El sol se cuela por las cortinas, brillando alto y fuerte, así que abro los ojos de golpe me ciegan por momentos, apago la alarma que hay a lado mío, reviso la hora siete de la mañana y media. Voy a mi armario busco una blusa de manga corta, una suéter abierto, un pantalón negro, ropa interior y me meto a la ducha. El agua que cae sobro mi piel hace que me despierte del todo, a cada gota estoy más espabilada, termino pasándome el jabón liquido por todo el cuerpo. Me enjuago. Cojo la toalla la paso por mi cuerpo, me acerco al lavamanos busco mi cepillo pongo la pasta de dientes empiezo a lavármelos, arriba y abajo, en círculos, ir venir, estoy en medio trance siempre sucede cada ves que me veo en el espejo, es como si la otra persona que me devuelve la mirada no estuviese de acuerdo con lo hago.
–Jhell ya estas lista el desayuno ya esta preparado. – Dice Papá al otro lado.
–Si ya voy. – digo. Entonces empiezo a secarme, cojo la ropa que traje empiezo a vestirme. Salgo de ahí con el pelo mojado, envuelto en una toalla, desato la toalla el pelo largo cae sobre mis hombros, empiezo a tomar mechones para secarlo pero me detengo así que tomo una de las ligas que tengo en la muñeca empiezo a peinarlo todo atrás, un mechón alto sobre mi cabeza empiezo a enroscarlo, dar vueltas sobre si mismo y ya tengo mi moño alto.
–Te digo algo me gusta que lleves el pelo recogido en un moño alto. – recuerdo que me dijo la primera ves que me vio haciendo lo mismo. Fue la primera ves que me dijo que le gustaba verme así. Papá había dicho que iba a ver recuerdos que dolerían unos más que otros, Estoy por deshacer mi peinado, pero la alarma vuelve a sonar siete y cincuenta y cinco. Tengo que salir si no, no llegare. “Vale hoy has ganado” pienso para mi misma. Siempre es así es como si él estuviese aquí conmigo. Como si él tomase decisiones por mi, van a pensar que estoy loca. Bajo las escaleras huele tortitas recién hechas y café, papá está en su sitio del comedor, yo me siento en mi silla, en el mismo lugar.
–¿Y mamá no bajara? – pregunto.
–No, preparo el desayuno luego volvió a nuestro cuarto a descansar. – dijo papá con voz cansada.
–¿Tú como estas?.
–Bien… todo lo bien que puedo estar. Tengo que ser firme y fuerte.
–Papá puedes flaquear hoy, no deberías ir al trabajo. No al menos hoy.
–Quizá te tome la palabra.
–Pues deberías, deberías quedarte con mamá. No te preocupes por lo demás yo me haré cargo.
–No descuida ya lo hizo mamá, esta mañana se ha despertado a las cinco de la mañana. Según ella no podía dormir, llevaba toda la noche dando vueltas, hasta que a las seis salió de la cama, empezó a llamar a medio mundo para que se hagan cargo.
Mamá siempre había sido previsora, muy madrugadora, muy alegre, organizada, no tenia tantas ojeras como ahora. Pero un día todo cambio, recuerdo que esa mañana me despertó.
–Jhell despierta – dijo.
–No… ¿que hora es?.
–Las seis. Anda vístete rápido el vuelo sale en media…
–¿Qué vuelo mamá?
–Te iras a España, Baladona a un internado.
–Un internado ¿y qué se supone que haré yo ahí?
–Estudiar.
–No, mamá yo no me quiero ir.
–¿Alistaste la maleta que te dije ayer? – pregunto, restándole importancia ante lo que dije.
–¿Qué? No…
–Bien descuida ya lo hice yo. Esta abajo empieza a vestirte te espero fuera. – dijo con voz fría.
–Mamá no quiero ir. Quiero quedarme aquí con vosotros.
–Jhell se que no lo entiendes y de verdad no espero que lo hagas . pero ahora mismo no tengo cabeza para pensar en ti.
–Y mandarme a un internado. ¿lo soluciona todo?.
–No, pero lo que menos necesitas es justo esto.
–¿Mamá piensas que yo tuve la culpa? Y piensas que si me mandas ahí todo está solucionando.
–Es justo por eso que quiero que te vayas al internado. – dijo con voz fría salió de mi habitación.
–¿Sabes que todo lo que hizo fue por tu bien verdad?. – dice papá como si supiese en lo que estaba pensando.
–En su momento creí que me culpaba. Pero ahora nose… nunca hemos hablado del tema, no abiertamente claro.
–Ya abra tiempo Jhell…
–¿Tiempo? Pero te has dado cuenta de lo efímero que es. Ya no se si tengo tiempo papá. – Y era así cada día que pasaba eran más silencios, durante el tiempo que estuve con Rai, no me preocupaban estas cosas. Había aprendido a adormecer el dolor a no sentirlo, a dejarlo estar. No porque no me interesasen si no porque mamá siempre ponía una muralla entre las dos. Siempre. Cada año pasaba lo mismo mamá se encerraba en casa durante semanas al menos durante el mes de septiembre. No salía solo lloraba e iba a su habitación a hurtadillas como si fuese algo malo. Como si estuviese prohibido hacerlo. Miro hacia arriba, pero papá me toma la mano.
–Va estar bien.
– Yo… no lo se papá. Deberían, deberían sacar ya sus cosas. ¿no crees?.
–Lo he intentado pero tu mamá siempre las vuelve a colocar en su lugar. – La primera ves que papá decidió llevarse cosas de su cuarto mamá había gritado y llorado. Fue la primera ves en casi dos años que volví a casa. Había preferido pasar las navidades en el internado.
De hecho cuando llegue al internado, me instalaron en un cuarto oscuro, colores fríos y una cama insípida, me eche a llorar abrazando a mi almohada, porque no me había podido despedir de mi papá, ni de Jhimi. Papá había tenido un viaje de emergencia. Y se fue antes.
Durante el mes que pase ahí dentro solo comía, tomaba agua, pasaba clases pero nada más, a eso se reducía mi vida, despertar, lavarme los dientes, tender mi cama, ir al comedor, ir a clases, volver a mi cuarto, abrazar a mi almohada y llorar. Hasta que las conocí Keyly y Kami, pasábamos alguna clases juntas pero no lo suficiente para hacernos amigas. Pero supongo que me ayudaron. Después de las clases siempre nos escabullíamos a la biblioteca o a la parte trasera del internado era una especie de bodega.
–Estas muy triste. ¿Qué paso? – me pregunto. La primera ves Keyly.
–Nada. – respondí seca.
–Vaya problemas. ¿Quieres olvidarlos?
–¿Acaso eso se puede?.
–Claro que si. Después de las clases vamos a un lugar. – dijo saliendo del aula. – Tú solo espéranos en tu cuarto. ¿De acuerdo?.
Y las espere tocaron la puerta. Yo aún estaba con el uniforme puesto. Abrí.
–¿Pero porque sigues con el uniforme? – pregunto Keyly. – Ven te presento a Kami, Kami te presento a Jhell mi nueva amiga.
–Un gusto conocerte, dijo Kami, era una chica rubia de ojos celestes, la piel blanca casi como si fuese de porcelana. En cambio Keyly tenia el pelo corto apenas le rosaba los hombros, los ojos negros turbios. Y la piel color canela – Nosotras vamos saliendo para que te puedas cambiar. – dijo saliendo de la puerta.
–Jhell se te hace tarde. – dice papá sacándome de mis pensamientos.
–Esta bien me voy. ¿Tú te quedaras?.
–Si, no puedo dejarla sola.
–Vale entonces nos vemos en la noche.
–Que tengas buen día cielo.
Y salgo de la cocina, subo a mi cuarto recojo mi cartera meto el teléfono dentro y el portátil. Algunas carpetas. Y salgo de casa. Ya no voy caminando hasta el trabajo. Días atrás compre una bicicleta es más fácil.
Paso todas las mañanas por la cafetería pero nunca entro, la última ves que entre cuando ese chico se sentó justo donde Rai se había sentado, en el mismo lugar, no pude volver, además estas fechas eran un poco caóticas mamá se encontraba mal, yo… yo… ya no sabia si debía llorar, había empezado a entrar en un tipo de trance en la que alejarme de todo lo que concernía a ellos. Puede que mamá haya hecho bien en mandarme al internado. Pero creo que me fui acostumbrando a alejarme, esconderme y no afrontar la situación.
–Ya has llegado. ¿Lista para la reunión? –Dice Kael. Saliendo de su auto. – Por cierto bonito auto. – señalando mi bicicleta.
–Buenos días a ti también. Muy lindo mi auto. No contamina tanto como el tuyo. – digo. El sonrió yo… no. Eso es otra de las manías que tengo no sonrió, ya no puedo hacerlo.
–Seguro que si. Venga vamos a esa reunión. – Comienza a dirigirse hacia la sala de reuniones. Era viernes y casi todos queríamos que finalice el día para irnos a casa y disfrutar del fin de semana.
Aunque el mío iba ser muy, muy largo, a veces extrañaba a Keyly y Kami, Aunque ellas fueran intensas y les gustase siempre cruzar la línea, la señal de stop, ellas la traspasaban y claro yo también. Ese día que vinieron a mi cuarto nos fuimos a la bodega Keyly tomo mi brazo como si fuésemos amigas desde siempre, ellas entraron por una especie de puerta secreta. Keyly en ningún momento soltó mi brazo. Ella entro primero por la pequeña puerta tomo mi mano y bajamos las escaleras, el lugar estaba muy oscuro. Entonces Kami que estaba atrás de mí, alumbro la estancia con la linterna que llevaba en mano.
–He con cuidado. – dijo Keyly vio que me tropezaba con algo. Se paro frente a una cortina negra, la destapo. Volteo a verme con una sonrisa enorme en los labios, ella siempre, siempre había sido así sonriente. –Bienvenido a mi rincón en el mundo. Ahora es tuya también claro y el de Kami. – Dijo.
Yo me quede embelesada con el lugar por que era muy bonito había luces de navidad colgadas de cualquier forma, alumbraron el lugar cuando ella las encendió, tenía un medio cielo, estrellas de papel colgadas, un sol y una luna. Keyly se agacho buscando algo. Detrás de unos botes de pintura.
–Aquí están. – dijo con efusividad. Era un paquete de latas. Parecían unas coca colas de las que viene en latas, pero si la mirabas con atención eran unas cervezas. Yo no había probado alcohol hasta entonces. – Toma. – dijo tendiendo me uno.
–He… – titube – Yo no tomo. – dije entonces.
–Jhell quieres olvidar ¿no?. – Yo asentí con la cabeza.
–Si… pero nunca he probado nada que contenga alcohol a mamá no le gustaba que lo hiciese….
–Pero ella no está aquí. Además no tiene porque enterarse ¿a que no Kami?.
–Por supuesto. – dijo entonces quitándole el paquete y sacando uno para ella y otro para Keyly. – Mira podemos hacerlo más fácil que te parece si en ves de olvidar. Brindamos por haberte conocido.
–Eso no suena tan mal. ¿no?. – Dijo Keyly.
–Supongo que no. – entonces las tres abrimos las latas que teníamos en mano, las alzamos en alto.
–Por nuestra amistad. – Dijo Kami.
–Por haberlas conocido – dije yo.
–Por Jhell – dijo Keyly. Y las tres sonreímos, yo Sonreí por primera ves en mucho tiempo.
–…Jhell… Jhell – siento las manos de Kael dándome golpecito con su bolígrafo me giro hacia él, con el bolígrafo que tiene en mano me señala hacia el jefe.
–Vaya siento interrumpirte en tu ensoñación.
–Que… no…
–Déjalo. Mira entiendo y aquí todos entendemos que no estas pasando por un buen momento pero debes centrarte. En cuanto cruzas la puerta principal, te olvidas de tus problemas y te centras en los que tenemos aquí dentro. – dice Henry, siempre utiliza ese tono pasivo agresivo, como si nos hiciese una favor al ponerse en nuestros zapatos, hablándonos como si fuésemos niños. Al ver que no digo nada. Continua hablando.
–Mira te estaba diciendo que para la próxima semana tenemos que entregar ya almenos seis portadas para los libros que están bajo tu dirección.
–Pero si eso ya estaba finalizado. Mi equipo lo entrego la anterior semana. Susy debió enviarte un correo con las portadas finales.
–Pues va ser que no. No me ha llegado nada. – Dijo con total seguridad, estaba segura que Susy lo envió .
–No te preocupes las tengo en mi laptop. Digo entonces. La cara de Henry es un poema creo que se ha molestado. Pero no me importa la verdad. – ¿Y bien que te parece? Pregunto.
–Podrían mejorar – dice seco. Lo malo de Henry es que nunca, nunca está contento con el trabajo siempre es más. Siempre.
–Bien. Y que quieres que coloque o mejore. Pregunto.
–El de Abre las alas de Jhoanha podría mejorar nose unas alas. Por ejemplo. – Dice.
–No lo creo. A la autora le parece bien el diseño que enviamos. Además fue ella la que lo diseño nosotros lo mejoramos.
–¿Y para que estamos nosotros?, para eso que sean ellos los que lo diseñen.
–Henry no va por ahí. Es que la portada es minimalista, pero tiene lo importante las flores que representan volver a florecer, como si fuesen alas, como si cada día volvieses a tener una vida nueva. – todos me miran expectantes.
–Esta bien. – responde ofuscado. – terminamos la reunión. Que tengan buen fin de semana dice entonces y sale de la sala.
–Vaya que carácter te cargas Jhell. – dice Kael.
–Es que estaba siendo injusto.
–Lo que me extraña es que Susy no haya enviado las portadas.
–Sí a mi también. Bueno vayamos a seguir trabajando.
Salimos de la sala y nos aproximamos hacia nuestras oficinas.
–Vamos a almorzar al medio día. – Dice entonces Kael.
–Yo… nose… quisiera leer un poco mas el manuscrito que nos enviaron recién para las portadas. Seguro que Henry querrá decirme que no he avanzado…
–Vale. Te dejo trabajar entonces. – Dice Kael, se da la vuelta y va hacia su oficina, frente a mi se cierra la puerta. Entonces yo voy a la mía.
Y tal como había dicho me leo parte del manuscrito que habla de amor, de crecer, de perder, de encontrarse. Entonces abro el bloc que tengo de dibujos, empiezo a garabatear la portada, una líneas finas, la chica de costado y él boca abajo, ambos se encuentran en medio. Están tan cerca a punto de rozarse los labios. Alrededor tienen una pequeña mochila, que hace referencia a los viajes que han ido incursionado, la vida fue una de ellas. Un pequeño tren en el que deciden realizar el viaje. Estoy tan en mi misma que no escucho nada por que llevaba los cascos puestos tocaba Adele – Love In The Dark. Un sándwich aparece frente a mi y unos refrescos. Me quita un lado del audífono y se la coloca y se pone a escucharla me anima a que siga haciendo lo que hacia. Pero niego con la cabeza.
–No te parece la canción un poco deprimente y de la letra mejor no hablemos. Y ya que no quieres almorzar conmigo pues el almuerzo viene a ti.
–Vamos por fases uno: la canción es hermosa y más que todo por su letra, dime quien te diría todas esas cosas así, nadie. Las personas deberían a veces conocerse así mismas para saber hasta que punto son capaces de llegar pero no lo hacen. Y Dos esto no es un almuerzo solo es una especie de merienda.
–Mostrarse tal cual somos he. Mmmmm… no me lo creo Jhell. Y con respecto al sándwich que te parece si lo llamamos almuemerienda.
–Kael no seria más fácil que alguien te dijese estoy rota por dentro y ya no se si puedo darte lo que quieres por que a veces siento que ya no me conozco a mi misma. Y en cuanto al sándwich que se quede como almuemerienda.
–Jhell… ¿tú estas rota?, ¿Dime sientes que ya no podrás enamorarte de la misma forma que lo hiciste de Rai es eso?.
–No… no lose… y quien dijo algo de enamorarse yo no lo pienso hacer. El ultimo pedazo de mi corazón se lo llevo él, junto a esa tumba. – digo seria.
–Jhell…
–Kael… mira viniste a almuemerendar ¿no? Pues hagamos eso.
–Vale. – y nos quedamos así comiendo el sándwich de huevo. Pero como siempre pasa el estomago se me cierra con el primer bocado pero tampoco quiero hacerle el feo a Kael así que decido comerme todo. – Esta es la nueva portada para el libro. – dice alzando el boceto que estaba realizando.
–Si… – digo algo cohibida.
–Pues me gusta. Para ser el boceto quedo genial.
–Gracias. Digo.
–Jhell… ¿puedo hacerte una pregunta?.
–Claro dime que ocurre.
–¿Fuiste a verlo?.
–Yo… no, aún no. Quizá lo haga más adelante.
–¿Por qué?.
–Porque… nose siento que no puedo hacerlo. Aunque las últimas semanas me fui a parar frente al cementerio pero no pude entrar.
–Si quieres podemos ir juntos. Éramos amigos recuerdas. – Un dolor que están conocido por mi piel, mi corazón, empieza a apretarme necesito aire. Así que me dirijo hacia la pequeña ventana que hay frente a la oficina. Lo que daría por que la ventana se encontrara a mis espaladas. Así entraría el aire fresco – Lo siento, ¿demasiado pronto para hablar de visitas?. ¿estas bien?. – me sujeta entre sus manos. – estas pálida. – se acerca al escritorio me pasa la coca cola que trajo. Me pide que la tome.
–Ya estoy bien tranquilo.
–Vale. Los siento no debí preguntarte. Sobre hacer una visita.
–No, descuida es normal, es muy normal que quieras ir verlo eran amigos desde la universidad. Es normal. Kael. – Digo para que deje de preocuparse. Y lo eran siempre jugaban como niños. Hasta que se toparon conmigo claro. Yo estaba en un proceso oscuro se podría decir.
–Te digo algo a veces me sigue haciendo falta. Siento que en cualquier momento va llegar por esta puerta y te va sacar arrastras para que se vayan a comer. Pero él ya… – entonces deja de hablar, sus ojos me observan, ve que las lágrimas han descendido de mis ojos las limpia. – Joder lo siento Jhell. Soy un bocazas lo siento, lo siento tanto. Entonces me abraza, el cuerpo empieza a temblarme. Me aferro a él.
Nose cuanto tiempo nos quedamos así. Abrazándonos, reconfortándonos, bueno Kael lo hace yo solo lloro. En algún momento dejo de hacerlo.
–Lo siento. digo entonces.
–No, no discúlpame a mí. Aún estas digiriendo todo lo que ha pasado en estos meses.
–Te digo algo. Yo también lo hecho de menos. Con decirte que mi papá ha tenido que traer todas mis cosas de mi casa para que no tenga que ir. Soy cobarde ¿no?.
–No, Jhell no. Claro que no lo eres es solo que estas en una fase. De superar lo que ha pasado. Ha sido traumático lo que ocurrió y el como paso todo.
–Fue culpa de esos dos que iban a borrachos. – digo entonces.
–Jhell… no fue así…
Entonces la puerta se abre. Es Susy se le ve demacrada.
–Susy… ¿Qué ha pasado?.
–Nada… yo… tengo que contarles una cosa. Pueden… pueden sentarse.
Susy se sienta se acomoda al lado de Kael. Nos cuentan porque no había enviado las portadas a Henry. Menciona que fue porque tiende a perder recuerdos, a veces son pequeños flashes pero su esposo la obligo a realizarse un análisis a profundidad porque no era normal que la perdiese…
–Y esos análisis dicen que tengo Alzheimer. Que va ir agravándose con el paso del tiempo. – dice llorando mas histérica. Entre los dos la abrazamos. Yo siento que las lágrimas pugnan por salir pero las retengo “no llores”, me digo a mi misma. – Se lo he avisado a Henry y le he entregado mi carta de renuncia lo siento dice.
–Pero… no puedes hacerlo. Debe haber algún tratamiento que puedas hacer… – dice Kael.
–Lo hay pero no quiero ser una carga ni para el equipo, ni para la empresa. Necesito al menos un tiempo centrarme en mi familia. Desde que tengo uso de razón me he entregado entera a cada proyecto y a esta empresa. Necesito recuperar el tiempo perdido con mi esposo. ¿saben ustedes cuantas cenas me he perdido con él?– ante nuestro silencio ella vuelve a hablar. – Muchas, muchas veces he llegado a casa cuando él ya estaba metido en la cama. Y a la mañana siguiente se iba temprano. Quiero estar con él. Con mi familia.
–Vale. – digo porque la entiendo. – Está bien Susy. Pero por favor avisamos cualquier cosa, no desaparezcas.– agarro sus manos. – Nosotros estaremos para lo que sea. – ella asiente y nos volvemos a abrazar.
El resto de la tarde pasa así lento. Kael fue el primero en irse, me dijo que necesitaba centrarse. Yo lo entendí. Eran demasiados cambios. En tan poco tiempo. Era como si todo se juntase. De golpe. Tome mi bicicleta, me monte en ella, coloque mi bolso, el abrigo en la canasta saco mi teléfono me coloco los cascos y empecé a pedalear una y otra ves. Suena alguna canción que amortigua todo el caos a mi alrededor.
–¡No te vas a llevar sus cosas!, ¡Son las cosas de mi hijo!. – Gritaba mamá.
–¿¡No entiendes que te hace mal entrar a su cuarto¡? – había gritado papá.
Mamá se acerco a él desafiante no te vas a llevar nada. Había dicho. Y subió escaleras arriba. Yo me quede en el salón viéndolo caer de rodillas, lloraba en silencio. Luego me acerque pase la mano por su espalda frotando una y otra ves. Uno, dos, tres, cuatro…
–Lamento mucho haber arruinado tu visita.
–No pasa nada. – Cinco, seis, siete, ocho.
–No hace falta que hagas eso cielo. – dijo parándose.
–Vale – es todo lo que pude decir. Pero necesitaba tener las manos quietas. O bueno necesitaba otras cosas. – Me voy a la cama. – anuncie.
–¿Tan temprano?, aún son las siete…
–Si es que ya sabes el vuelo y esas cosas estoy agotada.
–Esta bien descansa. Mañana quizá podamos ir al restaurante que te gusta tanto.
–Vale, buenas noches papá. – Subí escaleras arriba necesitaba salir de ahí, mantenerme lejos, porque era obvio que él ya no me conocía, antes de que me fuera al internado cada viernes íbamos a “La Napolitana” siempre, era una especie de rutina marcada, siempre pedía lasaña con queso. Pero cuando llegue a ese lugar no podía soportarlo apenas me acercaba a la comida.
–¿Por qué no comes? – me pregunto Keyly.
–Yo… No puedo… No me gusta. – ella pareció dudar.
–Jhell nos conocemos desde hace ya casi un año. Pero nunca me dices que es lo que quieres olvidar. Solo entras a nuestro lugar en el mundo y me quitas la cerveza y te la zampas entera. Incluso tienes más aguante que la primera ves.
Si la primera ves me había mareado de golpe con una lata de cerveza, luego tuvieron que sacarme a arrastras de ahí, cuándo llegamos a mi cuarto, el mareo todo se iban evaporando Keyly se había quedado a dormir conmigo, –¿Cómo estas?.
–Bien me duele la cabeza.
–Eso es lo malo de querer olvidar que luego da dolor de cabeza.–Yo solo asentí con la cabeza, los ojos empezaban a picarme, las misma salieron, el dolor en mi pecho me apretaba. Con fuerza, no podía respirar, sentía que me ahogaba.
–Eh mírame, tomo mi rostro entre sus manos. Luego me abrazo, por primera ves en mucho tiempo alguien me abrazaba, me susurraba palabras que todo iba estar bien, que sea lo que fuese iba poder, que no estaba sola. Keyly había ocupado el lugar de alguien mayor, y eso que ella solo era un año mayor que yo, pero ella me reconfortaba como no lo había hecho mi madre. Pero el tiempo pasa y uno tiende a aficionarse a otras cosas. Aprendí a controlar la bebida aunque había días en los que me zampaba toda la cerveza, pero nunca, nunca les hablaba del porque estaba yo ahí. Quizás lo decía cuando estaba borracha pero ni Keyly ni Kami decían nada. Era como si la noche anterior no hubiese pasado nada. Y eso me gustaba.
– Puedes confiar en mí. –La voz de Keyly hizo que aterrizara.
–Vale.
–Jhell – fue la primera vez que tomo mi mano de forma cariñosa. – No estas sola me tienes a mí para lo que sea siempre.
–No se como decirlo. No se como exteriorizar todas estas cosas. No me sale.
–Hay Jhell siempre misteriosa. Tranquila no pasa nada. Ahora come algo por lo menos come el postre.
–Vale. – asentí. Mirando al pedazo de torta de chocolate. “su favorito” pensé. En el primer bocado me acorde de él. De su sonrisa al comerlo, al masticarlo me acorde de sus ojos brillantes, al tragarlo me acorde de él, de él, de nosotros, de lo felices que éramos juntos, de nuestras travesuras, de ese día, que hubiese pasado, que sucedería si estaríamos en el mismo carril, que hubiese sucedido si no hubiese cambiado de carril, que hubiese pasado si ese día nos hubiésemos quedado en casa, que hubiese pasado si…
Cuando llego a casa estoy agotada, las piernas me tiemblan, otra ves la sensación de no poder respirar, el nudo en la garganta, bajo de la bicicleta, saco mis cosas entro en la casa, coloco mis pertenencias en el sofá, subo escaleras arriba, entro en su habitación, y todo está tal cual como ese día, todo sigue igual, la consola de juegos en la mesita de noche, sus trofeos en el estante rojo, el armario azul marino que mamá se empeño en comprar, la cama del hombre araña, el pequeño espacio de galaxias, y planetas que armamos, él decía “mi lugar en el cielo”. y ella está ahí. Con algo suyo en la mano y llora.
Yo me acerco. Cautelosa, me hecho detrás de ella, abrazándola por atrás, pasando el brazo por la cintura, entrelazo mis dedos con los suyos. Ella no se aparta, solo se da la vuelta y me abraza. Esta encorvada.
–Lo siento tanto mamá… de verdad que lo siento. – digo. Con el nudo en la garganta.
Ella tarda en responder. Su voz suena amortiguada y aguda.
–Yo debería decirte lo siento, Jhell, debería haberte cuidado, debería haberte consolado cuando me necesitabas, no debí ser una egoísta, debí ser yo quien te calmaba durante la noches, debí ser yo la que te calmaba cuando tenias ataques. Tú solo eras una niña…
–Mamá…
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