¡debemos volver!- dije odiando mi repentino ataque de compasión hacia Sofía- ver qué pasó con Sofía... ¡O donde están los desaparecidos!. ¡Somos unos cagones si no volvemos!.
-¡tienes razón!- aceptó Valentino- debemos hacerles frente.
Nos encontramos en mi habitación, recostados en mi cama viendo el deterioro del techo. Nos habíamos amigado un poco, pero sentía que aún faltaban cosas por resolver.
-¿ hablaste con la federación?- pregunté mientras le acariciaba el pelo.
- ¡sí!, no hay buenas noticias, lamentaron lo de Sofía y no me creyeron lo de la Sociedad. Dicen que no hay pruebas suficientes para afirmar nada.
-¡ es típico del gobierno!- me reí- siempre niegan lo malo. Si no se ve no es un peligro.
- ¿que crees que debemos hacer?- me miró a los ojos, por alguna razón me gustó su forma de mirarme.
- volver, ¡somos fuertes!, ¡No nos puede derribar un lamento del diablo!.
- si hubiera un conjuro, ¡algo!, Para detenerlo o devolverlo a su lugar, ¡pero no hay nada, che!.
Sus palabras abrieron un mundo en mi cabeza, de pronto recordé el libro que me había traído sobre los rituales prohibidos de las tribus más australes. ¡Claro que había algo para contener a un Lamento del diablo!,¡ Si se podía evocar también se podía contener!.
-¡ si existe!- dije levantándome rápidamente de la cama y buscando en mis cosas- me pareció leer algo parecido- murmuré mientras buscaba en el libro- ¡lo tengo!...¡ Cómo contener a un susurro invernal!.
- ¿los susurros invernales no son otro tipo de bestias?- casi le pegué por su ignorancia.
-¡ tiene muchas cosas en común!, ¡Son muy parecidas!... ¡¡Estoy seguro que este hechizo funcionará!!.
- no es, que no te tenga fe, pero... Nuestras vidas estarán en riesgo.
- igual moriremos si la sociedad intenta invadir el país- me quejé- es más cool morir carbonizados.
- si tú lo dices- se rindió
- bien, ¡reunamos al equipo!, ¡Volveremos está noche!.
Pasamos toda la mañana y resto de la tarde ideando un plan de como entrar. Al final decidimos dividirnos en dos, un grupo sería la carnada del lamento y el otro lo agarraría de sorpresa por detrás para preparar el ritual. Rosita y yo éramos la carnada, perdimos en el piedra, papel o tijera.
El cielo nocturno estaba bastante limpio, yo miraba de vez en cuando las estrellas preguntándome si dentro de unas horas estaría entre ellas. Rosita solo se refugiaba en su poncho rosa. Muy nerviosa, le hacía prometer a Lucas que no dejaría que nada le pasara. Valentino iba en silencio, se veía muy atractivo bajo la luz de la luna. Lucas murmuraba una canción ochentera con total confianza. Lo envidié, era él más tranquilo de nosotros.
Nos detuvimos frente al las verjas del chalet californiano, Rosita temblaba y murmuraba algo sobre no ver más a su gato batata y sobre que le heredaba sus mangas a su prima Luisa. Yo solo tenía ojos en la casa, me preguntaba si Lucio estaría allí, en alguna habitación, y si las perras que se reunían allí, se nos vendrían al humo para matarnos.
También me preguntaba que haría si rescataba a Lucio. Tendría un triángulo amoroso, tendría que elegir a uno o ambos lucharán por mi mano, como en las novelas.
- ¡bien, chica medialunas - susurré a mi acompañante- ¡allá vamos!
No más dimos el segundo paso y quedamos adentro del chalet, una gran llamarada se materializó frente nuestro, un gran León nos esperaba para freírnos.
Corrimos, no hacía atrás, cómo sería lo correcto, sino hacía el, hacía delante, una vez logramos pasar por debajo de sus patas éramos libres. Al menos en mi teoría.
Luego de casi morir bajo fuego abrasador, Rosita y yo logramos atravesar a la bestia. Así que comenzamos el ritual rápidamente. Nos cortamos a la mitad la mano derecha y comenzamos a dibujar con ella tres runas. Lucas y Valentino deberían hacer lo mismo al frente nuestro. Al terminar las runas de estas brotaron inmensos chorros de agua que "apagaron" al león de fuego.
Sonreímos aliviados. Al menos no moriríamos carbonizados.
- eso fue relativamente fácil- reconocido Lucas, Rosita le dio un golpe en la nuca. -¿ fácil?- dijo aún recuperándose del momento- esa cosa casi me quema.
-¡ si!-bromeé- y batata se iba a quedar con todos los cómics porno gay- La chica me regaló una mirada asesina.
- ¡entremos a la casa!- nos ordenó Valentino. Amaba cuando se ponía serio.
Entramos en la más celosa de las cautelas, atentos a cualquier ruido o movimiento. Le temíamos a nuestras propias sombras.
Cuando logramos entrar a la casa nos dimos cuenta que todo fue al pedo, no había un alma, solo nosotros.
- ¿dónde estarán?- se preguntó Lucas recorriendo por tercera vez la casa- ¡no hay nadie!.
- busquemos antes de que vuelvan- aconsejo Rosita- algo me dice que nos les hará gracia vernos.
- será mejor dividirnos- organizó Valentino muy alerta- no sé cuánto tiempo dispongamos... Divididos encontraremos más.
- no creo- diferencie- si nos dividimos seríamos presa fácil, ¡ya nos ganan en número!, Además Lucas ya revisó todas las habitaciones, será mejor ir hacia el sótano. Cuándo estuve me pareció ver una puerta detrás del escenario.
- el chico sabe- acompañó Lucas, fiel a mi como el lacayo que es.
-bien- aceptó Valentino- si te equivocas, te voy a dar un castigo muy fuerte- me susurró al oído al pasar. Éste chico si que sabe prender a un chico... Grrr.
No hizo falta ninguna magia para abrir la puerta del sótano, la vieja puerta se rindió ante nosotros con un golpecito. Entramos y estaba desierto, había algo en el ambiente que me daba mala espina, no sé, algo que decía que está ausencia traería algo malo.
- está debe ser la puerta- habló Rosita intentando abrirla- no la veo pero siento que este bloque se mueve.
- ¿cómo lo sabes?- preguntó su novio sorprendido.
- Maledón me lo contó el otro día.
Me solté a reír.
- ¿cómo se abrirá?- Valentino miraba la pared buscando algo que le dijera como abrirla.
-¿ y si solo está el bloque sin pegar y hay que levantarlo?, Está casa no está tan embrujada como las que conozco- pensó Lucas- solo háganlo flotar.
Rosita probó con su bastón y logró abrir el maldito pasadizo.
Entramos con la misma cautela de antes pero más confiados. Los primeros cien metros no se veía nada, solo un largo pasillo oscuro. Encendimos una llama y avanzamos hacia delante. A medida que más nos adentramos, Lucas se ponía incómodo.
- ¡qué mierda te pasa!- le susurré, ya me había hartado de medio transformarse y volver a cada rato.
-¡no lo sé!- me dijo- ¡hay un terrible olor a perro!.
- ¿perros?- rio la única chica- ¡ El gato está asustado!- bromeó.
- ¡no estoy asustado!- se defendió el Runa Uturunco-¡ huelo a una manada de perros cada vez que nos acercamos!.
- allí adelante hay una puerta- nos informó Valentino- o bien encontramos una habitación o bien salimos a la perrera municipal.
- ¡entremos dando golpes!, ¡Estoy segura que están allí!- opinó Rosita.
Lo cierto es que estábamos viendo la manera de entrar por esa maldita puerta. El final del pasillo me daba escalofríos, había algo detrás de ese lugar que me decía que no entrara. Mi intuición nunca falla, bueno con Charles falló bastante, no soy bueno eligiendo hermanos.
Nos acercamos como los detectives aficionados que somos, haciendo maniobras evasivas y trucos como espías de película. Dábamos vergüenza.
Llegamos a la dichosa puerta e intentamos abrirla normalmente, dando vuelta el picaporte.
- tengan cuidado que hay un hueco en medio- aviso, muy tarde, Valentino. Yo ya me encontraba, de culo, en lo más profundo.
- ¡gracias por la sugerencia!- grité hacía arriba con ironía- ¡pero demasiado tarde!.
Oí las risas amortiguadas y deseé poder volar y matarlos de la manera más cruel posible. Me contuve y pensé en una forma de salir, está más que obvio que me había olvidado que era un Brujo, cuando lo recordé en un solo chasquido de dedos y ya estaba con el grupo.
-¿ que viste allí abajo?- bromeó Lucas, le di un cachetazo en la nuca.
-¿ todavía no abrieron la puerta?- me quejé al verlos en la misma posición esperando.
- está cerrada- comentó Rosita.
- debemos ser atentos- alertó Valentino- no sé sabe que hay, ¡Álvaro!- ya había volado la puerta en mil pedazos. Eran tan "precavidos" que esperaríamos la jubilación en ese pasadizo.
- ¿tan difícil es volar una puerta?- murmuré muy orgulloso, avanzando hacia la habitación.
No era una habitación, era una perra, pero no era la del pueblo, parecía privada.
- ¡vieron!, ¡En estas jaulas había perros!- festejó Lucas- ¡no estoy loco!.
- están vacías- señaló lo obvio, Valentino. ¿Ya les dije que no es muy dotado de cerebro?, Si no, lo confirmo.
- es algo raro, como que las jaulas son algo disparejas ¿no?- Rosita nos señaló algo que no habíamos notado, las jaulas estaban de mayor a menor tamaño. Algunas eran incluso más grandes, como celdas para reclusos.
-no ponían presos en las celdas, el tamaño es por estatura- observó Lucas- hay restos de ropa adentro. Aquí estuvieron los mortales desaparecidos.
-¿ y dónde están ahora?- preguntó Valentino- ¡no hay rastros de que se los llevarán ni matarán!.
- perros- dije cayendo en la cuenta- el mejor amigo del hombre, siempre fieles, en la vida y en la muerte.
- soy la única que no le entiendo- se avergonzó Rosita mirándome como si hubiera explicado un largo y complicado problema matemático.
-¡ no, yo tampoco tengo idea de lo que dijo!- la acompañó Valentino.
- Álvaro, soy tu amigo, pero sé más claro- los apoyó el traidor de Lucas.
- cuenta la leyenda, en tiempos del español, un brujo guaraní, luego de derrotar a tres magos españoles tomó de premio al perro que los acompañaba. Se encariñó tanto con él que a su muerte, pidió a la dios Ñande Ru que se lo devolviera. Como no era la jurisdicción de este Dios, y por derecho divino, el perro le pertenencia a otro. El dios decidió darle un hechizo para que el mismo le devolviera a la vida. El hechizo lo trajo a la vida con una consecuencia, un precio, debía comer carne humana para tener su forma de animal, de lo contrario sería un esqueleto de perro- los tres me miraban atentamente- ¿saben cómo se llama el perro revivido?- negaron con la cabeza- familiar, es la leyenda del familiar, ¡los que están en los ingenios de azúcar!. ¡Los mortales cuentan su leyenda!.
- ¿pero eso es cierto?- Valentino no parecía muy convencido- no conozco ese tipo de hechizos, no existe nada que despierte a los muertos, salvo el choque de dos magias opuestas: amor y odio.
- sí, existe, fue prohibida antes de la unión de San Juan, los brujos aborígenes decidieron ocultar el hechizo por temor a que los magos criollos anti-España quisieran usarlos contra la Alianza Europea De exterminio De Las Magias Indias en 1700
- ósea que puede ser posible- Lucas parecía más asustado que de costumbre- y como se derrota a esos perros.
- no les entra ningún encantamiento- afirme- solo los puede derrotar un mago que sea capaz de absorber la magia que les da la vida.
- ¡otra leyenda!- bufó Valentino.
- los anti magos no son una leyenda- le retó Rosita- es una enfermedad muy poco común, ¡yo creo que existen!.
- no hay pruebas que logren determinar que un brujo nace con el Don de robar magia a otros.
-¡ ya callen sus picos!- los cayó Lucas- Álvaro, mejor ven y ve esto... Algo me dice que es un mensaje para vos.
Me acerqué y definitivamente era un mensaje para mí, la cabeza de Lucio, colgaba de una pica, estaba toda llena mordiscos y babosada. Abajo de ella había una foto mía, de niño, con Charles de la mano, vestimos el poncho blanco del Templo de Patacones.
No soporte la imagen, mis pensamientos se detuvieron. Dejé de pensar, de sentir. Me había ido, la voz de Rosita me llamaba lejana.. Había muerto. Lucio había muerto por mi culpa. No sé si me lo podía perdonar.
Lo recordé desnudo, abrazándome con sus brazos fuertes. Su sonrisa cálida, diciéndome que era su niño mimado, que era caprichoso pero me quería igual, contándome su día mientas me pegaba más a su pecho.
Se había ido, el hombre que me amó, porque si lo hizo, a su modo. Fue, al principio, algo interesado, quería algo y yo se lo daba. Luego dejó de exigirme cosas y empezó a pedirme que lo escuchara, que me pegara a su lado. Luego me lo dio todo. Las noches en vela, enviciado con mi cuerpo, las charlas tontas mirando el techo. Su enojo cuando se iba, diciendo que no volvería, que debía trabajar, que era un caprichoso. Me amó y eso lo mató.
Me tiré al suelo y las lágrimas comenzaron a caer, a miles. Lloré de amargura, de bronca, la persona que evitó, sin saberlo que fuera un kalku, había tenido el peor de los destinos. Charles debía estar riéndose de mí, me había dado un golpe que jamás olvidaría. Era claro su mensaje, voy a quitarte todo.
Me quedé un rato, pegado al pecho de Rosita, quien me acariciaba el pelo. Pensé en mi Lucio, el chico serio y buen mozo que me cautivo cuando creí que nadie lo haría. Nunca fue el amor de mi vida, pero fue quien estuvo ahí cuando lo necesite. Su recuerdo se llenó de rabia, Charles me lo había quitado, yo le quitaría algo que tiene, mataría hasta el último miembro de la sociedad del velo.
Me levanté de un salto y me seque, violentamente, las lágrimas. Había vuelto a ser Maledón, no había marcha atrás. La maldad ya casi me consumía.
- ¡debemos ver a dónde llevaron esos perros y acabar con esto de una vez!- dije firme.
- ¡no es difícil!- me contestó Rosita- si nos ponemos a pensar, a menos de cien metros del palacio de los bichos hay una perrera.
Corrimos como locos al entender lo que había dicho Rosita, no teníamos tiempo que perder, Buenos Aires quedaba algo lejos de Córdoba. Antes de ser consciente del como llegar ya estábamos en la posada buscando la forma de llegar. No sabíamos que tiempo de ventaja tenían, si elegíamos volar, llegaríamos como máximo en tres horas, si elegíamos solo aparecer, llegaríamos en una hora, si elegíamos a la Llamas (el método Argentino) llegarían de inmediato. Lucas y Valentino se oponían, decían que estábamos muy nervioso para pensar bien y haría que nos quemáramos vivos.
Luego de media hora de debate decidimos solo teletransportarnos a Buenos Aires. Aparecimos en plena avenida 9 de julio, no se imaginan el tráfico que había.
Parecía que los mortales querían romper la media nacional de protestas al día.
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Updated 27 Episodes
Comments
Zaki.Z
Pobreciiitoo
2022-09-16
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