Rock & Roll y nubes

-Muy bien escuchen… Voy a abrir un portal a la tierra y lo cruzaremos lo más rápido que podamos- dice Silvio al grupo. 

En ese momento el altavoz vuelve a sonar, en esta oportunidad era Gran Sisilio quien hablaba -A TODOS LOS GUARDIAS, APRENDAN DE INMEDIATO AL DEMONIO SILVIO FUE ÉL QUIEN METIÓ A LA CUCARACHA EN LAS NUBES, SEGURO ESTÁN TRABAJANDO JUNTOS PARA LA LIBERACIÓN DE SU PADRE-.

Silvio escucha atento y dice -mierda… cambio de plan… tenemos que escondernos-.

-¿Tu papá estaba preso acá?, ¿Con el diablo?-, pregunta Verónica.

Ludmila estrella la palma en su frente.

-¿nunca te dijeron que sos muy preguntona?, contesta Silvio.

-vengan, vamos para mi casa… desde allá se pueden ir tranquilos-, exclama Jack y comienza a moverse.

Detrás de ellos aparece Gran Sisilio, acompañado de un guardia, gritando -Silvio!, Maldito!, Me mentiste!-.

Éste se da la vuelta y, mientras observa cómo se acercan a su posición contesta -yo no sabía que esto pasaría… no conozca a la cucaracha-.

-vos y estos insectos que trajiste van a ser condenados a prisión eterna, defraudaron la confianza de las personas que habitan las nubes, además…-.

Antes de terminar la oración, Silvio, le encesta un puñetazo y lo desmaya.

En ese momento el guardia dispara un dardo tranquilizante en el cuello de silvio y se desvanece en el suelo. Jack da un salto atleta y derriba con toda su humanidad al guardia dejándolo inconsciente.

Ludmila se acerca rápidamente a Silvio, lo observa y dice -está desmayado-. 

-carguenlo vayamos a casa, allá vemos que hacemos-, exclama Jack.

Carlos examina los bolsillos de Gran Sisilio y de uno de ellos extrae su foto con Messi, la posa en el rostro de éste y le dice -te dije que iba a volver por ella-.

Luego éste último, Santiago, Ludmila y Verónica levantan como pueden a Silvio y lo arrastran hasta la casita de Jack.

Verónica, ya en la casa, toma un vaso con agua y se lo avienta en la cara a Silvio, pero éste no reacciona, Santiago le atina unas cuantas cachetadas y tampoco consigue despertarlo. 

-vamos a tener que pensar en otra cosa para que puedan volver-, dice Jack.

-¿pero cómo?, Él es quien abre los portales-, contesta Verónica.

-hay otra forma…-.

Ludmila lo mira fijo y pregunta -¿Qué forma?-.

Éste se acerca a la ventana que daba a la ciudad y contesta -en la Central, dónde se lleva cabo los chanchullos de propiedades de la ciudad… ahí está el panel de portales, si llegan allá van a poder volver-. 

-vamos a tener que arrastrar a Silvio hasta allá… va a ser difícil-, dice Carlos.

-eso no es lo difícil… lo difícil será sortear a los guardias que custodian el lugar-, acota Jack.

-los enfrentamos!, Vamos a pelear!-, contesta convencido Santiago.

Jack pasó a su lado y le propinó un cachetazo en la nuca -para que refresque tus ideas-.

Éste se encoge de dolor y dice -entonces, ¿qué podemos hacer?-.

Jack rasca su mentón y contesta -tengo un plan…-, mientras observa sus instrumentos musicales. 

      El recital.

 Jack, junto con Carlos y Verónica, cargan con una gustará eléctrica, la favorita de él, un micrófono con trípode y un pesado amplificador, más atrás los siguen Ludmila y Santiago empujando la carretilla dónde viaja Silvio, inconsciente, tapado con una manta. 

Carlos deja el amplificador en el centro de la plaza de la ciudad, en frente de la Central, allí, Verónica prepara el trípode, lo enchufa y da espacio a Jack con su Fender Jaguar. Los demás se esconden entre las sombras de árboles y casas esperando el momento exacto para arremeter en las oficinas. 

-chicos-, dice Jack para llamar la atención de quienes estaban con él -un placer haberlos conocido… seguro nos volvamos a cruzar en algún momento…-, les sonríe y continúa -ahora vayan con los otros y esperen el momento-.

-gracias por todo jack-, dice Carlos.

-nunca te vamos a olvidar-, acota Verónica, y corren con los demás.

Jack empuña su guitarra y la aferra al pecho, gira al máximo la rueda de volumen del amplificador, se posa erguido, respira profundo cargando su diafragma de aire, se acerca al micrófono y dice -Buenas tardes habitantes de las nubes!, Hermanos!-, tanto los guardias de la zona, como las personas y criaturas que merodean se quedan observando -estaba pensando… que a esta ciudad le falta un poco de rock!...-, se prepara, tose un poco para preparar la garganta y continúa -espero que les guste esta-. Sin perder tiempo comienza a puntear una melodía sacada del mismísimo infierno, sus dedos se movían cómo las olas en el mar rasgando las cuerdas de la endemoniada viola y comenzó a cantar:

      

    " El momento ha llegado,  Es tiempo del final

     La parca se a cansado,  De toda esta ciudad

     Arderán edificios,  El fuego danzará

     Por todas las cabezas,  de quien ha de luchar…"

 

 De fondo comienza a sonar Sisilio al altavoz nuevamente diciendo -GUARDIAS DE LA PLAZA CENTRAL DETENER A JACK WHITE!, ES CÓMPLICE DE LA FUGA DEL DIABLO, AYUDÓ AL DEMONIO Y LA CUCARACHA A LLEVAR A CABO EL HECHO. SE AUTORIZA A USAR LA FUERZA… CALLEN A ESE MALDITO-. 

 Todos los guardias que se encontraban cerca, incluidos los que custodiaban las oficinas, comienzan a movilizarse contra Jack. Al ver esto, los chicos, corren a las puertas de la Central, pero antes de entrar se dan la vuelta y observan a Jack. Cinco guardias, armados con cachiporras, se acercaron. El primero en llegar, con una sonrisa macabra dibujada en el rostro, encesta un golpe certero en la cara de Jack tan fuerte que éste cae desmayado al instante. Al desvanecerse sus ojos se dirigen a cada uno de los chicos como despidiéndose agradecido por dar una última bocanada de diversión a su monótona vida. Al tocar el suelo los guardias restantes se deleitan con una paliza que lo dejaría al borde de la muerte. 

En un momento uno de ellos se da la vuelta y observa cómo Santiago y compañía están ingresando a las oficinas y corren a someterlos. 

-¡vienen los guardias!-, grita Verónica, -Santi, Carlos quédense a retener la puerta-, a lo que estos acuden.

La oficina estaba vacía, solo se encontraba un escritorio dónde se apreciaba el tablero de los portales, y más allá la puerta que daba a una sala de espera.

Ludmila se acerca a la botonera y observa una gran cantidad de interruptores con nombre, algunos conocidos y otros no, que se referían a los reinos dónde se podía viajar. 

Cuando encuentra el que decía tierra lo presiona y no sucede nada… lo vuelve a intentar y no consigue abrirlo, -nose que pasa… nose como funciona-.

Mientras tanto los guardias se estrellan contra la puerta intentando abrir al grito de "ABRAN EN EL NOMBRE DEL REINO DE LAS NUBES", pero Santiago y Carlos resisten. 

En un momento la puerta de la sala de espera se abre y de ella entra Elisabeth. Ésta se acomoda el pelo, se la veía un tanto asustada, luego se dirige hacia la botonera y dice -lo estás haciendo mal-, le pide permiso a Ludmila y continúa -primero debes prender el portal-, y preciosa un botón verde que hace que, en la pared de enfrente, se remarque un óvalo dónde se abriría el portal, -y luego elegir el destino-, y presiona tierra. Al tocar el botón el portal comienza a abrirse en el destino seleccionado. Ella los mira y dice -prepárense para cruzarlo-.

Ludmila y Verónica sacan la manta que cubre a Silvio y lo agarran cada una de un brazo para levantarlo. Elizabeth lo mira y se acerca, acaricia su mejilla y le besa la frente, sonríe y dice -cuiden de él… es un gran demonio-.

-¿qué vas a hacer vos?-, pregunta Verónica.

-Les voy a dar tiempo-.

-venite con nosotros… te van a lastimar si te quedas-, acota Ludmila.

-no… Esto es nuestro castigo… las nubes es un reino basado en el chantaje, y yo llevé a cabo actos que me avergüenzan…-, respira y continúa -supongo que es momento de pagar-, luego vuelve a Silvio -cuando despierte díganle que lo amo, que esté donde esté nunca voy a olvidar la promesa que me hizo-, sonríe y se dirige a la puerta, se apoya en ella con todas sus fuerzas y manda a Santiago y Carlos a cruzar el portal. -crucen!… los guardias tienen prohibido viajar entre reinos… no los van a seguir-. 

Ludmila y Verónica cruzan con Silvio, Carlos las sigue, Santiago se queda un instante más con la mitad del cuerpo acá y la otra allá, observando a Elizabeth cómo es atropellada por los guardias, los cuales al grito de "TRAIDORA", comienzan a descargar su furia en ella, salpicando de sangre toda la habitación. Santiago, horrorizado, cruza el portal.

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