El cuerpo de Nicolás se posa pálido en la mesa del comedor, Inés y Esteban, lo observan abrazados con los ojos empapados en lágrimas. Ludmila contra una esquina, agazapada, se atormenta en silencio recordando cada palabra que usó para herirlo aquel día en su habitación.
Silvio camina de un lado al otro mordiéndose los dedos, por qué uñas ya no tenía, pensando y pensando, en su rostro denotaba la culpa, pues éste se sentía responsable e intentaba encontrarle una solución al problema, una solución a la muerte.
Inés corta el llanto, observa a Silvio, y dice -esto es tu culpa… si vos no hubieras aparecido en su vida nada de esto habría sucedido… yo no sería un monstruo, el mundo sería tal y como era… perfecto-.
-perfecto?-, contesta Silvio enfrentandola -acaso dijo perfecto?,... ¿Usted sabe por lo que pasaba su hijo?, Usted sabe los problemas que lo atormentaban, la tristeza que cargaba, lo mal que emocionalmente se sentía… usted no sabe nada-, se dirige al cuerpo -en el mundo anterior seguramente él hubiera presionado el gatillo con el mismo final…-.
Inés enmudece… entiende que realmente nunca se importó por el bienestar de Nicolás.
Esteban la abraza y con voz temblante dice -tenemos… tenemos que enterrarlo-.
Ludmila se para, seca su rostro y contesta -yo les ayudo-.
-no!- exclama Silvio -vamos a cremarlo… hagamos desaparecer su cuerpo de este mundo para que cuando lo encuentre en algún reino lo pueda traer de nuevo-.
-¿Es posible eso?, ¿Es posible volver de la muerte?-, pregunta Inés esperanzada.
-no es tan así… En realidad él no murió, solo su cuerpo de la tierra fue dañado, pero sigue vivo en el reino que se le haya asignado-, se torna un tanto más pensante -y como es de aquí… solo puede estar en dos lugares… el infierno o el reino de las nubes-.
-el reino de las nubes… el cielo?-, pregunta Esteban.
-Qué cielo?... El cielo es el cielo, celeste… Yo hablo del reino de las nubes-, contesta.
Esteban e Inés se observan como esperanzados, con la ilusión de poder volver a ver a su hijo con vida.
Más tarde, los cuatro, se encuentran en el patio trasero de la casa, allí, Nicolás, envuelto en una frazada de marrón, se posa sobre papeles de diarios y trozos de madera. Inés llora sin parar, Esteban la acompaña en sentimiento. Luego de un momento de plegarias y rezos, Silvio, se acerca con una antorcha en su mano y enciende los papeles. El fuego arde hasta el cielo, consumiendo al completo el cuerpo del muchacho. Sus padres permanecieron en la escena desde el primer momento en que la llama tocó el diario hasta que lo consumió todo.
Cuando concluye la cremación casera Silvio se dirige, apurado, al cuarto de Nicolás seguido por Ludmila. Éste comienza a revolver todo lo que encuentra a su paso, observa revistas, de anime y pornográficas, también encuentra álbumes de figuritas, aparta algunos, y sigue.
Ludmila curiosa le pregunta -qué buscas Silvio?-.
-cosas… cosas valiosas-, contesta éste.
-¿para qué?-, insiste ella, mientras revuelve también.
-Para el pago en el reino de las nubes… allí solo es posible entrar sobornando al portero-, dice.
-entonces estamos seguros que se encuentra allí?-, pregunta ella.
-Nico es un chico bueno, no le haría daño a nadie… estoy seguro que está ahí-, contesta éste.
Ludmila, convencida, exclama -bueno tenemos que buscar varias cosas para que nos dejen entrar a los dos…-
Silvio se da la vuelta, enfrentandola y le dice -no… vos te quedas acá, yo voy, lo busco y lo traigo de vuelta… todo esto es culpa mía, y si en las nubes te pasa algo no tengo ganas de cargar con dos muertos en mi currículum… con uno basta-.
Ella se le acerca y susurra -se cuidarme sola… además es imposible que lo puedas encontrar solo, te buscan en todo reino conocido por traición!, Es más…-, se acerca a la puerta de salida y sigue -necesitamos un equipo-, luego sale de la habitación.
Silvio toma un álbum de figuritas viejo y sale detrás de ella.
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