Un triste adios

Nico abre un ojo, el sol de mañana lo azotaba en el techo, de fondo se oían unos gritos, como alguien pidiendo ayuda… éste se levanta, la espalda dolía mucho, ya que descansó sobre las tejas. Ya parado se acerca a la orilla del techo, y allí saliendo de la casa, puede apreciar un demonio muy feo con una cola como de escorpión jalando a Silvio quien no se podía mover pero si gritar, en el medio de la calle se encontraba un portal abierto, seguramente ese sería su destino.

-¿Qué está pasando?...-, pregunta Nico.

El demonio se da la vuelta lo mira, y sin darle importancia sigue arrastrando a su presa.

-Nico!, Estoy paralizado! ¡Necesito tu ayuda!-, grita Silvio quien iba mordiendo el pasto de la vereda para hacer algo de tiempo.

Nicolás se tira del techo y entra corriendo a su casa, adentro se cruza con Ludmila y sus padres también paralizados. Éste comienza a ver en todas direcciones buscando algo con lo que pueda ayudar a Silvio, pero no encuentra nada más que tablas y clavos. 

-la escopeta del abuelo!-, le grita Esteban -en el sótano!-.

Nico corre hasta el lugar, tira unas cajas, como sabiendo dónde buscar, rápidamente la encuentra, junto a ella, dos cartuchos. Sale corriendo pasando por todos hasta llegar afuera. Allí, Silvio, muerde el cordón con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello, mientras el demonio escorpión sigue tirando de sus piernas. 

Silvio lo ve a Nico llegar con la escopeta, suelta el cordón y le grita -vamos Nico!!!, ¡Sabía que podía contar con vos!-.

Nico empieza a inspeccionar el arma, se toma su tiempo para cargar uno de los cartuchos, luego mira los costados, sabiendo que algo más le falta para poder disparar. 

Silvio al ver que está a unos pocos metros del portal pregunta -Nico?, No quiero apurarte pero… apúrate!!!-.

Éste, luego de entender el mecanismo, quitar el seguro, apunta a la cabeza del engendro desde su posición, un tanto alejado… y dispara. Gran mayoria de la innumerables cantidad de perdigones que escupió la escopeta destrozaron la cola del demonio, otros se clavaron en la pierna de Silvio que éste jalaba y el resto se desparramo en el paisaje que tenían de fondo.

El demonio suelta a Silvio, se da la vuelta, observa que su cola ya no era parte de él, mira a Nico, con sus ojos en llama, y le grita -te voy a matar!!-, luego comienza a correr a su posición.

Nicolás toma el otro cartucho y, con sus manos transpiradas, comienza a recargar la escopeta, los nervios lo poseían. El cola escorpión se acercaba rápidamente, Silvio le gritaba que se apure, la escopeta que parecía enfadada por quién la estaba manipulando y ponía dura resistencia, y su cabeza que solo pensaba en "Ludmila"... Entonces, a centímetros de ser descuartizado ferozmente, tuvo lista el arma, apuntó a cuarenta y cinco grados desde su cadera y jaló el gatillo. Los pedazos de la cabeza del demonio se dispersaron por toda la vereda, dejando así una alfombra de carne y sangre decorando la entrada.

Silvio festeja el momento y exclama -como el agente K!!, lo hiciste cómo en la película!-.

Nico, mientras intenta recuperar el aliento, contesta -nose de que estás hablando…-, luego le señala la pierna lastimada y continúa -perdón por eso-.

Silvio se mira la pierna y la encuentra ensangrentada, pero no sentía dolor por la parálisis, entonces lo vuelve a mirar a Nico y le dice -te voy a matar!…-.

Unas horas más tarde, con todos recuperados, Silvio y Ludmila se encuentran, en la vereda frente a Nico, ya preparados para emprender su viaje a quién sabe dónde. 

-te voy a extrañar Nico… sos un buen chico-, le dice Ludmila mientras ofrece su puño en forma de saludo.

-ambos te vamos a extrañar amigo…-, acota Silvio mientras lo abraza.

Nico devuelve el abrazo y contesta -vuelvan pronto… no se que va a ser de mi en esta nueva vida-.

-cuida de tus padres chico escopeta-, exclama Silvio.

-te prometí que voy a volver Nico, y espero encontrarte más fuerte de lo que ya sos hoy-, concluye ella.

Silvio se separa y comienza a alejarse mientras dice -y ahora… como en León!, Vámonos de aventuras Lu-.

-como quien?-, pregunta ella.

-león… el asesino… francés…-, contesta él, pero Ludmila solo gesta muecas de duda, así que se resigna y comienzan a caminar alejándose de Nico.

Éste levanta su mano al compás de la caída de algunas lágrimas mientras observa como el único amigo que no lo traicionó y la última mujer que amo, se alejan lentamente. 

De repente, sin que nadie lo esperase, entre ellos, Nico en la puerta de su casa y los otros dos cruzando la calle, comienza a abrirse un portal de rayos como los tantos que se abrieron días pasados. Silvio y Ludmila se acercan y se preparan para la inevitable lucha contra algún engendro, mientras que Nico toma la escopeta de su abuelo.

Al terminar de abrirse el portal, de él, sale el demonio Jesús con un revólver en mano, Silvio lo mira y pregunta -que haces vos acá de nuevo?-.

-lo siento Silvio, pero te necesito…-, contesta éste, acto seguido, alza su mano, en la cual empuñaba el arma, apuntó a la frente de Nico y presionó el gatillo. La bala sale despedida, con tanta fuerza y velocidad, que Nico no pudo ni darse cuenta que fue lo que sucedió. El proyectil entró por entre los ojos y salió desparramando sus sesos en toda la puerta de entrada, mientras su cuerpo sin vida, se desplomaba en una alfombra que decía "bienvenidos". 

Silvio en un grito agónico corre hacia él, Ludmila, en desesperación lo acompaña. Ambos posan junto al cadáver sin entender lo que sucedió, sin comprender el por qué de tan cruel final para su amigo, mientras Jesús, se desaparece por el mismo portal que apareció.

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