La majestuosa vista que los recibía del vasto territorio en las nubes era increíble, con campos verdes decorados de innumerable cantidad de flores, manzanos en fila con frutos listos para ser comidos, y más allá, al fondo, se apreciaba una ciudad enteramente de vidrio en dónde la luz chocaba de tal forma que reflejaba arcoiris en todas direcciones.
-increíble-, exclama Carlos.
-sacado de un sueño-, dice Santiago.
-Disney es más lindo-, acota Ludmila, a quien todos se quedan mirando, -¿Que?, Es la verdad-.
Silvio reúne al equipo y les dice -bueno escuchen… vayan hasta la ciudad, allá comenzará la búsqueda de Nicolás pregunten por la agente nueva. Yo los alcanzó en un rato…-, se para erguido -tengo que hablar con alguien-.
-¿y si nos pasa algo?-, pregunta Verónica.
-no les va a pasar nada… solo no cambien ninguna extremidad por algo de acá… no quiero volver y encontrarlos sin un brazo o alguna pierna… no caigan en la tentación-.
-entendido!, Sin tentaciones!-, exclama Santiago.
-ahh!, Y cuiden que la cucaracha no se escape… no confío en él-.
-tranquilo yo me encargo!-, dice Santiago mientras cruza un brazo por sobre el insecto en señal de amistad.
Silvio los observa, les desea suerte y se aleja. Los chicos se dan la vuelta en dirección a la ciudad y comienzan a caminar.
Luego de una interesante caminata, Silvio, llega hasta un lugar herméticamente cerrado. Lucia paredes que se elevaban más allá de dónde la vista puede apreciar, difícilmente la luz penetraba tan espeluznante lugar… y tampoco saldría.
Éste se acerca a lo que parecía una cabían de atención al cliente, allí, se encuentra un hombre de anteojos gruesos. -Eduardo!-, dice.
El hombre de lentes levanta la mirada que se encontraba pérdida en algún artículo de un diario y contesta -¿Silvio?, Hermano! ¿Cómo estás?-..
-querido Eduardo tanto tiempo sin verte-
-demasiado para ser sincero-, se quita los lentes -¿quien te saco de la piedra?-.
-un muchacho… un joven-.
-entiendo…-, se torna pensativo -¿Y que te trae hoy acá?, A la prisión de las nubes-.
-necesito un favor… un favor tuyo-.
-me imagino que no querrás entrar a verlo… ¿No?-.
Silvio adopta una imagen más sentimental, como expresando una necesidad -por favor necesito hablar con él-.
-Vos estás loco-, se arrima y le susurra al oído -si se enteran que te deje entrar me van a encerrar… y si entras y lo intentas liberar… me matan-.
-Eduardo no estoy acá para sacarlo… solo quiero hablar con él, necesito algunas respuestas-.
El guardia se detiene pensante, como si estudiara cada posibilidad consecuente de su decisión, luego gesta una mueca convencido, y hace pasar a Silvio -portate bien… de lo contrario voy a mandar a los guardianes a buscarte-.
-Quedate tranquilo amigo… no tengo intenciones de cagarla-, contesta e ingresa al recinto.
Silvio está sentado en una habitación frente a una mesa, un tanto nervioso, como expectante a la espera de a quien todos conocían como su padre.
La puerta se abre y por ella entra un demonio de aspecto tenebroso, alto hasta el techo y decorado de cuernos. Este se inmoviliza al ver a Silvio, luego continúa su andar hasta sentarse de frente a él. -Silvio… muchacho… tantos años-, le exclama con una sonrisa y lo que parecían lágrimas en los ojos.
-Diablo…-, contesta Silvio -no te pongas muy contento… sabes por qué estoy acá… y no es por vos-.
-los se… lo sé… pero es lindo volver a ver a mi hijo-
-no soy tu hijo… nunca lo fui-, exclama Silvio, -estoy acá para saber de mama… ¿dónde está ella?-
El diablo se echa un tanto para atrás, lleva su mano al mentón, en su rostro la tristeza aflora y destaca a un ser triste y derrotado. Al cabo de unos segundos contesta -ella ya no existe… ni en este ni en ningún reino-.
Silvio se levanta precipitado -¿como que no existe? ¿Que le paso?-
-fue condenada a la llama eterna hijo…-.
Silvio vuelve a sentarse, el tiempo se detiene, observa el suelo, deja caer unas lágrimas, las cuenta inconsciente, luego alza la cabeza -¿Fue por tu culpa?... ¿Por qué Häel te condenó al sufrimiento eterno?-, se levanta bruscamente, lo toma de los trapos que lo decoraban y le encesta una trompada en el pómulo izquierdo.
Éste se repone rápidamente, empuja a Silvio devolviéndole a la silla, escupe algo de sangre de su boca y le dice -la mataron por vos… por haber traicionado al señor de las tinieblas con el acto prohibido de acostarse con su hija!!-, Diablo se encontraba un tanto alterado, en su rostro expresaba el dolor que llevaba por dentro y lo manifestaba al levantar la voz -yo no pude hacer nada… no pude abrazarla por última vez… tampoco mirarla a los ojos antes de que sea juzgada… no pude despedirme-, golpea la mesa con el puño, se acerca a Silvio y susurra -ayúdame a escapar de acá… ayúdame a salir y vergar a tu madre… voy a viajar al infierno y hacer pagar a Häel-.
Silvio se quedó mudo, sin emitir palabra, seguramente recordando el momento en el cual lo juzgaban a pasar años y años en una roca, pensando en su madre, lo mucho que la extrañaba y como él tampoco pudo abrazarla por última vez ni mirarla a los ojos para pedirle perdón.
-¿Silvio?- insiste el Diablo.
Luego vuelve en sí y contesta -no voy a ayudarte… prometí no hacerlo… no por ahora…-.
Diablo gesta una mueca -hablaste con Eduardo ¿No?... Está bien… es un buen hombre, no merece ser traicionado-, a continuación se levanta, lo observa por última vez a Silvio y exclama -sos un gran demonio hijo… que no te torture el pasado… nos estaremos viendo pronto-.
Silvio se queda sentado observando como el demonio que lo crió de niño era acarreado a la misma celda en la cual había pasado los últimos cientos de años y aún le quedaba cientos de años más.
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Comments
Ana Gonzalez Diaz
muy buena novela me tiene cautivada llevo dos días leyendo la y estoy en el capítulo 17 realmente es increíble
2022-08-12
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