-¿Esta es la casa de Carlitos?-, pregunta Silvio intrigado.
-si-, contesta Ludmila.
Ante ellos, una mansión, decoradas de plantas y detalles exóticos, como la fuente circular que los recibia en la entrada, o las estatuas de animales que se encontraban en la vereda.
-Carlitos no va a decir que no… es un buen chico… el problema es cuando esta con Joaquín-, acota Verónica, mientras toca el timbre de la casa.
Luego de esperar unos instantes, de la puerta de entrada, se asoma Joaquín. Éste los observa con detenimiento, y sale a recibirlos. -qué hacen ustedes acá?-, pregunta.
-y Carlos?-, dice Ludmila.
-está ocupado-, contesta, -que necesitan?-.
-dale Joaquín somos tus amigos abrimos-, exclama Santiago.
Entonces abre las rejas. -¿Qué hace el Otaku con ustedes?, No era amigo de Nicolás-?
-por eso estamos acá… Nico necesita de nosotros-, contesta Verónica.
Carlos se asoma por la puerta y pregunta -¡chicos!, ¿Qué le pasó a Nico?-.
Silvio se adelanta hasta la posición de Carlos y contesta -esta muerto-.
-¿muerto?... No puede ser-, acota Carlos llevándose sus manos a la cabeza.
Joaquín camina hacia él y lo envuelve con un brazo -muchas personas murieron estos días… que lo hace especial a Nicolás?-, exclama éste.
Silvio se prepara para dormir a Joaquín de un puñetazo.
-pueden contar conmigo… que necesitan que aga?-, dice Carlos calmando el momento.
Silvio se tranquiliza, quita la fija mirada de Joaquín, observa a Carlos y contesta -necesitamos cosas de valor, tenemos que viajar a otro mundo y la entrada es cara-.
-Muy bien… tengo joyas, oro, diamantes… no hay ningún problema-.
-no… necesitamos cosas más valiosas que esas… el portero de las nubes es un coleccionista-, acota Silvio.
Carlos sonríe y contesta -muy bien!, Se entonces lo que necesitamos-.
-esperen!, Carlos puedo hablar con vos en privado?-, dice Joaquín. Luego ambos se meten en un cuarto de la casa.
-que pasa Joaco?-, pregunta intrigado.
-vos estás loco?, Escuchaste bien lo que dijeron?, de viajar a otro mundo… de darles cosas valiosas…-, susurra, -creo que quieren timarnos-.
-¿Te parece?-
-si… te quieren robar!-, acota éste.
Joaquín sale de la habitación y se enfrenta a Silvio -no vamos a ir con ustedes… lo siento pero nos quedamos-.
-esta bien no me interesa que vengan, pero dame algunas cosas para poder pagar la entrada-, exclama Silvio.
-no les vamos a dar nada…-, contesta éste un tanto agresivo.
Carlos se mantiene a distancia detrás de él, en su rostro se nota la vergüenza de verse sometido por su amigo. Silvio esquiva a Joaquín y encara a Carlos -se que vos sos un buen chico, no tenes porque aguantarlo…-. Se da la vuelta y vuelve hacia Ludmila.
-es mi pareja… somos novios-, contesta Carlos mientras juguetea con sus manos como si los nervios se apoderaran de él. -Hubo un tiempo en el que me atraía Nico… y Joaquín lo sabe… es por esto que él no lo quiere-.
-bueno…por lo menos alguien gustaba de Nico…-, murmura por lo bajo Santiago.
Joaquín se lleva las manos a la cabeza, y observa al suelo, siente vergüenza al entender que los celos lo estaban dominando negándose a la posibilidad de salvar una vida.
Ludmila susurra a Silvio -y está escena… a qué película te recuerda-.
-nose… no estoy para películas en este momento-, contesta mientras piensa.
-aun así… los voy a ayudar-, exclama Carlos, luego se gira a Joaquín -no puedo quedarme de brazos cruzados… te amo… pero Nico es un amigo y me necesita-.
Joaquín se acerca a él con los ojos en lágrimas -serias capaz de dejarme por él?... De olvidar todo lo que vivimos, los planes que tenemos juntos?...-
-no te estoy cambiando por nadie, solo ayudando…-, contesta.
Joaquín seca sus lágrimas -está bien… andate… pero no esperes que esté acá cuando vuelvas-.
Carlos se dirige a su dormitorio, se oye cosas moverse, objetos que se caen. Al cabo de unos minutos sale con una mochila, se para junto a Joaquín, besa su frente y le dice -voy a volver solo por vos-, luego se acerca a Silvio -ya tengo lo que necesitamos… vamos-.
Salen de la casa. La postal muestra a Joaquín sentándose en la entrada, triste, observando como Carlos se aleja por la puerta en la que más de una vez le robó un beso cuando ninguno sabía que sentían por el otro, cuando la incertidumbre de la aceptación los martillaba dejándolos a las sombras, a los pensamientos confusos que aprendieron a superar juntos. Juntos.
Carlos no miro hacia atrás, solo camino.
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