Santiago, Verónica, Ludmila, Carlos y la cucaracha siguen paso a la ciudad vidriada, en el camino, el bello paisaje que los rodea se robaba las miradas de cada uno de ellos, desde las flores perfectas de colores que jamás habían visto hasta las aves que con su canto engendraba paz en sus corazones.
Caminan hasta el comienzo de los manzanos que se anteponen a la gran ciudad. A un costado del camino se encontraba una casa, algo pequeña y humilde, pero con un jardín hermoso dónde se disponen a descansar. La puerta de la casa comienza a abrirse y de ella sale el único e inigualable Jack White.
Éste se rasca el ombligo mientras bosteza, observa el esplendor del paisaje, luego los mira a ellos y dice -¿Que están haciendo en mi jardín?-.
Santiago se da la vuelta lo mira y queda sorprendido al ver de quién se trataba -Jack!, Jack White!!, ¡Es increíble!-.
-genial!, de mis actores favoritos-, acota Carlos.
-si soy yo… aunque ya estoy retirado de la actuación, la música y todo eso… digamos que me jubile-.
-¿Moriste en la tierra?, pregunta Ludmila.
Santiago exclama -¿Jack White muerto y asignado a las nubes?… imposible… de estar muerto estaría en el infierno ardiendo con su heavy metal!, ¿No Jack?.
-si puede ser… rodeado de mujeres hermosas, gente que me valore y valore mi trabajo-, contesta éste mientras deja caer unas lágrimas, -pero bueno por el momento estoy bien en mi monoambiente amueblado-.
-hay algo que me intriga Jack… Veo que tenés tus piernas, brazos, todos los dedos, los ojos… ¿Que extremidad diste a cambio de tu casita?-, pregunta Verónica.
-bueno… no todas las extremidades están a la vista…-
-ooh entiendo…-.
-¿y por qué la casa es tan chiquita?, Interroga Carlos.
-emm digamos que te ofrecen un lugar según la calidad, ya sea largo, ancho y eso…, de la extremidad entregada-.
Todos miran a un costado cómo sintiendo vergüenza ajena.
-pero estoy bien, estoy contento, tengo lugar para mis recuerdos, mis instrumentos, una cama y un baño…-, sonríe irónico y continúa -podria ser peor… en el infierno me ofrecieron una cucha-.
-¿y que haces acá de divertido?-, pregunta Ludmila mientras observa el pasaje.
-bueno… cuido mi jardín, observó a los nuevos pasar…-, luego infla el pecho y continúa -fui nombrado Guardián del manzano-.
-¿Guardian del manzano?...¿ Y que viene a ser eso?-, interroga Verónica.
-el guardan del manzano es el encargado de dar a conocer los peligros ya sean las horribles muertes o trágicos destinos que le depare a quien se atreva a comer una de esas manzanas-, señala los árboles -es cómo la historia lo cuenta… ustedes saben…-.
-claro… Blancanieves-, acota Santiago.
El resto de ellos, incluida la cucaracha se quedan observando a este último por su incoherente comentario.
Jack, quien también lo mira pensando que es un idiota, dice -solo no toquen las manzanas, por favor-.
Cada uno asiente con la cabeza.
-bueno… y ustedes… ¿Que están haciendo acá?, Se que no están muertos-.
-no… no lo estamos, venimos a buscar a un amigo que si lo esta-, contesta Ludmila.
-sabemos que no es tan malo como para irse al infierno, es por eso que lo buscamos acá-, exclama Verónica.
Jack suspira y dice -nunca conoces en su totalidad a una persona realmente… un día sos un granjero, humilde con su familia, cultivas lechuga y alimentas vacas, y al día siguiente te topas con un anillo de poder y te corrompe la obsecion de tenerlo, luego comenzas a encorvarte, caminas en cuatro patas, se te cae el pelo y te volves esquizofrénico-.
Carlos se lleva su mano en puño al corazón y exclama -larga vida a Tolkien-.
Jack asienta, cierra los ojos y también posa su mano en respeto. Luego sigue -entonces vamos… los acompaño a la ciudad… los manzanos pueden ser muy persuacivos-.
Acompañados por Jack siguen su camino. Los árboles se apreciaban perfectos, cada detalle que los definía era único e increíble, pero en su base, allí donde moran las raíces, se encontraban cuerpos.
Elfos, insectos enormes, humanos… y toda clase de especies, de criaturas, yacían inertes con manzanas mordidas en sus manos, -ellos no entendieron el significado de "NO COMAN LAS MANZANAS"-, exclamó Jack mientras caminaban.
En un momento Santiago se queda quieto observando uno de los árboles, abre los ojos como asombrado y comienza a acercarse. Se para en frente de una manzana enorme y jugosa, la contempla, la examina en su totalidad y dice -¿por qué hay una hamburguesa completa con panceta y queso cheddar colgando del árbol?-, comienza a relamerse y estira sus manos para agarrarla.
De un salto, Jack, lo aparta de ella -no es lo que ves… es lo que más te gustaría comer en este momento-.
Verónica camina hacia la manzana de otro árbol adyacente diciendo -allá ahí un rico pastel de moras…. Se ve tan apetecible-, e intenta tomarlo, pero Ludmila la empuja a un costado y la hace entrar en razón.
Jack llama la atención de todos y dice -cada uno va a ver la comida que más les guste y atraerlos a ella… así es como funciona esto, es por esto que ven cosas distintas-.
-¿Qué ves vos?-, pregunta Verónica a Carlos.
-veo una pizza cubierta de longaniza, con mucho queso a su alrededor- .
Luego mira a Ludmila -¿Y vos Lu?-.
Frente a sus ojos, ella, observa un cuello humano, fresco y lleno de sangre. Ante la insistencia contesta -fideos… veo fideos-.
-¿Fideos?... Que aburrida-, exclama Santiago.
Este último se da la vuelta y observa que la cucaracha está a punto de encestar un enorme mordisco a una de las frutas prohibidas y le grita -cucaracha! ¡No! ¡No lo hagas, no tuu!-.
El insecto parpadea volviendo en sí, lo observa, luego mira la manzana y la tira al suelo.
Jack suspira y sigue paso -será mejor que continuemos-.
Luego de unos cuantos árboles seductores llegan al final del camino, y allí, la entrada a la ciudad. Jack se da la vuelta para darles la bienvenida cuando observa que detrás se encontraba la cucaracha patas para arriba con una manzana mordida en una de ellas, -oh mierda… murió el bicho-.
Santiago, al contemplarla, se lanza a ella con un abrazo -nooo… amigo insecto… debí cuidarte mejor-.
-Santiago déjala… no podemos hacer nada-, exclamó Verónica.
Éste se levanta, limpia sus mocos, y dice -espero que estés en un lugar mejor cucaracho…-, se da la vuelta y sigue camino.
Jack cruza por el arco dorado que decoraba la entrada de la ciudad e invita a pasar a todos. Ya del otro lado les dice -bienvenidos a la ciudad de las nubes-. Allí todo brillaba, la elegancia de cada esquina, de cada edificio, del pavimento, la hacían única. Las personas eran amables, la paz se notaba en cada uno de sus habitantes.
-increíble… está perfectamente limpia-, dice Verónica.
-los nuevos se encargan de la limpieza-, contesta Jack.
En ese momento de una cuadra adyacente aparece Silvio -¡chicos! ¡Llegaron!, Cómo est….-, pero antes de terminar lo observa al invitado sorpresa, -¿Jack?... ¿Jack White?, ¿sos vos?-.
-asi es soy yo… quizá me recuerdes de películas en dónde tuve una banda de rock con unos niños, atrapé un mono gigante y hasta le gane una batalla musical a satán-.
Silvio exclama -increíble que seas vos!, Aunque satán es más gordo que en tu película y tiene trenzas, pero fue genial-.
Jack mira a Verónica y pregunta -¿este demonio es su amigo?-.
-el fue quien nos trajo acá-, contestó ella.
Él se voltea a Silvio nuevamente y le estrecha su mano -es un placer conocerte demonio-.
Silvio contesta de la misma manera con una facilidad que se le escapaba de los poros. Luego se dirige a Santiago -¿pudieron averiguar dónde está…-, pero antes de terminar observa a todo su alrededor y cambia la pregunta -¿dónde está la cucaracha?-.
-murió-, contesta Ludmila.
-se comió una de las manzanas-, aporta Carlos.
-¿Manzanas?, ¿acá también son malas?, ¿Cómo en la película?-, pregunta Silvio.
-otro más con Blancanieves…-, dice Jack, y sigue -La cucaracha está muerta… perdón si era tu amigo pero murió, ahora, ¿podemos seguir? Y preguntar en la recepción si su amigo está acá.
Silvio entiende la coherencia de su comentario y se dirigen a la recepción.
Allí dos secretarías gemelas Estrella y Luna, los reciben amablemente. Tenían una perfecta y escalofriante conexión entre ellas que asustaba, pues, se comunicaban diciendo una frase cada una para explicar un tema o contestar una pregunta.
Estrella dice -buenos días-.
-en qué puedo ayudarles-, dice Luna.
Jack con una sonrisa de oreja a oreja contesta -hola chicas… estamos buscando un residente nuevo… proviene de la tierra-.
-Muy bien… ¿ingresó está última semana?-, dice Estrella.
-¿Cómo es su nombre?-, pregunta Luna.
-¿Y qué edad tiene?-, sigue Estrella.
-si ingresó hace unos días, se llama Nicolás-, contesta Silvio, luego mira a los chicos -¿Que edad tiene Nico chicos?-.
Ellos se miran los unos a los otros.
Carlos dice -supongo que tendrá la edad nuestra-.
-pero Nico repitió de grado-, exclama Verónica.
-no, el que repitió fue Joaquín-, acota Santiago.
-la edad no importa…tanto-, dice Estrella.
-buscamos en el registro y tenemos 13 ingresos de personas con el nombre Nicolás en el último mes-, dice Luna.
-el más chico es de 3 años-, suma Luna.
-no… no era tan chico-, contesta Silvio.
-y luego los otros 12 tienen de 30 años en adelante-, concluye Estrella.
-no tampoco… no es tan grande-..., Silvio se queda pensando y continúa -entonces… Nico no está acá…-, se da la vuelta y observa nuevamente a sus compañeros -¿Está en el infierno?-.
Ludmila se acerca a él y le murmura -quizá lo condenaron por el deseo-.
Silvio la observa a los ojos meditando la posibilidad y contesta -puede ser… puede ser-.
-Muchas gracias chicas, han sido de mucha ayuda-, les dice Jack a las gemelas.
-gracias a ustedes-, dice Estrella.
-vuelvan pronto-, exclama Luna.
-¿entonces?, Tienen que ir al infierno…-, les dice Jack al grupo.
-eso parece…-, contestó Silvio.
En ese momento en la mitad de la calle se puede observar como Eduardo, el guardia de la Prisión de las nubes, se aproxima corriendo furioso gritando -Silvio!, ¡Qué hiciste!-.
Silvio y compañía no entienden lo que está sucediendo, cuando de repente comienza a sonar sirenas de alarma en toda la ciudad, las luces doradas y calidad cambian su tonalidad a rojas e intensas y una voz grave de los altavoces decía -A TODOS LOS RESIDENTES DE LAS NUBES!, PELIGRO!!, LA PRISION DE MAXIMA SEGURIDAD DE LAS NUBES A SIDO VULNERADA!, EL DIABLO SE HA DADO A LA FUGA, REPETIMOS, EL DIABLO SE HA DADO A LA FUGA-.
Eduardo llega hasta Silvio y lo toma del cuello y lo zamarrea -¿por qué lo hiciste?, Confíe en vos-.
Éste se lo saca de encima y contesta -yo no hice nada, solo fui y hablé con él… ¿Qué fue lo que pasó?-.
Un guardia llega a su posición a hablar con Eduardo y le dice -Señor, el diablo tuvo ayuda pero no fue Silvio. Pudimos comprobar que lo ayudó un insecto, una especie de cucaracha-.
Eduardo mira a Silvio, lo observa como si no le creyera una sola palabra y luego se va con el guardia.
Jack murmura -un bicho en forma de Cuca…- se detiene allí.
Éste último, los chicos y Silvio se miran entre sí y exclaman sorprendidos -LA CUCARACHA!!!-.
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