Sensaciones

¿De dónde salieron estas marcas? ¿Por qué tantas?

—¡Oh por Dios, Samantha! —exclamó Astrid—¿Qué hiciste en mi ausencia?

—Nada... Yo no he hecho nada —confesé—Te dije que Max solo me dio un pequeño beso en el cuello.

—Serán Chupetasos —se burló—¿Tu madre ya te los habrá visto?

— No, creo que no se dio cuenta —

Astrid abrió su bolso y sacó su estuche de maquillaje.

—Hay que ocultarlo —sugirió.

Acepte y enseguida empezó a taparlo con mucha delicadeza.

—Tienes seis en total —dijo riendo.

No sé por qué le causaba tanta risa, al parecer pensaba que decía mentiras y que era una atrevida igual que ella.

Mi madre nos llamaba desde abajo, justo cuando terminó de ocultarme las marcas.

Me sentí incómoda durante la cena, mientras Astrid conversaba a gusto con mamá. Yo solo deseaba que me tragara la tierra.

A la final Astrid se quedó a dormir conmigo por sugerencia de mi progenitora, ya que era tarde y “la hora de las brujas” acababa de comenzar.

Compartimos cama, mientras yo sacaba conclusiones de las marcas, ella le escribía ansiosamente a alguien desde su teléfono.

—¿A quién le escribes tanto? —pregunté curiosa.

—Al chico de la fiesta —dijo suspirando.

—¿Con el que te acostaste? —dije en tono alarmante.

Ella puso una mano en mi boca silenciándome, al mismo tiempo que reía y afirmaba.

—Si, desde que estuvimos en la fiesta. No para de escribirme —comentó—Supongo que quedó encantado con mis atributos.

Tome una almohada y se la aventé. ¿Quién iba a creer que Astrid fuese tan pervertida?

De pronto un grito sordo salió de su garganta y comenzó a saltar como niña pequeña.

—¿Qué ocurre? —

—Me quiere ver mañana en la noche —dijo entusiasmada— dice que me desea.

Lo que tenía de bonita y pervertida, lo tenía de tonta.

—Por lo que dice, solo te quiere ver para tirar y nada más —

Astrid se mordió los labios, gesto que en verdad me hizo sentir vergüenza ajena.

— Y yo también quiero... Me gusta muchísimo —confesó.

—Ten un poco de pudor ¿Quieres? —le aconsejé— Si te gusta y lo quieres para rato y no para momento, deberías no ser tan accesible.

Ella se abalanzó sobre mí y me abrazo.

—Sí... en verdad tienes razón —admitió—¡Ven conmigo!

Después de todo lo ocurrido quería que fuese con ella ¡Es que acaso había enloquecido!

—Pará volver a estar en peligro ¡No! —

Esta me miró haciendo ojitos de perrito regañado.

— ¡Vamos! Además, me invito a un evento, habrá gente, no estaremos solas. Así te compenso lo de la otra vez... Nos vamos a divertir —

—Mi madre no me dejará ir, mañana es 31...31 de octubre Astrid —informé—Sabes que ella si cree en la leyenda de las desapariciones.

— No te preocupes por eso, yo resuelvo. Lo importante es que vayas conmigo. Así tú... amiga mía, me mantienes al margen ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Di que si! —dijo entre súplicas.

OK, no debí aceptar, pero lo hice, porque simplemente soy una masoquista y una amiga estúpida y manipulable.

La noche transcurrió y llegó rápidamente el día. Por suerte era sábado y no teníamos que levantarnos temprano.

Después de una largas horas de sueño, mi madre nos dejó el desayuno y se fue a trabajar. Sin embargo, antes de que se marchará, Astrid le suplico que me dejara quedar en su casa. Cosa que se negó al principio, pero luego de muchos ruegos de parte de ella, no tuvo más opción que acceder exclusivamente con la condición de que no saliéramos, porque precisamente hoy era el día más peligroso de octubre.

Me sentía mal ante tanta mentira, no obstante Astrid me lo agradecía alabándome como su reina.

Luego de quedarnos solas, ella se metió en mi closet para buscar una ropa bonita y sugerente para causar satisfacción. No tenía de ese tipo de gustos, así que tuvo que combinar alguna ropa de verano corta con otra que encontrase atractiva.

—¿Por qué no vamos a tu casa y escoges una ropa que te agrade? —sugerí.

—No, ni loca... Mamá está allá con su amante y no quiero lidiar con eso —

Finalmente, se colocó un Short y una franelilla que le hacía lucir los senos abultados. Por mi parte me coloque unos Jeans negros y mi camisa favorita de "The Beatles"

Ya listas y justo a la hora, tomamos un taxi en la dirección que le habían enviado y cuando llegamos me quede pasmada.

No había absolutamente nada, solo una carretera desierta.

—¿Astrid, estás segura de que es aquí? —

—Sí, es aquí... Le Llamaré —dijo marcándole.

A los pocos minutos de haberlo llamado, llegó un Ford Mustang de color rojo. Al instante que bajó la ventanilla, Astrid abrió la puerta y se abalanzó sobre el chico.

Con razón no quería dejarlo, si era muy atractivo.

Tenía el cabello rubio, y los ojos de un color azul enigmático, parecía sacado de película.

Él me miró y luego a Astrid.

—¡Wow! Trajiste compañía —exclamó—¡Mucho mejor!

Me sentí por un momento incómoda, y esa incomodidad se hizo más latente cuando entre al auto.

Estos se besaban sin importarle que yo estaba ahí, haciendo el papel de lámpara.

—Por cierto soy Dash —dijo cuando por fin le dio marcha.

—Un gusto soy Samantha —dije tímidamente.

—Sam para los amigos —recalcó Astrid pellizcando mi mejilla.

Fingí una sonrisa y ellos volvieron a lo suyo.

—¿A dónde vamos? —preguntó Astrid.

—Ya verás les encantará —aseguró él.

Luego de unos 15 minutos de manejo, llegamos.

De inmediato que baje del auto me puse analizar aquel “evento" que a según sería fantástico.

Autos en fila, cerveza por do quier, una carretera super desierta. En pocas palabras se realizaría una carrera de autos ilegal.

Cuando Dash se distrajo tome a Astrid por el brazo y le sugerí que nos fuéramos.

—No deberíamos estar aquí esto es ilegal —

Ella hizo una mueca de fastidio y me dio la razón.

—Espera que Dash termine la carrera y le pediré que nos lleve —ideó.

—¡Estás loca! Debemos irnos ¡Ahora! —proteste.

—Cálmate ¿Quieres? —sugirió—pediré un taxi y ya nos vamos.

—Ya te vas —dijo Dash detrás de nosotras—por favor no se vayan apenas la diversión comienza.

Este nos rodeó a mí y a Astrid por encima del hombro como si nos conociera de toda la vida.

—Les prometo que las llevaré a casa cuando no más esto termine —

—Si—dijo Astrid.

—No—dije yo.

Otra vez en desacuerdo.

Una mujer muy atractiva habló por un parlante, esta cargaba en sus manos un pañuelo de color rojo el cual alzaba con ánimo.

—Muy bien los competidores entren a sus autos —

Dash nos miró a Ambas y sonrió.

—Las veré luego ok —

Se alejó y se posicionó en la línea con su auto.

La presentadora volvió hablar, presentando uno por uno.

—De número uno tenemos a Dash —

Este salió y saludo a todos como si fuese un artista.

—De número dos tenemos a Jake —

Un joven de tez morena y cabello rizado hizo una referencia.

—Y en el puesto número tres tenemos a Max —

Al escuchar el llamado, éste se bajo y con esto pude corroborar de que se trataba del mismo Max que tenía en mente. El mismo idiota y amargado que aborrecia.

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Comments

geo

geo

no quiero una amiga como esa jajaja

2024-07-17

1

💖Elismar💋

💖Elismar💋

jajaja cuanto apuesto a que ahora q escucho el nombre de su adorado tormento ya no se va a querer ir

2023-10-19

5

Aljayis Murillo

Aljayis Murillo

me encanta me tiene atrapada esta novela. súper..!!

2023-07-28

2

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