Capricho

Al aceptar, me llevo hasta la cama y me acostó a la mitad con la cadera sobresaliendo de la misma.

Me puse nerviosa, cuando se quitó la camisa. Hasta en su pecho tenía tatuajes y tenía un abdomen muy bien tonificado.

Este se agachó y se colocó frente a mí.  Y se posicionó en medio de mis piernas.

Sus manos recorrieron mi piel, su solo contacto se sentía bien. Apartó un poco la toalla y pude ver mi zona a su merced.

Me sentía avergonzada, ante lo que estaba ocurriendo. No podía creer que la chica más tímida de todo el mundo cumpliera y obedeciera a semejante patán

Se inclinó un poco hacia adelante y me ruboricé al sentirlo tan cerca de ahí. Su cálida  respiración y atención en ella me excitaba aún más.

—Es mejor que te agarres de las almohadas —advirtió Max.

—¿Qué? ¿Por qué? Que va a... —

A continuacion me comenzó hacer un oral, con movimientos alocados con su boca que me hicieron perder el control de mi mente y activar otros sentidos.

De tanto placer gemi su nombre. Y este se sorprendió muchísimo y se detuvo sonriendo.

—No... No te detengas... —protesté.

Pero este seguía sin hacer nada.

—Di “Quiero más, Max" y sigo —dijo colocándose sobre mí—Quiero escucharte decir mi nombre otra vez.

¡No! ¡No quería caer en su juego! Sin embargo, quería que él volviera hacer ese truco con su boca.

—Si me obedeces... Te provocaré un orgasmo mucho mejor que el anterior —aseguró—Únicamente tienes que decir las palabras mágicas Samantha Walas.

Vi su mirada de lujuria, quería seguir igual que yo. Sin embargo no me iba a humillar, y ni tampoco le daría la victoria por una simple calentura

—¡No! No voy a decirlo —

Este se sorprendió ante mi respuesta, su cara cambió de lujuria a una de enojo.

—En ese caso —dijo safandose de mis piernas—No sigo.

¡Arrogante! ¡Orgulloso! ¡Delicado!

—Pues... Mejor —dije con la voz entrecortada tapandome de nuevo con la toalla.

La verdad por dentro quería que esto continuará, apenas comenzaba a sentir el inmenso placer que este me estaba causando. Pero no, no quería que este se creyese que podía usarme a su antojo.

El silencio nos envolvió, mientras el nuevamente se colocaba la camisa, no obstante ese silencio no duró mucho.

—Hay una cosa que me ha quedado claro —dijo Max mostrando un semblante serio, de seguro iba a criticarme por no ser accesible.

—¿Si? ¿Qué? —dije sentándome.

Puso una rodilla en la cama y ambas manos rodeándome.

—Que no descansaré hasta que seas mía... Serás mía Samantha Walas y ni tú ni nadie podrá evitarlo —proclamó—me adueñaré de ti y de tu alma.

¡Y a este que bicho le pico!

—Estás loco, lo que acaba de pasar entre nosotros no se repetirá nunca más ¡Me oiste! —aseguré.

—Eso tú no lo decides Sam —contradijo—Tu cuerpo está llamándome y llegará un momento de que no podrás evitarlo. Te tendré en mi cama, me darás vida a través del placer y ya no podrás parar.

Trague grueso al ver tanta seriedad en su mirada y en su voz. No debí ni si quiera dejarme llevar por su estúpida idea, me arrepiento de todo.

—Recuérdalo muy bien Sam... Vas a ser mía —repitió.

Y se marchó de mi habitación sin decir más. Ahora si me sentía culpable con lo que pasó. ¡No debí hacerlo! ¡Por qué mierda me puse tan débil contra él! ¡Es que acaso me gusta!

¡Pero que acababa de decir! Max era hermoso, pero definitivamente no era mi tipo ni mucho menos me gustaba. Nos llevábamos como agua y aceite y jamás se daría algo realmente bonito y el únicamente me quería para usarme y desecharme.

¡Por qué debía ser tan frágil ante sus encantos!

Después de esa mala racha, y con la oscuridad frente a mí, ventana me fui a dormir. Ya no quería saber más nada sobre este fatídico día.

Entonces entré en un sueño, donde se repetían las mismas escenas. La señora de la cafetería hablando sobre la puerta del infierno, las orgías en el bosque y luego yo en una cama con Max encima de mi y teniendo sexo. Varias veces desperté sobresaltada y lo peor es que al tratar de dormir de nuevo el mismo sueño se repetía.

¿Es que acaso el sueño tenía un significado? ¿O algo realmente si estaba pasando?

—Ya Sam, no te mortifiques más —Susurre a mi misma.

Observe la hora, ya iban a ser las ocho de la mañana. Hora perfecta para irnos y averiguar que había ocurrido con el desastre del puente.

Toque la ropa y esta estaba medio húmeda, no tenía otra alternativa que ponermela.

Sentí frío con cada prenda, el cuerpo me tembló un poco y salí.

Fui a la habitación de Max y le toque la puerta, sin embargo este no dio respuesta.

—¡Oye testarudo! ¿Nos vamos o que? —

Sin embargo no se escucho ningún ruido, entonces me atreví a girar la manilla llevándome la gran sorpresa de que en el cuarto no se encontraba.

Cerré rápidamente y mire hacia el estacionamiento y tampoco su auto se hallaba.

Fui a recepción y le pregunté al hombre sobre su paradero.

—Señorita hace más de dos horas que se fue —informó.

—y... De casualidad no dejó dicho algo. ¿Qué volvería? ¿Qué me esperará? —pregunté.

—No, solo me entregó la llave y se marchó —

Me sentí enojada ¡Ese idiota me había abandonado aquí! Claro ahora ese imbécil mostraba su verdadera naturaleza. Si no accedía a sus peticiones él simplemente me castigaba.

Tome mis cosas y le pedí una llamada al recepcionista, pero justo cuando iba a marcarle a mi madre, ella me llamaba desde mi teléfono. Al fin la señal había vuelto.

—¿En dónde rayos estás Samantha Walas? — protesto furiosa.

Debía buscar la manera de calmarla, fue entonces que decidí dejarme de rodeos y contarle la verdad.

—Mamá lo siento, pero me quedé atrapada aquí a las afueras de la ciudad por la caída del puente Richsclan. Antes que me preguntes por qué estoy aquí y no en la casa de Astrid, es porque bueno... Vine a una fiesta con ella y...—

Sin embargo, mamá interrumpió mis declaraciones.

—¡Por favor Samantha ya deja tus mentiras! Astrid acaba de venir y preguntó por ti dijo que despertó "En su cuarto” “En su cama” y tú no estabas —dijo casi gritandome—El puente de Richsclan en ningún momento se ha caído.

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