Capítulo 19: Daños

Capítulo 19: Daños

Las fuerzas mercenarias pasaron 3 días en las inmediaciones del combate.

Ambas compañías levantaron un campamento improvisado y en ellos, guardaron los botines del enfrentamiento, recogieron las armas caídas y quemaron los cuerpos para no sufrir enfermedades. El conteo de bajas se llevó a cabo en el segundo día y dicha tarea fue realizada por los intendentes mercenarios.

Los Lirios Negros sufrieron un total de 860 muertes confirmadas y 300 heridos, poco más de la mitad de sus fuerzas de combate se vieron mermadas por la confrontación. Sin embargo, el daño de los Saqueadores Musculosos fue más visible: 3400 muertos confirmados y 1000 heridos, una cifra escandalosa que a Pedro ni siquiera le importó.

Después de todo, sus reclutadores ya estaban en camino por más matones y gente miserable.

Sir Balian lo sabía, por eso no le dijo nada.

Incluso él no tendría problemas en llenar los espacios vacíos de su compañía, sobre todo, con muchos refugiados buscando venganza por la muerte de sus familias. Era una historia habitual en cualquier guerra: Los sobrevivientes quedaban con odio y en lugar de fomentar una sana carrera en el ejército imperial, se unían a las compañías mercenarias para pelear más rápido  y así desquitar su furia lo más pronto posible.

—Que deprimente. —Isolde estaba repleta de vendajes por todo el cuerpo, el olor a sangre ya no se notaba tanto como hace unos días, pues ella misma tomó un baño improvisado para sacarse aquella sensación.

—Así son las guerras —concluyó Sir Balian.

La pareja yacía parada frente a la pila funeraria.

Los cuerpos ardían al compás del fuego y la sangre carbonizada se fusionaba con el frío suelo rocoso.

Era una escena común que ya habían visto muchísimas veces.

Y sin embargo, jamás se acostumbrarían a ello.

¿Cuántos sueños e ilusiones se apagaron ese día?

Nunca lo sabrán.

La mayoría de los caídos eran mercenarios sin ocupación, matones y guerreros amantes del dinero fácil. Pero otros tenían familia, hijos o ideales que cumplir. Al final, el cómo vivieron sus vidas no importó, pues todos ardieron en una llama silenciosa, hasta desaparecer con un último beso del viento.

En fin.

Las compañías mercenarias volvieron al campamento celebrando, presumiendo riquezas y gritando majaderías para burlarse de los imperiales.

El Gran Duque Carlos II los recibió de mala gana, su intención era verlos morir para ya no tener que pagarles. Lástima (y fortuna), los líderes, Pedro y Sir Balian, regresaron a salvo.

—Hemos vuelto, señor. —La espada contratada se arrodilló frente a su benefactor, Pedro, sin embargo, solo se cruzó de brazos. El tipo no bajaba la cabeza tan fácilmente.

—Les dimos en la reputa madre.

—Felicitaciones por su victoria, pero no hay nada que celebrar, la fuerza principal vendrá cuando menos lo esperemos. ¿Tendrán tiempo para restablecer sus filas?

—Claro que sí —contestó Pedro —. Únicamente hace falta llevar a mis reclutadores a las ruinas y ciudades cercanas, estoy seguro de que hay muchos pobres diablos queriendo vengarse. ¿Y quién soy yo para negarles la oportunidad?

—Sí, yo también restableceré mis filas —comentó Sir Balian, sin perder el tono educado, pese a la molestia general que sentía hacia Pedro.

—Esperaré el reporte escrito de la batalla cuanto antes, necesito ver cómo lucharon y preparar a mis tropas con base en su experiencia.

—Tendrá su reporte. —Sir Balian se puso de pie, luego, volteó a ver a Pedro.

—Ya lo sé, escribiré el cochino reporte también.

—Pueden retirarse.

Pedro y Sir Balian salieron de la casa de campaña.

No se hablaron ni despidieron, el mercenario matón estaba furioso por no escapar del aburrido reporte. Una actividad que despreciaba, pero debía hacer él mismo, ya que sus hombres no eran confiables para nada y él no quería arriesgar el contrato.

—Volvamos a casa. —Isolde lo esperaba en la puerta del campamento, su adorable esposa pelirroja por fin se deshizo del hedor y ahora lucía más contenta que nunca —. Oye, mientras hablabas con el Gran Duque, vi a los Caballeros del Wyvern Rojo.

—¿Sí?, espero no tener que toparlos, nunca me llevé bien con ellos.

Sir Balian odiaba a las órdenes de caballería, sobre todo, a las que se jactaban de ser extremadamente honorables. Para él, las hermandades de caballeros no eran diferentes a las compañías mercenarias, pues podían considerarse como empresas privadas, donde los nobles ociosos gastaban su tiempo y dinero por la simple excusa del honor.

Entre las órdenes de caballería que más detestaba, estaban los wyvern rojos, una orden arrogante que nunca se metía en política, pero que siempre estaba al pendiente de ella tras bambalinas. Claro, todavía quedaban verdaderos caballeros como el futuro héroe Sir Kay, Sir Ron, Lady Katia y muchos más que aún faltaban por conocer.

—Lo entiendo, no te imagino formando parte de una orden —bromeó Isolde.

—A duras penas podemos lidiar con caballeros mercenarios, el ego de los juramentados y hermanos de honor parece no tener límites. En todo caso, volvamos rápido porque debo escribir un reporte.

—De acuerdo —sentenció Isolde.

La joven pareja se dirigió a su hogar improvisado, allí, la pequeña Roma ya los esperaba en la puerta, con la mejilla todavía lastimada y una expresión algo cansada. En cuanto la vio, Isolde corrió hacia ella y sin pensarlo dos veces, le dio un abrazo.

—Dios, ¿qué te pasó?, ¿estás bien?, ¿quién te lastimó? —El abrazo de Isolde no le permitió hablar, por ende, la elfa mercenaria suavizó su agarre, pero no la soltó.

—Dinos su nombre y morirá —complementó Sir Balian.

—No es necesario, ya está muerto…

Roma les contó la verdad a sus benefactores.

No se guardó ningún detalle.

Y claro, también presentó al pequeño Jared, cuya mirada tímida se ocultaba desde el sofá. Trevor, por su parte, jugaba con el niño a los cubitos, debido a su poca diferencia de edad (7 años), el hijo de Sir Balian e Isolde rápidamente lo aceptó como un compañero de juegos.

—Ya veo. Isolde, ve con Roma y Trevor al cuarto para descansar un rato, yo hablaré con Jared a solas.

—Sí, cariño. Ven, Roma, vamos por mi hijito, ¡quiero que juguemos a las figuras!

En cuanto Trevor vio a su madre, éste corrió rápidamente hacia sus brazos y luego mostró una sonrisa de oreja a oreja. Menudo crío más consentido.

—¡Mamá!, ¡llegaron! —exclamó Trevor.

—Ya estamos en casa, tu padre tiene algo de qué hablar con Jared, por cierto, es un placer conocerte.  —Isolde le hizo una educada reverencia al muchachito de 10 años, después de todo, estaba agradecida con él por haber salvado a Roma.

—E-El placer es mío, señorita… —Jared, sin embargo, se quedó anonadado por la belleza de la elfa. Su cabello rojo y ojos violetas le hicieron sonrojarse por primera vez en su vida, una reacción normal para alguien que jamás había visto un elfo en persona —. V-Voy para allá.

Y tras quitarse los rubores, Jared se encontró con Sir Balian recargado en la puerta de su hogar.

—Hey, niño, buen trabajo. —Lo primero que hizo Sir Balian fue examinarlo de pies a cabeza, era un niño flaco, pero no desnutrido, con ropas desgastadas y una expresión confiada (para su edad).

—No ha sido nada, me limité a gritar —lamentó Jared, aún traumado por el suceso anterior.

—Pero te moviste, escucha, niño, en este mundo los que mueren son aquellos que no hacen nada. Tú hiciste algo y ese algo marcó la diferencia, ¿qué más podías hacer?, ¿enfrentarte al desertor solo?, por favor, tienes 10 años, el gritar por ayuda fue lo correcto en esa situación. Y gracias a ti, mi criada está a salvo, ten más crédito por tus logros. —Sir Balian despeinó al pequeño afectuosamente, en efecto, aquellas palabras fueron parecidas a las que su viejo le dijo cuando aún entrenaba para ser escudero.

—Tienes razón, me moví… Pero quiero moverme más, señor, ¿podría unirme a su compañía mercenaria?, por favor, seguro Roma ya le contó, no tengo hogar, ni familia y no voy a robar para sobrevivir. Soy el hijo de un herrero honrado, no un ladrón. —A pesar de su edad, Jared mostró un inusual orgullo por su familia y la profesión de su difunto padre.

Ante tal gesto, el mercenario rubio simplemente le mostró una sonrisa.

—Normalmente, rechazaría tu petición, pero salvaste la vida de una persona importante para mí. No soy un caballero de honor, niño, guárdate eso en la cabeza, pero sí soy un hombre de palabra y lo que hiciste con Roma, es una muestra de lealtad y valor. Tal vez tú sí tengas lo necesario para convertirte en lo que yo jamás podré ser: Un verdadero caballero, por eso y de ahora en adelante, Jared, te nombro mi paje personal, responderás solo a mis órdenes y comandos, nada más.

—Y-Yo… Gracias, estoy a sus órdenes, no lo decepcionaré. —Jared inclinó su cabeza, en señal de respeto.

—Bien, ahora ve a limpiar  mis armaduras, unos intendentes las dejarán en el patio trasero de la casa. Cuando termines, puedes tener la tarde libre.

—¡Claro!

Jared se fue corriendo hacia el patio con una gran sonrisa.

Sir Balian hizo bien en tener a un paje como aliado, ya que no tenía tiempo de andar puliendo y limpiando su equipamiento. Además, la lealtad incondicional de un niño era totalmente honesta, un sentimiento que rara vez se veía en adultos.

“Y volvemos a la rutina…”

Capítulos
1 Introducción
2 Capítulo 1: Contrato
3 Capítulo 2: Familia
4 Capítulo 3: Guerra del Cielo Rojo
5 Capítulo 4: Negociación
6 Capítulo 5: Vientos nuevos
7 Capítulo 6: Entrenamiento físico.
8 Capítulo 7: Entrenamiento marcial
9 Capítulo 8: Malas noticias
10 Capítulo 9: Advertencia
11 Capítulo 10: Antesala
12 Capítulo 11: La noche
13 Capítulo 12: La Batalla de los Mercenarios, preludio.
14 Capítulo 13: La Batalla de los Mercenarios, contendientes.
15 Capítulo 14: La Batalla de los Mercenarios
16 Capítulo 15: La Batalla de los Mercenarios, consecuencias.
17 Capítulo 16: El chico
18 Capítulo 17: Caballero Negro
19 Capítulo 18: Miedo
20 Capítulo 19: Daños
21 Capítulo 20: Sueños
22 Capítulo 21: Vida en el campamento militar
23 Capítulo 22: Un día con Isolde
24 Capítulo 23: Un día con Sir Balian
25 Capítulo 24: Refuerzos Imperiales
26 Capítulo 25: La otra cara de la moneda
27 Capítulo 26: Tensión aliada
28 Capítulo 27: Comunicación
29 Capítulo 28: Motivos y curiosidades
30 Capítulo 29: Capitán
31 Capítulo 30: Torneo
32 Capítulo 31: Caballero vs Mercenario
33 Capítulo 32: Orden Blanca
34 Capítulo 33: Información no clasificada.
35 Capítulo 34: Nobles
36 Capítulo 35: Paraíso perdido
37 Capítulo 36: Escape desesperado
38 Capítulo 37: Futuro
39 Capítulo 38: La Orden del Ala Rota
40 Capítulo 39: El corazón de Temujin
41 Capítulo 40: Partida
42 Capítulo 41: La Batalla del Infierno Sangriento/preludio.
43 Capítulo 42: La Batalla del Infierno Sangriento/Contendientes.
44 Capítulo 43: La Batalla del Infierno Sangriento/Vanguardia
45 Capítulo 44: La Batalla del Infierno Sangriento/Falange imperial
46 Capítulo 45: La Batalla del Infierno Sangriento/Contraataque
47 Capítulo 46: La Batalla del Infierno Sangriento/ Al límite
48 Capítulo 47: La Batalla del Infierno Sangriento/Héroes Bajo Fuego
49 Capítulo 48: La Batalla del Infierno Sangriento/Conclusión
50 Capítulo 49: La Batalla del Infierno Sangriento/Consecuencias
51 Capítulo 50: Heridas imborrables
52 Capítulo 51: Ascenso forzado
53 Capítulo 52: Otra cara
54 Capítulo 53: Viejos pecados
55 Capítulo 54: Primera cita
56 Capítulo 55: Mercenarios negociando
57 Capítulo 56: CAOS
58 Capítulo 57: Muerte inminente
59 Capítulo 58: Asedio, resentimiento y silencio
60 Capítulo 59: Ironía
61 Capítulo 60: Estrategia celestial
62 Capítulo 61: Las semillas de un conquistador
63 Capítulo 62: Camino sangriento
64 Capítulo 63: Alzamiento definitivo
65 Capítulo 64: Paz futura
66 Capítulo 65: Sueño cumplido
67 Capítulo 66: La última sonrisa
68 Capítulo 67: La elección más importante
69 Capítulo 68: Conocer los riesgos no es lo mismo que aceptarlos
70 Capítulo 69: Estrategia de batalla
71 Capítulo 70: La Batalla de la Carga Definitiva/Preludio
72 Capítulo 71: La Batalla de la Carga Definitiva/Contendientes
73 Capítulo 72: La Batalla de la Carga Definitiva/Asalto Final
74 Capítulo 73: La Batalla de la Carga Definitiva/Duelo de Ingenio
75 Capítulo 74: La Batalla de la Carga Definitiva/Avanzar o morir
76 Capítulo 75: La Batalla de la Carga Definitiva/Duelos a muerte
77 Capítulo 76: La Batalla de la Carga Definitiva/Resolución
78 Capítulo 77: Venganza
79 Capítulo 78: …
80 Capítulo 79: Consecuencias finales
81 Capítulo 80: Derrota y muerte
82 Epílogo: Una vida sin ti
Capítulos

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1
Introducción
2
Capítulo 1: Contrato
3
Capítulo 2: Familia
4
Capítulo 3: Guerra del Cielo Rojo
5
Capítulo 4: Negociación
6
Capítulo 5: Vientos nuevos
7
Capítulo 6: Entrenamiento físico.
8
Capítulo 7: Entrenamiento marcial
9
Capítulo 8: Malas noticias
10
Capítulo 9: Advertencia
11
Capítulo 10: Antesala
12
Capítulo 11: La noche
13
Capítulo 12: La Batalla de los Mercenarios, preludio.
14
Capítulo 13: La Batalla de los Mercenarios, contendientes.
15
Capítulo 14: La Batalla de los Mercenarios
16
Capítulo 15: La Batalla de los Mercenarios, consecuencias.
17
Capítulo 16: El chico
18
Capítulo 17: Caballero Negro
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Capítulo 18: Miedo
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Capítulo 19: Daños
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Capítulo 20: Sueños
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Capítulo 21: Vida en el campamento militar
23
Capítulo 22: Un día con Isolde
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Capítulo 23: Un día con Sir Balian
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Capítulo 24: Refuerzos Imperiales
26
Capítulo 25: La otra cara de la moneda
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Capítulo 26: Tensión aliada
28
Capítulo 27: Comunicación
29
Capítulo 28: Motivos y curiosidades
30
Capítulo 29: Capitán
31
Capítulo 30: Torneo
32
Capítulo 31: Caballero vs Mercenario
33
Capítulo 32: Orden Blanca
34
Capítulo 33: Información no clasificada.
35
Capítulo 34: Nobles
36
Capítulo 35: Paraíso perdido
37
Capítulo 36: Escape desesperado
38
Capítulo 37: Futuro
39
Capítulo 38: La Orden del Ala Rota
40
Capítulo 39: El corazón de Temujin
41
Capítulo 40: Partida
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Capítulo 41: La Batalla del Infierno Sangriento/preludio.
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Capítulo 42: La Batalla del Infierno Sangriento/Contendientes.
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Capítulo 43: La Batalla del Infierno Sangriento/Vanguardia
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Capítulo 44: La Batalla del Infierno Sangriento/Falange imperial
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Capítulo 45: La Batalla del Infierno Sangriento/Contraataque
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Capítulo 46: La Batalla del Infierno Sangriento/ Al límite
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Capítulo 48: La Batalla del Infierno Sangriento/Conclusión
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Capítulo 49: La Batalla del Infierno Sangriento/Consecuencias
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Capítulo 50: Heridas imborrables
52
Capítulo 51: Ascenso forzado
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Capítulo 52: Otra cara
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Capítulo 53: Viejos pecados
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Capítulo 54: Primera cita
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Capítulo 57: Muerte inminente
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Capítulo 59: Ironía
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Capítulo 61: Las semillas de un conquistador
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Capítulo 62: Camino sangriento
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Capítulo 63: Alzamiento definitivo
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Capítulo 64: Paz futura
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Capítulo 65: Sueño cumplido
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Capítulo 66: La última sonrisa
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Capítulo 68: Conocer los riesgos no es lo mismo que aceptarlos
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Capítulo 69: Estrategia de batalla
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Capítulo 70: La Batalla de la Carga Definitiva/Preludio
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Capítulo 72: La Batalla de la Carga Definitiva/Asalto Final
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Capítulo 73: La Batalla de la Carga Definitiva/Duelo de Ingenio
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Capítulo 74: La Batalla de la Carga Definitiva/Avanzar o morir
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Capítulo 75: La Batalla de la Carga Definitiva/Duelos a muerte
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Capítulo 76: La Batalla de la Carga Definitiva/Resolución
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Capítulo 77: Venganza
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Capítulo 78: …
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Capítulo 79: Consecuencias finales
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Capítulo 80: Derrota y muerte
82
Epílogo: Una vida sin ti

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