Capítulo 8: Malas noticias
Muy lejos del campamento militar, en la capital imperial…
La Emperatriz Agnes I no pasaba sus mejores momentos como gobernante, su rostro cansado y lleno de ojeras le había quitado su belleza natural. El cabello rubio que tanto presumió hace algunos meses ya no era ni la sombra de su antiguo ser.
Todos los días recibía malas noticias: Desde caravanas saqueadas, hasta ciudades quemadas desde los cimientos. Una verdadera pesadilla infernal que parecía no tener fin.
—Su alteza, tenemos reportes nuevos desde la frontera oeste. —La cámara personal de Agnes era hermosa, el piso estaba compuesto de mármol con incrustaciones de oro, a sus espaldas, una enorme pintura de un caballero acorazado decoraba la sala como un viejo recordatorio al pasado glorioso y heroico del Imperio Cross.
Una fuente de inspiración que no le daba mayores energías.
—¿Qué sucede? —La Emperatriz tenía una idea de lo que sucedía, pero quería escuchar los detalles.
Desde que asumió el trono, no había tenido ninguna sola victoria contra el ejército celestial y apenas en 6 meses de reinado, el Imperio Cross ya había perdido un octavo de su territorio.
—Tenemos noticias preocupantes, nuestros espías afirman que los traidores se han unido bajo una sola bandera y presentaron juramento al ángel blanco. Esto es nada más un rumor, pero estamos seguros de poder confirmarlo estos días.
—Los traidores siempre han estado en nuestra contra, no es de sorprender este curso de acción. —Agnes conocía bien la historia del Imperio Cross, los traidores, antes conocidos como los Hombres sin Dios, eran tribus salvajes ajenas entre sí, remanentes de antiguas civilizaciones exterminadas por el lejano Imperio Mena.
No era ninguna novedad que volviesen a unirse contra la civilización.
—Lo sabemos, su alteza, pero hay algo más siniestro en esta información… Al parecer, no es un simple caudillo el que ha unido a las beligerantes tribus, sino un héroe carismático de nombre Temujin.
Al escuchar ese nombre, Agnes sintió un mareo terrible. Su mente divagó unas cuantas ideas antes de volver a la realidad y entonces, suspiró.
—Maldición —bufó Agnes —. ¿Es cierta esta información?
—Desgraciadamente sí.
Temujin era un nombre tabú para el Imperio Cross y toda la civilización en general. Muchos años antes, cuando el Imperio Mena se caía a pedazos en el día negro, un héroe legendario levantó a todas las tribus abandonadas del norte y sin pensarlo dos veces, lanzaron un ataque brutal que destruyó a la civilización y provocó un daño irreversible a la cultura humana.
Cientos de adelantos tecnológicos se perdieron ese día.
El mundo retrocedió un milenio.
Todo el avance, toda la gloria del Imperio Mena, desvanecida en un solo día.
Y el nombre del responsable… Temujin, se convirtió en un nombre de extrema calamidad, un título entre los salvajes que solamente los elegidos podían utilizar.
En la historia posterior al Imperio Mena han existido 2 Temujin más, el primero provocó la caída del Reino Mena, el sucesor fallido del antiguo Imperio y el segundo, tuvo que ser vencido durante las cruzadas.
—El cuarto Temujin y el ángel blanco están aliados, esto se pone mal, muy, muy mal. —Agnes quería llorar, de no ser por la presencia del mensajero ya se habría tirado al piso para sacar sus frustraciones —. El Gran Duque Carlos está resguardando esa frontera, sus fuerzas deberían ser suficientes para contener a este nuevo héroe, en todo caso, les daré algo de ayuda, mandaré a los Caballeros del Wyvern Rojo y a otro destacamento imperial. No puedo permitirme más tropas para ese lado, tenemos que fortalecer las ciudades del este y el norte. Nos están haciendo pedazos.
—Bien, informaré a los intendentes de su decisión. —El mensajero hizo una educada reverencia y luego, suspiró —. La otra mala noticia no es tan grave, pero quizá sea buena idea contarla.
—Te escucho.
—Al parecer, el Caballero Carmesí se ha unido al culto. —Como toda Emperatriz, Agnes I estaba bien versada de cultura popular.
El Caballero Carmesí era una figura errante y misteriosa, un héroe para los necesitados y alguien que no pedía dinero, ni fama, solo el bienestar del pueblo.
Acorazado con una armadura roja y una espada rúnica de nombre: Agravio, el Caballero Carmesí viajaba por todo el Imperio Cross, combatiendo contra las injusticias y salvando a los inocentes.
¿Por qué alguien como él se habría unido al culto del ángel?
—Vamos de mal en peor, como siempre. —Aquella noticia no era tan grave como la anterior, pero sí disminuyó el ánimo de Agnes considerablemente.
Si un héroe local se había unido al culto, ¿qué impedía al resto de los habitantes hacer lo mismo?
Cada día, el culto ganaba más seguidoras, alimentado por la desesperanza, el miedo y el odio hacia la nobleza que no hacía “nada” para protegerlos.
Incluso en la misma capital, se respiraba un ambiente lleno de tensión.
—Las cosas eran más esperanzadoras cuando estabas con vida —murmuró Agnes, para sí misma.
—¿Dijo algo, alteza?
—No, puedes retirarte. Indica las órdenes que te di y sigue con tu trabajo.
—Lo que usted ordene. —El mensajero salió de la habitación, dejando a la joven gobernante con un vacío en el corazón.
Apenas tenía 6 meses en el cargo.
Medio año desde que murió su amado padre y las cosas, en lugar de mejorar, solo iban empeorando.
Y poco sabía Agnes, que aquellos días difíciles eran solo el inicio de una pesadilla que se prolongaría por muchos, muchos años…
(Ilustración de la Emperatriz Agnes I)
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