tú tienes una posesión demoníaca, me lo dejaste claro el día de mi cita con Zack.

Este puso cara de impresión y trago grueso, parecía muy nervioso por mis declaraciones. ¡Entonces era cierto! ¿¡Siempre tuve la razón!?

—Sam por favor... No le cuentes a nadie de esto por qué... —Hizo pausa—Creerán que estás loca; sin embargo, ¡vaya! Que brillante eres para sacar todas esas conclusiones.

¿Estaba siendo sarcástico? O solo trataba de no parecer asustado.

—Me causaste mucha ternura Sam. Por eso voy a corregirte un poquito—Alegó—No somos una secta, somos algo mucho más grande que eso. En cuanto a mí, no estoy poseído, ningún espíritu puede poseerme.

De repente de un momento a otro, pasó de estar a distancia a estar frente a mí en un solo segundo.

—porque yo soy un demonio —confesó con voz grave y doble, dejándome petrificada.

Más populares

Comments

helens herazo meza

helens herazo meza

oh me tiene atrapada esta novela....
y como dicen por ahí el que busca encuentra

2024-04-06

4

Mirta Liliana

Mirta Liliana

La curiosidad mato al gato,como dicen....

2024-02-23

0

💖Elismar💋

💖Elismar💋

enserio no se xq Sam es tan inocente, si ya sabía o sospechaba q hacia metiendose hay

2023-10-20

3

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play