...It' raining wolf...
Aquí me encuentro, con mí exclusivo traje de piel pesado por la cantidad de agua que absorbió cuando caí al mar. Totalmente helado por el tremendo viento frío que recorre estás malditas tierras cubiertas de nieve.
Caí en al agua luego de defender el barco de esa terrible bestia que nos atacó. No la vimos venir, la bestia simplemente nos chocó y de ella se desprendieron esos brujos internacionales. No logramos resistir, nos superaban en número y la maldita bestia había partido el barco a la mitad.
Intenté buscar a Valentino entre los escombros de la nave y no lo encontré. Grité por si me oía y no recibí respuesta. Lucas, Rosita y Valentino desaparecieron en el mar.
No sé cómo llegué a tierra, el mar debió haberme arrastrando a la costa porque no estábamos tan lejos. Aún así no había esperanza de sobrevivir. ¿Quién podría sobrevivir con el tremendo frío que hace en estás latitudes?.
Me levanté como pude e intenté adentrarme al continente helado. Mis pasos eran pesados y cada dos me resbalaba y caía a la nieve. Miraba la costa cubierta de nieve como mí hermoso ataúd.
— ¡valla!- dijo una voz en lo alto de una loma- él mago que logró lo imposible no resiste una mojadita. ¡Un gran resfrío te vas a llevar Maledón!- miré hacía la loma y me encontré con la persona que jamás me creía encontrar. Mí suegra. La madre psicópata de Valentino.
— ¡mirá quién trajo las olas!- hablé con voz débil- ¡una vieja del agua!.
— te reirás menos cuándo tu cuerpo quede inerte sobre estas tierras. Morirás solo Maledón y nadie te llorará.
— probablemente. La verdad no me importa morir solo... ¡Aún tengo el recuerdo de tu hijo dándome duro!- lo último pareció enfurecer la porque apretó los puños y su rostro se puso rojo.
— no te ilusiones, eso será lo último que tendrás de mí hijo. Cuando el entre en razón vera que mí obrar era el correcto.
— ¿está bien?- pregunte mientras me ponía de pie por cuarta vez.
— si, está en un lugar seguro- respondió.
— si logras huir dile que iré por él- me reí ronco- va, ¡no creo que sobrevivas!.
— ¡puedes apostar!- detrás de ellas y de todos los lugares posibles de la costa se oyeron gruñidos. Mire a todas direcciones atento y lo que vi me aterró: al menos cincuenta hombres lobos me rodeaban. Algunos estaban completamente transformados y la mayoría estaba a media trasformación. Me creían presa fácil por estar débil y muerto de frío. Mataría a más de una docena antes de sucumbir a mí propia muerte.
— ¡valla!, ¡Trajiste a tus perros pulgosos!. Decime una cosita, mí amado hermanito Charles...¿Tanto miedo me tiene que no se atreve a enfrentarme cara a cara?.
— está demasiado ocupado y me pidió que me encargara de este pequeño asunto.
—¡ con cincuenta lobos no parece pequeño el asunto!- me reí y murmuré un hechizo de sanación por lo bajo. Necesitaba toda mis energías y mí magia para luchar.
— ¡son escoceses los muchachos!- los lobos aullaron- ¡lo mejor que tiene el mundo!.
— cualquier Runa o Lobo de las manadas del sur les rompería el trasero- me burlé.
— ¡eres muy optimista!. ¡Veamos si te sirve de algo!.
— ¡ya!,¡ mándame a tus perros que me estoy muriendo de aburrimiento!.
— ¡muchachos!- los lobos gruñeron- es todo suyo- y se lanzaron todos al ataque.
— ¡lobitos!- los llamé para ganar tiempo- ¿han escuchado esa canción de los '80 que dice it's rainig men, aleluya?- los lobos se detuvieron y me miraron con cara de no entender.
— ¿qué demonios dijo?- preguntó un lobo- ¿acaso no ve que vamos a matarlo?.
— ¡se comporta como si fuéramos amigos!- contestó otro con la boca llena de dientes.
—¡ it's rainig wolf, Aleluya!- canté y golpee mí bastón contra la nieve. Los lobos salieron volando hacia todas las direcciones- será una lluvia de lobos impotente!- observé mientras buscaba con mí bastón en la tierra bajo la nieve plata. Era un continente rico, logré atraer la plata hacia la costa y formé con ella largas agujas que miraban al cielo. Los lobos en el aire miraron el suelo plateado y comenzaron a querer volar.
La caída de los lobos fue brutal y muchos cayeron directo contra las agujas y murieron en el acto. Los otros retrocedieron mientras sanaban. Me daban tiempo de recuperar energías para acabar con ellos.
— tus perros son algo débiles- hablé en dirección a la madre de Valentino- creo que hubiera sido mejor traer a Sofía con todas sus damas del velo... ¡Oh, lo había olvidado!, Yo las maté.
Los lobos rigieron recuperados, en sus ojos podía ver qué estaban muy enojados. Miraban los cuerpos de sus amigos que yacían en el suelo muertos sin pelear y luego me miraban a mí, el culpable. Se arrojaron más salvajes que la primera vez. Me puse alerta y levanté la plata del suelo creé con ellas largas puntas y las arrojé a los lobos. Solo algunos lograron esquivarlas y lanzarse sobre mí.
El primero en arrojarse sobre mí fue demasiado lento, logré dar un giro y tocarle el lomo para apagar su lobo. Cayó al suelo hecho humano en estado de shock. Su sexy cuerpo me distrajo del segundo que se arrojó sobre mí y me derribó. Luche con las manos para evitar que me arrancara el cuello. Llame a la plata entre forcejeo y logré atravesar su espalda con una punta. Murió mientras caía a mí lado.
Intenté levantarme y me vi rodeado, eran cuatro, los demás miraban de lejos. Muchos no quedaban, me había equivocado, no me llevaría más de una docena, me cargaría más de treinta.
Los cuatro giraban en círculo alrededor mío. Yo no podía vigilar a todos y estaba demasiado débil como para lanzar un golpe me magia fuerte. Intenté esquivar el primer golpe cuando el segundo llegó por la espalda. No tuve tiempo de reaccionar cuando el maldito perro mugriento clavo sus dientes en uno de mis brazos. Vi rojo y estuve a punto de desmayarme. Me dije que estaba todo perdido, Charles había ganado y todos los que me importaban iban a morir en sus manos.
Mientras caía al suelo y esperaba el segundo golpe, el que acabaría con mí maldita existencia sucedió un milagro. Un montón de personas emergieron de la nieve. Iban vestidas con ropas rupestres y cubiertos con inmensas capas de cuero de oso polar.
Mis salvadores se lanzaron sobre los lobos sin dudarlo, luchaban con lanzas y espadas de hielo. Eran ágiles y coordinados, en segundos lograron sacarme a los cuatro lobos que me atacaban. Al observarlos mejor en el suelo logré ver el uno de ellos tocaba la plata que había extraído del suelo y se convertía en ella. Observé ceñudo y observé a otro, este había tocado el lomo de un lobo muerto y logró semi transformarse.
— ¡Antimagos!- jadee intentando gritar- ¡yo también soy un Antimago!- uno de ellos me tomó en brazo y me susurró palabras que no logré entender. Mis ojos me pesaban y de un instante al otro perdí mí conciencia.
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