...
...
Tuve que dejar mi charla con Valentino en suspenso, él muy idiota me dejó con las palabras en la boca. ¡Me invitó a una cita! ¡a mí!, por lo general yo soy quien invita.
No tuve otra elección que ir a su cita, obviamente lo deseaba, me gustaba, era el chico más sexy del mundo. Pero mis planes no debían cambiar por él y eso era lo que iba hacer de la cita algo difícil.
Me presenté en su casa, sí, su casa. Como la perra de su madre ahora era prófuga, el vivía solo y podía hacer lo que quiera. Ya no pesaba el apellido Quiroga. Supongo que llevar apellido debe ser algo importante, no me miren así, yo soy huérfano, los brujos huérfanos no tenemos apellido, solo un nombre de lástima. En fin, Valentino era libre, y me había elegido a mí.
Golpee la puerta con timidez y está se abrió, sin pedir permiso, entré. ¡No sé imaginan lo aburrida que era esa casa!, Valentino me había contado que su familia era una de las más importantes desde la época colonial, nunca me imaginé que todavía tendrían la misma decoración. Si me caso con él, lo primero que hago es modernizar este museo familiar.
-¡ por aquí!- susurró una voz en mi oído- en el salón.
Caminé hacia donde mi guiaban los susurros y me encontré en un salón de baile, seguramente era allí donde la demoniza madre Quiroga organizaba sus fiestas de alta clase.
Allí me esperaba Valentino, con un traje a juego.
- como sé que te gusta el tango- dijo al verme- quise hacer esto especial- en un chasquido de dedos comenzó a sonar Gardel- ¿me acompañas?.
Corrí a sus brazos, como una perra en celo. Amaba cuando se ponía tan pegajoso y romántico. Me tomó en sus brazos y juntos bailamos "por una cabeza" de Gardel.
Mientras el tango nos pegaba, uno al otro, nuestros ojos me habían enfrentado, nuestras miradas se habían hecho una. Mi cuerpo se movía a un ritmo sensual, copiaba y predecía los movimientos de mi compañero de baile. Parecía que ambos teníamos un mismo cerebro.
El salón se convirtió en un espacio, sin tiempo, solo nosotros dos, unidos por algo que comenzaba a nacer entre nuestros pechos. Él me guiaba y yo me dejaba guiar. Una fuerza, más allá de la magia tradicional, nos rodeaba. Era la magia del amor sin duda, una que jamás creí conocer ni merecer. Ahora la tenía a mi lado. Estaba al lado de la persona más cruel del mundo.
Valentino me había hecho conocer algo que no conocía, el amor.
- quisiera saber dónde aprendiste a bailar- me dijo cuando la canción cambió y Astor Piazzolla con "verano porteño" inundó el aire.
- siempre ame esa nostalgia del tango- confesé- las nostalgias de lo que se pudo ser y los huérfanos se llevan bien.
- te prometo que jamás volverás a estar solo- me dijo, con su mirada profunda.
- estuve solo un tiempo- volví a confesar, este chico me hacía decir cosas que jure callar- luego vino, Charles, ella, Ilia y Lucas. Nunca estuve solo.
- ¿quién es "ella"?- me preguntó.
- algún día te lo diré- dije entre nostálgico e incómodo. Hablar de ella aún me hacía sentir mal. Algún día tendré que hacerlo, pero aún no estoy listo.
- tómate tu tiempo.
- me iré- solté de repente.
- lo sé, a buscar a los anti mago.
- no sé si volveré.
- iré contigo- me abrazó dejando de bailar- ya te conocí, te encontré, no dejaré que mi estupidez y mis miedos me alejen de ti.
- no sé amar- dije miedoso.
- te enseñaré- me dio un beso en la nariz- no me importa que no sepas o no creas en el amor, yo te enseñaré a amar o a creer si es preciso.
-¡ tengo crímenes imperdonables!.
- no te juzgo, ni lo haré.
- estás seguro de esto, el amor ciega, soy el mayor peligro para tu corazón.
- si estoy ciego no me importa, soy feliz a tu lado y no quiero más que eso.
Sonríe, era un tonto, pero me gustaba esa estupidez.
Había llegado el día, sí, el gran inicio que comienza al final de cada cosa. Tenía que partir.
Luego de un gran escándalo, la federación había sacado un informe mostrando todas las familias traidoras a la comunidades mágicas. ¡Gracias a Dios no había ningún aquelarre comprometido al cien por ciento!, pero si altos funcionarios y magistrados. Si bien, los incidentes de Piedras Negras habían acabado con varios de estos terroristas, la Federala Alcorta había emitido órdenes de arresto a más de una familia. El fuerte de San Miguel de Tucumán se había quedado sin bastoneros tratando de atrapar a todos los fugitivos.
Después de toda la tormenta, la federación logró controlar la situación.
Estábamos en el puerto de Buenos Aires esperando el maldito barco. La mismísima Federala y la directora del templo de Patagones nos despedirían. Me había convertido en un héroe nacional. Se sentía raro pero me comenzaba a gustar la idea de que me amaran en vez de que me odiasen.
- toma- me dijo la Federala- este péndulo te guiará a las aldeas de los anti mago. Espero que no mueras en el camino.
-¡ tranquila, solo es nieve!, ¡¿Quién se le ocurre hacer aldeas en la Antártida?!.
- era el lugar más alejado para evitar que si don nos afectara- respondió la Alfonsina- en aquellas épocas no controlaban su don, eran capaces de absorber hasta la vida humana. Por eso eligieron un lugar tan inhóspito e inaccesible.
-¡ como sea!- me quejé.
- Álvaro- me llamó Lucas- el barco ya está aquí.
Mire hacia el mar y vi una fragata que surgía del mar. En la popa llevaba el nombre de "la austral".
- supongo que es hora de irnos- me despedí y subí al barco. Unas ganas por la aventura me llenaron de locura. La vida me pareció menos loca. Me subí a la vela más alta y comencé a reírme como un loco. Mientras las velas se desplegaban y partimos rumbo a la Antártida. Yo solo reía y reía. Abajo, Lucas y Rosita miraban la cuidad abrazados. Valentino me miraba risueño. Yo miré al horizonte y volví a reír como un loco.
Frío de mierda, allí vamos.
Maledón va hacia lo desconocido.
El inicio de una historia siempre comienza al final de otra.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 27 Episodes
Comments