Conexión

Al revelar semejante idiotez, Zack me miró como si se avergonzara de mí.

—No Zack, no es cierto lo que Max dice —dije tratando de defender mi posición.

—¡Mentira! ¿Entonces porque te sabes mi nombre? ... Sabes lo que ella hace cuando está sola Zack —dijo Max de repente— Se toca pensando en mí, algo que no hará contigo.

Zack se levantó de a golpe indignado, traté de detenerlo tomándolo de la mano cuando ya iba a cierta distancia.

—No Zack, no caigas en su juego —

—¡Si lo conoces Sam! — dijo este safándose de mi agarre.

—Si, lo conozco; sin embargo, no ha pasado nada entre nosotros. Lo que quiere es que te enojes y te vayas —

—¡Y que no ha pasado nada! —dijo Max detrás de mí, agregando más leña al fuego— Mi auto, el bosque, el motel. Se calienta de tan solo tocarla ¿No es así Sam?

Me gire y le propine una cachetada y ya cuando voltee Zack se había alejado.

—¡Te odio Max! — protesté saliendo del lugar.

Pará mi mala suerte, afuera caía una fuerte lluvia y sin importar empaparme comencé a andar.

Las gotas caían pesadas y frías sobre mí, no obstante quería llegar a casa lo más pronto posible. Pero al adentrarme en un callejón para cortar camino me percaté que Max seguía detrás de mí, como perro sin dueño.

Sentía tanto enojo, que me gire y lo enfrente.

—¿Qué más quieres de mí? —grité— Arruinaste mi cita ¿Pará que? ¿Qué querías conseguir con eso?

—Solo te hice un favor Sam —dijo dando un paso hacia mí, pero yo me alejé— Ni siquiera te convenía.

Este sí que era cara dura e idiota.

—¡No tienes derecho de meterte en mi vida! ¡No eres nadie! —proclame— Yo puedo andar con quien yo quiera. Zack es un buen partido, algo que tú jamás llegaras a ser.

La lluvia se volvió más intensa, Max me miraba detrás de la cortina de agua escuchando atento a todos mis reclamos. Su piel parecía más pálida lo que hacía que sus tatuajes se vieran más delineados.

— Desde que apareciste, todo ha sido horrible—revele—¡Por qué simplemente no te alejas Max! ¡Por qué siempre regresas y lo dañas! Es como si... Es como si...

Me faltaba el aire por el hecho de desahogarme, ya no quería seguir más. Sentía que decirle las cosas no serviría de nada.

—¿Es como si? ¿Cómo sí que? ¡Vamos Sam suelta todo! —

—Como si fueras pura maldad —finalice—Como si tu propósito fuese destruir.

De pronto él se aproximó tan rápido que no lo vi venir, nuestras caras se acercaron y me miró fijamente.

— Ya escuché suficiente —recalcó—Sí, soy maldad. ¡Soy la reencarnación de la perdición y de la destrucción! Estoy claro en eso; sin embargo, eres como un imán para mí. Un imán que me atrae y me enloquece.

—¡Pero eso no te da derecho de arrebatarme mi felicidad! —contradije—Saldré con Zack te guste o no.

Max tomó mi barbilla, se veía molesto. ¿Qué quería? ¿Qué cayera rendida a sus pies y dejara todo atrás? ¡Pues no!

— ¡No saldrás con nadie Sam! —soltó enojado—Me perteneces ¡Eres mía!

Sin yo predecirlo, me alzó agarrándome por las piernas lo que provocó que las enrollase en su cintura para no caerme.

Mientras el torrencial caía en nuestros cuerpos, nos observábamos como quien mira una función de fuegos artificiales.

Este sin permiso alguno me beso. Los mismos estaban cargados de lujuria y deseo. A los pocos segundos le empecé a seguir el ritmo de sus labios dejándome llevar.

Max sin duda alguna era una droga para mí, una droga que me costaba mucho dejar.

Sentí la fría pared en mi espalda cuando él me pegó en ella. Sus manos pasaron por debajo de mi vestido y se posaron en mis nalgas lo que provocó que me estremeciera.

—Solo yo puedo satisfacer tus más oscuros deseos —dijo mientras besaba mi cuello.

Abrí mi boca y solté un gemido al sentir sus dedos por encima de mi ropa interior, humedeciéndome tan pronto este comenzó a moverlos.

—Quiero que te mojes solo para mí y que solo gimas mi nombre —recalcó mirándome con sus labios semi abiertos— No quiero que nadie más te tenga, solamente yo.

Mi mente comenzaba a divagar ni siquiera le respondía como es debido, lo único que hacía era afirmar con la cabeza y seguir en lo que estábamos.

Sus dedos pasaron mis pantis palpando mi zona y fue ahí cuando todo se salió de control.

Me tocaba y los movía a tal punto que faltaba poco para venirme. Pero no fue así, ya que este dejo de hacerlo y se alejó velozmente.

Se agachó y puso una mano en el suelo tratando de sostenerse o mantener el equilibrio.

¿Qué le pasaba? Trate de acercarme para ayudarlo y este grito:

—¡No! ¡No te acerques! —dijo poniendo su mano libre como un escudo para que yo no pasara más de ahí.

—¿Qué tienes Max? ¿Qué te ocurre? —pregunté preocupada.

Repentinamente, algo irreal paso, algo que me dejó con la boca abierta y llena de miedo.

Max comenzaba a soltar vapor en todo su cuerpo, similar a una olla hirviendo.

—¡No! ¡Maldita sea! ¡Por qué ahora! —chillaba.

Un aullido espeluznante salió de él, otra voz grave y tenebrosa que pareciese no fuese de este mundo.

El pánico ligado con miedo me invadió, y corrí lo más rápido que pude para escapar. De un momento a otro me hallaba en la avenida cerca de mi casa, llevándome a la gente por delante lo que causó que cayera al suelo y me raspe las rodillas. Me levanté como pude y cuando por fin llegué entre y cerré con seguro.

Mamá salió despavorida de la cocina. En cuanto la vi me abrace a ella, y llore llena de terror.

—¡Por Dios hija! ¿Qué ocurrió? ¿Qué te paso? —preguntó preocupada—Estás temblando, ven vamos a bañarte.

—Ma... Mamá... Tengo miedo —dije tratando de sacar cada palabra de mi boca.

El timbre de la puerta sonó y la detuve justo cuando iba a abrir.

—¡Mamá no abras la puerta! —

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