Llegue a la conclusión de que aún es de día. ¿cómo lo se? Pues la luz que se cuela por la ventana es la luz del sol. Aquí todo es blanco, salvo algunas cosas que parecen ir de un veis bajito a una tonalidad de blanco es extraño. Las luces, los médicos que corren de aquí allá, otros gritan, las enfermeras yendo y viniendo algunas diciéndome que resista, que no me rinda, qué aún soy joven, otras simplemente me observan con una mirada fría, como si no hubiese más que hacer.
Aún nadie me dice que paso con Jack, solo se quedan gritando debo resistir, resistir por que tan mal estoy, ¿por que no siento nada?, es como si el cuerpo se me hubiese congelado, paralizado. La voz del doctor me saca del trance en el que he empezado entrar.
–Enfermera ya localizo a los familiares del otro paciente.
–No aún no. No encuentro ninguna referencia de algún familiar, solo el número de Gael.
–Llámelo es urgente, debemos informarle que su familiar acaba de fallecer….
Si hubiese podido levantar mi cuerpo de la camilla abría ido en busca de mi amigo, ir por este hospital, decirle al medico que lo que está diciendo no es verdad, que mi amigo no murió. Que él aún sigue aquí, conmigo. Que yo lo vi en esa fiesta bailando con una morena. Pero la vida tiene sus jugarretas, sus puntos claves, por que lo que paso, nunca se me ocurriría que pasaría de ese modo, ojala alguien me uniese dicho que esa iba a ser la última ves que lo vería.
Unos enfermeros pasaron mi lado, con un cuerpo encima de la camilla, tenia la frente ensangrentada, los párpados cerrados, labios secos, llevaba la misma chaqueta de cuero negro, los pantalones roídos por las rodillas, fue entonces cuando lo reconocí, la ultima ves que lo vi, fue esa mañana tenia los ojos vidriosos por el licor, un cigarro en los labios, soltaba el humo por momentos, y aquí estábamos nosotros él en algún lugar en eso que llaman cielo, o en el infierno nunca creía que nos despediríamos de esa forma, no ese modo tranvía cruel, el había partido de aquí Y yo me quedaba debatiéndome entre vivir o dejar que la vida pasara. Deseaba tener las fuerzas suficientes e ir tras él, decirles a los médicos que a quién se llevaban era mi familia, que no se lo llevasen. Pero el cuerpo no me respondía, decían que no me moviese, que resista un poco más, pero el cuerpo tiene sus limites por que de pronto, sentí la mano de él,
–¿Pero que demonios haces tu aquí?.
–Pero…
–Ven acompáñame.
De pronto todo se fundió de negro, las voces se fueron apagando, los médicos cada ves estaban a más histéricos, las enfermeras corrían de un lado al otro de firma lenta, pausada, todo comenzó a silenciárse, quedándose en ecos, ecos profundos, que deje de escuchar… solo la suya
–¡Gael no vayas ahí, aún no es tu tiempo!.
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