El ataque al Palacio de los Bichos

—¡porque siempre que queremos ir rápido el mundo nos hace ir más lento!- me quejé- ahora como llegamos, estamos a ¿cuánto?, ¿Tres kilómetros?.

— quizás más- Rosita parecía al borde de un colapso nervioso.

— atacaran a la noche- nos calmó el gato- ya saben, para no llamar la atención con los Noma.

— estamos de noche- afirmó Valentino mirando el cielo- deben ser las diez de la noche mínimo.

— ¿entonces que hacemos?, ¿Corremos?- Rosita no daba más del nerviosismo- ¡debemos avisarles!.

— ¡imposible!, Están en la cámara en reunión ordinaria- Valentino lo dijo relajadamente, yo y la chica soltamos chispas. Esos perros iban a tener carne para vender y guardar.

Me acerqué al cordón de la vereda y vi a un hombre, de mi edad o menos, se notaba que era uno de los manifestantes. Me acerqué a él con el fin de sacarle el Clío.

— ¡che, vos!- lo llamé, se detuvo y me miró de arriba abajo.

— lo siento Man, no me van los trabas- me dijo el muy mal educado.

— mira, querido- me plante- que vos no veas bien, no es mi problema, esto que llevo encima es moda, ¡Moda!, Alta costura y muy exclusiva- lo miré de arriba abajo- es obvio que sabes poco de moda, esos shorts  y esa remera te quedan para el culo.

mira, agradezco tus consejos pero tengo que ir a la manifestación, yo quiero un

país decente- capte su indirecta- menos gente como vos y más gente honrada como yo.

— honrado se le dice ahora al chico que engañó a su novia con su mejor amiga- le leí la mente, quedó pálido.- mmm, se todos tus pecados, el auto que tienes te lo regalo tu padre para que no dijeras nada sobre cómo engaña a tu mamá con tu tía. Te ríes de una chica de tu clase porque en el fondo sabes que jamás te dará ni la hora por forro.

— ¡sos un espía!- casi salió corriendo.

— no, pero pagarás tus pecados- me reí, agite los dedos y se comenzó achicar, hasta que salió de su ropa, convertido en una rata- ¡ten cuidado con los gatos!- me reí fuerte.

— ¿era necesario?- me miró, en desacuerdo, Valentino.

— el trabajo de los villanos es castigar a los que juegan a ser buenos- contesté- Lucas al volante, Rosita, has que está cosa tenga la velocidad de un rayo.

Íbamos a la velocidad de un rayo. Lucas debía ser buen conductor porque no habíamos chocado aún. Eso me daba esperanzas, aunque recordaba el palacio de los bichos con los familiares devorando a todos a su paso y las expectativas de morir subían en mis estadísticas.

—¡ frena!- pedí al ver a un hombre vender dulces en la calle, mi conductor clavó a tope los frenos- ¿cuánto están los dulces?

— están a cien patacones- habló el anciano luego de salir del asombro. Ver aparecer un auto de la nada no sucede todos los días.

¿de que hay?- pregunté sacando, más bien haciendo aparecer los cien patacones.

— frutilla, limón, durazno, naranja, Cafayate, arándano y dulce de leche, eso sí los de leche salen cincuenta patacones más. 

— ¡Cafayate!- me encantaba el Cafayate, no sé, es como una mezcla de salsa mora y arándano. 

— ¿nos detuvimos solo para esto?, ¡Te pasas de pelotudo Álvaro!- gruñó Lucas- te pasas.

—¡ ya, vamos a llegar tarde!- lo reté- ¿no estás apurado?- blanqueó los ojos y salimos rumbo a la federación.

— ¿no es muy tarde para vender dulce?- preguntó Rosita cuando estacionamos el auto al frente de la estación. 

— era un fantasma- informé- por eso le compré, ¡hacen buenos dulces las ánimas!.

— ¡oh!- Valentino nos dijo que lo siguieran, así lo hicimos, fue lo mejor, después de tantas veces que entramos a la federación, ahora mismo no se nos ocurría ninguna.

Al pasar la primera puerta, en vez de recibirnos el mármol fino de la antesala de entrada, nos recibió el esqueleto de un perro mostrando una afilada dentadura.

— hay que admitir que es una buena terminación de la noche- dije comiendo tranquilamente de mi frasco de dulce.

Una cosa sobre los familiares, a medida que come la carne que roba, su cuerpo se va llenando de partes. Hasta tal punto que el familiar satisfecho toma la apariencia de un perro normal. Aquí entre nosotros, yo tuve uno. En mis tiempos dorados de malvado, lo alimentaba con carne humana, pero... Amaba su forma de esquelética.¡ Sí, ya se lo que piensan!, En la posada se me olvidó comentar que yo tuve uno. 

Son buenas mascotas, bueno, ahora que las veo de otra perspectiva, ya no los veo de forma tan adorable. La mirada que se siente por el hueco de sus ojos, nos dice que tiene hambre y que está dispuesto a hacerse perro sea lo que sea.

—¡Álvaro!- me llamó Rosita- ¿que hacemos?- y mira a quien le preguntaba. Yo solo tengo ganas de comer mi dulce.

— ¡corran!- ordené. Los muy idiotas salieron corriendo en todas las direcciones sin dejarme terminar- ¡si serán idiotas!- salí tras de ellos para decirles que debían reunir a los perros en la sala de las providencias para acabarlos a todos juntos. Muy valiente mi grupo parece que no es.

Corrí por los pasillos tanto subterráneos como los de los pisos superiores, en busca de mis amigos, en cada esquina temía lo peor. Bueno, en más de una esquina vi lo peor. Muchos bastoneros cayeron defendiendo la sede de la federación. Hay que reconocer que muchos de ellos lo dijeron todo, hasta quedar solo huesos luchando con una amenaza que nadie es capaz de derrotar. No sé puede matar lo que ya está muerto.

Mientras me adentraba más a la federación, intentaba encontrar bastoneros y instruirlos en lo que debían hacer. ¡Gracias a Dios, que obedecían al acto!.

Luego de un gran rato meta buscar y buscar me encontré con un muy maltrecho Lucas, en su forma de yaguareté, luchando con dos perros a la vez.

—¡ oye, perro!- le grité a las bestias-¡ aquí tengo un hueso!- los dos perros dejaron a mi amigo y se concentraron en mí. Los había hecho enojar.

Corrieron hacía a mí con furia. Los esperé paciente, cuando estaban a un salto de biscocho, extendí mi brazo y murmuré " de la energía que te da vida yo la tomo, para acabar contigo y tú todo".

Un humo negro emanó de sus cuerpos y fue absorbido por la yema de mis dedos. Los huesos que formaban el esqueleto se fueron desarmando en el trayecto, hasta quedar un montón de partes desparramadas.

—¿c..cómo has hecho eso?- dijo Lucas semi transformado.

— eso no importa, gatito- dije colocando mis manos en las heridas y curando las- ve y reúne la mayor cantidad de perros posible, llévalas a la sala de las provincias. ¡Informa a todos los que te encuentres!, ¡Los espero allí!- ya curado me hizo un gesto con la cabeza y salió convertido en gato.

— bueno- me dije- un boludo menos, me faltan dos más...¿Me preguntó a dónde estarán?.

Encontré a Rosita y a Valentino sobre un escritorio, intentando escapar de un familiar.

— valla, y yo que creía que eran brujos poderosos... Veo que la federación contrata por calidad y corrupción.

— ¡hicimos todo lo que posible!- se defendió Rosita-¡ ningún hechizo o conjuro logra frenarlo!, ¡Se traga todo!.

El perro me vio y se lanzó sobre mí, era obvio que me creía presa fácil. Lo deje al lado mío hecho un montón de huesos. 

— traten de llevar la mayoría de los perros que encuentren a la sala de las providencias- dije ante su mirada estupefacta- ¡rápido!- ordené.

Una vez quedé solo, caminé lo más lentamente hacia la sala de las provincias, el palacio de los bichos siempre me pareció una locura, ¡es tan poético!. Tiene ese estilo tanguero argentino, mezclado con las telas y las costumbres nativas. Es la representación de un crisol de razas. ¡Divino!. 

Volvamos a lo importante.

Llegué un poco tarde a la sala de las provincias, todos los perros encontrados en el palacio estaban encerrados. Idea de Rosita, la única que piensa, después de yo, claro. 

— ¿cuántos hay?- pregunté, los bastoneros me dejaron paso.

— contamos veintinueve- hablo un joven de poncho azul.

— curen a sus heridos- les dije- y busquen que quería la sociedad aquí.

—¡ no hace falta buscar, la puta madre!- insultó Valentino- mientras todos estábamos ocupados, se llevaron a la Federala.

— ¡sin Federala, habrá una crisis política!- explicó Rosita- el magisterio tomará el control, todos sabemos lo dividido que está el parlamento.

— el siguiente gran brujo es la directora campos y campos- habló uno de los bastoneros- debemos llamarla.

— ¡buena idea!- contestó Valentino- iré de inmediato a mandarle un mensaje.

— me encargo de los perros y ayudo en lo que sea- prometí.

Entré a la sala y todos los perros me miraban con hambre.

— bueno chuchos, ¡hora de dormir!- dije mientras todos venían en mi encuentro. Cerré los ojos y dejé que mi cuerpo tomará el control, mis labios relataron el hechizo y luego de un pequeño segundo, el humo entraba por mi boca, mientas los perros gemían y caían hechos huesos.

—¿y bien?- preguntó Lucas cuando salí del salón- solo falta que el personal de limpieza saque los huesos.

— eso es lo de menos- me miró y me regaló una pequeña sonrisa- tu hombre está esperando a la directora Alfonsina en la Quinta entrada.

—no es mi hombre- negué con la cabeza- !es de Sofía!.

— ¡oh, vamos, Álvaro!- interrumpió Rosita- todos sabemos que Sofía fue alimento para perro.¡ Ojalá encuentre el perdón y la paz en la otra vida!.

— Sofía muerta... No creo...- de pronto algo me inquietaba- mejor dejémoslo ahí- pedí.

Cuando mi amiga iba a decir algo llegó Valentino acompañado con la directora del templo de patacones.

— ¿como sucedió esto?- preguntó la anciana acomodando un pasado poncho de lana negro. 

— fuimos sorprendidos cuando saltó la alerta, los bastoneros que nos encontrábamos en servicio nos apegamos al protocolo- habló un bastonero. — ¡me preguntaba cómo se la llevaron!

— los bastoneros que custodian el despacho de la Federala fueron asesinados con magia.

—¿ los infernales?- volvió a preguntar la directora- ¡la élite de los bastoneros!.

¡Que haremos ahora!.

— usted, evitar una crisis en el magisterio- acoté, en tono ácido- nosotros volver a Piedras Negras y salvar a la Federala.

— eso, eso- acotó Lucas- así se debe hacer.

— me parece lo correcto- aceptó Alfonsina.

— con todo respeto- hablo un bastonero- el jefe de la secretaria de defensa y seguridad se perdió en la batalla. Los bastoneros no tienen líder quien los dirija, combatir con esa tal sociedad será muy complicado. 

— yo los dirigiré- me lancé, ¡siempre quise ir al frente de un ejército!, No iba a desaprovechar la oportunidad.

— ¡Álvaro!- Alfonsina me miró con amor-¡ es un gusto que estés aquí!,¡ Siempre supe que estabas destinado hacer cosas nobles y grandiosas!.

— soy Maledón- agregué- y como el mago más temerario de la Argentina los llamo a reunirse. Manden un mensaje a todos los bastoneros, quiero a el grueso de los bastoneros a mi lado rumbo Piedras Negras.

—¿ y el resto?- preguntó un bastonero.

— se queda aquí con Alfonsina, cuidando el palacio y por ende la federación.

Luego de medía hora dadas las llamadas, la mayoría de los bastoneros se reunieron en el salón celeste del palacio.

—¡ muy bien!, ¡Silencio!- hablé a la multitud- la Federala fue secuestrada, debemos rescatarla, así que formen los escuadrones o lo que sea y enseñemos a la sociedad del velo que no somos los salvajes que dicen que somos.

Muchos me insultaron, Alfonsina, que tenía más popularidad que yo los apaciguó.

—¡ la sociedad del velo quiere hacer caer la federación!, Dice que nuestra forma de hacer magia es salvaje, prohibida y obscena. Vamos a enseñarle, que se equivoca, que no somos salvajes y que nuestra cultura, diferente y libre es  válida- comencé mi discurso de aliento- si no nos sometimos a la práctica global de magia, o la wikka, como les guste decirlo, es porque nosotros respetamos a nuestros ancestros, a las tribus que se aliaron y resistieron al español. Y luego, a los españoles y criollos que se unieron a nosotros y aceptaron nuestra cultura, la hicieron suya y lucharon contra la opresión colonial de España y el virreinato. Somos las victorias de los curanderos y kalku que abandonaron las tribus que compartían con los sin magia para sobrevivir y formar lo que hoy llamamos confederación. ¡No permitamos que nos humillen y nos traten de menos por ser diferentes!, ¡Somos únicos y eso hace al mundo un lugar mejor!. Hoy vamos a luchar por nuestro pueblo, y vamos a arrancar de cuajo la sangre sucia que intenta cambiarnos, volvernos como el resto. ¡Están conmigo!.

Está vez si hubo Vítores. Y todos, yo al frente, escoltado por Lucas, Rosita y Valentino volamos hacía Piedras Negras. Nuestros ponchos parecían alas flamantes que nos llevaban en el aire. Detrás nuestro, mil bastoneros repetían la misma acción, con sus pechos flameando al viento y sus bastones en la mano.

Con los primeros rayos de sol que nacían, el sol de mayo, impreso en los ponchos y los  bastones, brillaba, augurio de la batalla que se avecinaba.

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Comments

Zaki.Z

Zaki.Z

se prendioooo

2022-09-16

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