Deseo

Mi cuarto era el número 15 y él tenía el 16 lo que significaba que indirectamente estaría a su lado.

—¡Esto no podría empeorar más! —dije lanzándome en la cama.

—Si tú lo permites y sigues de tonta empeorará —dijo Max al otro lado de la pared.

¡Qué metiche! Tampoco podía tener algo de privacidad.

— A que te refieres a que siga de tonta... ¡Oh! Soy tonta porque no quiero ser como las demás y acostarme contigo —reclamé.

—No, solo eres una dramática que solo cree que por resistirse vas a ser única y diferente —contradijo.

—¡Por favor! Eso ni lógica tiene— opiné—No voy a entregarle mi virginidad a cualquier imbécil o ¿Es que acaso no entiendes?

Este no respondió, lo que me dio a entender que todo había quedado claro.

Aproveche y me di una ducha, con la puerta muy bien cerrada por precaución. El agua estaba riquísima, lástima que el baño no era muy cómodo que digamos. Cerré el grifo y alce la mano para tomar las prendas que había colocado encima de la cortina, pero por desgracia la pesque torpemente y se me resbaló cayendo en el piso y con esto, se mojó todo.

—¡Qué mala suerte la mía! —dije tomando la ropa mojada mientras me envolvía en el paño. Salí al cuarto y las coloqué sobre unas sillas junto a la ventana para que se secara.

Me colé bajo las sábanas y encendí la televisión poniendo el noticiero local.

De repente, y sin yo tocar nada se cambió el canal poniéndose una programación sugerente.

De inmediato bajé el volumen, ya que la mujer de la película gemía desesperadamente y alto. Entonces volví a colocar rápidamente de nuevo lo que estaba viendo; sin embargo, a los pocos segundos la película volvió a aparecer.

¿Pero qué estaba pasando?

La pregunta se había contestado sola cuando oí a Max reírse del otro lado. Este sin duda tenía algo que ver.

—¡Ey! —reclame—Ya deja tus jueguitos Max.

—Ya se te safo un tornillo —dijo sarcásticamente.

Corrobore si era cierto mis sospechas y coloque el noticiero, puse el oído en la pared y si, se oía en su televisión. Luego el cambio de canal.

— Deja de ver tu película para adultos , no entiendo por qué mi televisión transmite tu porquería —

—Pues vas a tener que aguantarte porque la estoy usando para algo beneficioso y no pienso parar —reveló.

Me ruboricé ante semejante confesión ¡No podía ser más asqueroso!

Guarde silencio y apague el aparato. Me recosté, mirando el techo. Me sentía algo preocupada con respecto a mamá ¡Qué mal hotel! ¡Ni siquiera había teléfonos dentro de la habitación! Y ahora sin ropa que usar no podía salir.

Al parecer Max había apagado su asquerosa programación pues los ruidos de la mujer se extinguieron de pronto. No obstante no fue mucha la calma, puesto que, otros gemidos se activaron y estos provenían de él.

Susurraba cosas ilarantes y pervertida con mi nombre.

¡Maldita sea! Se estaba tocando en mi honor. Ahora sí que me sentía avergonzada, probé en poner algo de música para apagar un poco sus alaridos, no obstante era imposible cada vez decía: ¡Sam! De forma más placentera lo que me provocaba un fuerte hormigueo en mi zona íntima. Sentía más calidez que de costumbre.

—Cálmate Sam —dije tranquilizándome.

—¡Vamos Sam!  ¡Vamos nena! —dijo este causando que mis piernas se contrajeran para tapar la calidez que comenzaba a surgir.

—No escuches... Solo… Rayos... Únicamente... Distrae... La... Mente —dije ya casi en tartamudeando.

Inconscientemente, mi manos fueron a parar en mi femimidad y comencé a frotar.

Puse atención a todo lo que decía Max, sus declaraciones de lo mucho que me deseaba y de lo bien que se sentía tocarse por mí.

Fue entonces cuando palpee por primera vez mi punto de excitacion y allí  todo se transformó en un frenesí incontrolable.

Los gemidos de Max, más los movimientos rápidos de los dedos causaron que un orgasmo explotara en mí. Sin embargo, a los pocos segundos de llegar, tocaron la puerta de la habitación y sentí adrenalina y vergüenza por lo que acababa de hacer.

Me envolví otra vez muy bien y abrí la puerta y justo frente a mí, se encontraba el chico que me hizo perder la cordura y hacer lo que jamás en mi vida me imaginaría que me iba a atrever hacer.

Este se abalanzó sobre mí besándome con desesperación.

—Te escuché como gemías por mí —dijo mientras trataba de tomar aire después de besarme.

—Yo... Yo—Tartamudee.

Pero él causó mi silencio con un beso.

—Me deseas Sam sé que es así —comentó—Deja que te enseñe otra alternativa.

—Te dije que no voy a... —Interrumpió.

—No habrá necesidad de quitarte tu virginidad —Aclaró—Quiero probarte, y quiero que tu misma me des a probar.

De tan solo oírlo hablar así, me calentaba hasta en lo más profundo de mi ser. Experimente curiosidad en el momento, quería atreverme, saber que plan se traía entre manos.

—Te juro Sam, que no voy a pasar tu limite—Aseguró—Puede que no nos llevemos bien, puede que me odies, que no me quieras ver ni en pintura, sin embargo... Hay que admitir que te deseo. Y mucho ¡Joder!... Eres la primera chica que causa esto en mí. Solo deja que apague esto que siento y te dejaré en paz.

Podía estar diciéndome mentiras, podía estar engañándome para llevar a cabo un plan maléfico. Pero en este preciso instante que nuestros rostros se encontraban cerca, y con las respiraciones agitadas, no podía ni pensar con claridad. Baje rápidamente la mirada y vi su bulto marcado en su pantalón. Estaba tan excitado como yo.

—No te haré daño, únicamente déjate guiar por mí y te llevaré a lo que tú llamas paraíso —

Lo miré a los ojos, a esos encantadores ojos que en este instante estaban oscuros y con la pupila dilatada. Tenía la boca semiabierta para poder respirar con calma y sus mejillas ruborizadas que lo hacían lucir más atractivo.

—OK... Enséñame —dije aceptando su propuesta.

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