Reproche

Ya no sabía que decirle, todo lo que explicaba para ella, era mentira. Teniendo en cuenta que Astrid desmintió mis verdades ¿Por qué haría algo así? ¿A qué estaba jugando?

—Estoy muy enfadada Samantha Nicol Walas —dijo furiosa— Así como tuviste las agallas de llegar allá, vuelve aquí, porque yo no voy a ir a buscarte si es lo que pensabas.

Y sin más colgó. Unas cuantas lágrimas salieron de mi rostro, escuchar a mi madre hablar así y decepcionada de mí, me partió el corazón. Lo peor es que yo ni sabía que estaba ocurriendo.

Seque mis lágrimas y guarde la calma. Solucionaría todo esto al llegar a casa, no sé cómo pero lo haría.

Le di las gracias al recepcionista y salí. No me quedó otra alternativa que caminar y casi llegando al puente visualice un taxi que pare de inmediato.

Este me llevó a casa, le pague con lo que tenía y me baje.

Al llegar frente a la casa pensé en entrar; sin embargo, era ahora o nunca.

Mi madre se encontraba en la cocina, llevaba ropa casera y su cabello cobrizo recogido con un moño. De seguro no fue a trabajar a causa de eso.

Ella me observó parada en el umbral y me ignoro por completo, un choque más para mi tristeza.

—Mamá... Sé que no vas a creerme, pero todo lo que te conté es cierto. No entiendo por qué Astrid dijo esas cosas, si ella estaba conmigo —explique—Yo jamás pensé que el puente se iba a caer y por eso...

—Ningún puente se cayó Samantha —dijo mamá mirando serio—Ya deja de meter esa absurda excusa, mira lo preocupada que me tenías. Te llamé y no contestabas.

—Es que no había señal —comente—¡En donde estuve no había!

—Pero que casualidad ¿no? —dijo está sarcástica — Tu padre estaría decepcionado.

Cuando sacaba el tema de mi padre ya no había nadie que la parara y eso me lastimaba.

—¡Ya mamá! ¡Listo si! Es más que evidente que jamás me vas a creer, así que dame el juicio final, castígame o que sé yo —

—Es lo justo; sin embargo, antes de eso necesito saber una cosa —mencionó con preocupación.

—Bien... ¿Qué quieres saber? —pregunté soltando un suspiro.

—¿Tuviste relaciones con alguien en la fiesta? —

Me ruborice ante su pregunta, era la primera vez que mamá me cuestionaba de esa manera. Entonces la imagen de Max en la fiesta y en el motel conmigo duplicó mis nervios. Sé que no habíamos tenido sexo en sí, pero casi llegué a perder el control con él.

—Pará nada mamá —dije tratando de no parecer nerviosa— Yo no soy de las que se acuesta con cualquiera. Deberías conocerme.

Ella se acercó y me envolvió en sus brazos.

—Por favor que no se vuelva a repetir Sam —dijo entre sollozos.

—Tranquila mamá, no pasará —prometí.

—Pero estás castigada... Aunque ya seas mayor puedo hacerlo —

Reí y asentí.

No quise alargar más el tema y me fui a mi habitación, me di una ducha y me cambié la ropa. Definitivamente, no sé que le pasaba a Astrid ni tampoco quería saberlo, así que ignore sus mensajes y llamadas.

En cuanto a Max, tomé su estúpida pulsera y la guardé en lo más oscuro de mi cajón.

De esos dos ya no quería saber más nada, que se perjudicarán entre ellos, a mí, no me volverían loca.

Después de una larga siesta bajé a comer, mamá ya hacía dormida en su cuarto, así que me senté a degustar mi comida en paz. Sin embargo, la puerta me notifico que alguien tocaba.

Me levanté y abrí rápidamente. Astrid me abrazo como si nada hubiese pasado y yo me la quite de encima.

—¿Qué te pasa? —dijo riendo.

—¿Qué me pasa? ¿En serio me lo preguntas Astrid? —dije enfadada— Primero me invitas a una carrera de autos ilegal, luego me llevas a una fiesta en donde todos cogen y ahora le mientes a mi propia madre ¿Qué mierda te pasa?

—Cálmate ¿Quieres? —sugirió cínicamente— Primero la carrera no sabía que era ilegal, segundo ¿De qué cogedera hablas? Todo lo que le dije a tu mamá en cierto modo es verdad.

¡Era una idiota en serio! Iba a cerrarle la puerta en la cara, pero ella me detuvo.

—Estás loca Astrid —reclamé.

—Tú estás más loca por haber huido así ¿O ya se te olvido? —contradijo.

—¿De qué hablas?

—Si, es cierto fuimos a la fiesta, pero te veía tan incómoda allí que le dije a Dash que nos regresará a casa... Porque si te soy sincera una fiesta en el bosque no trae nada bueno —relató— Llegamos a mi casa y nos fuimos a dormir. Cuando desperté no estabas Sam, luego me entero de que estás nuevamente allá y que el puente se ha caído y que no pudiste pasar.

¡Pero que disparate estaba diciendo! ¿Por qué decía esas cosas? ¡Nada de eso era cierto!

—¡No es cierto Astrid! Todo lo que dices ¡Es mentira! Tú me abandonaste y te fuiste a coger con Dash, te vi en pleno bosque con él y había personas viéndote —

— Ya en serio Sam. Deja de crear cuentos y madura ¿Quieres? —protestó como si yo fuese la culpable— Si querías verte con el chico misterioso y follar por primera vez ya no es mi culpa.

Su comentario me enojo tanto que le dije algo que nunca pensé que le diría.

—Sabes que, ¡Vete a la mierda! —

Y esta vez si le cerré la puerta en la cara. Ni siquiera sentí remordimiento con lo que acababa de hacer. Me fui a la cama y me olvidé por un momento de todo.

A la mañana siguiente mi ánimo se encontraba en el peor nivel posible. Era domingo y no quería salir de la cama, no obstante mi madre asomo media cabeza para avisarme que hoy saldríamos de compras.

No podía negarme después de lo que hice, así que accedí. Me puse unos jeans desgastados, una camisa holgada color gris y unos vans negros. Tampoco tenía ánimos de lucir bonita.

Fuimos al supermercado más cercano y ahí comenzó mi tortura.

—Sam, ve por la leche. ¡No tardes mucho! —

Accedí y obedecí a lo que me dijo. Camine por el largo pasillo helado y llegué a los lácteos. Recorrí con mi mirada cuál fuese más accesible y vi uno que me pareció el más económico.

De pronto cuando lo fui a tomar, una mano pálida llena de tatuajes paso por mi costado y lo tomó. ¡Ya sabía de quien se trataba!

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