Ludmila, a un costado abrazándose a sí misma, Nico en medio, luchando por abrir los ojos y el demonio a su lado un tanto triste, caminan sin mediar palabras entre sí, en dirección a la plaza, la cual, se la puede ver a pocos metros.
Al llegar se esconden detrás de algunos árboles, y allí, en el centro de la misma, se puede observar a dos enfermeros del averno rodeando la jaula donde se encuentra prisionero el hermano de Ludmila.
El demonio estudia la situación, examina el lugar, las circunstancias y dice -son dos demonios de transporte… se lo quieren llevar al infierno-, observa a Ludmila y pregunta -por qué se querrían llevar a tu hermano al infierno?-.
-no lo sé…-, responde sin mirarlo.
Éste entrecierra los ojos y vuelve a mirar al frente. Unos minutos más tarde les dice -bueno esto es lo que vamos a hacer. Yo voy a ir con el de la izquierda, el que tiene dos cabezas, ustedes vayan con el otro… ok?-.
-perfecto-, responde Ludmila cerrando el puño.
Acto seguido los rescatistas de turno se dirigen, en modo sigiloso, a enfrentar a las criaturas.
El demonio se abalanza contra uno de ellos en una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Del otro lado Ludmila comienza a adoptar una forma vampírica temible con la cual enfrenta al segundo custodio. Nico al ver la escena queda desorientado del miedo, como petrificado, observando como ella con garras de muchos centímetros combate contra el demonio.
Cuando reacciona, entiende que su compañera está siendo sometida por el engendro, entonces, se arma de valor y con un palo comienza a hacerle frente también. La batalla fue épica, como sacada de una película de Hollywood. En un momento Ludmila atraviesa el corazón del custodio con la totalidad de su brazo derecho, y éste, cae muerto al suelo. Mientras tanto, del otro lado, el demonio aliado aún sigue batallando a puño limpio contra el de dos cabezas.
Ludmila se acerca a la jaula en dónde su hermano, un muchacho un tanto alto de pelo corto, se encuentra recostado sin movimiento alguno, -hermano… ¿Estás bien?-, pregunta ella.
Él levanta pocos grados la mirada y contesta -sacame de acá por favor-.
Entonces ella, enfurecida, intenta tomar la puerta de la reja con todas sus fuerzas, pero al momento en dónde su piel acaricia el reluciente metal, es eyectada por un poder oculto de la misma viajando varios metros hasta estamparse en el suelo desmayada.
El demonio aliado, con su cuello en manos del dos cabezas, observa la escena y grita -¡Nico!, Necesitan el dedo del guardia!, Con uno de sus dedos abren la reja!, Cómo en Doom!!, Recuerda Doom!-, y sigue luchando a muerte.
Nico, aún desorientado, observa desde su posición a Ludmila, la cual no emite movimiento, luego mira al demonio muerto que se posa a sus pies… se detiene en sus manos. Éste se agacha, lo toma, vuelve a mirar a su alrededor, en su cara se nota el temor, el asco, la repulsión del acto que debe cometer, y a continuación, comienza a girar el dedo medio del engendro. Una vuelta…dos vueltas… y se ponía cada vez más difícil… tres vueltas y cómo por arte de magia, luego de un click que nadie escuchó, separó el dedo da la inerte mano.
En ese momento él mundo se tornó en cámara lenta, Nico, levantándose con el dedo en mano, su amigo del infierno cayendo al suelo producto de un golpe, Ludmila tomando la conciencia y el demonio custodio, dando la vuelta a observar a Nico.
El dos cabezas, deja a un lado la pelea y le grita a Nico -no!!!, ¡No hagas eso!!-.
Este último desfila en dirección a la jaula sin mediar palabras. Al llegar observa que la cerradura tenía un orificio, en el cual deposita el dedo cercenado.
La puerta se abre. El muchacho se pone de pie y sale. Nico retrocede dándole paso. El muchacho camina unos pasos, se frena, respira y sonríe al mismo tiempo y de repente, sin que nadie lo esperara, comienza a gritar a medida que se va transformando en otro ser.
-estamos todos muertos-, exclama el dos cabezas, mientras en su cara se notaba la resignación.
Cuando la transformación concluye, ante ellos se encontraba un demonio con un elegante smoking color rojo. Éste alza su mano derecha en dirección al dos cabezas y con leve movimiento de dedos, lo decapita al instante.
Nico se aterra y corre a levantar a Ludmila, la cual intentaba incorporarse.
-Baron…-, dice el demonio amigo.
-hola Silvio…-, contesta el demonio de rojo, luego respira con la misma sonrisa y sigue -que bueno volver a verte viejo amigo-.
-amigo?, Nunca lo fuimos…-, exclamó rabioso.
Ludmila interrumpe la charla para fundirse en un abrazo con el Barón, quien demuestra su felicidad al verla.
Nico se acerca al demonio amigo y pregunta -te llama Silvio?-.
-no quiero absolutamente ningún chiste sobre mi nombre, de lo contrario te voy a arrancar los dedos como vos lo hiciste con el cadáver… se entendió?-, le dice Silvio.
-entendido-, contesta Nico endurecido.
Sin sacarle los ojos de encima al Barón, Silvio, susurra -además… ahora tenemos otro problema… estamos ante el ser más poderoso de este mundo-.
Luego el Barón suelta a Ludmila y se dirige a ellos -Silvio!, Se que no nos llevamos muy bien en el pasado y hasta estoy seguro de que estuviste en mi contra en la guerra de las colonias… pero no estoy dispuesto a lastimarte. Hoy me ayudaste, y a mi hermana… además has sido el mejor general que tuve-, concluye, gira hacia Ludmila y le dice -cuidate mucho hermanita, yo voy a estar ocupado salvando a papá-, le besa la frente y comienza a caminar hacia un costado dónde abre un portal y pasa por el.
Al irse el Barón, Silvio corre, toma a Ludmila del brazo, se encontraba enfurecido mientras repite -por que no me dijiste que tú hermano era el barón?-.
-si lo hubiese dicho, me habrías ayudado?-, pregunta ella mirándolo a los ojos.
-¡Claro que no!-, contesta rabioso.
Nico se pone en medio de éstos y pregunta a Silvio -pero quién es el?, ¿Qué pasó con el Barón?-.
Silvio se echa para atrás, comienza a calmar por la lógica razón de que entendía que estaba haciendo el ridículo y contesta -el Barón fue el rey del infierno, el señor de las tinieblas, durante muchos cientos de años, siempre fue un demonio arrogante, soberbio pero muy poderoso. Intentó apoderarse de todos los reinos que comparten la misma línea temporal que la tierra, en la guerra de las colmenas, pero no lo logró… y en el infierno ya nadie lo quería al mando, entonces, fue destituido, y juzgado… La última vez que lo ví, hace cientos de años, estaba siendo condenado al exilio en el mundo celeste… y nadie vuelve del mundo celeste-.
-pero él sí lo hizo-, acotó Ludmila.
-al parecer si-, dice Silvio. Luego le pregunta a ella -y… quienes son tus padres?, Dijiste que los asesinaron… también es mentira?-.
-no… no es mentira, pero tampoco están muertos-, contestó ella cruzada de brazos, -mi padre es un antiguo vampiro que reinó en algún lugar del mundo antiguo, exiliado de toda vida… no le importaba la humanidad, ni para el bien ni para el mal. Mi madre es un ser de luz hija de la briza, fue engendrada en un enorme árbol y a su paso las plantas florecían, los ríos corrían, era hermosa…-, agacha la cabeza producto de la tristeza.
-y qué les pasó?-, pregunta intrigado Nico.
-papa fue llevado al Inframundo, lo buscan hace tiempo, y mi madre se funde en la naturaleza cada cientos de años y renace cuando el mundo la necesita, pero nunca lo hace cuando la necesito yo…-, contesta entre lágrimas. Luego de unos instantes de silencio, con su remera de Sex Pistol, seca su mejilla y dice -será mejor que me vaya a casa… Estoy cansada-, se da la vuelta y comienza a caminar sola.
Nico se queda sin palabras, solo deja que ella, el amor de su vida, se aleje en soledad. Silvio se acerca a él, le palmea el hombro y dice -vamos amigo, es hora de que te lleve a casa-.
En ese momento a metros delante suyo comienza a abrirse un portal envuelto en rayos y humo. Ellos se echan para atrás expectantes a lo que pueda llegar a cruzarlo. De repente, comienza a verse un ser enorme, muy feo y con una sonrisa empoderada que asustaba. Al pasar por completo el portal se cierra y este horrendo ser se queda observandolos. Silvio abre los ojos exclamando sorpresa y dice -Raktor… ¿Qué haces acá?-.
El musculoso demonio contesta -vine por vos Silvio… por tu cuerpo o tu cabeza… vos elegis-.
Silvio y Nicolás se miran asombrados mientras el intimidante esperpento sonríe a metros de ellos.
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